En esa circunstancia, al arte del porvenir pueden aguardarle, al
menos, tres avatares posibles. Uno, actuar como ironía de lo que fue y
de lo que ya no podrá ser. Dos, afianzar su tendencia creciente a
suceder como
texto, y disfrutarse u odiarse como
lectura.
Una tercera eventualidad vendría servida por un rudimento más discreto,
que suplantaría este tiempo marcado con el superávit de obras
posibles por una era singular de obras
necesarias.--
Iván de la Nuez.