Iván de la Nuez
(A propósito de un post de Triff sobre el estado de la filosofía)
Las situación de la filosofía y de los estudios de Humanidades en España, y en Barcelona, es francamente crítica. Desde luego, el Plan Bolonia ha resultado demoledor, pero no todo el mal hay que buscarlo, y justificarlo, en algún lugar “ahí afuera”.
Siempre me he preguntado por qué este país no acaba de afrontar, como un grave “problema político”, la falta de solución al tapón generacional que ha tenido lugar en las Ciencias Sociales. Por qué buena parte de los mejores ensayistas españoles de la nueva generación no proviene de Filosofía. O por qué algunos de los más capaces profesores se prejubilan después que se les haya tendido un puente de plata para que se alejaran de las facultades.
En consecuencia, los hay que se han lanzado abiertamente contra el plan de estudios (como Jordi Llovet, que ha invocado el retorno de la, antes llamada así, alta cultura). Y los hay que han decidido actuar, directamente, fuera del plan de estudios (como es el caso de Espai en Blanc, liderado por dos profesores de filosofía, que, por el contrario, han intentado activar el pensamiento a veces en la misma plaza pública).
Forma parte de la mitología negativa de las Humanidades en España el hecho de que una autoridad como José Luis Pardo tardara tantos años en obtener una plaza titular, cuando la merecía desde mucho antes por su sólida obra.
Forma parte de la positiva, la intensidad de aquellos congresos de jóvenes filósofos (vuelvo a centrarme en Barcelona), donde eran invitados por igual Agustín García Calvo para que acometiera la polis griega, o Santiago Auserón y Kiko Veneno para que cantaran la polis contemporánea.
Aunque ahora parezca ciencia ficción, no son tan lejanos los tiempos en que Eugenio Trías, Félix de Azúa, Fernando Savater, Miguel Morey, Rafael Argullol o Víctor Gómez Pin, eran capaces de arrastrar trescientos estudiantes o ex-estudiantes de distintas generaciones para escucharles una conferencia; y rehacer, aunque sólo fuera de manera circunstancial, una comunidad tan vital como ávida de conocimiento.
Hoy, muchos de aquellos estudiantes están en la programación cultural, la música pop, el mundo editorial, o regentando algunas de las librerías más importantes del país.
En esos otros lugares y labores, han continuado una cierta deriva filosófica. Han aprendido –fuera de la academia- que el “amor a la sabiduría” no es otra cosa que la dificultad para la sabiduría.
6 comentarios:
¿Y qué ha sido de Javier Sádaba, Jordi Llobet, del aglutinador el cual pude disfrutar el año pasado por su estancia sabática en Miami de grandes disertaciones sobre ética y estética :Xavier Rubert de Ventós?
Quiero recordar que mucha de esta gente ( junto a los que has citado en el artículo) escribieron en una que no menos que controversial, provocadora y polémica revista llamada Ajoblanco, cuna de muchos movimientos politicos, sociales y educativos actuales.
Un abrazo Iván desde Miami
Amílcar Barca
Pdta: ¿Porqué no haces un retrato de como se vive la crisis hoy en Barcelona...Cataluña...España...Europa y los posicionamientos que hay al respecto...e incorporas las artes en general como antídoto o chivato del momento político.Hacerlo yo queda algo chauvinista...
Muy bien dicho. Al menos puedo hablar de José Luis Pardo a quien descubrí en Madrid el año pasado, por casualidad me tropecé con su "La Regla del Juego" en la Casa del Libro y no pude despagarme de él. Un libro delicioso de casi 700 páginas, muy bien construído (con música de fondo de Beatles) y que me enteré después, le ganó el Premio Nacional de Ensayo, 2005. El tópico de Pardo es "la dificultad de aprender fiolosofía", muy distinto al espíritu de los comentarios de Cruz. Cada cuál tiene lo que se merece: España debiera mirar adentro a los pinos nuevos.
A.B. Muy buen apunte. Tocas dos aspectos fundamentales. Primero, es cierto que esos maestros que menciono tuvieron maestros. Tanto los que citas como Aranguren, Lledó, Valverde...
Un recuerdo: cuando estábamos haciendo "La isla posible" (se inauguró en 1995), fui a ver a Rubert de Ventós para pedirle un texto. Lo hizo encantado. ¿Sabes el título? "La lección de Miami".
Segundo, mencionas las publicaciones. Ajoblanco, El Viejo Topo... Por supuesto, estos filósofos tenían desde donde disparar.
Jordi Llovet ha sacado un libro llamado ni más ni menos "Adeu a la Universitat" y tiene una columna semanal en la edición catalan de El País: "marginalia".
Sobre la crisis y sus posicionamientos, hay de todo. Tal vez,en las ideas, lo más significativo es el centenar de libros de gente joven -y de nuevas editoriales- que están sacando sus ideas y el calor de los debates. Me preocupa, sin embargo, la sublimación del panfleto.
Despues de leer y oir tantos maestros, me he dado cuenta que el mejor maestro es uno mismo.
La envidia, asi empieza... Pregunatale a la clase media que tuvo Cuba.
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