viernes, 31 de agosto de 2012
dance cadaverous: wayne shorter
la idea de wayne shorter con speak no evil, uno de los discos más importantes de jazz de los 60 tempranos, es de "crear paisajes en la bruma". no pudiera haberlo hecho sin la colaboración de músicos como ron carter, freddie hubbard, herbbie hancock y elvin jones.
el tema, influenciado por valse triste de sibelius, comienza, sincopado y cinéfilo. la armonía neo-impresionista nos recuerda ascensor al cadalso con la música de davis (aunque speak no evil tiene mejor trabajo de grupo). acabado de salir de art blakey y sus messangers freddie hubbard era la competencia más fuerte de davis en esos años. shorter, otro miembro de ese grupo, pasaría a integrar el segundo mejor conjunto que davis tuvo jamás entre 1964-1968. no es casualidad que caravan es el mejor proyecto de los messengers. dato: el sonido excepcional de hubbard nunca usó la sordina (el sello davis).
hancock al piano hace gala de acordes fríos, delicados. las frases reiterativas de la mano derecha se inscriben en modos griegos que apoya la izquierda en stacatto. darían envidia al mismo debussy, quien no conoció el blues --alguien diría en otra tierra sin el siglo XIX que el impresionismo nació con el jazz. flota el ritmo del piano, dilatado, antes de caer la armonía en un tiempo fuerte desacelerado. la banda le da a hancock el solo en 1:49. sutil e introspectivo camina el flaneur envuelto en la niebla de la húmeda callejuela. diálogo interno e inverso, hancock busca un centro específico. en 2:40 reitera una sencuencia de esas que se tornan cruciales. es acaso lo que busca el esqueleto, solo que al revés.
por fin le llega el turno a shorter: su descarga comienza con escalas abiertas en el cuello superior del jarro, ideas de acordes no resueltos, pespunteados por el platillo presistentemente retraído y algo guaposo de elvin jones. por 4:15 el tenor dibuja eslatactitas aumentadas. son berridos tímbricos suaves, condensados, disueltos en el aliento de la caña mojada. vibración que suda cascadas cromáticamente deshuesadas de su centro vertebral. son parajes inusitados.
de pronto vuelve el coro. nos recuerda que se trata de una vuelta al principio: el tiempo de shorter es cíclico. nietzsche hubiera estado orgulloso de un negro más francés que muchos (si tenemos en cuenta que el profesor sifilítico habría dado cualquier cosa por haber descubierto el jazz). súbitamente por 4:59 irrumpe el tema: citadino, sinuoso, nocturno, sincopado... oírlo de nuevo parece distinto. para 6:16 hancock fabrica filigranas por debajo del grupo, son amagos y señales. la música se cuaja en miles de carapachos de artrópodos a flor de tierra. irrumpe la coda y el cadáver ha terminado su danza.