Jesús Rosado
Aung San Suu Kyi es sencillamente una mujer que cree en la democracia. Y su grandeza consiste en restarle a ese credo el halo místico. Para ella la defensa de la libertad llegó a ser una maniobra doméstica de cada minuto, asumiendo la pretensión de devolverle la dignidad al ejercicio público como un acto natural entre mentes libres.
¿De qué manera lograrlo ante el acoso y la falta de compasión? A la manera de una psiquis rebasando el pánico. Sudando calladamente la fragilidad hacia dentro. Convirtiendo la adrenalina en parsimonia. Edificándose el coraje ladrillo a ladrillo como una ardua casa interior. Abriendo en cada muro un vano por donde transitara la verdad.
Por ello, al llegar en estos días a recoger su Premio Nobel tras décadas de aislamiento, cronistas, biógrafos e historiadores podrán redactar cuartillas sin rubor por primera vez desde largo tiempo. Y es que elevándose sobre tanto dolor, esta mujer se ha movido por el mundo con la levedad de un pavo salvaje. Sin mesianismo. Defendiendo desde la palabra apacible y contundente la opción actual más justa de los modelos de convivencia.
...Mientras sigamos creyendo que el país no experimenta un proceso democratizador, trataremos de hacer comprender a la gente por qué es necesario trabajar para lograrlo. No basta con alcanzar la democracia; incluso si se instaurase mañana, podría haber un golpe de Estado al día siguiente. Tenemos que educar a la población sobre su significado. Y no se trata sólo de los derechos que va a conseguir, sino de las responsabilidades que tiene que asumir para salvaguardar esos derechos...
Palabras que atañen a Birmania, pero que pueden referirse a cualquier sociedad donde la libertad es un paño raído y sucio. Frases que aluden a precariedades cercanas. Que nos recuerdan que el ser ciudadano auténtico está reñido visceralmente con la condición de víctima. Una certeza que a toda costa las dictaduras se empeñan en mostrar como falacia.
7 comentarios:
Gracias, Jesús, por rendir homenaje en estas páginas a una heroína del mundo que habita desde ya los espacios que ocupan otros grandes, como Gandhi y King...
No sabes la alegría que me da, Jesús, leer este post. Hace muchos años leí un libro sobre su experiencia de confinamiento, eso que describes como "sudando la fragilidad hacia adentro". En esa mujer convergen muchos valores, que de expandirse harían que la experiencia política rebote hacia otra dirección. Donde debió haber estado siempre. Cobra una belleza imprevista el sacrificio sereno por los otros. Lo comparto con tu anuencia.
Cristina F.
una mujer asI nos alude a todas. muy lindas tus palabras, jesUs. RI
Esta mujer despues de tanto sufrir se ha vuelto una flor perfumada con petalos de hierro.
Hacía falta esa cara de mujer en el nóbel.
estupenda selección de palabras, jotaerre... levedad de pavo salvaje...sudando la fragilidad hacia dentro... libertad paño raído...
admirable mujer!
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