miércoles, 31 de mayo de 2017
The Prodigious Decade, en el Sagamore Hotel en Miami Beach, junio 1, 2017
martes, 30 de mayo de 2017
Ramón Williams: descontextualización, ficcionalización, manipulación
Ramón Willams, La Habana, 1969
Sergio Fontanella escribe sobre Ramon Williams en CdeCuba Magazine:
La paradoja en el decursar más reciente dentro del continuum creativo de Ramón Williams se define por la descontextualización, la ficcionalización, la manipulación de ideas subyacentes en aspectos cotidianos que sin un contexto elemental tampoco existirían. Al hacer zoom in a una columna derruida inmersa en un contexto de ruina y decadencia (Torso) hay también un cambio de signo. El contenido se desplaza de la ruina a la contorsión estética. La columna derruida posee una corporeidad escultórica que sugiere la acción de un escultor cincelando la materia arenosa en convivencia con el cambio de los tiempos, y la manera en que los espacios se marginalizan y extravían su función originaria. Hay una inquietud propiamente plástica que se sumerge en las potencialidades intrínsecas de la forma, del volumen y su fuerza narrativa.
Ramón Willams, La Habana, 1969
viernes, 26 de mayo de 2017
Nepotismo en documenta 14 y la Bienal de Veneia
aLfrEdo tRifF
En miami.bourbaki amalizamos una noticia desde artnews, que concierne el alto mundo del arte.
La Bienal de Venecia de este año y la documenta 14 -los dos eventos de arte contemporáneo más destacados del mundo- tienen mucho en común. Ambos evitan el mercado del arte en favor de oscuros descubrimientos, ambos exploran la música, ambos buscan reforzar el poder sanador del arte. Pero hay otra sorprendente, superposición: ambos programas incluyen el trabajo de la pareja de cada comisario. Adam Szymczyk, director artístico de la documenta 14, incluyó a su compañera, la coreógrafa Alexandra Bachzetsis, en el programa de performance de la exhibición quinquenal. Mientras tanto, la comisaria francesa Christine Macel incluyó el trabajo de su pareja, el artista francés Michele Ciacciofera, nacido en Italia, en la exposición central de la Bienal de Venecia "Viva Arte Viva".Coincidencia que sugiere un conflicto de intereses rayano en el nepotismo. Más adelante se comenta la respuesta de documenta 14 al reclamo de artnews:
Alexandra Bachzetsis, que ya participó en la documenta 13 en 2012, fue invitada a documentar 14 -como cualquier decisión curatorial en el proceso de documenta 14- basada en la creencia del director artístico y el equipo curatorial en la importancia de la práctica del artista en el contexto de los temas, intereses y urgencias de documenta 14. Esta decisión no viola ningún "código de conducta" de documenta.A cpntinuación mbourbaki explora la definiciòn de conflicto de interés y aborda un asunto que no se tiene en cuenta, la percepción del conflicto.
Por ejemplo, la posible conspiración de Trump con Rusia durante su campaña.
Aquí un fragmento:
Desde el momento que Trump despidió al director del FBI, James Comey, se adentró en el pantano del conflicto de interés (en este caso, rayando en el llamado "obstrucción de justicia"). Lo que está en juego es que cuando fue despedido, Comey investigaba una posible connivencia entre la campaña de Trump y los rusos. Un Trump inteligente (pensando ya en despedir a Comey) hubiera comprendido el peligro de la percepción de conflicto (ya que el inocente no tienen nada que perder) y dejar que la investigación siguiera su curso.Por ello extendemos la similitud entre los comisarios de documenta 14 y La Bienal de Venecia y el presidente Trump.
jueves, 25 de mayo de 2017
domingo, 21 de mayo de 2017
Contrastes sociales bajo el sol de mayo: el pueblo venezolano rechaza el chavismo y el pueblo cubano apoya el castrismo
El pueblo venezolano en las calles de Caracas (mayo 26, 2017), rechazando al chavismo
El pueblo cubano, en las calles de La Habana (1º de Mayo), apoyando al castrismo
sábado, 20 de mayo de 2017
Cines habaneros hablan francés: 20 años de un festival ya imprescindible (reminiscencias y nostalgias)
Ernesto González
En la gala de inauguración del Festival de Cine Francés, en un cine Chaplin repleto hasta la primera fila, se anunciaba lo que para mi generación y la anterior sería el plato fuerte del programa: una retrospectiva de Agnes Varda-Jacques Demy, y un homenaje a Jean-Pierre Melville, con una conferencia a cargo de su sobrino y la exhibición de El ejército invisible, restaurada digitalmente.
No solo íbamos a presenciar películas recientes de lo que continúa siendo una cinematografía con altos estándares de calidad en todos los sentidos, apoyada por instituciones del estado. Además, tendríamos la oportunidad de recorrer buena parte de la obra de tres realizadores importantísimos cuyos estrenos habían sido acontecimientos en nuestra adolescencia. Una colección de fotografías de la realizadora, tomadas en su visita a Cuba, se exhibe en el Museo Nacional.
La respuesta del público ha sido muy positiva, como se había vaticinado. Los aplausos, las caras satisfechas y los comentarios de los espectadores cierran las proyecciones fílmicas. No dudo de que pasen de cien mil los asistentes a la muestra que iniciará su andadura por el interior del país. Es increíble para una época que ha sustituido la mirada compartida, cómplice, con extraños o conocidos, de una historia narrada en pantalla grande y con excelente sonido, por la «comodidad» del hogar y los paquetes. Este sustantivo se ha vuelto casi sacrílego en su vieja acepción para clasificar las películas aburridas. Ahora el paquete es lo máximo.
Pero el éxito de este Festival, de los que se suceden y sobre todo del Latinoamericano, no se extiende hasta las retrospectivas donde se están proyectando documentales interesantes, además de clásicos como Cleo de 5 a 7, Los paraguas de Cherburgo y El samurái, entre otros. Varios factores han de incidir. El tiempo, fundamentalmente, la necesidad de repartirlo y priorizar. La gente prefiere ver cintas nuevas. He resentido esa preferencia durante estas jornadas.
¿No sería demasiado raro, o de mal gusto en realidad, decir que se extraña una cola? ¿No es hasta morboso e insultante para el bienestar humano, recordar con cariño una de ellas en particular? Ahí va.
En los años setenta los cines La Rampa, Rialto y Cinemateca, dedicados a películas de arte, tenían un público joven y devoto. Estábamos al tanto de las reposiciones tanto como de los estrenos. Los ciclos sobre directores o artistas se celebraban a sala llena, con empujones y alteraciones en la calle Neptuno y en los dos locales de 23.
Hasta se volvió una especie de tradición repetir Los paraguas de Cherburgo en La Rampa. Los programadores seguían poniéndola mientras hubiera público, el ciclo no acababa. La hilera de cinéfilos, ancha e inquieta, doblaba por la calle Humboldt, a más de trescientos metros de la entada del cine. Pero aquella no era una cola común.
En medio del pugilato contra los colados, las advertencias de que no íbamos a poder entrar, la coladera de amigos o conocidos, o de desconocidos que a una señal ininteligible para el resto nos hubieran intercalado la semana pasada; en medio de llamados a la cordura «colística» y otras sales propias de ella, en la multitud desorganizada que iba a llorar de nuevo con la escena final del garaje bajo la nevada, se hablaba de filmes, directores, tendencias y tendones inflamados por las horas en posición «erectus».
Éramos unos apasionados del acontecimiento en su totalidad, incluida la cola. Calculábamos que ya ese domingo, si no lográbamos entrar a la tanda de las dos, lo haríamos a la de las cinco o seguiríamos al pie del cañón hasta la de las nueve y media. Se rotaban a aquellos encargados de ir haciendo la paralela (vulgar aunque necesaria) cola de la pizza o de las croquetas sin pan ni mostaza o mayonesa para hacerlas resbalar por el esófago y evitar su capricho de pegarse a la bóveda palatina. Era el sostenimiento para una tarde donde no se sabía si agotaba más la espera misma o las citas interminables, los relatos peliculeros, las comparaciones, la especulación cinéfila, las discusiones, los argumentos en contra y a favor de directores, estilos, músicos, fotógrafos, guionistas.
Qué decir si la tertulia giraba hacia el tema de actores y actrices. Ahí se complicaba el asunto, pues se incorporaban a las apologías y a las diatribas, coleros de los cuatro puntos cardinales y hasta pasantes a la búsqueda de «el último» siempre disuelto o desaparecido. La peña cinematográfica callejera se volvía compacta y férrea como lo hacían aquellas croquetas en el cielo de la boca, sin cachú ni un cachito de pan salvador. A las comparaciones posibles entre actores, o actuaciones del mismo actor o actriz, se les sumaban los chismes que llegaban a la Isla a través de folletines, revistas «del corazón» o emergían de literatos en potencia.
Durante un rato desconsolador el cenáculo intercambiaba su razón de ser, y emergían los chismes y escándalos de las figuras artísticas, que sonaban demasiado cubanos, pero, ¿quién se iba a atrever a desmentir las certezas de aquellos narradores orales consagrados? Con algún trabajo y bajo la renuencia de unos cuantos, la conversación retomaba su raíz cultural y volvía a debatirse si Michel Legrand era uno de los mejores compositores de música para el cine.
Jamás descansamos ninguno de esos domingos «cinema-tecosos», y la secuela de datos comprobados, personales o artísticos, podía copar la semana y empatarse con el sábado y domingo próximos, donde se traían pruebas de las irrebatibles aseveraciones en la forma de recortes de revista, o invocando frases del Dr. Mario Rodríguez Alemán en su inolvidable programa televisivo.
Este mes he echado de menos aquellas colas que reculaban. Pero también, un filme de Varda que no se ha vuelto a exhibir. La felicidad es una de las películas que nos marcaron a muchos en aquella época. Al personaje protagónico le era imposible vivir sin su esposa ni su amante, a pesar de lo mucho que se esforzó por escoger a una de ellas. Simplemente moría en cada intento por normalizar una situación en la que el amor, como se entiende en la sociedad, es entre dos sujetos amantes. La disyuntiva, ineludible, nos provocó, jóvenes como éramos, un shock que interpretaríamos, al paso de los años, como una hermosísima metáfora acerca de la condición humana, que nadie ha logrado reeditar hasta ahora con la intensidad, la elegancia y la atmósfera de la gran Agnes Varda.
Cleo de 5 a 7 vibra en idéntica cuerda. No se me olvidan aquellos talleres de la Casa de Cultura de Plaza, donde se explicó la hechura de esta película filmada con luz natural. Eran tiempos de experimentación en todas las manifestaciones culturales. Contenido y continente se articulaban alrededor de enormes talentos de la realización cinematográfica en toda su gama.
La cinemateca cubana hoy en día ha recuperado ese esplendor que antaño tenían aquellos tres cines. Quizás solo sea necesario hacer llegar información a los estudiantes o trabajadores jóvenes, para que aprendan a no adjudicarle a lo clásico la limitante connotación artística de viejo. Si se reconoce una época de oro en la música, y la han llamado Década Prodigiosa, ¿por qué no ha de reconocerse también en la radio y la televisión la Época Milagrosa del Cine cuya resonancia repercute en importantes creadores actuales?
Tengo la esperanza de que pronto, a la salida del cine 23 y 12, no van a quedar solo seis o siete cinéfilos apasionados comentando la obra acabada de ver, sino que el virus de la Época Milagrosa se convierta en epidemia nacional, y disfrutemos-suframos, nuevamente, con aquellas colas que reculaban, los fines de semana, mientras postergamos algún que otro “paquete” para dedicarlo a refrescar del día de trabajo entre semana.
En la gala de inauguración del Festival de Cine Francés, en un cine Chaplin repleto hasta la primera fila, se anunciaba lo que para mi generación y la anterior sería el plato fuerte del programa: una retrospectiva de Agnes Varda-Jacques Demy, y un homenaje a Jean-Pierre Melville, con una conferencia a cargo de su sobrino y la exhibición de El ejército invisible, restaurada digitalmente.
No solo íbamos a presenciar películas recientes de lo que continúa siendo una cinematografía con altos estándares de calidad en todos los sentidos, apoyada por instituciones del estado. Además, tendríamos la oportunidad de recorrer buena parte de la obra de tres realizadores importantísimos cuyos estrenos habían sido acontecimientos en nuestra adolescencia. Una colección de fotografías de la realizadora, tomadas en su visita a Cuba, se exhibe en el Museo Nacional.
La respuesta del público ha sido muy positiva, como se había vaticinado. Los aplausos, las caras satisfechas y los comentarios de los espectadores cierran las proyecciones fílmicas. No dudo de que pasen de cien mil los asistentes a la muestra que iniciará su andadura por el interior del país. Es increíble para una época que ha sustituido la mirada compartida, cómplice, con extraños o conocidos, de una historia narrada en pantalla grande y con excelente sonido, por la «comodidad» del hogar y los paquetes. Este sustantivo se ha vuelto casi sacrílego en su vieja acepción para clasificar las películas aburridas. Ahora el paquete es lo máximo.
Pero el éxito de este Festival, de los que se suceden y sobre todo del Latinoamericano, no se extiende hasta las retrospectivas donde se están proyectando documentales interesantes, además de clásicos como Cleo de 5 a 7, Los paraguas de Cherburgo y El samurái, entre otros. Varios factores han de incidir. El tiempo, fundamentalmente, la necesidad de repartirlo y priorizar. La gente prefiere ver cintas nuevas. He resentido esa preferencia durante estas jornadas.
¿No sería demasiado raro, o de mal gusto en realidad, decir que se extraña una cola? ¿No es hasta morboso e insultante para el bienestar humano, recordar con cariño una de ellas en particular? Ahí va.
En los años setenta los cines La Rampa, Rialto y Cinemateca, dedicados a películas de arte, tenían un público joven y devoto. Estábamos al tanto de las reposiciones tanto como de los estrenos. Los ciclos sobre directores o artistas se celebraban a sala llena, con empujones y alteraciones en la calle Neptuno y en los dos locales de 23.
Hasta se volvió una especie de tradición repetir Los paraguas de Cherburgo en La Rampa. Los programadores seguían poniéndola mientras hubiera público, el ciclo no acababa. La hilera de cinéfilos, ancha e inquieta, doblaba por la calle Humboldt, a más de trescientos metros de la entada del cine. Pero aquella no era una cola común.
En medio del pugilato contra los colados, las advertencias de que no íbamos a poder entrar, la coladera de amigos o conocidos, o de desconocidos que a una señal ininteligible para el resto nos hubieran intercalado la semana pasada; en medio de llamados a la cordura «colística» y otras sales propias de ella, en la multitud desorganizada que iba a llorar de nuevo con la escena final del garaje bajo la nevada, se hablaba de filmes, directores, tendencias y tendones inflamados por las horas en posición «erectus».
Éramos unos apasionados del acontecimiento en su totalidad, incluida la cola. Calculábamos que ya ese domingo, si no lográbamos entrar a la tanda de las dos, lo haríamos a la de las cinco o seguiríamos al pie del cañón hasta la de las nueve y media. Se rotaban a aquellos encargados de ir haciendo la paralela (vulgar aunque necesaria) cola de la pizza o de las croquetas sin pan ni mostaza o mayonesa para hacerlas resbalar por el esófago y evitar su capricho de pegarse a la bóveda palatina. Era el sostenimiento para una tarde donde no se sabía si agotaba más la espera misma o las citas interminables, los relatos peliculeros, las comparaciones, la especulación cinéfila, las discusiones, los argumentos en contra y a favor de directores, estilos, músicos, fotógrafos, guionistas.
Qué decir si la tertulia giraba hacia el tema de actores y actrices. Ahí se complicaba el asunto, pues se incorporaban a las apologías y a las diatribas, coleros de los cuatro puntos cardinales y hasta pasantes a la búsqueda de «el último» siempre disuelto o desaparecido. La peña cinematográfica callejera se volvía compacta y férrea como lo hacían aquellas croquetas en el cielo de la boca, sin cachú ni un cachito de pan salvador. A las comparaciones posibles entre actores, o actuaciones del mismo actor o actriz, se les sumaban los chismes que llegaban a la Isla a través de folletines, revistas «del corazón» o emergían de literatos en potencia.
Durante un rato desconsolador el cenáculo intercambiaba su razón de ser, y emergían los chismes y escándalos de las figuras artísticas, que sonaban demasiado cubanos, pero, ¿quién se iba a atrever a desmentir las certezas de aquellos narradores orales consagrados? Con algún trabajo y bajo la renuencia de unos cuantos, la conversación retomaba su raíz cultural y volvía a debatirse si Michel Legrand era uno de los mejores compositores de música para el cine.
Jamás descansamos ninguno de esos domingos «cinema-tecosos», y la secuela de datos comprobados, personales o artísticos, podía copar la semana y empatarse con el sábado y domingo próximos, donde se traían pruebas de las irrebatibles aseveraciones en la forma de recortes de revista, o invocando frases del Dr. Mario Rodríguez Alemán en su inolvidable programa televisivo.
Este mes he echado de menos aquellas colas que reculaban. Pero también, un filme de Varda que no se ha vuelto a exhibir. La felicidad es una de las películas que nos marcaron a muchos en aquella época. Al personaje protagónico le era imposible vivir sin su esposa ni su amante, a pesar de lo mucho que se esforzó por escoger a una de ellas. Simplemente moría en cada intento por normalizar una situación en la que el amor, como se entiende en la sociedad, es entre dos sujetos amantes. La disyuntiva, ineludible, nos provocó, jóvenes como éramos, un shock que interpretaríamos, al paso de los años, como una hermosísima metáfora acerca de la condición humana, que nadie ha logrado reeditar hasta ahora con la intensidad, la elegancia y la atmósfera de la gran Agnes Varda.
Cleo de 5 a 7 vibra en idéntica cuerda. No se me olvidan aquellos talleres de la Casa de Cultura de Plaza, donde se explicó la hechura de esta película filmada con luz natural. Eran tiempos de experimentación en todas las manifestaciones culturales. Contenido y continente se articulaban alrededor de enormes talentos de la realización cinematográfica en toda su gama.
La cinemateca cubana hoy en día ha recuperado ese esplendor que antaño tenían aquellos tres cines. Quizás solo sea necesario hacer llegar información a los estudiantes o trabajadores jóvenes, para que aprendan a no adjudicarle a lo clásico la limitante connotación artística de viejo. Si se reconoce una época de oro en la música, y la han llamado Década Prodigiosa, ¿por qué no ha de reconocerse también en la radio y la televisión la Época Milagrosa del Cine cuya resonancia repercute en importantes creadores actuales?
Tengo la esperanza de que pronto, a la salida del cine 23 y 12, no van a quedar solo seis o siete cinéfilos apasionados comentando la obra acabada de ver, sino que el virus de la Época Milagrosa se convierta en epidemia nacional, y disfrutemos-suframos, nuevamente, con aquellas colas que reculaban, los fines de semana, mientras postergamos algún que otro “paquete” para dedicarlo a refrescar del día de trabajo entre semana.
viernes, 19 de mayo de 2017
Ofill Echevarría In Situ en Valencia
Ofill Echevarría, Revólver, 2016
Aquí el video de Echevarría Looking for Abstraction at the Jungle.
Entrevista de Mónica Isla a Ofill Echevarría.
Entrevista de Mónica Isla a Ofill Echevarría.
viernes, 12 de mayo de 2017
¿Cómo es posible que el presidente no se diera cuenta que al despedir al director del FBI (que investigaba la posibilidad de una conspiración entre su campaña y Rusia) no hacía más que aumentar la sospecha de dicha conspiración?
¿Estamos en presencia de Trumpixon?
Para probar la relación entre conflicto de interés y percepción de conflicto veamos a continuación una secuencia cronológica de la destitución del director del FBI, James Comey:
julio 2016: (discurso de Trump durante la campaña) "no soy un admirador de él, pero con lo que hizo ... ha ganado de nuevo su reputación. Se la ganó.
octubre 31/16: (discurso de Trump durante la campaña) "... hay que tener agallas para hacer lo que hizo Comey... muchas agallas."
enero 2016: Priebus (jefe de estado mayor del ya presidente Trump) "... hemos tenido una relación muy buena con él (Comey)en las últimas semanas..."
marzo 20: James Comey y el director del NSA Mike rogers, afirman públicamante que el FBI está investigando "la posibilidad de conspiración entre la campaña de Trump y Rusia". Además, Comey contradice la afirmación de Trump de que Obama había espiado a Trump durante la campaña en Trump Tower.
mayo 2, 2017: (tuit de Trump) "Comey del FBI fue lo mejor que le pudo pasar a Hilary Clinton en que le dio un pase de gratis para que hiciera lo que le diera la gana. La historia Trump/Russia ha sido usada por los demócratas para justificar que perdideron una elecciones. ¿O acaso Trump hizo tremenda campaña?"
mayo 9, carta de despido de Comey, firmada por Trump: "... he aceptado su recomendación (Rod Rosenstein) recomendando su destitución del FBI..." (aquí el presidente hace ver que Comey ha sido despedido siguiendo la recomendación del fiscal general adjunto Rosenstein, quien en su carta no recomendaba explícitamente que Comey fuera despedido).
mayo 10, secretario de prensa de la Casa Blanca John Spicer: "el presidente no tenía otra opción que seguir la recomendación de Rosenstein."
mayo 11, entrevista de Trump a Lester Colt para NBC (viernes): "ya había decidido despedir a Comey, con o sin la recomendación. Mi decisión, punto."
Tal parece que Trump cambia "diametralmente" con respecto a Comey a partir de la comparecencia del director del FBI en marzo (en amarillo arriba). Entonces, la relación entre conflicto de intereses del presidente y la percepción de dichos conflictos por parte del público se hace inevitable. De ahí la crisis de confianza, que no es culpa de nadie, sino del propio presidente de los Estados Unidos.
jueves, 11 de mayo de 2017
Segunda carta abierta de Juan Abreu a la Fundación Cintas
El Sr. Víctor Luis Deupi, presidente de la Fundación Cintas, ha concedido una entrevista al Nuevo Herald de Miami. Lo que ha dicho, merece algún comentario.
1. Es falso que el acercamiento del Sr. Deupi y su junta a la dictadura cubana constituya una vuelta a los deseos originales del Sr. Cintas. Según afirma el propio Sr. Deupi, el propósito del Sr. Cintas al fundar la Cuban Art Foundation, era apoyar el arte “dentro de la República de Cuba”. ¿Es necesario a estas alturas, Sr. Deupi, ponerlo al corriente de que la República de Cuba dejó de existir en 1959? Fue sustituida por una Dictadura Militar, Sr. Deupi. La República de Cuba, hasta que no pueda existir en su natural territorio geográfico, sólo y exclusivamente existe en el Exilio formado por los cubanos libres. Lo que decidió la Fundación Cintas en 1963, otorgar sus becas a los cubanos libres, fue lo único honrado y lógico.
2. Es falso, obviamente falso, que incluir a los cubanos que viven bajo Castro en el programa de Becas de la Fundación, no sea un cambio de política de la Fundación Cintas. Lo es, y es además una traición al propósito inicial del Sr. Cintas y a lo que ha sido y representado la Fundación Cintas. Para no hablar de que constituye un acto de gran bajeza moral por su implícito desprecio a las víctimas del castrismo, en tanto ayuda a “normalizar” a los victimarios.
3. Por otro lado, es perfectamente posible especular acerca de cómo se hubiera sentido el Sr. Cintas al saber que su Fundación traicionaba a los cubanos libres y al espíritu democrático abandonando su postura moral, y poniéndose al servicio de la dictadura militar que ha arruinado y envilecido su país de nacimiento. ¿Asqueado, Sr. Deupi?
Por último, aprovecho la ocasión para reafirmar mi renuncia al título de ganador (1993-94 Oscar B. Cintas Fellowship for Painting) de la Beca Cintas. La Fundación Cintas es hoy, en lo que a mi persona concierne, otra pieza de la maquinaria propagandística de la dictadura cubana. El Sr. Deupi y la Fundación Cintas son, claro está, libres de poner el dinero del Sr. Cintas y de la Fundación que lleva su nombre, al servicio del lavado de cara de la dictadura de los Castro.
Yo escojo no ser parte en forma alguna de semejante vileza.
Sin más por el momento, quedo de ustedes respetuosamente,
Juan Abreu
sábado, 6 de mayo de 2017
Mensaje a propósito de la entrevista a Victor Deupi en Diario de Cuba
Fusilados del castrismo / Juan Abreu |
Jesús Rosado
He leído con beneplácito, aunque difiero con los criterios de la mayoría de sus respuestas, la entrevista hecha por Diario de Cuba a Víctor Deupi, actual presidente de la Fundación Cintas. Me place porque Diario de Cuba cumple así con el obligado cometido de la objetividad periodística al darle el espacio que merece a la réplica del vocero oficial de la polémica decisión que ha provocado el cambio de tono de la Fundación.
No voy a extenderme en debates. Sólo hacer algunos apuntes de lo comentado por Deupi. Primero, nadie ha objetado los deseos fundacionales de Oscar B. Cintas, los cuales desafortunadamente se insertan en circunstancias históricas críticas. Según el propio Deupi “su propósito era fomentar y estimular las artes (…) dentro de la República de Cuba”. Esta declaración aparece en el certificado de incorporación, de fecha de 25 de abril de 1957. Una fecha en que la República está convulsionada entre la tiranía y la insurrección. Dos años después, la República ha fenecido porque un grupo ávido de poder se ha hecho del mismo y va camino a la autocracia.
Es decir, la declaración de Cintas con respecto a la Fundación es lo que se llama Rebus sic stantibus, una expresión latina que puede traducirse como “estando así las cosas” que hace referencia a un principio de derecho, en virtud del cual, se entiende que las estipulaciones establecidas en dicha declaración tiene en cuenta las circunstancias concurrentes en el momento de su concreción, pero que cualquier alteración sustancial pudiera dar lugar a la modificación de la estipulación original. Este principio suele utilizarse como complementario del brocardo latino pacta sunt servanda (los pactos deben cumplirse mientras las circunstancias existentes al momento de la concreción no varíen). Son conceptos reconocidos por el Derecho Internacional. Es decir, la República de Cuba en el momento de la decisión de Cintas estaba en estado crítico. Dos años después había colapsado ante el empuje de una dictadura.
Perdonen los tecnicismos, pero ello explica probablemente el por qué la junta de The Cuban Art Foundation, posteriormente Fundación Cintas, tomó la decisión durante décadas de enfocar el deseo original del magnate hacia la promoción de un arte que se creara fuera de la no república (léase dictadura castrista).
El arte exiliado cubano se supone, a partir de entonces, que es el que auténticamente permanece dentro de los cánones del concepto de república. O sea, en un contexto (ya sea en Estados Unidos como en cualquier otra nación democrática) en que el artista cubano reside, donde la máxima autoridad cumple funciones por un tiempo determinado, es elegida por elección ciudadana a través del voto, donde se respeta la división de poderes, el ejercicio de la justicia y los derechos civiles como la libertad de opinión y de expresión pública.
A esa estrategia de la Fundación Cintas es lo que yo llamo agenda, rol o función histórica. Y es precisamente la que ha cambiado el curso en estos momentos bajo la nueva generación gestora porque considera, quizás con miopía liberal, que la Cuba actual es una “república”, obviando que otros regímenes totalitarios como China, Corea del Norte o la extinta URSS y sus países satélites se han autodenominado, a través de la historia, absurdamente repúblicas.
El señor Deupi también demuestra con sus respuestas un alto grado de ingenuidad cuando supone que la Fundación Cintas, mediante los procedimientos habituales de sus jurados, puede evadir las manipulaciones, maniobras censoras, el efecto de los filtros de los órganos estatales de la política cultural y la vigilancia de la inteligencia cubana, cuando eso es el pan nuestro de cada día en la Cuba castrista desde hace casi seis décadas. Nada se mueve en la cultura cubana sin esas infaustas premisas.
Espero que la Fundación Cintas esté actualizada y se mantenga al tanto de aquellos artistas que mantienen una cínica posición oportunista progubernamental firmando cartas para apoyar fusilamientos o se incorporan a homenajes a las principales figuras del desgobierno. Les aseguro que pueden toparse eventualmente con surprises box en cualquier momento. Cuenten conmigo si necesitan información.
Termino con dos apuntes. El primero: mi decisión fue tomada como freelance curator, independientemente de lo que determinara el American Museum of the Cuban Diaspora. Yo soy un curador en residencia en la institución con libertad para proponer, aceptar o alejarme de proyectos.
Lo segundo, señor Deupi, aunque usted plantea que la colaboración para la exposición con el Museo estaba en fase inicial, en el plano particular profesional, le aclaro, que se me hizo llegar una información con texto e imágenes expedida por la Fundación de las piezas que estaban en condiciones de exponer. Hice la correspondiente investigación autoral, el examen visual y la valoración de estado de conservación de las obras. Luego, nos reunimos el staff del Museo, incluyendo la Directora Ileana Fuentes, y se discutió mi preselección. Cuando llegamos a un consenso se analizó en reunión ulterior con el vicepresidente de la Fundación, Rafael Miyar, el cual hizo escasas correcciones y mostró su aprobación. Pregunto, ¿estábamos en conversaciones iniciales o ya el proyecto estaba en marcha? No se preocupe por eso, porque no pienso reclamarle un centavo a la Fundación, pero, por favor, revise su imprecisión y su despiste.
Puede usted pensar, señor Deupi, que yo soy un conservador incorregible. Un reaccionario, un recalcitrante. Pero revise mis textos sobre el racismo o la comunidad LGTB en Cuba publicados en este mismo Diario para que esclarezca su criterio. Hay liberales anticastristas, aunque usted no lo crea.
Agradezco la amplificación o adhesión a mis preocupaciones a Diario de Cuba, al cual considero junto al American Museum of the Cuban Diaspora, al Cuban National Heritage, Cuban Heritage Collection, National Association of Cuban-American Educators y el Institute for Cuban and Cuban American Studies como los más legítimos defensores del patrimonio cultural en el exilio.
Agradezco también públicamente a intelectuales y artistas que se han adscrito o amplificado mis criterios en las redes sociales como Carlos Olivera, Armado Navarro Vega, Alfredo Pong, Rolando Paciel, Daína Chaviano, María Eugenia Caseiro, Yovani Bauta, Alberto Lauro, Gustavo Rodríguez (Garrincha), Rafael López Ramos, Rank Uiller, Denis Fortún, Natasha Perdomo, Carlos José Ramírez, Fabián Peña, Juan Erman González, Mariano Costa Peuser, Juan Si González, Joaquín Badajoz, Nancy Pérez Crespo, Lia Gialetti, Ángel Vélazquez, Lien C. Lau, Elena Montes de Oca, Justo J. Sánchez, Francisco Escobar, Adeleide Delgado, Rafael Fornés, Natacha Herrera, Pedro Vizcaíno, Ahmed Gómez, Juan Abreu, María Brito, Zoé Valdés, Humberto Calzada, Arturo Rodríguez, Demi, Luis Cruz Azaceta, Alejandro Anreus, Armando Guiller, Dennys Matos, Rosie Inguanzo, Alfredo Triff, Sergio Lastres, José Lorenzo Moya, Alexis Jardines, Lui Rodríguez, Luis de la Paz, César Beltran, Alejandro Aguilera, Orlando Luis Pardo Lazo, Miguel Ordoqui…
Suerte, míster Deupi. Ojalá que el caimán de barba rala no se los engulla. Yo sé, difícil que capte esta última metáfora. Y es que no basta con reproducir postales de una arquitectura idílica en el marco frívolo de un evento organizado por el gobierno cubano. Hay que vivir la miseria habanera, míster Deupi, y conocer los accidentes particulares de la cultura del país para graduarse de auténtico cubano. Hay que tirarse fotos con las Damas de Blanco en plena peregrinación, con una sesión de Estado de Sats, con los muchachos de la UNPACU en el fragor de una protesta. Verá que con la dictadura cubana hay que llorar porque se perdió el tete. Que le traduzcan esta frase, míster Deupi, a ver si entiende.
___________________________________
Disculpen si hay inconexión. La imagen corresponde a la serie Los fusilados de Juan Abreu (becario de Cintas). Es un ejercicio taoísta que me recomendaron para contemplar de manera indolora, insensible y racional el flujo carmesí de la sangre.
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