miércoles, 29 de febrero de 2012

El dinero*


Alcides Herrera

Definitivamente sobrenatural, el dinero, que me frecuenta menos cada vez, se ha ido a vivir a la Vía Láctea, barrio que envidio mucho, aunque me aburriría. El dinero mostraba en su parte bonita la cara a plumilla de algún héroe (no sé cómo los llaman aquí); tenerlo en las manos revolvía los jugos del cerebro. No recuerdo la última vez que vi el dinero y al mismo tiempo me pertenecía. “Habrá sido en un bar”, pensarás, avisado lector, y habrás errado, como suele ocurrir con los lectores. Fue en un acto de beneficencia. Tenía en las manos 300 dólares. Pensaba: “Debo hacer algo hermoso y grande con este dinero”. Cuando llegó mi turno, agradecí en dos idiomas a la multitud, haciendo rodar por mi mejilla izquierda una perfecta lágrima, el interés que mostraban en nosotros, los pobres pobres; levanté los 300 dólares al cielo, puse mi mano izquierda en el corazón, y muchos caritativos aplaudieron, también con lágrimas en los ojos. Eso sí: en un bar dejé de ver el dinero por última vez. Definitivamente sobrenatural.

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*Observarás, lector, que uno puede empezar poéticamente y terminar en una chusmería, como dijera Kant. Por suerte eres agudo: sabes que no hablaría de dinero si lo tuviera, pues temería que me lo robaras. Hablaría, con metáforas más simples cada vez, de las distintas flores, tema que sin duda te apasionaría. Es normal irse alterando en el mundo, en los párrafos, debido a la falta de dinero.