Jesús Rosado
Cultivó el libre
juego del dibujo al tiempo que rellenaba con brasas de color los contornos
distorsionados a conciencia. Se identificaba con Karel Appel, uno de aquellos
gurúes de CoBra, cuando más que construir una pintura pretendía
liberar fragmentos de vida sobre los lienzos. Nada más alejado de las
superficies absolutas que la mirada y la mano de Gina Pellón.
Su obra insistió una
y otra vez en la desacralización de la línea que constantemente asediaba con la
euforia de las manchas. Sus colores
reverberantes conquistaban posiciones desde la poesía urgente para enfatizar
la incesante galería de retratos y escenas nutridas por la gestualidad femenina.
Una fidelidad de género donde la agitación adolescente guiaba el trazo outsider
del pincel. Ese largo trayecto de insinuaciones lúdicas haría difícil
recordar a Gina desde trozos rotundamente blancos o negros. Diríamos, incluso,
que de los expresionistas de la isla ha sido ella la más soleada. Quizás por la
distancia irreductible que impuso el exilio entre la artista y su sol de origen
y que despertó el insaciable apetito de luz que ha quedado esparcido entre sus
obras.
Fue esa obsesión
por resplandores, aromas y vibraciones perdidas lo que dotó de búsquedas a su
arte, llevándola a aproximar romanticismo y expresionismo con el mismo
equilibrismo con que cruzaba la cuerda entre abstracción y figura. Sutil en sus
nostalgias y desprovista de folclorismos supo infundir libertad, glamour y
extravagancia a través de esa paleta que hoy yace inerte.
Cada imagen suya
involucraría vigor y espontaneidad, fundiendo espíritu decimonónico y factura avant-garde. Paradójica combinación, cierto,
pero se sabe que de excentricidades va cargada la creación. No puede asombrar,
entonces, que esta dama a los ochenta aún
fantaseara con vestir como una chica de veinte. No era frivolidad, sino un estado
de pubertad estoica del intelecto que la mantuvo en vilo en la vida y en el
arte. Fue la clave que la llevó a crecer y lo que, definitivamente, vendrá a decidir su permanencia.
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Gina Pellón: "Mi horizonte sigue siendo cubano".
[Gina Pellón 1926-2014] .Tomado de su entrevista de 1987 para el libro Outside Cuba/Fuera de Cuba. *
"Con la llegada de Fidel Casto al poder se crearon una serie de becas para los artistas. Yo hice los trámites, pero me la negaron. Sin medios económicos para irme a Europa, busqué una agencia de barcos para tratar de resolver. El encargado me dijo que si le llevaba doce becados del gobierno, él me daba un pasaje gratis. !Le llevé cincuenta! La estadía en París estaba limitada por el gobierno cubano a tres meses. Cuando habían pasado, Roberto Fernández Retamar, el agregado cultural cubano en París, exigió nuestro regreso. Me negué rotundamente, y al hacerlo quedó declarada mi posición en contra del gobierno cubano. Retamar quedó enfurecido, pero yo me quedé en París. Tenía mi entrenamiento y mi experiencia de Cuba. Después que me gradué de San Alejandro habida trabajado como maestra de dibujo para sostenerme. En la escuela trabajé tres años; dejaba que los niños se expresaran libremente, que contaran sus cuentos con brochazos de colores. Mi pintura es eso, una especie de grafitis multicolores. Creo que todo artista tiene sus ideas preconcebidas, o sea, innatas; pero cuando se desplaza, se le abre el universo y puede desarrollarse. Eso me aconteció en París y también en los países escandinavos. Llegue con los colores del trópico a la tranquilidad sobria y gris de Escandinavia, y fue como si les llevara el sol... Pienso que cuando un artista se va de su país, pierde las fronteras, aunque siempre retiene un horizonte propio. El mío sigue siendo cubano. He dado la vuelta al mundo tres veces, de norte a sur y de este a oeste. Desde mi experiencia puedo decir que Estados Unidos es símbolo de riesgo y libertad. En ninguna parte del mundo he visto la libertad de expresión que existe allí. Pero he vivido muy feliz en París; para mí esta ciudad es el corazón del mundo".
* Fuentes, Ileana; Graciela Cruz-Taura y Ricardo Pau Llosa. Outside Cuba/Fuera de Cuba: Artistas cubanos contemporáneos. Rutgers University y University of Miami: New Brunswick y Miami, 1989
Merecidas palabras, JR, y buena nota aclaratoria abajo.
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