Amílcar Barca
Tengo grandes amigos cubanos en esta ciudad que viven el acercamiento en posiciones distintas: unos, como una traición del país que les ha acogido y les ha otorgado bienestar y libertad, EE.UU. Otros, como un triunfo del sentido común y un necesario fin de las tensas relaciones que no llevaban a ningún lugar. Este artículo está dedicado a los primeros; a quienes sienten ingratitud y desprecio por el nuevo establecimiento de relaciones bilaterales desde el gobierno de Obama.
Sin ánimo de dar lecciones a nadie, escribo de buena fe, por la experiencia vivida como víctima de una dictadura. Apelo a un valor que ya parece exhausto en la comunidad cubana de Miami: la esperanza. Y presento la iniciativa de algún paralelismo que pudiera abrir los ojos a la democracia que todos deseamos en la Isla, lo más pronto.
Ubiquemos la comparación que pretendo. La Transición Española es el periodo comprendido entre la muerte de Francisco Franco el 20 de noviembre de 1976 y el intento de golpe de estado del teniente coronel Antonio Tejero, el fatídico 23 de febrero de 1981 al tomar por asalto la sede del Congreso en Madrid. Antes de la muerte del dictador, todo era falta de libertad, represión policial, clandestinidad de los opositores, restricción del derecho de reunión y manifestación, corrupción política, connivencia entre la prensa y el estado, concentración del poder económico en grupos afines al régimen, relaciones peligrosas entre la extrema derecha y el ejército, falta de separación entre los poderes de la iglesia y el estado, inflación económica, etc.
Entonces apareció un organismo en 1974, la Coordinadora Democrática, que unía a todas las fuerzas opositoras tanto del ala izquierda como del ala derecha, tanto cristianos como laicos, e incluso personalidades del sector monárquico o republicano con los comunistas o socialistas. Fuerzas que, en sí mismas, eran antagónicas en sus fines -y por supuesto en sus medios- a la hora de lo que debía ser un nuevo modelo social. Todos tenían como objetivo un único fin: romper con el régimen autoritario y abrir las puertas a una transición en busca de la legalidad de los partidos y la constitución de una elecciones libres y democráticas en España.
Durante este periodo se fueron abriendo lentamente, no sin sucesos violentos y dolorosos, las puertas del Estado hacia la población. Se sucedieron huelgas generales (País Vasco, Sabadell, Elda…) tanto en el mundo laboral como en el universitario, intervenciones violentas de la extrema derecha (Fuerza Nueva, el GAL) también de la extrema izquierda (ETA, el FRAP, el GRAPO). Ciertos cargos eclesiásticos abrieron su boca para allanar el camino (el cardenal Tarancón). El cine y la TV mostraban sus series y programas relacionados con el sexo. Aparecieron nuevos periódicos de prensa libre (El País, El Periódico, El Mundo, Avui). Nuevas revistas político-sociales (Cambio 16, Ajoblanco, Cuadernos para el diálogo; de música Star, Rock de Luxe). El PCE (Partido Comunista de España) junto al PSOE (Partido Socialista) pactaban reconocer a la monarquía de Juan Carlos I y también la bandera española (símbolo del fascismo para los que perdieron la guerra); algo que enfureció a muchos de sus militantes, ya que todos eran republicanos. Se habló de no “injerir” -que no olvidar- a los que intervinieron políticamente en asuntos violentos y criminales durante la dictadura. Se dio la Ley de Amnistía y una reducción de las penas por delitos sociales no manchados de sangre. Se legalizó el divorcio. Los que habían sufrido aquella humillación en las cárceles, se sintieron irritados y a veces no comprendidos ante estos hechos que algunos calificaban de obscenos ante el olvido.
Había que empezar algo nuevo sabiendo que los radicales de ambas alas (extrema derecha e izquierda) alteraban el orden en busca de un golpe de estado. Y así fue. En febrero de 1981. Pero el sentido común de todos los partidos políticos y la ratificación en aquel momento del rey en seguir el proceso, fortaleció la democracia. Habían pasado ocho años donde, poco a poco y gracias a un apertura dosificada y desde el sufrimiento, el pueblo aprendió a vivir en convivencia con sus enemigos, instaurar la tolerancia y abrirse al futuro.
Soy consciente del malestar actual de muchos exiliados cubanos que asisten, como si fuera una película de “horror de guante blanco”, a un espectáculo esperpéntico al ver izar la bandera de EE.UU otra vez en la Habana -y viceversa en Washington- después de tanto tiempo, sin haber cambiado nada desde el régimen. Y asociar esta “cesión” a una compraventa o una amenaza lobbysta de algunos desalmados políticos y empresarios, que no entienden que esto beneficia a “los Castro and Co.” y no al pueblo común. Parte –o mucha- de razón hay.
Pero déjenme que sugiera algo: las puertas están abiertas ahora. Las idas y venidas de un país a otro permitirán aperturas. Modos de entendimiento distintos. Puntos de vista disímiles y abiertos a nuevos proyectos. Creación poco a poco de nuevos negocios e iniciativas privadas. Y si bien habrá núcleos de poder político-empresariales, como ha pasado en Rusia o China -también se van a dar; no seamos ingenuos- es evidente que otras perspectivas se van a establecer. Va a seguir existiendo injusticia, sin duda. Abusos de poder en varias áreas, asimismo. Corruptos habrá (¿no los hay igualmente ahora? ). La represión, no seamos estúpidos, seguirá en plena calle y en el sigilo.
Déjenme que les diga una cosa: a medida que la sociedad se organice social y económicamente van a ver nuevos grupos de presión y poder. Distintos puntos de vista que obligarán a decidir políticas no precisamente homogéneas. Estas contradicciones, cuando “el susodicho” se muera, saldrán a flote. Y sin negar un periodo de aguas turbias y difíciles -a veces con acontecimientos violentos como las que hubo en España en aquel periodo- van a llevar al país hacia la normalidad democrática poco a poco. Y creo que hablo, ya no desde la perspectiva de un deseo, sino de un hecho.
Quizá, como observaron algunos el 14 de agosto de este año, la bandera de las barras y las estrellas no ondeó cuando se izaba en la embajada por falta de aire, pero nadie puede negar que el mar está a escasos pies de allí y el viento del norte se pasea a menudo por su orilla.
...Un triunfo del sentido común? Si usted entiende como común aquello que dicta la izquierda liberal como único razonamiento lógico cosa que usted sigue pautas al pie de la letra como una maquina repetir, no me que da otra que concluir que ustedes no sabe pensar y no practica su naturaleza deseo racional. Ahora bien, para mi entender, lo que si tiene mucho sentido común es ver como todo aquel que tiene estrecha relación con los gay tienden a coincidir incondicionalmente con los "sentidos comunes" pautados por la izquierda liberal y que a su vez tiene sus específicos punto de vista y en común con referencia al tema de Cuba. Observe que aquel que discrepa de "usted" carece de tener sentido común. Mujer, que sabe usted que cosa es tener sentido común? si no demuestras tenerlo? Que confundida, intoxicada y condicionada por la izquierda esta, no le gustaría ser mas libre?. Lo que quiere decir usted en dos palabras que el partido del "sentido comunión" el liberal? Que pena siento por usted; se cree sobresaliente por simple hecho que solo pude pensar en estrecho marco de un partido el demócratas, esa es su definición con ser humano? esos son sus limites como especie? Me temo esta MUY lejos de saber pensar? Y en verdad me da tristeza ver una gran mayoría no pensante, creer que sabe pensar. A Dios le pedi entendimiento, y me lo ha concedido, pero también cada día, mientras mas puedo ver mas miedo siento por el hombre! Si sus conclusiones caben en la gaveta a de los demócratas o republicanos, el futuro del hombre es negro y va a desaparecer mas rápido de lo que debía, por su ignorancia. ME PREGUNTO, NO TIENE USTED INTEREST POR LA LIBERTAD? NO HABLO DE LIBERTAD QUE OFRECE LA SOCIEDADES (MAN MADE), LA QUE USTED TIENE DENTRO MANIATADA POR LOS CONDICIONAMIENTOS RIGIDOS SOCIALES? USTED ES COMO UNA PALOMA BLANCA PRESA EN UNA JAULA DE LEONES QUE USTED MISMO A ALIMENTADO.
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