viernes, 8 de mayo de 2020

No es fácil querer


Por el fantasma de Bas Jan Ader

No es que acepte una excusa cualquiera, ni para mí ni para nadie. Niego la buena intención, el error plausible, el paso equivocado, la circunstancia atenuante. No perdono, no hay porqué. Nací en 1942 en el pueblo de Winschoten, Holanda, y me esfumé 33 años después.

Soy el mismo Bas Jan, un fotógrafo colgado de la imagen, aventado en mi bicicleta, al borde de un canal y cayendo en el canal, colgado de un árbol buscando el equilibrio, a punto de caerme sin caerme aún, encaramado en la azotea de mi casa, caminando despacio por el arcén de la carretera 101 en Los Ángeles, llorando o riendo tristemente. Mi profesión es ser payaso y correr riesgos, o al revés, y, sí, a menudo tropiezo y me caigo. Así de sencillo. Acaso no sé lo que hago (un deseo no se celebra siempre con champán). No tengo tiempo para decidir si soy o no culpable. Con mi arrebato no es fácil querer.


¿Sabes qué soñé?

Con un amor de todo corazón, de día y de noche en un abrazo eterno. Después vendrá el silencio. Soy Bas Jan y mi héroe preferido es Buster Keaton. Buscaré una hazaña vacía e inusitada en la tierra plana e infinita.


Un día de verano de calma chicha de 1975 me embarcaré desde Massachussets en mi bote pequeño, navegando hacia el este con trayecto a Falmouth, Inglaterra. Son casi tres mil millas de travesía. Nunca llegaré. Mi botecito será encontrado a la deriva cerca de las costas de Irlanda. Después, mis amigos dirán que no, que no he muerto, que aún vivo, caminando por la fina y tibia arena de mi querida Venice Beach.

No dudes. Soy el mismo Bas Jan, artista, y ahora un personaje en las monografías del arte moderno occidental.