sábado, 14 de julio de 2012
Músico - Bebo Valdés, Marisa Monte y Carlinhos Brown
Dos novedades me llegan al unísono. Una, la nota feliz del aniversario matrimonial de unos queridos amigos; la otra, la lamentable fuga mental de un amado pianista nuestro. Las dos noticias convergen en el mismo sitio del alma. Solo “ese sentimiento que se llama amor” puede ser capaz de encuentros tan adversos. Un antagonismo que no se excluye. Nada tan pre-existencial como póstumo a la vez que el amor. Su tristeza lo marca la transitoriedad inherente a la dictadura física, en tanto la felicidad estriba en la capacidad filosófica de asimiento. Todo post apela al cambio para ser, pero resiste el cambio para permanecer, afirma Triff en su texto anterior. Tal paradoja es lo que puede explicar la noción repetible del amor. Justo la que se reafirma en estas dos noticias simultáneas traducidas sencillamente en una pieza musical -tierna y menuda- donde aquello (y aquel) que protagoniza caducidad y permanencia coexisten dramáticamente. Vivir y su inevitable distancia, mordida compartida a la misma manzana. (JotaeRre)