Miami es una ciudad turística en la que casi nada está
pensado para el confort del visitante. A veces da la impresión de que
existe un plan secreto (de parte de sus políticos y comisionados) para
sabotear su economía (quién sabe si así logran mayores subvenciones
federales) y mellar una de sus fuentes principales de ingresos: el
turismo. En el afán de desplumar a quien caiga en su telaraña vial y de
engrosar las siempre vacías arcas de los Ayuntamientos, lo mismo da que
paguen residentes que turistas.
William Navarrete, viajero impenitente, en su
Cuba al pairo.