Pedro Vizcaíno, The sentimental history of cuban art, 1993
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Para un amigo que odia a la muerte.
En cada individuo hay muchos otros que le moran. Sombras que le habitan como huellas de recuerdos, fuerzas otroras. Uno es pasado de otros, congelado y amalgamado en código a las espaldas. ¿Qué se es antes de ser uno? Acaso potencia o posibilidad de tal fecundación. Somos contenidos en nuestros padres, abuelos, bisabuelos, tatarabuelos; antepasados nos preceden. Y todo ese embrollo de gente apunta a no uno, sino a todos.
Somos un pueblo de otra gente.
Individualidad nos remite a futuras sorpresas del linaje. Lo que diferencia lo particular de lo general es ese punto en el que yace la especie. Gene es código, información, secreto, seísmo. En ese océano genético, ser no implica un límite, sino lo opuesto.
La conciencia es también enigma y origen multifario, tejido de apariciones y desapariciones. Hay mucho más que una multitud de antepasados; también estamos anclados al futuro de un interminable tejido de otros.
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