viernes, 21 de julio de 2017

El libre albedrío de Juan un 1º de mayo en la Plaza con Raúl

decenas de miles de juanes bajo el sol, un 1º de mayo en La Habana



alFredOtRifF

Ayer sostuve una conversación con mi amigo A. ¿El tópico? La Política. ¿Cómo es  posible que un estado totalitario como Cuba pueda ejercer esa conformidad social, constante y uniforme de modo tan eficiente por casi sesenta años?

El punto de A. es que el cubano de a pie se aviene al sistema porque no le queda otro remedio.

Intenté presentar un punto alternativo, pero como siempre ocurre en una conversación amistosa, presionar un punto intrincado puede tomarse como un signo de obstinación. Preferí colgar el sable y abordar otros asuntos más triviales. La lección es que resolver algo concreto de política en una discusión amena es perder el tiempo. Por eso escribo este post.

A lo que voy: decir simplemente "el ser humano tiene libre albedrío," es casi una simplificación, si no se explica el asunto. Por ejemplo, A. da por sentado que, por ejemplo, Juan, cuentapropista en Cuba va a la Plaza de la Revolución el 1º de mayo, por la presión del inspector castrista Yoandri que le tiene la vida hecha talco.

Libre albedrío se define como la capacidad de elegir, libre de coerción externa, entre "ir" y "no ir". A. concluye que la presión "externa" del sistema coarta la volundad de Juan, por lo tanto Juan no es responsable de su acción. Pobrecito.

Pero A. debe estar de acuerdo conmigo que el gobierno cubano no está obligando a Juan a ir a la Plaza (si lo hiciera ya negaría el "libre" albedrío). El gobierno simplemente "conmina". Y conminar es plantar deseos en Juan, "si vas, todo va bien" o "si no vas, te buscas problemas".

Si el gobierno es capaz de efectivamente controlar los deseos de Juan, entonces, de hecho, este es una simple marioneta y su volición ha quedado reducida a cero.

¿Es esto "libre" albedrío?

Juan no es visible en esta masa (está debajo de la bandera larga a la extrema derecha, arriba)

Desde el momento que justificamos la presencia de Juan (en contra de su voluntad) de estar en la Plaza ya estamos socavando el libre albedrío de Juan, quien se supone sea capaz de elegir entre "ir" o "no ir".

La elección de Juan es más complicada que lo que A. le permite: Por una parte, Juan desea "ir" a la Plaza para que no le jodan el paladar, y a la vez desea "no ir", bajo el sol de mayo a otra concentración genuflexa, para escuchar y aplaudir por cuatro horas las sandeces del dictador cubano. Aunque Juan desea "no ir", termina en la masa multitudinaria de gente, bajo el sol de mayo, en la Plaza con Raúl.

A. quizás pasa por alto que Juan no es capaz de "no ir", lo que indicaría no presencia, sino ausencia de volición.

La volición no debe confundirse con un deseo. La volición es acción de la voluntad sobre un deseo de hacer (o no hacer). Si lo que lleva a Juan a la acción de Juan es "no ir" y sin embargo va, la volición de Juan queda ausente. Si mientras Juan va caminando al autobús que lo llevará a la Plaza, se dice en su fuero interno con profunda frustración: "Cómo es posible que sea tan genuflexo... No, y mil veces no", Juan ha perdido su voluntad. La voluntad de Juan lo ha dejado inane y avergonzado.

¿Qué sentido tiene decir que Juan tiene el albedrío de "no ir" cuando no hay voluntad juanina que lo haga posible?       

2 comentarios:

Jacobo dijo...

Es un asunto filosófico difícil. Juan va a la Plaza porque existe un sutil hilo de araña que lo une al gobierno. Por muy cuentapropista e independiente que sea. Un sobrino estudiando en la Universidad, una nieta en misión médica en Brasil, futuro abandono del país que desea se produzca sin obstrucción. Lo peor es que ese hilo conectivo no se lo recuerda la dictadura a Juan. Él mismo se encarga de buscar, rebuscar, hasta encontrarlo. Una especie de sadomasoquismo. Pero no sexual, sino mental.
Saludos

Alfredo Triff dijo...

Jacobo, me gusta lo de "hilo de araña". Sigue por ahí
Saludos.