miércoles, 10 de febrero de 2021

Waldo Balart, el pintor concreto por descubrir

Waldo en su estudio en Madrid.

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 Waldo Balart es el pintor concreto por descubrir. No porque sea desconocido. Después de todo tiene un apellido que lo marca, y lleva recorridos más de 40 años explorando el arte como proyecto espiritual. Efectivamente, su trabajo es tan obstinado y consistente que se hace joven y vigente. Nacido en Banes en 1931, tuvo la suerte y también la adversidad de crecer dentro de una familia ligada a la historia política cubana. En 1959, el joven diplomado en ciencias políticas y economía emigra a EE.UU. En el New York bohemio de los años 60 Balart descubre el arte. 

Toma clases en la escuela del Museo de Arte Moderno con Peter Forakis—miembro de la Park Place Gallery, espacio aglutinante de muchos artistas del arte geométrico y el minimalismo incipiente. Balart absorbe de primera mano la resaca del expresionismo abstracto y comparte con figuras como De Kooning y Franz Kline. Los años 60 tempranos marcan el auge del arte pop. El joven exiliado cultiva amistad con Andy Warhol, con quien colaborará en dos películas. Será un encuentro desinhibidor definitivo. Sin embargo, Waldo no se inclina hacia el pop, al que halla aún víctima de la moda. Su interés está en la corriente geométrica llamada concretismo, que llegaría al clímax con la conocida exhibición de 1965, “The Responsive Eye”, en MoMA. 

Desde 1964 la carrera de Balart comienza a despuntar. Exhibe en New York, Washington, Boston, Miami y México. En 1968 expone en la entonces conocida Galería Iris Clert de París. En 1972 tiene su primer solo en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. Ese mismo año Balart deja EE. UU. definitivamente por España. Será una decisión difícil que se justifica en el concretismo de Balart: el arte como medio espiritual de la vida. Aunque ya existe un concretismo balartiano, se conoce al pintor pero no al teórico. Ambas facetas cuajan en la obra. 

En El color como lenguaje plástico, Balart anuncia: “pintar es conseguir un espacio sensible y dinámico a través de la interrelación de volúmenes y líneas cromáticas, involucrados en un universo limitado”. ¿Qué significa “limitado”? Es construir un proceso en el cual forma y contenido se fundan en una imagen sintética y elemental que Balart llama “proposición pictórica”. Cual filósofo del lenguaje, Balart convierte cada proposición en un cuadro y cada cuadro en una proposición. 

Durante estos largos años, Waldo ha cosechado merecidos éxitos y el respeto de la comunidad artística, pero siempre a cuentagotas. Lo que nos trae al presente: época de banalidad donde el talento y la obra sólida pasan a un segundo plano ante la moda del “arte de feria” y el nuevo fenómeno del artista “emergente”. Mientras tanto, el tiempo corre y la vida se termina. Claro que hay excepciones: Carmen Herrera, coetánea de Waldo es ahora merecidamente famosa. Es hora de que llegue ese momento para Waldo Balart. 

Conversamos con el pintor sobre su vida y obra en su estudio colindante con el barrio Atocha en Madrid. 



Pocos conocen que en tu pintura concreta subsiste una serie numérica, a saber 1-violeta, 2-ultramar, 3-cyan, 4-verde, 5-amarillo, 6-naranja, 7-rojo, y 8-magenta. Ese octeto que obedece a un orden axiomático. ¿Podrías explicar ese balance? 

(Risas) Sí, los números asustan. Traes la pregunta por mi método y la relación entre el axioma y el uso del color. Y ahora me viene a la mente una ponencia que hice en un Congreso Internacional sobre el color, que se celebró en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Vigo, en Pontevedra, en 1997 y que titulé “La creatividad y el color”. En ella expresé que el proceso creativo puede verse como el acoplamiento de una multitud de planos. Aquí entra la necesidad y lo aleatorio. Al fin y al cabo, el color y la serie numérica cambian de acuerdo con los problemas específicos que presenta la obra y el desarrollo de la misma. Yo te diría que el axioma numérico manda y lo obedezco, pero soy yo quien escojo la serie. Bueno, al menos creo escogerla (risas). 


Aquí cabe una pregunta un poco excéntrica: ¿Por cuál te decides: el determinismo o el caos? 

Esa pregunta es fácil. Yo le apuesto al caos. El caos desestabiliza los límites cómodos del pensar, y esto trae como consecuencia un proceso de auto organización. Y del caos viene el próximo orden. El artista debe saber saltar de un punto a otro. A veces hay que esperar a ver cómo se acoplan estos diferentes planos. Ahí entra la intuición, que le hace mucha falta al arte. 

Tu obra parece no cambiar dentro del cambio sutil. ¿Qué es lo que proporciona el cambio? 

Bueno, siguiendo a Heráclito "todo cambia", pero como uno está dentro del asunto no puedo determinar el momento preciso en el cual se efectua el cambio. Pero te puedo decir que la esencia del trabajo permanece. Por otra parte, el cambio sobreviene por el agotamiento de un tema específico, o por algún nuevo estímulo exterior. Ahora estoy involucrado en una serie que he titulado “Imagen fragmentada”, en la que considero cada cuadro o proposición como un resultado de las infinitas posibilidades que existen para captar la fuente luminosa. 

Me recuerdas a Ludwig Wittgenstein, el filósofo austríaco del siglo XX. Para él toda proposición corresponde a un aspecto factual del mundo. ¿Lo conoces? 

¡Por supuesto! Aunque no puedo decirte que lo comprendo completamente (risas). Pero lo considero mi maestro. Me ha ayudado en este proceso formal de organizar mi trabajo alrededor de un lenguaje específico. Wittgenstein es una especie de pintor analítico (risas). 


En tu pintura, ¿qué viene primero, el número o el color? 

Los dos parámetros están fundidos en mi consciencia. Funciono con ambos, dependiendo de la oportunidad. 

¿Qué piensas del arte contemporáneo? ¿Cuál es la diferencia entre el arte moderno que haces y el arte contemporáneo? 

Me pones en un aprieto. Yo que creía que estaba haciendo arte contemporáneo y ahora me haces consciente de que soy un “moderno”, metido en una corriente artística fuera de la moda. Tal vez me expreso en un lenguaje plástico no acorde con la mecánica vigente. ¿Será que soy una pieza de un museo viviente? (risas). Pero pienso que en el arte debemos discernir entre lo novedoso y “rompedor” de aquellas expresiones plásticas que constantemente aparecen y desaparecen por falta de contenido sólido. 

¿Y cómo sientes todo eso? Porque al final no estamos desprendidos de lo que pasa alrededor.

Por supuesto. Lo que mencionas es el proceso de la historia del arte que obliga al artista a estar consciente de su posición en la comunidad de artistas, su papel en ella, y la posibilidad de poder comunicar un mensaje. Estoy convencido de que mi lenguaje se mantiene vigente y dinámico y que puedo comunicarme con mis contemporáneos. La revolución plástica de principios del siglo XX de la que me siento parte nunca ha sido estática, sino que ha evolucionado hacia otras búsquedas plásticas usando herramientas muy distintas. Si algo es bueno, siempre es vigente. 

¿A qué le atribuyes que el arte concreto en Cuba fuera tan corto y tuviera tan poca adherencia? 

El auge del arte concreto cubano se da en la década del 50. En 1959 llegó la debacle y el sistema revolucionario usó al arte como medio de propaganda. Esa generación se esfumó. Mi querido amigo, es imposible hacer arte concreto al servicio del Estado. La geometría no le comunica un mensaje político específico a la propaganda totalitaria, llena de lugares comunes. 



Quiero tocar algo más personal. ¿Cómo has podido mantener esa constancia todos estos años, a pesar de altas y bajas —más bajas a veces? 

He tenido un alto grado de inconsciencia que me ha permitido superar los obstáculos que se han presentado en mi vida, y sobrevivirlos. Hasta cuando he estado en “las bajas” a que aludes. 

¿Te imaginaste alguna vez claudicando el arte concreto por otro estilo?  

El secreto está de nuevo en el lenguaje. Mi vida y la necesidad de comunicarme las adecué a mi lenguaje. Con él puedo expresar mis estados intelectuales y emocionales. Tengo fe en mi lenguaje. Sigo activo y comunicando, aunque esté en la minoría. 

¿Qué consejo le das a los artistas jóvenes de hoy? 

Que apuesten a la locura y perseveren. No abandonar nunca la necesidad de expresarse, ¿puedo ser trágico y decir: “hasta morir”?

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