sábado, 28 de agosto de 2021

Ambiente seudo-burgués (habana, circa 1957)


alFredoTriFf

La sala se difunde con los colores artificiales de la noche. Derroche de destellos verde esmeralda y azul opalino, se derraman por las paredes, contrastando fulgores de estrellas que proyecta la lámpara Sputnik, comprada en La Época en honor a aquella hazaña soviética del año 57. 

Cerca de la terraza, ráfagas rosadas rebotan detrás de las sombras de un grupo de máscaras africanas, encima del bar empotrado en la pared de la sala con caprichosos adornos en zigzag de bronce. A través de la puerta partida en dos de cristal del balcón, la noche estrellada se funde con el olor poroso a madera de cedro y el húmedo norte invernal. Encima de la mesa de cristal, al lado de la silla de plástico Saarinen, destaca un ánfora color esmeralda diseñada por algún maestro sueco, dos vasijas de cerámica suecas, dos figurines de cristal lapislázuli. 

Del otro lado está el librero y a la derecha un elegante gabinete -como esos diseñados por Aalto- donde se ordenan dos filas de estatuillas polinesias. Dos butacas de forma caprichosamente elipsoidales, envueltas en forros tersos de telas con arabescos, hacen contrapunto al radio-tocadiscos Grundig que el viejo se compró para escuchar su música preferida. A propósito, comienza a sonar ahora, al compás tropical interrumpido por coros femeninos y graznidos de aves exóticas, orquesta y coro. 

Mientras la música se propaga desbocándose en tutti percusivo, todo da vueltas en un gran final de cuerdas que suben, justo antes de la entrada de los tanques y las concentraciones multitudinarias.

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