miércoles, 21 de septiembre de 2016

BOBBY HUTCHERSON, Little B's Poem (Hutcherson)



Tal vez influenciado por la mediática huelga de Fariñas me involucré en un ayuno involuntario en mis recreaciones spirituals de la música en Tumiamiblog. Sacudiéndome de las frustrantes toxinas politiqueras de mi desdichada isla retorno a la pureza del sonido de un maestro que partió y no se le honró como se le merecía, en el momento preciso, en este espacio tan apegado a lo raigal de la cultura americana. El adiós al vibrafonista Bobby Hutcherson niega lo instantáneo. Lo perecedero. Tuvo la posibilidad de crear rodeado siempre de estrellas. Su virtud estribaba en surtir el genio ajeno para exaltarlo y, de paso, dejar huella indeleble. Heredero de Lionel Hampton y Milt Jackson, revolucionó junto a Gary Burton los aportes del vibráfono particularmente en la década de los 60. Su exploración más que técnica provenía de una pasión filtrada por los planteamientos del discurso global del equipo que lo acompañaba en un proyecto. Sus intervenciones eran axiomáticas: donde se recibe resplandor sonoro solo se devuelve fulgor. El disco Components producido por Blue Note es quizás con el que Hutcherson se proponía decir hasta siempre medio siglo antes de su partida. Ahí, en ese intenso testamento anticipado lo asistían talentos imborrables: Hubbard (trompeta), Herbie Hancock (piano), Ron Carter (bajo) y Joe Chambers (batería). Con ese piquete el vibráfono tenía más de mil motivos. (JR)

1 comentario:

Ernesto Gonzalez dijo...

GRACIAS, ALFRED POR TU INFO, LA MÚSICA SIEMPRE, EXISTÍA ANTES QUE NOSOTROS (LA MÚSICA DE LAS ESFERAS) Y SEGUIRÁ DESPUÉS, Y LOS MÚSICOS, COMO GOZAN EL INSTANTE TOCANDO, INTERACTUANDO ENTRE ELLOS A UN NIVEL SUPERIOR QUE LOS UNE AUNQUE SEA POR UN RATO.
(AY, UN MUSITEQUE AHORA)