Estudio en la casa actual de Humberto Calzada
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Ayer por la noche estuvimos presentes en el estreno del documental del realizador cubano Eliecer Jiménez-Almeida titulado Para construir otra casa, en en CRI de FIU, sobre la pintura del artista cubano-americano Humberto Calzada. La presentación tuvo accidentes e incidentes. Aquí noto estos últimos. Al final de la proyección, se abrió un diálogo íntimo entre el pintor y el director.
Jiménez-Almeida dejó claro que el motivo del documental (pieza corta pero muy cuidada) tenía que ver con su amistad con Calzada, con su propio andar por tierras de exilio y finalmente, el poder de las imágenes que quedan.
El film nos llega porque Eliecer lidia con la cuestión difícil del diferendo Cuba/exilio, y lo hace sin didacticismo alguno. Básicamente, la relación entre la casa actual de Calzada y la pintura de Calzada, que es precisamente una pintura de casas, o mejor, de "casos y cosas de casas".
¿Es la casa del pintor el pretexto fundamental de la pintura de Calzada, y por tanto del documental de Jiménez-Almeida? ¿ O es toda esta pintura de casas vacías una búsqueda de la casa perdida, Cuba? Jiménez-Almeida enreda el meollo aún más cuando el dativo en el título alude "otra" casa. ¿De quién y para quién? Y esa vaguedad resulta auspiciosamente incómoda. Pongo varios ejemplos:
Al final de la proyección una estudiante joven le pregunta a Calzada por la relación que existe entre su obra y el futuro de Cuba. Y la respuesta de Calzada fue corta y drástica: "La verdad que no abrigo esas ideas grandiosas" —la joven, que estaba a mi lado, quedó lívida con la respuesta y dijo bajito, para sí: "Pero ¿por qué?"
Le siguió otra muchacha que declaró que la pintura de Calzada la había estimulado a estudiar Historia del arte —y que por consiguiente tenía una influencia para su generación. De nuevo Calzada desvió la impronta de admitirse a sí mismo como vehículo de influencia alguna: "No creo que mi pintura puede cambiar las ideas políticas de nadie" respondió jocosamente, maniobrando inútilmente el micrófono de mano. Un señor de la audiencia terció como para reiterar lo mismo y en un momento Calzada exclamó entre risas: "La verdad es que no me creo esas pajas". Algunos reímos sinceramente, otros del público, incluyendo el hijo de Calzada quien servía de intérprete, quedaron desconcertados.
Esa firmeza de Calzada me dejó pasmado. En ningún momento el pintor se dejó manipular para convertirse en figura, bandera o símbolo de nada. Raro momento en que siendo el centro, Calzada exhibió una claridad a prueba —sino de balas— al menos de preguntas demasiado halagadoras. Y es que el documental sin decirlo, tiene que ver mucho con todo eso que la audiencia trataba de traducir. Volviendo al dativo de Almeida: la "otra" casa explora otra cosa.
La otra cosa de la casa son cuatro paredes bien puestas.
Pintar la casa vacía es construir encuentros y reencuentros con fantasmas. La búsqueda de lo cubano, congelado para siempre en la casa que es Cuba.
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