invocar la muerte de un individuo como evento merecedor de respeto --o aflicción-- resulta demasiado simplista para la razón crítica. surgen defensores y detractores: ambos tienen su lugar. pero la muerte nunca ha sido ni salvoconducto a la gloria, ni antídoto contra el embate visceral de los vivos.
el fallecimiento de juan formell ha traído toda una serie de discusiones en nuestros medios miamenses. nos alegra que así sea. porque es cierto que juan formell apoyó el castrismo.
y se impone la pregunta: ¿se puede conjugar una producción, sea artística o científica, meritoria con un pasado político cuestionable? lo siento por los castristas que me leen. opino que ser castrista es un hecho sumamente objetable.
sin embargo, la historia del siglo XX es rica en ejemplos problemáticos: speer y heidegger eran nazis, ezra pound y santayana eran fascistas, mayakovski y pasternak eran bolchevistas, borges era pinochetista, garcía márquez y cortázar eran castristas. nuestro contexto miamense tiene una lista rica en sutilezas: castristas tempranos que rechazaron el castrismo --más temprano que tarde-- como cabrera infante, padilla, carlos franqui, etc. castristas que repudiaron el castrismo --ni siquiera tan tarde--, como jesús díaz y raúl rivero. en miami repican a diario ex-castristas convertidos en demócratas y abundan los castristas encubiertos. la sucesión de deserciones es una llovizna pertinaz de la historia del exilio. ¿cuándo será ya demasiado tarde para rechazar el castrismo?
hemos dicho que formell dejó un sello importante en la historia de la música cubana. a la vez fue un castrista convencido. ¿por qué no aceptarlo?
lo inusitado es que formell no es la excepción sino la regla. por tanto, separar el talento de la afiliación política requiere un análisis más fino.
viene a la mente lo que ortega gasset llamaba "circunstancia". ortega es mal interpretado: su idea de circunstancia generalmente se baraja como una coexistencia entre uno y los demás: no es así. la circunstancia orteguiana es un destino real, comparable al naufragio.
ortega explica que de ahí no queda otra opción, sino nadar. pero nadar no es más que tratar de comprender nuestra circunstancia. empero, ese horizonte que se abre no es una elección. nos viene dado. hasta aquí lo que ortega llama "carácter dramático de la vida". y la vida lleva consigo una marca de fatalidad. ¿es todo fatalidad? no. la libertad radica en saber desenvolvernos y superarnos dentro de nuestra propia circunstancia.
la vida es un continuo nadar entre la libertad y la fatalidad. formell escogió la segunda, dejándonos una tenaz divergencia entre su legado músical y su afiliación política.
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