sábado, 4 de mayo de 2013
A tres años de haber pretendido ser el país más culto del mundo
Antonio Correa Iglesias
Seguramente muy pocos cubanos recuerden ya que para el año 2010, Cuba sería el país más culto del mundo. Una vez más, el problema de la memoria. El cubano olvida con mucha facilidad, es inconsistente diría Sergio el personaje de “Memorias del subdesarrollo”. Lo cierto es que la fatigosa y endeble carrera por pretender lo absurdo, ha pasado a la historia como uno de los pasajes más desquiciantes y escleróticos que mente humana puede concebir.
Tal pretensión solo podía ser sustentaba desde un deseo político y un soberano desconocimiento de todo el aparato conceptual asociado a los procesos y las dinámicas culturales. La así conocida “Batalla de ideas” manejo a su antojo, -no sé si consciente de ello- el uso común de la idea de cultura. Bajo este criterio, se reconoce la cultura como un proceso de acumulación en el que intervienen todas las esferas del saber y que, geográficamente, abarca a toda la humanidad. De este entendimiento, más popular que científico, los ideólogos del gobiernos cubano extrajeron la noción de hombre culto. Es decir, un sujeto entendido y cultivado en el conocimiento -a la manera enciclopédica- al que se aspira y que representa por si mismo a los más altos valores de dicha acumulación. Bajo este criterio, pero sobre todo, bajo esta comprensión de los fenómenos y las dinámicas culturales, el gobierno cubano se trazó y traza los planes institucionales para la “masificación de la cultura” o lo que, en todo caso se ha conocido como cultura general integral, que nadie sabe verdaderamente que quiere decir e incluso que implica.
La idea de masificación, nada tiene que ver y no debe ser confundida con lo que los teóricos de la Escuela de Fráncfort denominaron “industria cultural” encargada de producir la llamada cultura de masas. Sin embargo, no se puede obviar que en ambos casos, aunque con mecanismos dispares, se pretende la estandarización del conocimiento, así como la homogeneización de las vías formales de acceso a este.
Cuando la “Batalla de ideas” se convirtió en estrategia, argumento y discurso político, la “masificación de la cultura” se convirtió en punta de lanza. Se pretendía concebir un proyecto abarcador que, desde su inicio, formulase una manera de acceso a ese conocimiento y la vía para su implementación, así como la actitud frente a los planes institucionales que articulaban este proyecto. De esta manera, ello requería la selección de un determinado conocimiento a masificar, la dosificación del mismo y la regulación de este para su empleo.
El carácter ideológico de la noción de masificación no puede pasar por alto. Este elemento tácito portaba una crítica ideológica al sistema actual de la cultura en el país y, además, proponía su solución en la figura utópica de la masificación. Ya Louis Marin en su Tesis sobre la ideología y la utopía planteaba la noción de la figura utópica como productora de un discurso que se legitima a través de ella. Entonces el discurso utópico aparece como una forma de la toma de conciencia del estado real de las cosas y es una crítica ideológica al discurso al que pertenece, una vez que constituye un fragmento de este. No solo indica el estado actual de las cosas sino también, aunque de forma acrítica y ficticia, a los instrumentos teóricos y prácticos que permiten su realización.
Desde esta perspectiva, para los ideólogos del sistema y el gobierno cubano, la masificación implica el reconocimiento de la “necesidad de elevar la cultura” y, a la vez, la forma en que se elevará esta. Su componente ideológico –masificación- es al mismo tiempo, identificación y vehículo de solución. Otro de los problemas que presentaba la noción de masificación y que no escapa a su componente ideológico es su condición holística. No solo prefigura un proyecto total sino que también delimita temporalmente su cumplimiento.
La propia idea de lo masivo participa de un sujeto que se re-conoce a partir de las construcción que realizan los medios institucionales de él. Accede al consenso a partir de una imagen fabricada, estandarizada y unánime que le ofrece una identidad virtual, compartida por una totalidad. Las estrategias que integran estas personalidades asumidas y desmembradas en las dinámicas de interacción social, están representadas bajo el protocolo de lo popular -aquello que es deseado por la totalidad- y es expresado por esa totalidad a través de los medios oficiales que están en su poder.
La condición total del proyecto, no es precisamente lo masivamente necesario sino una noción que es enunciada como tal y que surge desde la altura de la verticalidad y es, inmediatamente, asumida como verdad. La propia noción que lo hace nacional, nacido y concretado allí donde es promovido, y que al ser promovido por el estado supone la representación de los intereses del pueblo, constituye otra de las aristas del sustrato ideológico que lo fundamenta.
Si bien es rechazable la idea de privilegiar determinados sectores sociales en el acceso a la educación y la cultura, la formulación de un proyecto masificador se niega en sí misma si no nace de un análisis de las posibilidades reales de concreción de dicho proyecto y de la necesidad real del mismo. En otros términos si desde un primer momento asumimos la realidad de un proyecto como el que se pretende y le colocamos una fecha límite para su culminación, año 2010, en primer, lugar estamos iniciando una carrera para llegar a esa fecha, estamos subordinando lo cualitativo a lo cuantitativo y estamos resquebrajando el rigor que supone la interiorización de los conocimientos. Esto favorecería a las estadísticas del estado, cosa usual en un gobierno que trabaja en función exclusivamente de su política exterior, pero dejaría mucho en términos de la aplicación de estos conocimientos, una vez que la propia estructura que los enseña le impone un carácter mecánico a su aprendizaje. La manera olímpica de estructurar el proyecto solo puede servir para acrecentar superfluas glorias y trasnochados deseos de protagonismo y no para una puesta práctica de lo aprehendido.
La cultura como social fact se encuentra más allá de esa noción extática o inamovible que supone la acumulación de sucesos de conocimiento y que es visto como fenómeno lineal y ascendente. La naturaleza propia de la cultura es, al igual que la del ser humano, dinámica y esto implica un proceso de constante negación y afirmación que toma de la base anterior para sobre la presente crear nuevos conceptos o saberes que no necesariamente respondan a lo ya dado y que se manifiesta no en la continuidad de la lógica ascendente y teleológica –deseo fundado en la inevitabilidad del sistema- sino en la ubicuidad de la interacción humana. La cultura es inaprehensible en su conjunto puesto que ella propiamente es amorfa y está configurada a partir de las variaciones de la interacción humana. La creencia en que un pueblo puede ser más culto que otro constituye, cuando menos, un soberano disparate epistemológico, constituye, cuando más, un acto xenofóbico. Un planteamiento como ese deja mucho que desear de la política cultural de Cuba.
A trece años de aquel discurso donde Fidel Castro alardeó que para el 2010 Cuba sería el país más culto del mundo, lo cierto es que el panorama es otro. Entre mecanicismo y mimetismo, se ha instaurado una política cultural que no promueve los conocimientos sino desde la validación política de los mismo. Una política cultural que desde el sostenimiento hegemónico de la ideología trata de extender y vindicar lo inextensible, lo que ya no tiene fundamento. A la frase “Los cubanos son hombres cultos” hay que responder con una mueca rasgada de incertidumbre. El hecho es que, a tres años de tal pretensión, los índices culturales del país, son extraordinariamente inferiores a los de esa República que tanto se ha escamoteado pero que, en su seno, venía preñada de diversidad y respeto en su condición de igual, axiológicamente hablando frente al otro.
Este senor se volvio loco? ahora con ese teque. Mira, tratar de debatir y encontrar un mecanismo de rasonamiento a las diferentes posttura del regimen y su naturaleza a los 50 anos es una verdadera estupidez. Todavia esas confundido y buscas repuestas al tema cubano? please, que pasa? son inteligente.o no los son?
ResponderEliminarCompadre, el tema.es tan sebcillo que aquellos tipos son una ganga mafiosa,.al estilo de la mafia rusa o como cualquier otras tantas, que se apodero del pais y lo manjan a su antojo, como mismo se maneja una granja. Lo demas es pura boberia; si ahora vas a ponerte a buscarle la logica para trata de combatir a estos delincuentes comunes, pierdes tu tiempo y te habras tragado el ansuelo y enredado contigo mismo en un callejon sin salida. El gasto de energia es descomunal. No hay nada que razonar despues de 50 anos. Te lo hubiese aceptado en los primeros anis de revolucion que se prestaba a que unos cuantos sufrieran de confusion, pero ahora? na, es que no hay nada que entender. Tidavia esas metido en la sopa sin ver nada.
Mira el caso Siria 70 0000 muertos y no pasa nada!!! tofavias ctees que ouedes aniquilar a tu enemigo con las palabras....? si Cuba seta libre en el ano 3000 !
razonamiento es con Z, comentarista tan por encima de la cultura, tan mAs allA.
ResponderEliminarAnónimo qué crimen el tuyo con la gramática!
ResponderEliminarNosotros los anónimos estamos esforzándonos en mejorar nuestra ortografía. Les rogamos paciencia los "conocidos". Además, somos de ese país qué prometió "ser el país más culto del mundo".
ResponderEliminarYo diría masificación dosificada, filtrada y manipulada de la cultura. Por supuesto qué cultura? Pues la definición de cultura ni siquiera estaba en la intensión del projecto. Cultura Universal, o Cultura Politizada y condimentada a la Castro Villapol? Con mucho picante de conocimiento distorsionado histórica y políticamente, acceso condicionado y sofrito con ajo y cebolla. Por supuesto sin ingredientes como el pensamiento libre.
ResponderEliminarSin duda el problema de la memoria de los cubanos, y ahora de los venezolanos: aunque no sea propia, es grave.
Como bien se cita en este articulo, aquella masificación del conocimiento, limitaba además el acceso como condicionamiento para su implementación. A mí, al menos, me cuesta trabajo olvidar cuando fui rechazado para entrar a un curso introductorio universitario, porque no era “joven Comunista”. Por esas mismas razones probablemente fui rechazado como candidato para la Escuela Superior de Arte de Cubanacan. Además de que mi trayectoria académica me fue interrumpida por el 7mo llamado del SMO, que nunca pude evitar a pesar de salir huyendo del Pre-Universitario de La Habana para una escuela de maestros emergente. Ahí terminaron mis intensiones de atrapar la elusiva y complicada visión de la masificación de la cultura. Mía era la batalla ideológica contra el condicionamiento de lo que el Ministerio de Educación o de Cultura llamaba “Educación Superior Gratuita”
De este articulo cito: “Su componente ideológico –masificación- es al mismo tiempo, identificación y vehículo de solución” Yo también diría instrumento de aplicación de la realidad, y promoción de su figura utópica, como solución excelsa “de la conciencia del estado real de las cosas”
Orfebres experimentados y habilidosos, aplicaron de una manera brillante su concepto de masificación de la cultura a la sicología popular del “todos tenemos”. La miseria cultural también se repartió, y podías caer preso si te sorprendían con un libro de Borges entre manos. (Y aquellos que tienen memoria sabrán que no exagero) Todo se pre-fabricaba, incluso la noción de libre repartición de aquella seudo-cultura, en la manipulación tacita de a quien podías leer, o de quienes eran publicados. EL componente crítico de esta “cultura masiva” siempre gravitó en un mundo ficticio…
La misma naturaleza política del proyecto, privilegiaba socialmente el acceso a priori de la educación y la cultura; tan simple como eso! Tan simple como jugar con la sicología de la masa, desde el punto de vista del gánster en jefe. El non plus ultra de la ventaja y la manipulación social. La racionalización del pasado, solo es productiva en este caso, con el propósito de no dejarse manipular otra vez. La idea socializadora, quizás es encomiable; pero siempre desconfío de las generalizaciones y de la desconfianza. En cuanto a las posibilidades concretas de la realización de proyecto, ya en su misma generalización estaba el fracaso y su asociación al mundo de las pesadillas más que a la realidad; a las estadísticas, más que a números reales y a resultados rigorosos e históricos. Estadísticas que de todas formas han sido usadas y seguirán siendo usadas, para consumo de los ingenuos que nunca faltan.
De estas promesas, o “soberano disparate epistemológico” estoy seguro que el mafioso en jefe, en su senilidad, ya ni se acuerda que nunca las tomó en serio. El artículo me parece demasiado sensato, aunque respeto su intensión, para analizar la trivial pesadilla sicológica del patillón mandante en jefe. Interesantes definiciones de cultura como fenómeno social; pero se desperdician al utilizarlas para examinar algo que desde un principió nadie se creyó. En el reino de los elefantes blancos, y la ubres de oro; siempre conscientes de la distancia y diferencia entre las peras y los olmos; seguiremos siendo víctimas, de tamaña ignominia de patilla larga...
RLL
LLo no hentiendo mui vien lo que dise hel ceñor pero tiene rrason lo dijo marti ser culto para cer livres la cultura es hinportante.
ResponderEliminar....ahora si entender, el huevo de la zramatica es sivertido para provar el experimento frascasadoz, como decía Matiz, somos libres hasta de ser ignoramus.
ResponderEliminarDestorniyadorcito said
cree el cuento que leer y escribir bien gramaticalmente bien te hace mas inteligente y LIBRE, good for.you. Estonces.quiete.decir que tu ego es lo suficiente estupido para cteetse cuanto le conviene.
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