Exactamente, se trata de la melodiosa pieza que escribiera Ellie Greenwich y que inmortalizara The Ronettes. Un clásico remolcado hasta el siglo XXI por la cadencia smooth de la banda Ivy y su vocalista parisiense Dominique Durand. Reciclada en la era del DJ y el iTunes, nos llega ahora con una atmósfera indie pop, serena y envolvente. Fríamente evocadora. Y sin embargo, entre sonido acústico y maniobra del masterizador, el efecto es narcoléptico, decadente, al que se le paladea la textura de un Contreau satinado. Lo suficientemente sensual como para que lo gocemos simultáneamente lo mismo sesenteros que nietos de Rolling Stones. (JR)
