Mencionar el nombre de Alexandre Desplat es dejar numerosos temas de sensibilidad pendientes. Estamos ante uno de los autores más prolíficos de música para cine en la actualidad. Se puede pensar en los que le antecedieron en términos épicos o líricos, John Williams o Francis Lai, por ejemplo, sin embargo Desplat evade las derivaciones a base de talento y reinterpretación de la intención discursiva. Su poética asume identidad e historicidad distinguibles, se ha adueñado de una manera de expresar el sentimiento cinematográfico que lo ha hecho clásico. Los devotos a la banda sonora saben que están ante una personalidad ajena a imitaciones. Desplat es negación del pragmatismo en la música. Se arriesga a ser romántico una vez más. Y esa vocación wertheriana lo consagra como demiurgo. Sus piezas son tan imperfectas como tiernas por su rebelión ante el mercantilismo y por el apego a la emoción. Cultiva el subjetivismo apasionado con tal ahínco que el racionalismo y la mentalidad comercial quedan desplazados ante la belleza del espíritu libre en el arte. Sucede en una época en que se suponía que la cultura automatizada era la dueña de lo instintivo y conmovedor. Desplat es amor a la música. Es intensidad. Nervio delicado. Francés afrancesado en su modo de crear. Para los que pensaban en el agotamiento es originalidad inesperada. Lo demás es cordura. Material discernible para el que anhela amar. (JotaeRre)
4 comentarios:
¡Bellísima! Saludos.
Si,realmente hermosa
JR: Buena reseña.
¡Realmente bella música!, Me gustaría hacerte llegar un CD de un amigo que es un compositor desconocido, tal vez te inspire para escribir sobre sus creaciones, algún día lo haré. Feliz Hanukkah, Feliz Navidad, Feliz dia del Arbol, del pajarito, del caracolito etc. Judith G.
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