Exodus 94 / Fotos: Willy Castellanos
"La fotografía es como una cita, una máxima, un proverbio"—Sontag
Rosie Inguanzo
Dice Sontag: “La cámara no viola, ni siquiera posee, aunque pudiera presumir, interrumpir, traspasar, distorsionar, explotar, y extendiendo al máximo la metáfora, asesinar […] Todas las fotografías son memento mori.” (On Photography, 1977)
Tengo por regla general no reaccionar a la muerte de un familiar o amigo expuesta en Facebook, mucho menos respondo a la fotografía de un anciano atado a una cama de hospital con tubos repiratorios y sueros enterrados en el brazo, o a un bebé prematuro e inconsciente dentro de una incubadora. ¿Con qué derecho se les presenta así ante el mundo? ¿Cuánto mal gusto se necesita para publicar en Twiter la muerte de la madre? ¡Qué indecencia subir algo tan íntimo tan privado a la intemperie! Precisamente porque no soy insensible al dolor ajeno el exhibicionismo de este tipo me produce malestar. La desgracia familiar, la degradación física de una persona ameritan una solemnidad (para dolerse) y la expresión de duelo.
El dolor de los demás existe. Y hay una pobreza moral en exhibirlo a expensas de otros, un abaratamiento una trampa un ahogo. Sontag dice que la representación de la realidad a través de la cámara debería siempre ocultar más que revelar. Qué buen consejo para los que en eventos públicos o privados disparan su cámara indiscriminadamente (hoy todos tenemos una) —y hasta amenazadoramente contra los infelices que desautorizamos la agresión.
Inmersos en la cultura del espectáculo, muchos se dejan llevar por lo que promueven los medios y la televisión basura, mostrando el aspecto mórbido de nuestra naturaleza humana. Está la mentira cosmética de la homogenización de la belleza que enmascara nuestras diferencias y fealdades, nuestros defectos, pero igualmente nuestras virtudes, nuestra individualidad. ¿Por qué quisiéramos parecernos a los demás? ¿Acaso para estar menos solos ante la muerte? Si el canon dice que hay que tener el trasero de Kim Kardashian (epítome del mal gusto), el peinado de Jennifer Aniston y afeitarse hasta las nalgas, usted pudiera disentir de ello. Tal vez como desertor del canon hallar una sinceridad prudente ante la imposición de la (in)cultura y su realidad aumentada. Ah, esa miserable realidad aumentada. La hipertrofia y lo superfluo sustituyendo la armonía natural y la experiencia profunda. No se llame a engaño, ver al mundo como un set de fotografías potenciales no es vivirlo.
¿Recuerdan la escena de Blade Runner (1982) donde someten a un replicante a la prueba Voight-Kampff (especie de examen poligráfico) y este falla porque es incapaz de empatía? Ante la pregunta de qué haría si andando por un desierto viera una tortuga patas arriba, León no sabe reaccionar. Frustrado por las preguntas para las que no tiene emoción ninguna el replicante termina disparando a quien le interroga. Hay una ironía en que hoy por hoy se hayan invertido los papeles y en muchas instancias seamos los humanos incapaces de empatía.
Acaso nos anestesia, nos priva de conmovernos ante la desgracia ajena la saturación de información en forma de bombardeo de imágenes, sin detenernos a interpretarlas ni leer la reflección escrita que acompaña la foto noticiosa —reconozcamos que a muy pocos les interesa leer. "Su superabundancia (de imágenes) mantiene la atención en la superficie, móvil, relativamente indiferente al contenido", dice Sontag. Luego matiza sus propias ideas de 1977: "La gente no se curte ante lo que se le muestra [...] ni por la cantidad de imágenes que se le vuelcan encima. La pasividad es lo que embota los sentimientos." (Ante el dolor de los demás, 2003)
Foto: John Kifner (un miliciano serbio a punto de dar un puntapie a la cabeza de una musulmana moribunda)
En la misma línea de Sontag, Jorge Luis Borges definía el arte como la inminencia de una revelación que nunca llega. Y es que la imágen más efectiva no revela todo lo que hay. Exodus 94 de Willy Castellanos teje muchas historias alrededor de la crisis de los balseros cubanos. Otro ejemplo de ello es la célebre fotografía de Nick Ut de la niña desnuda que huye quemada por napalm en Vietnam, 1972 (soy incapaz de reproducirla aquí). ¿Qué oculta el relato de esta imagen? La historia que le precede y la historia que le sobrevino.
Hola, Rosie, no sabes lo importante que considero este post tuyo, no va a cambiar nada en general, pero algunos quizás reaccionan ante toda la realidad que mencionas. Cuando lo he hecho siempre me han tildado de ir contra la tecnología, y hasta me han acusado de tener un apagón tecnológico. Pero en fin, el patetismo de alguna gente no merece ni sílabas. Tengo ese libro de la Sontag, Ante el dolor de los demás, que es fascinante. Gracias por tocar esta tecla desafinada de la libre expresión, donde predomina el morbo, el mal gusto, la egolatría y se exhibe el dolor como si fuera un champú. El ser humano ya ha atravesado los límites de la total decadencia psicológica y espiritual. Saludos (ay, se me fue la mano en la negatividad, pero este tipo de post me ha motivado, es muy necesario)
ResponderEliminarAcabo de leerlo Rosita!
ResponderEliminarNo sabes CUÁNTO, CUÁNTO, coincidimos! El uso desmedido y deshumanizado de la imagen se ha convertido en una tristemente incontenible plaga. Las palabras y el pensamiento reducidos a un mínimo, no precisamente de la manera intelectual y artística que nos gusta. Gracias por compartirlo!!!
Excelentemente escrito como siempre. Te quiero!!!! (Keko)
(comentario de Elio)
Si nuestro cerebro es una maquina del tiempo, una cámara es una máquina de detenerlo en su propio tiempo. Kudos para Rosie por este estimulante e inteligente artículo, del cual tuve que empezar a comentar, al mismo tiempo que lo leía. La fotografía también fue y es una de mis pasiones. Sobre todo, antes de que fuera un sortilegio digital, cuando me sumía en el encantamiento alquimista de un cuarto obscuro, y me apasionaban los libros y las fotos de Ansel Adams, su sistema de zonas, los valores grises, los tonos sepias. El proceso aún me apasiona, de principio a fin, de inicio a resultado, y de interminable imagen que materializa nuestra idea, nuestro sueño, visión o ilusión. También como Rosie, detesto la cultura del espectáculo. Prefiero, la cultura de lo verdaderamente inusual, del puro valor estético, de reminiscencia y magia atemporal, exclusiva, única y clásica. Prefiero la declaración de la universalidad de la belleza, como verdad subjetiva y atemporal, natural, humanista. Distingo la protesta por falta de empatía con el sufrimiento ajeno, y entiendo la intimidad solo en lo abstracto. Me cuesta trabajo explicar, la automutilación voluntaria del tesoro de la privacidad en el mundo digital, y la superficialidad egoistica de su tendencia esnobista. El valor íntimo de la imagen, solo está los rasgos mínimos del detalle y la intimidad abstracta. Deteniéndolo todo, en la breve fracción del segundo, estancada en su propia dinámica. Atajando lo que nunca pasó ni ha de pasar otra vez, en una brevedad única e inconclusa, en un bloque eternalista, en un breve presentismo y una existencia de perspectiva única. Muy acertada las referencias a la película basada en la novela de Philip K Dick, a la presente epidémica falta de empatía en los seres humanos, a la preocupación Borgiana de la Eternidad, y a la invasión digital de nuestros sentidos, tiempo y emociones. El mundo digital ha impuesto la imagen, y la ha sustituido en ocasiones en una violación de nuestra reserva, inteligencia y sentido común; por el suceso no corroborado, por la distorsión política de la realidad y el engaño a través de ella. Han convertido a la imagen en la más terrible violación de nuestros derechos, sentido común e inteligencia, en un arma potente ante las mentes jóvenes, imberbes, débiles moldeables y plásticas por naturaleza. El mundo digital es una maravillosa herramienta evolutiva; pero también puede convertirse en un arma implacable y peligrosa, puede violar la causalidad de la vida, e inventar riqueza donde no la hay. Esta es la perspectiva de un Tecnócrata, que percibe al mundo digital también como una intrusión o conveniente dependencia, difícil de evitar en el mundo de hoy. La imagen, es irreflexiva y en exceso grandilocuente. Nunca sustituirá totalmente a la palabra y al detalle, o al poder de la imaginación descriptiva del idioma y su alfabeto; y por su insuficiencia equivale a mil palabras. La palabra es la que realmente se detiene y reflexiona en la imagen del pensamiento, lo desglosa, es un paso evolutivo, así como la escritura. ¿Qué es una imagen sin la reflexión del mensaje, y la pausa del pensamiento abstracto de la palabra? El olor y la sensación táctil de un libro es insustituible. Suerte y cuidado en la navegación, manténganse alerta ante la irreverencia de la imagen y el poder disfrazado y anónimo del www. Desconfíen, úsenla, no sean usados, manténganla a raya en la virtualidad de su realidad, no en la nuestra.
ResponderEliminarSi nuestro cerebro es una maquina del tiempo, una cámara es una máquina de detenerlo en su propio tiempo. Kudos para Rosie por este estimulante e inteligente artículo, del cual tuve que empezar a escribir, al mismo tiempo que lo leía. La fotografía también fue y es una de mis pasiones. Sobre todo, antes de que fuera un sortilegio digital, cuando me sumía en el encantamiento alquimista de un cuarto obscuro, y me apasionaban los libros y las fotos de Ansel Adams, su sistema de zonas, los valores grises, los tonos sepias. El proceso aún me apasiona, de principio a fin, de inicio a resultado, y de interminable imagen que materializa nuestra idea, nuestro sueño, visión o ilusión. También como Rosie, detesto la cultura del espectáculo. Prefiero, la cultura de lo verdaderamente inusual, del puro valor estético, de reminiscencia y magia atemporal, exclusiva, única y clásica. Prefiero la declaración de la universalidad de la belleza, como verdad subjetiva y atemporal, natural, humanista. Distingo la protesta por falta de empatía con el sufrimiento ajeno, y entiendo la intimidad solo en lo abstracto. Me cuesta trabajo explicar, la automutilación voluntaria del tesoro de la privacidad en el mundo digital, y la superficialidad egoistica de su tendencia esnobista. El valor íntimo de la imagen, solo está los rasgos mínimos del detalle y la intimidad abstracta. Deteniéndolo todo, en la breve fracción del segundo, estancada en su propia dinámica. Atajando lo que nunca pasó ni ha de pasar otra vez, en una brevedad única e inconclusa, en un bloque eternalista, en un breve presentismo y una existencia de perspectiva única. Muy acertada las referencias a la película basada en la novela de Philip K Dick, a la presente epidémica falta de empatía en los seres humanos, a la preocupación Borgiana de la Eternidad, y a la invasión digital de nuestros sentidos, tiempo y emociones. El mundo digital ha impuesto la imagen, y la ha sustituido en ocasiones en una violación de nuestra reserva, inteligencia y sentido común; por el suceso no corroborado, por la distorsión política de la realidad y el engaño a través de ella. Han convertido a la imagen en la más terrible violación de nuestros derechos, sentido común e inteligencia, en un arma potente ante las mentes jóvenes, imberbes, débiles moldeables y plásticas por naturaleza. El mundo digital es una maravillosa herramienta evolutiva; pero también puede convertirse en un arma implacable y peligrosa, puede violar la causalidad de la vida, e inventar riqueza donde no la hay. Esta es la perspectiva de un Tecnócrata, que percibe al mundo digital también como una intrusión o conveniente dependencia, difícil de evitar en el mundo de hoy. La imagen, es irreflexiva y en exceso grandilocuente. Nunca sustituirá totalmente a la palabra y al detalle, o al poder de la imaginación descriptiva del idioma y su alfabeto; y por su insuficiencia equivale a mil palabras. La palabra es la que realmente se detiene y reflexiona en la imagen del pensamiento, lo desglosa, es un paso evolutivo, así como la escritura. ¿Qué es una imagen sin la reflexión del mensaje, y la pausa del pensamiento abstracto de la palabra? El olor y la sensación táctil de un libro es insustituible. Suerte y cuidado en la navegación, manténganse alerta ante la irreverencia de la imagen y el poder disfrazado y anónimo del www. Desconfíen, úsenla, no sean usados, manténganla a raya en la virtualidad de su realidad, no en la nuestra.
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