Los seres de la Tierra están tristes, mientras los orishas montan fiesta. Y es que se ha ido el conguero Daniel Ponce a su patria celestial. Nacido en La Habana el 21 de julio de 1953, el conocido virtuoso de los cueros crece a la sombra musical de su abuelo, otro reconocido percusionista. Con solo 11 años de edad, entra en el mundo artístico tocando en Los Brillantes, conjunto cuyo repertorio se nutría del ritmo mozambique. Su nombre aparece ligado a varias agrupaciones folclóricas, donde ejecutaba la tumbadora y los tambores bata.
Durante su juventud, toca en la Comparsa
Estudiantil Universitaria. Estuvo participando en los carnavales habaneros hasta 1980 fecha en que decide abandonar la isla rumbo a
los Estados Unidos. Tras un breve paso por Miami, se radica en New York, donde
comienza a tocar con los hermanos Jerry y Andy Gonzáles en el Village Gate, al
tiempo que colabora como músico invitado en dos álbumes del saxofonista cubano
Paquito D’Rivera y se integra a la Orquesta de Eddie Palmieri. Es en New York donde
Ponce consolidaría una relevante carrera como percusionista, sobre todo a partir
de conocer al bajista, productor y promotor disquero Bill Laswell, quien lo
involucra en múltiples proyectos del sello discográfico Celluloid/OAO Records, patrocinado por el empresario Jean Karakos, y en el que Ponce dejó grabadas importantes contribuciones.
Entre su discografia se encuentra: New York Now!, Arawe, Chango Te Llama, Rumba Pa’Gozar (éste último, una recopilación de New York Now! y Arawe). Pero participó también en innumerables conciertos y proyectos discográficos con prestigiosos músicos, entre ellos Paquito D’Rivera, McCoy Tayner, Eddie Palmieri, Herbie Hancock, Mick Jagger, Ginger Baker, Celia Cruz, Mario Bauzá, Dizzie Guillespie, Tito Puente y
Como creador e
intérprete, el trabajo musical de Daniel Ponce se inscribe dentro de las
variantes afrocubanas, el jazz y la salsa. Su performance era poderoso y a base
de rigor y práctica logró en su madurez artística que la cualidad curtida de
sus manos combinara con el talento, la velocidad y un oído sofisticado para
convertirlo en hábil ejecutante de golpes, redobles y transiciones cuando le
tocaba el protagonismo durante los solos. Tuve la oportunidad de disfrutarlo en
sus memorables desempeños con el trío de Alfredo
Triff . Lo observé disciplinado, mesurado en la ejecución
colectiva e impetuoso cuando le tocaba su descarga. Eran momentos de trance en
los que sus herramientas de piel y huesos se desdoblaban sobre el parche fundiéndose
con las de Cándido, Patato, Chano, Tata, Mongo y otros antecesores legendarios. Quien sabe
si en esos momentos, aquel Daniel invocando a los espíritus congueros se estaba
alistando desde entonces para el viaje inevitable al fetecún con los dioses. (JR)
Que DIos lo tenga en su gloria. Amalia
ResponderEliminarJR, qué lindo que hayas escrito una nota bográfica-epitafio. El mulato siempre estará en toda la buena música compartida que deja tras sí. RI
ResponderEliminarUno de los sonidos mas bellos en las congas.RIP Daniel Ponce
ResponderEliminarUno de los sonidos mas bellos en las congas.RIP Daniel Ponce
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