Fracisco Goya, ¿qué hay que hacer más?, 1810-20 |
Estoy loquita por llamarte por teléfono para volver a gozar oyendo tu voz. Pero no quiero molestarte tanto con mis mariconerías.
Me desvelé como siempre suelo hacerlo a eso de las cuatro, y me puse naturalmente a pensar en tu sonrisa tan dulce y dura al mismo tiempo.
De alicatedulce.
Y en esos ojos que son pura brujería.
Se me ocurrió que yo debía estar fichada clínicamente hace tiempo como homosexual pasivo con tendencias al transexualismo y aspiración constante y obsesiva a la vaginoplastia en algún instituto psiquiátrico en vista a que los doctores competentes encuentren un tratamiento adecuado a mi caso.
Para comenzar me tendrías que hacer una tarjeta de identidad como "auténtico enculé francés". Y para mostrar mi derecho a ser clasificado en la categoría de "sodomizado feliz y empedernido" me podrías, si te gusta esta idea, sacar una foto de mi ojo del culo mientras yo me abro las nalgas para mostrar bien el daño que me han hecho durante toda una vida de maricón sumiso los muchos abusadores que así me lo han dejado. Que se vea también la papaya que llevo tatuada como signo de mi perseverante estado de humillación.
El moro expresidiario que me la tatuó en Pigalle fue el mismo que me perforó los pezones con un estilete hecho especialmente para ponerles argollas en las tetas a los masoquistas delante de su mujer para que ella se dejara hacer lo mismo que era el cráneo que él tenía.
Ya entendí que nunca querrás dejarme tocarte el cuerpo, y eso me gusta mucho. No quisiera macular con mis manos y boca de enfermita patológica tu impoluta calidad de macho cubano como Dios, y la Revolución, mandan. Prefiero resignarme al papel de inferioridad que me ha dado nuestra cultura y sociedad machista y gozo como una enajenada de mi condición justamente subalterna. Mi macho puede mearme, abofetearme, meterme por el culo un bate de plástico verde fosforescente, como el que vimos en la playa tirado en la arena esta tarde. Todo es cuestión de encontrar el calibre adecuado de manera a dilatarme el ojete sin hacerme más daño como me lo recomendó el médico. Metérmelo suavecito nada más, sin traqueteármelo adentro como tantas veces me lo han hecho. Solamente para hacerme sentir bien claramente la ignominia que significa tomar por el culo.
E s e s a m i s m a h u m i l l a c i ó n l a q u e m e h a c e g o z a r t a n t o.
Tu mirada y sonrisa burlona me tapan la boca y no me dejan ni hablar. Me pudieras meter en la boca un blúmer de alguna de tus jevas para amordazarme, e irme enseñando a callarme como me has dado a entender que voy a tener que hacer de ahora en adelante si quiero seguir este extraño romance contigo.
Como te podrás imaginar, me he estado apretando los dos clítorix de mis teticas mientras te escribo estas sentidas líneas.
Pero tengo la piltrafita tan anestesiada y flácida que ni siquiera me la puedo menear a ver si me vengo.
Es que se me va saliendo la leche sola pensando en que me vas a fichar definitivamente como chernita y no logro el mínimo de erección necesaria para eyacular como un varoncito. Es la misma sensación que sentía cuando aquel doctor me daba las inyecciones de hormonas femeninas con una jeringa de aguja gorda delante de mi mujer. Me pasé como dos meses sin poder venirme.
Me excita mucho esta idea que se me ha ocurrido, espero que te guste, o que por lo menos no te disguste.
Ojalá que quieras darle este gustico tan rico a tu devota cochinita. A lo mejor un día me vas a capar de verdad con tijera y cuchillo como le dijiste a Yimali que me ibas a hacer.
Tremenda carnicería.
Pero no hay que llegar a tales extremos, me conformo con que me capes simbólicamente, como tan bien lo sabes hacer con la manera dominadora con la que me tratas y te adueñas de toda mi persona cuando estamos juntos.
Es mucho más razonable ignorar esos pellejitos insignificantes y ocuparme de poner mis ojos en tu divina portañuela, que es donde se esconde el misterio fascinante de tu virilidad y esa malanga extraña que me tiene esclavizada.
Mañana me dirás si quieres concederme este favorcito.
Me va a encantar posar para la fotografía de mi carnet de identidad de "enculé". Después me la mandarás, si tú quieres, a mi correo electrónico.
Un besito en la suela de tu zapato.
Coño, esto cada día está más fuerte!!!
ResponderEliminar