Carlos A. Aguilera es poeta, escritor y crítico cubano radicado en Praga. Tiene obra publicada en Cuba (Retrato de A. Hopper y su esposa (1996) y Das Kapital (1997) y en el extranjero Teoría del alma china (Umbral, México, 2006), Asia Menor (Bokeh, Holanda, 2016), El imperio Oblómov (Renacimiento, España, 2014), Matadero seis (Aduana vieja, España, 2015), Discurso de la madre muerta (Baile del sol, España, 2012) y Luis Cruz Azaceta: No exit (Turner, España, 2016). En 2016 Almenara Press publicó La Patria Albina. Escritura y conversación en García Vega, a cargo de Carlos en papel de editor, con portada de Arturo Rodríguez. Más que todo esto, Aguilera es un dínamo de la cultura.
________________________________
TM: Carlos, considéranos fans de InCUBAdora y la manera vanguardista de escribir que tienes (vanguarumorística quasi-dada que se aprecia mucho en estos tiempos). Entrando en materia: ¿Qué te acerca teóricamente a lo chino? Has publicado tres libros sobre el tema: Diez mil gorriones muertos (Fiesta ediciones, 2017) y Teoría del alma china y Asia menor.
CA: En principio el cordón umbilical: por parte de madre mi abuelo era chino. Un chino de Cantón que embarazó a mi abuela muy joven y no tuvo mucha fuerza para avanzar con el matrimonio. Entonces a ese cordón umbilical hay que sumarle la radionovela cubana, siempre llena de algún chino malandro que decía frases bonitas, se apareaba bien y después desaparecía. Por otra parte, la fascinatio. Esa fascinatio por un saber que lo mismo se vuelve vasto que caricaturesco, como aquellas máquinas de ruido que inventaron los chinos para matar gorriones, como cuento en una de las notas de Asia menor, libro que reúne toda mi no-poesía hasta el momento (no-poesía porque mi poesía es más artefacto que lírica, más performance o esquizogramas que verso).
TM: ¿Cómo es posible que el marxista de Marx no te haya puesto un pleito por plagio después de la publicación del libro de poemas tuyo titulado Das Kapital (La Habana, 1997)?
CA: Jaja… Eso hubiera estado bueno. Hubiera podido integrarse como addenda al libro. Lo cierto que Das Kapital, que fue el primer libro que concebí como libro aunque publiqué después de Retrato de A. Hooper y su esposa (un texto laaaargo que fue pensado casi como una partitura), fue uno de los pocos libros que produjo discusión en el maltrecho mundo literario cubano: aún circulan por ahí algunas de las revistas cubanas donde varios escritores cubanos se entrecruzaron sobre la “locura” del libro y lo que proponía en aquel momento. Una locura que de alguna manera venía a subrayar la plusvalía marxiana, esa donde pus, plus y nula funcionalidad se tocan.
TM: ¿Cuándo es que das a luz a InCUBAdora y por qué?
CA: inCUBAdora es un proyecto complejo, donde no solo está lo que yo hago: la web, los ebooks y el premio de novela Franz Kafka…, sino, otra, de ayuda directa a la sociedad civil y cultural cubana. Especialmente la que se marca en los límites de la oposición política. Y esta ayuda intentamos se canalice de muchas maneras. Ahora, la web como tal ha ido tomando fuerzas en los últimos 5 años más o menos. En la medida en que yo he tenido más tiempo pero también en la medida en que ella misma ha ido abriendo su propio espacio. De ahí que hoy mismo se defina como un territorio de reciclaje, de plagio, de contracultura, donde entra todo: desde el ensayo académico hasta la desacralización de fotos o imágenes; y donde se intente ofrecer muchos canales de reflexión sobre los diferentes mondos o desastres que es Cuba.
TM: Tu hija InCUBAdora aparece como “una web dedicada a la cultura, el reciclaje y el intercambio de velocidades”… pero eso no dice que se trata de un fenómeno atmosférico/memético de alto voltaje. Hoy mismo, 1º de enero, 2019, a las 4pm hago un recorrido por la oferta inCUBAdorística: un artículo sobre la poesía de Kozer, un meme de Maldito Menéndez, salidas de Iván de la Nuez y Carlos Alberto Montaner, un corto de Eduardo del Llano en youtube, Rafael Almanza para Hypermedia, un ensayo de Marlene Azor Hernández sobre economía bajo el castrismo. Le sigue un ejemplar facsimilar de ediciones InCUBAdora (y dígase que estás haciendo historia en ese departamento), una tira de Garrincha y una reseña de Dennys Matos sobre la obra de Florencio Gelabert. Es un menú diferente para la internetosfera, otra manera de disparar la cultura –y a la vez de hacer cultura. Sin dar la receta precisa que seguramente hay imitadores que quisieran robarte la fórmula, ¿hay un Masterplan o eres un jazzista del género?
CA: Hay mucho de jazz, de juego, de goce… Y también de no creencia. Siempre he tenido la impresión de que la mayoría de las revistas fallan porque quieren tener más público. Y yo pienso lo contrario. Incubadora (la web) no busca complacer a nadie en especial (ni sumar más visitas –aunque por supuesto esto no se desprecia), está marcada por mis gustos o por lo que yo creo que puede ser necesario para futuras investigaciones o discusiones aún por hacer. Por eso, como te decía, hay textos académicos (un género bastante despreciado –con razón- pero donde se puede encontrar también un saber muy especial), entrevistas, videos, poemas, textos sobre arte, memes, viñetas, en fin casi todo lo que pueda apoyar inteligentemente alguna reflexión o texto futuro. No es la primera vez que veo que un meme resume mucho mejor una situación que una columna de periódico por ejemplo.
TM: Tienes un acercamiento a Miami vía García Vega (a la playa albina puede entenderla verdaderamente un albino como Lorenzo). Luis de la Paz ha dicho que tu Lorenzo García Vega, apuntes para la reconstrucción de una no-poética (Aduana Vieja, 2015) es uno de los trabajos “más plausibles para entender su obra”, y tu añades que el viejo era un “no-escritor”. ¿En qué consiste lo que llamas “ortopedia de los límites” en el caso de García Vega?
CA: Hay dos rasgos de Lorenzo que son muy interesantes y poco comunes en la literatura cubana. Uno es el de una autoconciencia infinita. Esto se ve muy bien en sus tres tomos de diarios, el último recientemente editado por Almenara, o en Cuaderno del bag boy. Una autoconciencia que lo hacía apuntar todo lo que se movía a su alrededor y a vigilar sus propios impulsos, sus obsesiones, sus sueños, su Edipo, al punto que esta neurosis “jodida”, como la llama muchas veces, funciona casi como un corsé, una camisa de fuerza donde el loco Lorenzo construye esas máquinas donde él mismo está desmontándose todo el tiempo. Y el otro rasgo sería el proctológico. García Vega hace una literatura esquizamente proctológica, que a veces huele mal, que a veces duele, que hay que abrir con una pinza o un dildo. Y que para colmo, es autosuficiente. Es decir, nadie enarbola tanto ese dildo contra sí y contra otros como él mismo. Un enculamiento que a la vez que le producía angustia le daba mucha risa.
TM: Sabes, tu Das Kapital tiene momentos onomatopéyicos dignos de una Kleine Musik post-serialista para soprano, cuarteto de cuerdas y timbal. La soprano tendría instrucciones de Sprechtstimme para un texto como este:
La boca: e-CA: Das Kapital, como te decía antes, es performance, deseo, rotura, intervención. Nada mejor para él que ser operado desde la música o desde el sabotaje. Al fin y al cabo, muchos de los anarquistas ‘ponebombas’ eran grandes hombres de letras y de música (si hacemos caso al estruendo de los petardos) también.
l cuerpo. La boca,
el
cuerp
o, (dis-
torsionado…)
Con-trakkkkkk
ción.
TM: Última pregunta: ¿Qué piensas de Miami?
CA: Generalmente leo a Miami a través de los otros. De lo que dicen o no dicen sobre ella. Solo la visité una vez, hace ya mucho tiempo y por breve tiempo. Recuerdo un paseo con Mario Bencomo por la arquitectura Decó-Mayama, una excelente conversación con Baruj Salinas sobre lo que estaba pasando allí a nivel de arte, y por supuesto muchos intercambios con Lorenzo y Carlos M. Luis. Pero tendría que ir y re-mirarla. Conversarla/absorverla desde otros lados. Seguro que de esa visita podría salir algo “impúdico”.
Excelente dialogo/ entrevista. Un mundo aparte.
ResponderEliminarVoilà le parole magnific
ResponderEliminar