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lo que sigue es una discusión típica, recurrente entre esferas no excluyentes del pensamiento y la acción. la difícil intersección del arte, la política y la moral. una amistad mal llevada, precisamente lo que toca alejandro armengol en su artículo otra vez el necio para cubaencuentro. ¿es silvio rodríguez una persona ética?
Existe una terca costumbre en hallar valores personales y éticos en quienes poseen la capacidad de crear obras de arte. No siempre es así. Como ser humano, Silvio ha dado muestras de conducta despreciable. No es el único Pero en este caso no estamos exclusivamente ante un artista, sino ante alguien que desde el inicio ha explotado las circunstancias que le permitieron no solo convertirse en un mito para la juventud cubana, sino en un símbolo internacional.propongo aceptar la premisa armengoliana arriba: silvio es un funcionario sumiso que ha sabido utilizar su influencia dentro de un sistema opresivo y eso lo hace despreciable. pero eso no es todo lo que es silvio. está el artista notable con una obra conocida. lo interesante es que el rechazo ético no conlleva automáticamente la exclusión estética.
el arte y la política no se llevan. desde su coyuntura, la nueva trova nace al amparo de lo político y silvio es un exponente distinguido. pero hay matices. aspectos del realismo socialista soviético y chino o el cine nazi --y mucho de la poesía revolucionaria cubana que son puro panfleto. no así la trova de silvio, como lo muestra este enlace. quedan períodos supuestamente auténticos, de canciones juveniles de protesta. temas que como reconoce armengol inspiraron a una generación. otras --y no pocas-- cumplen la tarea de loar el régimen castrista. pero los juicios estéticos cambian con el tiempo: el silvio tardío es hoy una sombra del silvio temprano (esa conversación cabe en otro lugar).
los 60 quedan en la bruma. era la época revolucionaria. lo temprano de todo. el silvio jóven le cantó a la esperanza. su poesía despuntó con un existencialismo cubano sui generis: el amor, ingrediente principal, flotaba como versión de una realidad social que sin embargo no le era extraña. ser jóven era ser revolucionario. ser revolucionario "parecía" una posición frente a la injusticia. el sueño cambió radicalmente durante los años grises de la década del 70. veinte años después quedaba una caricatura.
(...) Silvio Rodríguez representó una pequeña posibilidad contestaria dentro del sistema y lo que es más importante, de individualidad creadora. Más que un rebelde, siempre fue un individualista, y los jóvenes de entonces lo admiraron —y también envidiaron— por ello.además de uno de los trovadores más destacados del momento, silvio era un funcionario. armengol lo retrata.
(...) en múltiples ocasiones Silvio Rodríguez ha traspasado la infamia y caído en la ignominia, con necedad y empeño. Las dos o tres frases sinceras que también ha pronunciado no lo libran de culpa.no abrigo dudas que generaciones futuras de cubanos disfrutarán de esas canciones. ¿y justifica el arte la infamia? por supuesto que no, pero el asunto se complica. silvio es una dicotomía: un tipo cobarde con canciones que han hecho historia. puedo reconocer los valores artísticos del trobador y a la vez repugnar su desempeño como humano. ¿y la cobardía? aristóteles, pensador de las virtudes humanas, define la cobardía como una "falta" moral cuyo justo medio representa el valor. la cobardía es abyecta y esto la hace despreciable.
aquí cabe una cita de j-p sartre en su el existencialismo es un humanismo:
el cobarde se hace cobarde... hay siempre para el cobarde una posibilidad de no ser más cobarde. lo que tiene importancia es el compromiso total, y no es un caso particular, una acción particular lo que compromete totalmente.¿cómo puede un baluarte de la "canción protesta" como silvio darse el lujo de ignorar la realidad en que ha vivido todos estos años, realidad falsa e injusta que lo protege y legitima? le aqueja la condición que armengol llama "acomodamiento", otra forma de cobardía:
Más allá de su cobardía y acomodamiento, lo peor en Silvio es su falta de pudor. Ya no es un trovador de jeans gastados y guitarra al hombro, sino un empresario y cantante famoso. Paradójicamente, esto lo lleva a aferrarse a un régimen que sabe en ruinas, pero con el que está comprometido moral y materialmente, y al que piensa sobrevivir con dos o tres declaraciones plañideras cuando llegue el caso, y tres o cuatro canciones oportunas que desde hace años deben estar bien resguardadas.