Si uno consulta el significado del término “natural” en el Diccionario de la Real Academia Española, encuentra que la cuarta acepción cita literalmente que en su función como adjetivo, “natural” se refiere a “Dicho de una persona: Espontánea y no afectada”.
Parece ser la acepción que mejor sirve para caracterizar las cada vez más frecuentes manifestaciones de resistencia popular en distintos puntos de Cuba.
Lo distintivo de este tipo oposición ha sido su primitivismo, su carácter desideologizado que responde a motivaciones esenciales de la supervivencia: necesito comer, necesito un techo, necesito agua, necesito higiene, necesito ropa, necesito fulas para resolver, necesito que me dejes respirar…Las mismas necesidades paradójicamente enunciadas por el pensador alemán cuyas doctrinas nutre de argumentos a la fábrica de calamidades contra la cual se disiente en Cuba.
Lo cierto es, y así se aprecia en cada testimonio mediático difundido, que ese tipo de oposición doméstica excluye toda elaboración o artificio retórico. Prescinde de activismos y liderazgos formales. No recauda firmas ni distribuye volantes. Carece de fundamentos políticos y su discurso no fluye en tribunas o mesas de concertación, sino en el rubor iracundo de los rostros, en las voces inflamadas o en el silencio beligerante, en los performances impúdicos o en las palabrotas obscenas.
Su civilismo está muy lejos de ser culto. Al contrario, ignora soberanamente todo
principio ético o filosófico, observándose como un conglomerado decadente cuya neurosis se agrava con la angustia de cada penuria diaria y que acorralado por la desesperanza pudiera arremeter ciegamente contra la alambrada en cualquier momento.
Esta oposición “hecha
en casa” responde al concepto de horda y actúa a nivel de puerta, barrio o
esquina con el mismo espíritu cazador-recolector del paleolítico, mientras
lucha sus fines existenciales apelando a los instintos. Si
alguien con inquietudes teóricas desea emparentarla con los orígenes platónicos del derecho natural que lo haga. Sería una poética
manera de justificar la bestialidad de estas guerrillas emergidas de la
indigencia y el hastío.
Su convulsa expresión individual puede contagiar peligrosamente y cuando se extiende alcanza niveles de arrebato que pudieran dinamitar la seguridad de una nación. Si alguien lo duda, lo remito a los acontecimientos de Timișoara en diciembre de 1989, cuyas jornadas arrasaron con un orden impuesto a la fuerza durante décadas.
Esta reacción apopléjica al
desgobierno está absolutamente desprovista de carisma para mover masas. Más
bien lo que funciona de manera eficaz es la solidaridad del hambre y la miseria. No olvidemos que estamos ante una oposición que no recibe subvenciones.
Un liderazgo circunstancial sería suficiente para que se dispare la carga explosiva de la marginalidad oprimida que contiene en sí el preludio de la agitación a gran escala. Una agitación cuya dinámica es públicamente impredecible. No se anuncia, no se advierte. Su desencadenamiento puede ocurrir súbitamente a diferencia de los movimientos organizados constantemente infiltrados por los servicios de inteligencia.
Un liderazgo circunstancial sería suficiente para que se dispare la carga explosiva de la marginalidad oprimida que contiene en sí el preludio de la agitación a gran escala. Una agitación cuya dinámica es públicamente impredecible. No se anuncia, no se advierte. Su desencadenamiento puede ocurrir súbitamente a diferencia de los movimientos organizados constantemente infiltrados por los servicios de inteligencia.
Los últimos eventos difundidos pueden ser los primeros indicios de aquello que precede y
sirve de entrada a… ¿a qué? Pues, no hay respuesta. Sería tan incierta como imprevisto es lo que de manera aciaga puede acontecer si la espiral del sufrimiento llega a perder el límite. Probable es que entrañe para el desdichado pueblo otra de las sacudidas viscerales de su historia.
Duele decirlo, pero con el perdón de las Damas de Blanco, UNPACU y de todas las alianzas disidentes, la oposición natural es la verdadera lava borboteando sobre las calles cubanas. Su gestación gradual, aunque no perceptible, está más conectada a los apremios para no perecer. De esa manera queda sellada su cualidad salvaje y hace que sea el enemigo más temible con que cuenta la dictadura.
Sé que suena a hipótesis. Sin
embargo, los gobernantes cubanos, un clan que domina desde sus años mozos los
cánones de la violencia, no deben estar ajenos al tremendo potencial de insubordinación
que ya tuvo su amago del Maleconazo en agosto del 94.
No lo duden, los blindados
antimotines deben estar meticulosamente engrasados.