Ave rara en el panorama rockero sudamericano, la argentina Juana Molina muestra una trayectoria desigual. Su cosecha ha cedido por momentos al edulcoramiento pop. Dicho en otras palabras: discos buenos, discos malos. Y es esa deslealtad hacia con su inequívoco talento la que quizás ha postergado el reconocimiento extendido. Portadora de una voz aniñada que combina el regodeo vocal con la tecnología, Juana es una compositora de recursos exóticos que recrea el universo folk porteño a partir de guitarra, teclados y el uso astuto de los pedales para los efectos tecno. Trabaja sobre la letanía de los compases emprendiendo coloraciones curiosas que quiebran los esquemas tradicionales a la manera de Portishead, Björk y Bajofondo Tango Club. Los críticos acusan en ella deficiencias en la vocalización aventurera, pero lo cierto es que impone su rareza y si se le añade el compromiso de las letras nos topamos con una identidad peculiar, mezcla de ejecución naif y espíritu hippie que en sus momentos inspirados sabe conducir lúcidamente las herramientas electroacústicas que la rodean. Al margen de las reiteraciones en su repertorio melódico, se constata un balance de búsqueda experimental y quienes se estrenan escuchándola descubren que en el sur americano queda aún bastante madeja sonora por deshilar. (JR)
sábado, 5 de abril de 2014
Juana Molina - Un día
Ave rara en el panorama rockero sudamericano, la argentina Juana Molina muestra una trayectoria desigual. Su cosecha ha cedido por momentos al edulcoramiento pop. Dicho en otras palabras: discos buenos, discos malos. Y es esa deslealtad hacia con su inequívoco talento la que quizás ha postergado el reconocimiento extendido. Portadora de una voz aniñada que combina el regodeo vocal con la tecnología, Juana es una compositora de recursos exóticos que recrea el universo folk porteño a partir de guitarra, teclados y el uso astuto de los pedales para los efectos tecno. Trabaja sobre la letanía de los compases emprendiendo coloraciones curiosas que quiebran los esquemas tradicionales a la manera de Portishead, Björk y Bajofondo Tango Club. Los críticos acusan en ella deficiencias en la vocalización aventurera, pero lo cierto es que impone su rareza y si se le añade el compromiso de las letras nos topamos con una identidad peculiar, mezcla de ejecución naif y espíritu hippie que en sus momentos inspirados sabe conducir lúcidamente las herramientas electroacústicas que la rodean. Al margen de las reiteraciones en su repertorio melódico, se constata un balance de búsqueda experimental y quienes se estrenan escuchándola descubren que en el sur americano queda aún bastante madeja sonora por deshilar. (JR)
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