En fin que al final y una vez reencontrados tú, es decir Romeo, y yo, Julieta, nos fuimos despreocupados a la playa a continuar nuestros sabrosos diálogos filosóficos, musicales y eróticos, en los que a falta de pan, buenas son tortas, me singas mentalmente y me sugieres finamente diversas maneras de convencerme con cuentos e inventos ad hoc, a fin de sacarme descaradamente mi dinerito. En eso el Diablo que nunca duerme y todo lo añasca, hizo que los dos gatos, el comemierda amarillo y la ya antemencionada morona negriblanca, tomaron las de Villadiego y se fueron a buscar ratones por el barrio. Justo antes de salir nosotros, pues estuviste en casa solamente el tiempo que me llevó el vestirme, el amarillo volvió a entrar, porque recuerdo vagamente haberlo visto, pero parece que la negribalnca se pasó la tarde afuera por comemierda. La loca se puso histérica al saber que habías osado penetrar en su casita, considerando que ninguna razón había para ello. Yo le aclaré que sí que la había y que tu legítima preocupación de que tu anciana mariquita enamorada se te fuera a ir a cantar el manisero a los Campos Elíseos junto con las sombras de Ulises y demás antepasados difuntos solita en su cuartico alquilado, era razón suficiente para que le violaras a mansalva y a tu siempre viril manera, su sancto sanctorum domiciliario. Y de paso no quise privarme del placer infinito de expresarle a grito pelado mi mas profundo desprecio por ese par de mongólicos gatunos que ella adora, repitiéndole dos veces, según la vernácula costumbre cubana de redundar en abundancia, que yo me limpiaba el inán )el fuifo o si prefieres en castellano castizo, el culo(, con sus dos gatos.
Después de eso silentium post clamores. Él se puso a recitar el mantra un ratico y yo me tiré en la cama a darme una crema hidratante a base de cocoa por mis piernas, brazos, pecho con su correspondiente tetamen y vientre, lamentando no tener conmigo a un esclavo abisinio que me la diera también por la espalda y de paso por la entrenalga. Y dormí como una mona después de ser poseída por el orangután de sus amores. Héteme aquí ahora contándome mi vida como suelo, deseando verte de nuevo hoy para continuar nuestro coloquio interminable y que me hables de violines y Stradivarius, y de bosques de cipreses resinosos, y de cómo se vive bien en Cuba cuando se es pincho e hijo de artistas reconocidos del régimen, y lo bonita que era Rusia cuando era ñángara y todas esas cosas que, entre otras, y sobre todo tu carita de ángel de Salcillo, y pecho de oso siberiano, tanto me fascinan de ti.
Ya sabes, el panorama se aclaró y creo que la dejé planchada, la pobre, pues no se esperaba que yo, que tan mansita pretendo ser, me le haya revirado de tal manera. Y que no le conviene que me le vaya antes del fin de mes porque tendría que devolverme el dinero que le di por adelantado ya que la infeliz está en la fuácata. En fin que si quiere ser casera tiene todavía que tomar muchos cursos preparatorios y yo ya le he dado el primero de gratis.
Un beso sobre tu divina portañuela.
De tu chernita prodigiosa que te adora.
fuertecito pal tiempo.
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