Foto: Luis Soler |
A la memoria de Tita. A Carlota y Petra, las perras de Rosa Montero.
Los perros son iguales a sus dueños, qué duda cabe. Durante el desayuno, Tita casi nos habla con sus reclamos y no nos deja conversar interponiéndose entre los dos dando unos saltos salvajes. Y no es que Alberto tenga deseos de conversar conmigo esta mañana; me esquivó cuando traté de besarlo con los buenos días. Hace un rato me sintió acercarme mientras se estaba afeitando y con el pie cerró rápidamente la puerta del cuarto de baño. No se da cuenta pero lo hace todo el tiempo. Antes de que lo alcance ya está apartándome con su gesto esquivo. A Tita si le das entrada sube hasta una y lengüetea el rostro con un desespero y unos aullidos lastimosos que yo conozco muy bien. Son los lamentos de mi madre cuando mi padre nos dejó y es la angustia seca que se instaló en mí en aquellos años terribles. Si es que Ana y Tita son intercambiables. Tita tiene el síndrome del abandono y aúlla ahogadamente cuando nos ve preparándonos para salir. Es igualita a su dueña; reclama atención como si le fuera la vida en ello. A Alberto le molesta, la aparta de un manotazo y dice que tiene mal aliento. Claro, si es una perra vieja y sentimental con síndrome de abandono. Su rechazo la detiene en el acto, dejándola aturdida; Tita extiende en el aire la pata delantera derecha en sincronía con la pata trasera izquierda, iza la cola y la estira tiesa como una flecha, observando quieta al objeto de una pasión descomedida. Es así como soy una perra faldera emocionalmente, ladro como si gritara, lamo vigorosa los zapatos de mi dueño, me espantan y vuelvo, me quedo atenta esperando tras la puerta cuando parte al trabajo, subo a la ventana cuando siento que regresa, muevo la cola arrebatada cuando le veo llegar, tengo una orfandad y una letanía excesivas y me orino en los momentos de mayor tensión emocional. —Pero yo tengo buen aliento, Alberto.
Que belleza . Gracias Rosita
ResponderEliminarMe fascina Rosi... Gracias!!
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