Grito enardecido, resistencia, cuarenta muertes más. La rebelión egipcia redespierta rechazando las soluciones mediatizadas de una junta militar que supuestamente organizaba un tránsito. Basta de de demagogias y dilaciones, las elecciones son indispensables e inaplazables, exige la multitud. La transición ha de ser un proceso de esperanzas, no una maniobra que aborte las aspiraciones civilistas. O democracia o nada. No más trampas, no más intentos de secuestrar una revolución hecha con dignidad, con fraternidad, con sangre ciudadana. Una revolución del siglo XXI, sin panfletos, pólvora ni comandantes. Así de sencillo es el orden del día decidido por un pueblo que ha mostrado ética cívica para conquistar su destino. (JotaeRre)