Rosie Inguanzo
Durante los carnavales de La Habana de los 70, corría el rumor de que amantes despechados se vengaban cortándoles un seno a ras de pecho, a las bellas mulatas rumberas que bajaban de las carrozas a mezclarse con el público, para sabrosearse y hasta, embriagadas por la música y el sopor, dejarse tocar por alguno. Lo hacían ellos, escurridos en el tumulto y la gozadera, con una navaja envuelta en seda, de modo que no se sintiera el tajazo. ¡Zaz! Ellas ni se enteraban hasta que debilitadas perdían el ritmo, saliéndose de la coreografía, desangrándose en la comparsa. Algún músico perdía la entrada, desafinaba una trompeta, se confundía la clave. Un disimulo forzado tambaleaba a los que arrollaban al paso. La danza un flujo de plateados y rojo sobre la lentejuela. Trazos pisoteados de orine y cerveza en el pavimento. Las niñas recreamos con los ojos de la mente los susurros y el morbo de los mayores, constaté una vez que bajé de las gradas, bajo la mirada de mi madre, la cajita con chilindrón de chivo y congrí en las manos, relamiendo un hueso vi, al borde de la acera, deslizarse a una mulata bajo el jolgorio y la noche. La pieza de plumas verdes y palmeras de alambre que adornaba la cabeza iba agarrada con una liga negra y gruesa debajo de la barbilla. Arrojada a ciegas por la rumba vino a dar a los pies del gentío. Las niñas vemos el mundo desde abajo: Con la mano embarrada de salsa de chilindrón de chivo levanté los vuelos de la blusa para ver lo que le habían desgajado: cristal de sangre el tul, el olor y el calor de su cuerpo ajetreado, el collar de cuentas rojas y amarillas, confetis multicolores pegados con sudor sobre la piel morena, y las pestañas postizas despegadas, el maquillaje corrido, un hilito de baba de la boca pulposa. Y un abandono. La mirada nublada dejándose ir en el desmayo.
7 comentarios:
¿Le cortaron la teta? Me perdí esa parte. Muy bonito, Rosie.
Falleció Héctor Quintero
relato escrito a rajatabla de rumba beoda y navajazo de cajón de bacalao mulato... esto es peor que las tías en llamas corriendo por la calle, el reverbero solución de los celos... alabao por nuestro salvajismo... pero le cogiste el ritmo, eso sí.
Tengo entendido que las puñaladas envueltas en seda también sucedían en los carnavales de Santiago de Cuba, desde siempre... ¿Vendrá de ahí eso de "puñalada trapera"? ¡Qué culturita-con-curita la nuestra, caballero! ¿Llegaría la sangre al Cauto? ¿Al Almendares? Wow! Ileana (Fuentes)
Qué contraste lo contado con la belleza conque lo haces... Las niñas vemos el mundo desde abajo..., muy lindo, Rosie. Y muy tremendo.
Cristina
Me llega muy hondo la literatura de este relato...de verdad.
Amílcar Barca
Rosie, me cuadra esta viñeta terrible contada con la ingenua distancia de la niña. Recuerdo esos carnavales y el recorrido entre el tumulto, gardeado por los adultos de la familia, la omnipresencia del peligro perforo-cortante contrapunteado por la mirada protectora-amenazante de los cascos blancos. Y el ritmo de El Perico está llorando.
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