lunes, 10 de noviembre de 2014

9 N. Catalunya vota su futuro: ahora es la hora


Amílcar Barca

En estos momentos cientos de miles de ciudadanos catalanes, de forma pacífica, democrática y libre, por todo el país ejercen el derecho a votar su futuro. ¿Es un referéndum que va a permitir la secesión del país democráticamente y acordada con España, haciendo un símil con lo que hizo el gobierno británico con Escocia?

La respuesta es no. El gobierno español del Partido Popular, al mando de su presidente Mariano Rajoy, no lo ha permitido. ¿Es una consulta legal donde la gente va a dar su voto a favor o en contra sin que por ello signifique la inmediatez de la aplicación de los resultados? La respuesta también es no; el Tribunal dicho “constitucional” también lo ha prohibido. ¿Entonces qué es lo que se ha votado este domingo en Catalunya? Un “proceso participativo”. Una argucia legal que permite ir a votar sin las garantías dichas “oficiales” (que no quiere decir ni lícitas, ni legítimas, ni éticas), para denunciar ante mundo que los catalanes sí tenemos ganas de decidir nuestro futuro a la hora de construir un nuevo estado en la comunidad europea.

Una pseudoconsulta obligada que ningún gobierno democrático occidental puede impedirnos a la hora de decir lo que pensamos. Porque al fin y al cabo, lo de hoy, es solo una expresión libre de cientos de miles de participantes que quieren, en su mayoría, un lugar distinto del que ocupamos hoy en España. Este modelo de voto, afortunadamente, no lo ha podido impedir la justicia del Estado español ni el propio Tribunal Constitucional, ya que se ampara en el derecho a la libre expresión, pero sí que ha tenido la beligerancia de grupos opuestos al derecho a decidir del pueblo catalán. Muy bien… faltaría más; todo el mundo puede pensar que Catalunya tiene que seguir siendo parte de “la madre Patria”. Pero hay otros que pensamos que no.

Y hoy ya no es el día de argumentaciones. Ya lo he hecho en otros artículos. Esto sólo se dirime en unas votaciones. Esta vez sí oficiales, refrendarlas y acordadas como lo hizo Cameron en su día, o los gobernantes de Canadá con Quebec. Como he dicho, hoy no es el día de argumentaciones. Pero en bien de la convivencia entre el pueblo español y el catalán, si quiero aclarar algunas cosas.

La primera es que el odio entre estos dos pueblos no existe, por lo tanto nadie puede hablar de que haya violencia contra nadie en ambos lados en este proceso, porque no es verdad. La segunda la razón determinante (aclaro el vocablo determinante) no es la económica. Catalunya va a sufrir al principio, penalidades económicas importantes y una bajada del PIB cuando nos separemos. Y la tercera, entre otras más por supuesto, sea porque nos sentimos víctimas de nadie, ni de nada por parte de España.

Este movimiento civil, perseverante, constructivo y paciente es lo que pone nerviosos a muchos en el Estado español que aún se creen la mentira de la rancia frase de “La unidad de la patria” como si fuera un muro infranqueable. Por cierto ayer, 9 de noviembre, se celebró el 25 aniversario de la caída del muro de Berlín, estaría bien recordárselo y aclararles que no va haber ninguna frontera ni control de pasaportes entre Catalunya y España. Siempre hay que matizarles a los unionistas y hacerles hincapié que estamos en Europa, donde la circulación es libre ente los estados asociados.

La dignidad, la inteligencia, el respeto hacia otras culturas, pueblos o minorías, y las ganas de seguir adelante como país, se ha demostrado sacando a la gente normal y corriente, sin estragos, ni ruido de consignas “revolucionarias” o estridentes, con nuestro voto. Esto es lo que queremos en un futuro: poderlo hacer con las garantías democráticas y amparado por el derecho de autodeterminación que nos da las UN, las Naciones Unidas.

Recuerden: Catalunya no va en contra de nada ni nadie, sino a favor de sí misma. En busca de un nuevo estado soberano dentro de Europa.

1 comentario:

opiodelpueblo dijo...

Totalmente de acuerdo. La Actitud hostil y antidemocratico del gobierno estatal contrasta con lo que hizo el gobierno británico "no queremos la independencia de Escocia pero respetamos su derecho a decidir"

El gobierno central del PP es heredero de concepciones de unidad que nacen de la conquista y así, la palabra independencia le suena a 1898