tomado de inCUBAdora:
El cacareo de la burguesía emigrada a través del altavoz yanqui se empecina en reclamar eso que llaman «elecciones libres». La masiva adhesión de Cuba a Castro y a los demás dirigentes bastaría para eximir de tal uso al gobierno de la revolución, pero a nadie inteligente se le oculta que dicha solicitud proviene de una santidad mocarra. Insinceros hasta un punto incalificable, los «demócratas» de Miami y el coro de sus amigos de las oligarquías latinoamericanas piden esas supuestas «elecciones libres» no para triunfar en las urnas, cosa que sería imposible, sino para despistar el interés de nuestros pueblos por la revolución agitando un señuelo falaz que desvía la atención de lo esencial ... ¿por qué se insiste tanto en el fetiche político del sufragio: «¿Es esto causado por un desinteresado amor por la democracia pura? ¿O lo es porque las elecciones romperían el ritmo de la Revolución reviviendo querellas y rivalidades políticas moribundas, y daría a la contrarrevolución la ocasión de reagruparse y preparar una vuelta antes de que las grandes reformas sociales hayan tenido tiempo de transformar a Cuba en una sociedad en que tanto la pobreza como el privilegio hayan desaparecido? Nuevamente nos parece imposible rechazar la conclusión de que el hecho de estar en contra o a favor de las elecciones depende esencialmente del lado en que esté usted situado respecto a la Revolución». Esto dicen los escritores norteamericanos. Fidel Castro, en efecto, que reúne un millón y medio de personas en una manifestación, ganaría las elecciones, quién lo duda, pero la revolución haría un contraproducente alto para embarullarse en el innecesario carnaval politiquero, perdiendo tal vez un tiempo precioso para las reformas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario