Jesús Rosado
No lleva armas consigo. Ni siquiera una Gillette para rasurar el bozo de sus diecisiete años. Camina tranquilo entre las penumbras de la noche aún temprana. Lleva celular en mano musitándole piropos a la chica que le gusta. No…no ha desembarcado de un Mustang robado. Ni ha amenazado a nadie entre sombras para que le afloje la plata para hierba. Tampoco ha graffiteado impunemente algún muro impecable del condominio. Nada de eso. Simplemente se devuelve con liviandad teenager desde la 7-Eleven más cercana donde compró la lata de iced tea y la barra Snickers, más que por hambre, como pretexto perfecto para poder descargarle a su chick lejos de la chismosería de los viejos. Todo en Trayvon Martin se mueve aniñado, elefantudo. Avanza con zancadas serenas y encorvado bajo el hood calado que lo protege de la llovizna. Sin embargo, hay algo que inquieta al vigilante voluntario que lo ve pasar. Un negro que camine despacio en la noche es para George Zimmerman sinónimo de peligro. Ante una piel oscura, George nunca deja de asumir la proximidad del crimen. Que no tenga una intención y un arma es una probabilidad remota. Por tanto, cualquier pregunta la hará después. Primero descerroja la pistola. Llama al 911. La instrucción es clara, de no rebasar la sospecha, no hay que perseguirlo. Pero desde los tiempos del Klan un negro en la noche siempre es una amenaza. Hay que adelantarse a la consumación de lo no consumado. No importa que Trayvon –el afroamericano casi niño- se sobresalte y pregunte turbado a Zimmerman la razón de por qué lo sigue. No importa que el espanto cambie de cancha. Ya George leyó el temor en los ojos del adolescente y ahora da casi por seguro que detrás de esa adrenalina se viene tramando el delito. Él, heroico velador de los intereses del vecindario, está on duty. Va a descartar la amenaza por las buenas o por las malas. Mañana vendrá el reconocimiento. Pero ahora no es momento de perder tiempo. Pistola en mano le exige al chico que le responda qué está haciendo. Imposible otorgarle a esta caminata afro en una noche floridana una intención bondadosa. No se puede andar con remilgos pensando a estas alturas si el potencial ganguerito lo es o no lo es. Es más, lo que acaba de ver aferrado por una de sus manos y que pudo parecerse a una lata de soda, bien puede ser un arma de potente calibre o hasta probablemente una granada. Todo en George opera con urgencia como en un marine en acción, y si el morenito esquiva ágil el hacerse blanco perfecto e implora que no dispare, George no duda en interpretarlo como una maniobra diversionista. No dilata más, dispara y hace diana. Dispara y perfora la piel oscura aún crispada por el miedo a morir y no ver más a los padres que aguardan por él. George llama de nuevo y solicita que acuda la policía. Se planta firme cerca del joven cuerpo inerte. Como cazador sobre presa, se acomoda tranquilo. Ha cumplido con el deber. La honradez de la jornada ha quedado resuelta. Sabe que sombras y vocación policial lo escudan. Mientras espera, suenan las sirenas a lo lejos, y esta noche, como la de antiguos almanaques, se va poblando de capuchas blancas.
atroz
ResponderEliminarMuy bueno, JR. El caso Trayvon ilustra que el "problema negro" nos persigue. Solo ayer fue que se habló públicamente del asunto en la propia escuela del muchacho asesinado. ¿Miedo al "negro"?
ResponderEliminarEsto es lo que puede llamarse linchamiento de bajo perfil
ResponderEliminarUn post a la altura de la gravedad del asunto. Lo he tuiteado nada más leerlo.
ResponderEliminaruna ves , hace 4 o 5 anos ,llegue a un negocio-almacen de un conocido, cubano sesenta y pico de anos , el sentado detras del buro ,yo ,hice mi orden , conversamos un rato , y al final ya casi en la despedida me dijo : anda con cuidado , la cosa esta mala , hoy por la manana mate a un negro que se me quiso colar aqui, antes de tener tiempo para procesar semejante horror , el se adelanto y me dijo: eran dos , el otro se me fue vivo…
ResponderEliminarescuchE las gabaciones, los gritos del jovencito pidiendo ayuda; escabroso. RI
ResponderEliminarAlfre, esto había que repiquetearlo aquí en Tumiami. Ha estremecido a un sector amplio. Luego del logro de un primer presidente negro se hace más absurdo este retorno al crimen racial Y además, un niño. Una criatura que como mismo dice Rosie clamaba por su vida según las grabaciones.
ResponderEliminarGracias, IváN, por tu entrada y por amplificar el tema. Te confieso que esta desgracia me tiene en shock. No sé si es que estoy envejeciendo, pero el asesinato me ha ido triturando el tuétano
ResponderEliminar¡Ah! pero las armas no matan, son las personas. Cualquier energúmeno puede hacerse de un arma de fuego y dárselas de sheriff. Excelente artículo y que desgracia. Saludos.
ResponderEliminarComo si fuera un oeste.De la misma manera un policia retirado hijo de puta mato en Cuba hace unos meses a un muchcachito negro.Hasta cuando,Dios mio,hasta cuando
ResponderEliminarUn crimen es un crimen es un crimen.
ResponderEliminarY el tipo aún no ha sido arrestado.
Gracias Jesus Rosado por una reseña tan justiciera y poética. Me la llevo para colgarla en mi pared de facebook, quizá otros también la lean.
ResponderEliminarTeresa.
Efecto Trayvon:
ResponderEliminar- La indignación se extiende por toda la nación
- El jefe de la policía de Sandford se ve obligado a renunciar, mientras es asignado un fiscal especial para investigar el caso
- Resurge el movimiento Black Panthers ofreciendo una conferencia de prensa donde amenaza veladamente a George Zimmerman
La cosa se complica, Obama, Romney y Santorum se pronunciaron en contra de Zimmerman. La investigación del Gradn Jury va.
ResponderEliminarVeamos. La cuestión es simple. Hagamos por un momento de jurado. Trayvon, increpa a Zimmerman por seguirlo. No hay causa. Trayvon, adolescente al fin, le boconea a Zimmerman. No hay causa. Trayvon, está cabrón y se pone en guardia para hacerle frente a un hombre armado. No hay causa. Trayvon, no está dispuesto a que lo maten y está presto a pitchearle a Zimmerman una lata de soda y una barra de candy. Tampoco hay causa. Ahora vamos al otro extremo, Trayvon aterrado quiere escapar, aún si haber cometido delito porque ve bajo amenaza su vida. Nada, absolutamente nada hace causa para condenar a muerte ante un jurado a Trayvon. Sin embargo, Zimmerman, implacable, le aplica por su mano la pena máxima. Repito, no puedo con esto.
ResponderEliminaral menos que haya gente que le den un seguimiento a esta tragedia es un consuelo. adelante Tumiami
ResponderEliminarFuerte el hecho, casi un guión de cine el texto de JR.
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