Estatua de Martí en el Parque Central, La Habana |
Antonio Correa Iglesias
Noble en sus bondades, la República vio construir en torno a la figura de Martí una suerte de veneración. Sin embargo, el sentido de adoración republicano fue sustituido por una adoración, ahora desde el desconocimiento y la derogación de cualquier referencia al pasado. Pero sobre todo desde el desconocimiento de lo que se adora. Este sentimiento es precisamente el que se inaugura con el proceso político de 1959.
Toda la narrativa asociada a José Martí, va a pasar necesariamente por el refuerzo visual y conceptual puesto en función del discurso político. La divulgación de la obra martiana, estará solo en función de un criterio político que mutila su contenido y “pone” de manifiesto el sentido teleológico del proceso político cubano. Recordemos aquella socorrida pero recurrente frase-expresión-consigna “te lo prometió Martí y Fidel te lo cumplió”.
Lo interesante no solo es la parcialización y manipulación a que es sometido un discurso, sino cómo se va escamoteando un contenido que, al paso del tiempo, desaparece, una vez que se mimetiza. Es precisamente este elemento el que comienza a moldear la arcilla de las futuras representaciones iconográficas. Si en la República el carácter escultórico monumenturio es el vehículo para socializar una percepción en torno a Martí, con la revolución este desaparece y da paso a una acción performática que, revestida desde un criterio de masificación cultural, garantiza una apropiación personalísima del ícono. La referencia a Martí desde este contexto, no es más que un puñado de citas y frases que, descontextualizadas, tienen el solo propósito de refrendar un discurso político.
Escultura basada en un dibujo de Martí, Vedado, La Habana |
Discurso que “desacredita” lo que Rafael Rojas ha llamado “conglomerado textual que se forma con la escritura y la oratoria” . Son muy pocos los que verdaderamente hoy leen a Martí hoy en Cuba y sí muchos los que se contentan, no sé si consciente de ello o no, con el busto o la pintada callejera.
La ontología asociada a este proceso vertebra la experiencia del vacío.* De ahí la tesis del vaciamiento del ícono Martí en la cultura popular cubana. El vacío o la experiencia del vacío, razón tenía Heidegger cuando afirma que hay experiencia de vaciamiento, una vez que hay un espacio a partir del cual el sistema funciona y las instituciones se reproducen y desarrollan pero por inercia en el vacío, sin adherencias ni sentidos.
La instalación de esta estructura simbólica o al menos, de este entendimiento simbólico generado desde la manipulación, ha establecido un conjunto de códigos que han devenido formas canónicas en los modos de representación. Lo preocupante de este procedimiento no solo es que se modela una percepción del icono que adolece de referencialidad simbólica, sino que establece una direccionalidad hacia objetivos pre-establecidos. Ahora, ¿por qué ocurre esto con el icono Martí y no con otros iconos también referenciales en la cultura cubana? La respuesta es “evidente”, Martí representa a Cuba. Lo curioso de este esfuerzo esta dado en la desnaturalización, reciclaje y resignificación de un icono fundamental en la cultura cubana, en función exclusivamente de un discurso político, necesitado de legitimación. Esa es la razón por la cual Martí prolifera en cada esquina de la isla, en cada rincón derruido, en cada portal apuntalado, en sitios inimaginables. Estas apariciones, dan cuenta de cómo algunos cubanos entienden a Martí o, si se quiere, de como un gobierno compulsado por la necesidad de legitimación iconográfica y política hace proliferar en cada esquina sus deseos de legitimación.
Busto de Martí en el "rincón martiano" |
Una vez que triunfa la revolución, toda la historia de la Cuba republicana es negada. Uno de los argumentos para esta negación es que tras la muerte de Martí, el Partido Revolucionario Cubano y el Ejército Libertador abandonan el proyecto martiano, abandono que, para 1901 se había convertido en traición a un ideario. La “revolución cubana” refuerza y engalana todos los días la tesis del olvido, al tiempo que “recupera” para su legitimación política la figura de Martí. No nos llamemos a engaño, esta es una de las razones que fundamenta el carácter teleológico adjudicado desde el poder al proceso político cubano. Esta es una de las razones por las cuales en el año 2002 el gobierno cubano afirmó que el carácter socialista de la revolución cubana era irreversible. Aunque parezca absurdo y paradójico este es el fundamento a partir del cual funciona la lógica del poder en Cuba. ¿Cómo derrotar a un sistema que es inevitable?
(continuará)
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*La noción de “vacío” de Gill Lipovesky, expresada de cierta manera en La era del vacío: ensayo sobre individualismo contemporáneo.
4 comentarios:
buenos posts martillanos, aunque yo sea de la opinión que los cubanos tenemos que borrar del firmamento a Martí, a Mañach, además de a todos nuestros susodichos de todas las orillas posibles y empezar de cero, encuerados bajo la furia de la naturaleza, taínos en varadero rallando yuca para hacer casabe orgánico... pssst: de éste post me encanta la il. del mayamartí en pose de fantasías chichenitzianas... es la que debería aparecer en algún billetucho del bankete cubiche.
Feliz día de los padres para los hombres de Tumiamiblog.
Muy bien por Correa Iglesias. Yo creo que esta lectura invita a leer a Marti, que sea Marti el que diga a las nuevas generaciones lo que tiene que decir. A nosotros nos dijeron una version de su pensamiento, nos editaron la obra y asi y todo no les creimos el cuento. Pero Marti los sobrevivira.
Que buena esta la escultura de Marti como un dios azteca!
Ano 7:57,
Pero ¿Porqué le dijeron una versión solamente? ¿No tenía usted los blancos tomos de su obra completa? je ne comprends pas!
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