Hoy he podido localizarlo. Hoy he podido llevarlo a un lugar seguro. He sentido una gran satisfacción al poder hacerlo.-- José María Chacón y Calvo, Diario íntimo de la revolución española.
Alfredo Triff
Termino de leer el
Diario íntimo de la revolución española del abogado y diplomático cubano
José María Chacón y Calvo, editado y con prólogo de
Jorge Ferrer. Nada describe el diario mejor que este párrafo de su editor:
Chacón y Calvo, su diario tremendo, es el de alguien que sabe que la guerra trae la muerte y que esa muerte es enemiga de la libertad y de la cultura. Con mañas notariales nos cuenta su dolor y expone el dolor de todos. Asiste a una misa en un escondrijo padece el terror de la llamada a la puerta en medio de la noche, sufre por sus amigos que luchan en las trincheras republicanas. Padece por todos y por sí mismo. Por España y por Cuba. Por los hombres sencillos y por los poetas. Por los de derecha y por los de izquierda. Por los ateos y por los creyentes.
Por su originalidad y sentido de urgencia, el librito se lee en una sentada. Testimonio del día a día de alguien en medio del drama de la guerra en plena capital española. Sentimos el lado republicano, al miliciano convencido, la angustia de la persecución, la salida del país, la arbitrariedad de ambas facciones, la cacería de brujas, la quema de las iglesias, los fusilamientos.
Hay páginas que parecen salidas de otra revolución en el futuro:
Todos lo días mueren en Madrid sin causa judicial alguna cincuenta, sesenta, cien, más de cien personas. Y esto desde hace dos meses aquí en Madris, en el corazón de España, con más de treinta misiones extranjeras, que miran espantadas esta serie interminable de asesinatos [...] Nadie me lo cuenta a mí. En este hotel cerca de La Castellana, oigo todas las noches la descarga cerrada de los fusiles y el lamento ahogado de los fusilados.
¿Qué habrá pensado Chacón y Calvo de los juicios sumarios y los fusilamientos castristas de La Habana, circa 1960?
El diplomático cubano es un espécimen único en ese tiempo de super-partidismos de entreguerra. Un cubano cívico que aún puede maniobrar entre el Escila de la derecha y el Caribdis de la izquierda. Cubano profundamente español, católico, pero amigo de los intelectuales cubanos y españoles del momento, casi todos a favor de la República.
Foto de Chacón y Calvo con García Lorca en La Habana, 1930.
Pasan por el diario personalidades de la época, como el filósofo argentino Aníbal Sánchez Reulet, Lino Novás Calvo ("el fraternal amigo"), Fernando Ortiz, Natasha Mella (la hija del mártir comunista cubano que reside hoy en Miami), Pablo de la Torriente Brau ("es una fuerza de la naturaleza, me separan muchas cosas de él, me atraen su cordialidad, su sentido del deber"), el historiador y arquéologo Manuel Ballesteros, Ramón Estella Pujolá pintor, abogado y diplomático (el llamado "Schindler cubano") y el poeta García Lorca.
Hallamos párafos premonitorios de 30 años después, con otras milicias al otro lado del Atlántico:
Cuando supe que Manolo se hacía miliciano, comprendí todo lo que hay de ideal en la lucha Manolo es débil, de gustos suaves, de cierta aspiración romántica en sus cosas. Sirve en el ejército desde hace seis años. Detesta la guerra. Es un obrero que trabaja siete horas diarias y que consagra dos o tres para leer. Hay un noble afán de superación en su vida. No siente odios ni pasiones violentas. Pero siente con toda su alma esta palabra: ¡libertad! Y se fue con las milicias para luchar por la libertad (p. 72).
Chacón y Calvo extrapola la situación española con la cubana. Sea 1936 o 2010, sentimos la extraña sensación que se trata de un presente elástico e interminable:
(4 de septiembre) Hoy es una fecha histórica en Cuba. ¿Qué derivaciones ha tenido la misma? No puedo decir que todo ha vuelto en Cuba a los años de la política meramente política: es decir, al escamoteo de los intereses vitales. ¿Pero cuántas cosas se han frustrado y que triste ha sido el sino de nuestra revolución! (p. 70).
Unas líneas más tarde profetiza y comenta: "... ya se ha constituido el comité de vecinos. ¿Quienes son? No sé".
Hay frases en el diario salidas del socialismo utópico de Beltrán del Rey: "Pienso en tantos sueños de paz y en la tolerancia y en esa ingenua ilusión que siempre he sentido de la hermandad de todos los hombres" (p. 25).
Este fragmento de una carta escrita por un miliciano sobre la toma de Toledo, y que el diplomático reproduce íntegramente en su diario, revela la realidad brutal de la guerra:
El jueves cuando nos dirigimos con la fuerza para hacer vigilancia en la cárcel, detuvieron a un fascista con el pretexto de que lo lleváramos a la cárcel, marchaba delante de nosotros, con los brazos en alto, pero al llegar a la Plaza de Tránsito, le metieron en la cabeza cinco tiros, como todavía se moviera, el jefe de las milicias de este Distrito le remató con la pistola, dejándole los sesos al descubierto y en medio de un enorme charco de sangre. Te digo la verdad mamá, ese día no comí. Me parecía que el vino era sangre elpan los sesos del hombre muerto. Y cuando miraba al Jefe de las Milicias, me daba no se qué. (p. 54)
Chacón y Calvo presiente el destino español: "Siento la impresión que este pueblo se ha lanzado a una guerra a muerte" (p. 33).
Por momentos el diarista nos recuerda la prosa periodística hemingwayeana. Se trata de un momento en plena revolución donde el monstruo puede ser idealizado y el ángel demonizado:
En la mitad de la escena apareció un joven miliciano, con su mono azul y melena hirsuta. Venía tostado y tenia cierto aire de revolucionario de teatro. Era sindicalista. Había salvado la vida a un cubano: el joven Álvarez reclamado todos los días por su novia.
Tal parece como si Chacón y Calvo leyera justamente el fenómeno de la multitud, lo emergente que se opera entre pueblo y totalidad. Dice:
¿Qué perspectivas hay en el conflicto pavoroso? El pueblo es el gran protagonista de este enorme suceso. El pueblo está en pie de lucha contra cosas que no conocerá bien, pero que presiente. (p. 32).
Sorprendente que sea capaz de leer detrás de las ideologías de la época.** La cita que sigue podría bien podría sugerir el fundamentalismo religioso del siglo XXI. Palabras que vienen de un hombre religioso que bien puede rechazar, después
de ver una iglesia quemada, cualquier tipo de seducción. Se deja llevar y descubre con la parsimonia del observador crítico:
Ahora oigo voces de un himno que me parece religioso, pero es La Internacional. Lo cantan voces femeninas, y no he sentido nunca lo que hay de íntima religiosidad en ese movimiento. Hay en este movimiento desgarrado y violento un fondo místico indudable. (p. 83).
Es el mismo que protesta airado: "2 de agosto, Domingo: Sin misa tampoco. Todas las iglesias cerradas o quemadas. ¡Barbarie!" (p. 42).
En medio de los bombardeos aéreos fascistas, nos pinta una vida madrileña surreal de oraciones que saltan entre Góngora y de la Serna:
Han volado aviones sobre Madrid. Aviones enemigos. Sonaron las sirenas de las fábricas y de los autos avisando el peligro. Seguí mi partida de tenis. El día era maravilloso. La luz era un prodigio. La gloria del otoño de Madrid. No sé que resultado habrá tenido la agresión aérea, hecha en pleno día. Las calles han seguido muy animadas. Todo es tolerable en Madrid, hasta que empieza a caer la noche. Entonces salir por esas calles es sumirse en un ambiente de tinieblas, de sigilo y de trágico presentimiento (p. 102).
Constatamos que pese al dolor y la garra de la muerte, la vida vive su rutina: "Hoy, aniversario del descubrimiento de mi isla, cuatrocientos y cuatro aniversario, he tenido un día gris y tranquilo. Hubo bombardeo de los aviones, a la hora misma que jugaba mi tenis" (p. 107).
Apuesto que Chacón y Calvo era el oficial más compasivo de la embajada cubana en ese momento. Y el lector lo sabe no porque el diarista lo diga; lo implica con su dolor y ese sentido de responsabilidad de justicia protocolar: "Hay un derecho de asilo que no puede romperse en el más crítico instante" (p. 78),
o,
"¡Si este muchacho saliera con vida de esta fuerte aventura... Se lo ruego a Dios! (p. 106),
o,
"... cada día ha de ser para nosotros una dura batalla por rescatar una vida. Si son dos o más mucho mejor. Es nuestro deber sagrado." (p. 63).*
Su compasión se aleja de la frialdad burocrática de su propio embajador, a quien Chacón y Calvo desprecia profundamente:
Este hombre vanidoso, pueril, ridículo sino un solo sentimiento generoso, administrador eficaz de los favores oficiales, déspota con el que considera débil. De un servilismo sin igual con el que se cree fuerte se imagina ahora en el momento de mayor influencia de su vida. Se cree de veras en Embajador de Cuba. Y siente un complejo misterioso de seudo autoridad y superhombría.
¿No nos regala el puro retrato del típico funcionario castrista?
Le agradezco a Jorge Ferrer este raro retrato biográfico, testimonio del pasado y el presente-futuro. Espejo convexo de quienes somos, calco del drama que vivimos en el reflejo repetitivo de la historia.
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*El escritor
Lino Novás Calvo, tan admirado por Cabrera Infante, está entre los que le debían favores importantes a Chacón y Calvo. La carta desde París, fechada 11/2/39, lo demuestra:
Yo no sé si sobre los muchos favores que le debo a usted puedo pedirle uno más: que me mande en calidad de préstamo el pasaje de Cuba. Si en tanto consigo medio que quedarme aquí, se lo devolveré enseguida. Si no, me embarcaré. Reciba un abrazo fuerte de su, Lino.