Jesús Rosado
Uno pudiera emprender la reseña de Brooklyn
Nights, el último proyecto de Roberto Poveda con la colaboración de
Fima Ephron, comenzando por resaltar la sensible exploración con la que
cantante y autor se propone revisitar géneros tradicionales del espectro cubano
asimilándolos a un criterio sonoro de vanguardia donde se conjugan información
y sentido de actualidad. Pero sería injusto omitir que los antecedentes de
conceptos como el de esta producción se remontan a eventos perdidos en la
lejanía de ocho décadas.
No se puede explicar la inspiración
que concluye en las pasiones nocturnas de Poveda si no recordamos en horas tan
tempranas de la modernidad criolla la
inserción de nombres como Mario Bauzá, Machito o Antonio Machín en los
escenarios cosmopolitas de New York, París o Madrid. Ellos serían pioneros de
la fusión de claves vernáculas con las últimas tendencias del universo musical
contemporáneo. Y hay quien argumentará que me estoy adentrando en el
sincretismo del afrocubanismo con el jazz cuando Brooklyn Nights no es precisamente una muestra de tal
fenómeno, pero es que hay que acudir a ese
paradigma para seguirle el
rastro a los cruceros donde en algún momento se intersectan el bolero con el jazz band bajo la inmensidad del Benny, o el
crooning con la trova tradicional que deriva definitivamente en filin, o el doo-wop conciliándose a los ritmos criollos en
el legado de Los Zafiros, o el rock estilizado en el sonido renovador de la
Orquesta de Música Moderna y en las experimentaciones de Arte Vivo, o la presencia del funk en la instrumentación
electrónica que le aplica Formell a la música cubana de los setenta.
Todas las encrucijadas transnacionales que rebasaron parámetros, desde Chico O’Farrill y Frank Emilio hasta Irakere y Afrocuba desembocan en lo que hoy los críticos engloban como el nuevo sonido urbano cubano, cuya contribución fluye simultáneamente desde todas las orillas en estos tiempos de diáspora en que el talento insular se ha establecido interactuando con la riqueza sonora de cada cultura. Citar nombres significativamente innovadores como el de Descemer Bueno, AlfredoTriff y el del propio Poveda en suelo americano se hace coherente con la trayectoria de Gema y Pavel o Habana Abierta en territorio ibérico o el efervescente movimiento revisionista emprendido por Kelvis Ochoa, Raúl Paz y Diana Fuentes, entre otros, en el panorama musical de la isla. Todos son resultado de una historia alternativa al facilismo mercantil en la que letra, melodía y actitud interpretativa desafían los espacios trillados del consumismo.
Con estas premisas historicistas no pretendo mediatizar la trascendencia sensorial de Brooklyn Nights, un disco donde la energía histriónica de Poveda reafirma que las noches de New York son las más intensas del planeta. Mi intención es convocar al intelecto junto al oído en el disfrute de procedencias melódicas diversas - bolero, rock, blues, filin, trova, flamenco, funk, son – que el cantante aborda con astucia interpretativa y una personalidad inequívoca que en la distancia de los sellos evoca la excentricidad etílica de Tom Waits.
Poveda es un trovero que no hace concesiones en afinidades generacionales. Ha sabido desmarcarse como cantante y compositor de la sombra de su hermano Donato y de aquellos que lo acompañaron en las descargas de adolescencia. Su voz y sus cualidades dramatúrgicas lo convierten en un recurso envidiable para el soundtrack del cine noir. Es un ejemplar nocturno difícilmente domesticable, y a la vez, culto y sutil. En las once piezas de este disco tiene la osadía de dejarse visitar por matices de fantasmas memorables: Pacho Alonso, José Antonio Méndez, Bola de Nieve, Eduardo Elio Hernández, Fernando Alvarez, Leonard Cohen…y a la postre sigue siendo lo que es, un singular estilista vocal inmerso en vehementes madrugadas. Desayunar con su Brooklyn Nights sería un yerro. Hay discos elegantes que como un frac suelen vestir la noche.
El disco resulta un proyecto bien pensado con apoyo instrumental de meritorio profesionalismo. Aún cuando Poveda ha protagonizado desempeños de compleja elaboración bajo la tutela de compositores como Kip Hanrahan o Triff, esta producción evidencia innegable madurez conceptual como autor y entraña desde ya compromisos más exigentes para el futuro. No en balde el crítico Carlos Olivares Baró lo menciona entre los discos cubanos más llamativos del 2012 y el escritor Enrique del Risco exalta el espíritu renovador con que ha sido recreado.
Ahora bien, ¿qué le falta a la propuesta? En mi opinión, lograr cuerpo en la promoción como proyecto grabado. La producción ha garantizado calidad de sonido y muestra el diseño convincente de esa “pupila insomne” en el rostro de Poveda, concebida por el talentoso Arturo Cuenca para el cover. Pero no basta con la comercialización en formato MP3. Discos como estos necesitan circulación documental y coleccionable. Todavía no se ha extinguido definitivamente la era disquera. Hay que manosear carátulas y cerrar y abrir plásticos. Mostrárselos a los amigos, sacarlo de la funda, disfrutar la masterización de alta fidelidad y no la comprimida en el streaming. Hay que escuchar la garganta inimitable de Poveda desbordarse rudamente por las bocinas del CD player rasgando el aire del recinto íntimo. Colgarnos a la copa, mientras surca la voz inconfundible, ahumada en whisky y nicotina. Esa que, al menos para mí, pertenece al chansonnier más original con que hoy día cuenta la música cubana.
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Las canciones del proyecto discográfico se pueden adquirir visitando: www.robertopoveda.com
Todas las encrucijadas transnacionales que rebasaron parámetros, desde Chico O’Farrill y Frank Emilio hasta Irakere y Afrocuba desembocan en lo que hoy los críticos engloban como el nuevo sonido urbano cubano, cuya contribución fluye simultáneamente desde todas las orillas en estos tiempos de diáspora en que el talento insular se ha establecido interactuando con la riqueza sonora de cada cultura. Citar nombres significativamente innovadores como el de Descemer Bueno, AlfredoTriff y el del propio Poveda en suelo americano se hace coherente con la trayectoria de Gema y Pavel o Habana Abierta en territorio ibérico o el efervescente movimiento revisionista emprendido por Kelvis Ochoa, Raúl Paz y Diana Fuentes, entre otros, en el panorama musical de la isla. Todos son resultado de una historia alternativa al facilismo mercantil en la que letra, melodía y actitud interpretativa desafían los espacios trillados del consumismo.
Con estas premisas historicistas no pretendo mediatizar la trascendencia sensorial de Brooklyn Nights, un disco donde la energía histriónica de Poveda reafirma que las noches de New York son las más intensas del planeta. Mi intención es convocar al intelecto junto al oído en el disfrute de procedencias melódicas diversas - bolero, rock, blues, filin, trova, flamenco, funk, son – que el cantante aborda con astucia interpretativa y una personalidad inequívoca que en la distancia de los sellos evoca la excentricidad etílica de Tom Waits.
Poveda es un trovero que no hace concesiones en afinidades generacionales. Ha sabido desmarcarse como cantante y compositor de la sombra de su hermano Donato y de aquellos que lo acompañaron en las descargas de adolescencia. Su voz y sus cualidades dramatúrgicas lo convierten en un recurso envidiable para el soundtrack del cine noir. Es un ejemplar nocturno difícilmente domesticable, y a la vez, culto y sutil. En las once piezas de este disco tiene la osadía de dejarse visitar por matices de fantasmas memorables: Pacho Alonso, José Antonio Méndez, Bola de Nieve, Eduardo Elio Hernández, Fernando Alvarez, Leonard Cohen…y a la postre sigue siendo lo que es, un singular estilista vocal inmerso en vehementes madrugadas. Desayunar con su Brooklyn Nights sería un yerro. Hay discos elegantes que como un frac suelen vestir la noche.
El disco resulta un proyecto bien pensado con apoyo instrumental de meritorio profesionalismo. Aún cuando Poveda ha protagonizado desempeños de compleja elaboración bajo la tutela de compositores como Kip Hanrahan o Triff, esta producción evidencia innegable madurez conceptual como autor y entraña desde ya compromisos más exigentes para el futuro. No en balde el crítico Carlos Olivares Baró lo menciona entre los discos cubanos más llamativos del 2012 y el escritor Enrique del Risco exalta el espíritu renovador con que ha sido recreado.
Ahora bien, ¿qué le falta a la propuesta? En mi opinión, lograr cuerpo en la promoción como proyecto grabado. La producción ha garantizado calidad de sonido y muestra el diseño convincente de esa “pupila insomne” en el rostro de Poveda, concebida por el talentoso Arturo Cuenca para el cover. Pero no basta con la comercialización en formato MP3. Discos como estos necesitan circulación documental y coleccionable. Todavía no se ha extinguido definitivamente la era disquera. Hay que manosear carátulas y cerrar y abrir plásticos. Mostrárselos a los amigos, sacarlo de la funda, disfrutar la masterización de alta fidelidad y no la comprimida en el streaming. Hay que escuchar la garganta inimitable de Poveda desbordarse rudamente por las bocinas del CD player rasgando el aire del recinto íntimo. Colgarnos a la copa, mientras surca la voz inconfundible, ahumada en whisky y nicotina. Esa que, al menos para mí, pertenece al chansonnier más original con que hoy día cuenta la música cubana.
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Las canciones del proyecto discográfico se pueden adquirir visitando: www.robertopoveda.com
JR, aunque no soy amante del feelin y por extremista prefiero el bolerazo.córtate.las.venas.ya, me fui a spotify "a vel y oíl" y escuché este disco.
ResponderEliminarenseguida pensé en el L.O.V.E de IDelgado, que aunque no me guste ID, sí me gustó ese disco por bien logrado, y creo que con el plus de acceso al ser canciones ya súperprobadas con estupendos nuevos arreglos.
en este BklyNights se siente la buena música, pero la letra de las canciones como que no... no se pegan. o por lo menos a mí. la que más me gustó fue "Mulatto" (and why the double tt no sé...) y el Pakete tiene su swincito. la voz de Poveda me trajo un ecomix entre Armando Garzón con granitos del IDelgado feelinista y aunque escuché el disco varias veces tratando de que me gustara más, se quedó en eso para mí, un intento. pero bueno, gracias por exponerlo acá. omu
Pero,bueno,no se si entiendo bien.¿Por fin hay disco o no hay disco?
ResponderEliminarMe encantan sus canciones, de la voz de Roberto me encanta el timbre, tambien la manera cubana colombiana de pronunciar. En fin, es un discazo para bajar ya. Ana Julia
ResponderEliminarMuy bien dicho JR, es un album tan bonito, temas originales, Poveda es unico. RI
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