Rosie Inguanzo
para LI
sensualista y olvidadizo, masculla la mañana suspendida en un presagio onírico. y me besa y me hace mella con la duda de su irrealidad. yo huyo de lo que sale de adentro. huyo de la agonía. turbio desafuero es amanecer con la emoción fugitiva de mí misma. y escribo para disentir de esa violencia: quizás lo único que quede de estos días sea la aversión a lo terrible. llevo conmigo el crimen de max beckmann que cometeré, porque no he sido firme en crearle un vacío de mí. ése es el crimen: mi efecto conmovedor.
jueves, 30 de septiembre de 2010
miércoles, 29 de septiembre de 2010
martes, 28 de septiembre de 2010
Que todo huela a él este día
Ernesto González
Ni a Sary se lo puedo decir, no me entendería. Es duro no poder hablarle a mi amiga sobre estos cortos espacios de felicidad. Es precisamente esa intensa brevedad la que no aceptaría: ¿Cuál será tu futuro con él, Rosario, qué haces perdiendo tu tiempo con un chiquillo?, puede ser tu hijo, ¿estás enloquecida?
El tiempo, ese enemigo, esa barrera invisible alimentada por nosotros. El tiempo nos usa, nos manipula con descaro y en la vejez nos descarta. Los consejos de Sary girarían en torno a ese fantasma. Las comparaciones con ella, con otras. Enredaría el asunto sin necesidad, y al final: Es tu vida, no la mía, es tu derecho vivirla como te dé la gana. Mi querida Sary, cómo ibas a entender si yo me quedo por la décima parte y no deseo razonar, porque no sé cuántos días o semanas terminarán con esta fugacidad. Ahora mismo se ha interrumpido por horas o por días, no sé ni me importa.
Phill se acaba de ir. Me ha despedido con un beso de sus labios lozanos, de adolescente, me ha dejado su sudor, ese aliento irrepetible, el recuerdo de unos ojos maravillados. Va a comprarme un teléfono para poderme «textear» durante el día. No le importa haberme oído repetir que no soporto esas tonterías, la gente no está presente, no parece soportar lo que los rodea y se ponen a “comunicarse con sus seres queridos”, según rezan los anuncios, aunque sea para repetirse idioteces.
Esa comunicación carece de oxitocina, Phil, no libera en el cuerpo esa hormona imprescindible, sólo el contacto físico, la interacción real, lo consigue, no debieras perder el tiempo en “textearme” sino concentrarte en tu clase, en tus estudios (como cuando estamos solos, casi le digo). Me río. Comparado con los jóvenes de su edad, Phil no es tan disperso. Y en la intimidad, para nada. Sus silencios, su mirada, lo prueban. ¿Será la diferencia de nuestra tez o saborear a una mujer conocedora de los hombres?
(Sigue leyendo aquí)
Ni a Sary se lo puedo decir, no me entendería. Es duro no poder hablarle a mi amiga sobre estos cortos espacios de felicidad. Es precisamente esa intensa brevedad la que no aceptaría: ¿Cuál será tu futuro con él, Rosario, qué haces perdiendo tu tiempo con un chiquillo?, puede ser tu hijo, ¿estás enloquecida?
El tiempo, ese enemigo, esa barrera invisible alimentada por nosotros. El tiempo nos usa, nos manipula con descaro y en la vejez nos descarta. Los consejos de Sary girarían en torno a ese fantasma. Las comparaciones con ella, con otras. Enredaría el asunto sin necesidad, y al final: Es tu vida, no la mía, es tu derecho vivirla como te dé la gana. Mi querida Sary, cómo ibas a entender si yo me quedo por la décima parte y no deseo razonar, porque no sé cuántos días o semanas terminarán con esta fugacidad. Ahora mismo se ha interrumpido por horas o por días, no sé ni me importa.
Phill se acaba de ir. Me ha despedido con un beso de sus labios lozanos, de adolescente, me ha dejado su sudor, ese aliento irrepetible, el recuerdo de unos ojos maravillados. Va a comprarme un teléfono para poderme «textear» durante el día. No le importa haberme oído repetir que no soporto esas tonterías, la gente no está presente, no parece soportar lo que los rodea y se ponen a “comunicarse con sus seres queridos”, según rezan los anuncios, aunque sea para repetirse idioteces.
Esa comunicación carece de oxitocina, Phil, no libera en el cuerpo esa hormona imprescindible, sólo el contacto físico, la interacción real, lo consigue, no debieras perder el tiempo en “textearme” sino concentrarte en tu clase, en tus estudios (como cuando estamos solos, casi le digo). Me río. Comparado con los jóvenes de su edad, Phil no es tan disperso. Y en la intimidad, para nada. Sus silencios, su mirada, lo prueban. ¿Será la diferencia de nuestra tez o saborear a una mujer conocedora de los hombres?
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lunes, 27 de septiembre de 2010
Para el noveno cerco
De entre las voces independientes jóvenes de la blogosfera cubana, me llama mucho la atención Claudia Cadelo. Su último post explora abiertamente el siempre difícil y complejo asunto de la izquierda.* Claudia comienza su post así: "Mi única certeza es que comunista no soy, lo demás no me queda muy claro."
Con esa certeza que comparto con ella (y como admiro su estilo y desenfado naturaltificial) quisiera terciar tentativamente, con afán de preguntas.
Dice la bloguera sagaz:
Así me encuentro con personas que condenan todas las dictaduras del universo pero hacen salvedad con mi pequeño país y se insultan cuando escuchan hablar de Franco con respeto mientras veneran a Fidel Castro.No hay tal mundo contra nosotros, Claudia. Esa salida fácil es muy propia de nos, isleños, y ciertos sectores del exilio "victimizado". Cada problema socio-político parte de un contexto específico, único, irreducible. Un boliviano pobre analfabeto explotado y perdido en el llano, el ecuatoriano que viven en un basurero en Quito o ese argentino que vivió la dictadura de Videla no pueden tener tu perspectiva del post-castrismo en pleno siglo XXI. Es justo que sospechen la derecha que los oprime. Tú, joven post-castrista, sientes -con razón- la misma desconfianza de la izquierda que te oprime. Sn dos casos específicos -lo que no quita la posibilidad de cierta convergencia.
En otro aparte del post escribe:
Otras odian la prensa occidental por sensacionalista pero no critican la directriz de partido único de nuestros periódicos. Hay quienes aseguran que la política de Estados Unidos es intervencionista y hegemónica pero fueron soldados en Nicaragua, Angola y Etiopía. Están, incluso, los que protestan en las calles de Nueva York contra la guerra en Irak con un cartel de Ernesto Guevara de un metro por un metro.Sé de pensadores de izquierda que condenan abiertamente el régimen de Castro. ¿Les tomó tiempo? Puede ser. Pero lo mismo ocurre con los derechosos exiliados que justifican a Pinochet o a Batista. ¿La política de EE.UU. en Irak? Es hegemónica e intervencionista, lo cual no quita que Castro sea un dictador en su finca. Hay que denunciar cada mal por su nombre. Por cierto, conozco muchos cubiches anélidos que protestaron por la guerra de Irak (cuéntame entre ellos). No dejes que se te nuble el justo medio de la naranja mecánico- política.
Aplaudo esta oración: "No quisiera hacer cable a tierra con una izquierda que, pese a ella, ha devenido filosóficamente cruel."
¿Pero estás segura que esa es toda la izquierda? ¿Y la derecha? ¿La supones piadosa? ¿Y al final con qué?
____________
*En algún momento nos tocará preguntarnos seriamente acá en el exilio qué significa la izquierda, y si esta tiene lugar en una Cuba post-castrista futura. El momento para esa pregunta llegará cuando nos cansemos de la invasión de la derecha que se avecina. Nuestra experiencia totalitaria nos ha cegado un poco: ¿Hay algo más a la derecha que un castrista?
domingo, 26 de septiembre de 2010
I'm Not My Brother, I'm Me – Freddy Cole
Sentí curiosidad por apreciar una muestra de la más reciente producción musical del consorcio Trueba y Chediak. Me refiero a LOVE, un puñado de versiones de las piezas que interpretara en español el memorable Nat King Cole, ahora montadas en la voz y la forma de expresar del “salsero” cubano Isaac Delgado. Fue fácil encontrar en You Tube un trailer promocional con fragmentos de los números incluidos en el disco, y un clip con la versión de Quizás, quizás, quizás (Perhaps, perhaps, perhaps). Me detuve en este último. Las imágenes, un tanto edulcoradas, siguen idílicamente al divo del disco a través de las calles de la Gran Manzana, intercaladas con tomas en el estudio. Bien coqueto Isaac con su gorrita y sus lentes de diseño mientras graba, o romanceando muy cool con una bella chica videotapera. Además, en verdad suena digno con esa voz limpia de son-salsero, la dicción impecable de las eses y el deje ambientoso en la cadencia que lo hace sonido de victrola como lo fueran los vocalistas del Conjunto de Roberto Faz. Pero hay un momento en que este baby Celia Cruz se pone en aprietos. Y es cuando irrumpe la voz de Freddy, el hermano menor de los Cole, cantando su parte en inglés de la canción. Lo que sale de la garganta limada por los Jack Daniel’s es demoledor. La imagen de Isaac de pronto se nos encoge. Freddy parece llegar imitando, pero no. Entra con un feeling íntimo y dubitativo que sólo responde a él. Revela que es un Cole distante de la gran pasarela. No cuenta con la exactitud del hermano. Es el penumbroso y etílico. El improvisador y alternativo. El piano man bajo el puente de un expressway. El que quizás podía haberle aportado más justicia al disco LOVE. Por eso lo traigo y lo presento. Porque como decimos en buen criollo: pa' mí el tipo es un “monstro”. (JR)
jueves, 23 de septiembre de 2010
TU ASTROGLOBO AQUÍ
Dña Edamame Guisant du Petit Pois
La astrocritiqué de TMB se sintoniza hoy con la (s)onda bolerista para introducírsexe con ganas y lenta, pero a toda (p)risa…
ARIES: Qué he sacado con quererte, ayayay. Así queda canturreando la gentuza que haya tenido amantes arianos porque son unos egoístas que ni te champollan con chantillí.... Aparentan ser fogosos, pero es de mentirita; sólo quieren saquimete gratuito noche y día y nunca contribuyen a la causa del orgadúo. Además, en realidad son unos puritanos frígidos detrás de tanta fachada empinada y fija.
TAURO: Contigo, besos salvajes. Las mamacitas tarruditas que conozco son bien cochinillas y calentonas en la cama, pero sólo cuando la luna, las estrellas, los satélites y los cometas están alineados en línea recta perfecta, apuntando pa’tú-sabe-dónde… si no la cosa es aburridísima con frasecitas como "bésame eso ahí abajo.. ay, no... así no". ¿Se lo imaginan? Fuck-by-numbers, con instrucciones detalladas.
GÉMINIS: A que no te atreves es el estribillo que dedico a los patéticos jipipapas de este signo. Hablan mucho, sugieren más, pero no hacen ná. Y con los cambios repentinos de personalidad nunca se sabe si la cosa va en serio, que de radioescuchas pasan a ripioenchuchas en un santiameno. Estás en la cama con uno y cuando llega el momento de la verdad, el plan lujuria y deseo pasa a ser un planeamiento sociopútico abstracto e intelectual que mete miedo.
CÁNCER: La engañadora, con senos de silicona y culo de goma son estos cancerianos alterados que andan por ahí, mohínes en la boca de marañón, emplumados revuelos de pestañas y ojitos soñadores. Nunca se enreden con ellos, porque lo único que quieren es poner casa, tener hijos y ser señoronas de sociedad, todo lo contrario a las cancerianas, que les ha dado por escalar montañas con botas militares, linternas, guatacas al hombro y todo.
LEO: Voy, a mojarme los labios, con agua bendita, siempre andan amenazando los jungle queens, pero de ahí no pasan. Papitómanos, empápatelo tú solito, chillan las leonas en celo. Quieren dirigir el cuadro en vivo, pero los bon-vivants se los jaman vivitos. Aunque debo confesar que los afeminados leoncitos que han pasado por mi vida tienen un yenesecuá riquísimo escondido en rincones muy oscuros y las masculinizadas bestias felinas de vez en cuando prenden garras entre esos gruesos bigotes.
VIRGO: Te adoraré, añado yo todo tacto y sigilio frente a las vírgenes, que son tremendas anal-retentives, pero a los analGésicos como yo nos viene eso de perilla... Aunque se pasan la vida recogiendo los regueros ajenos, en la cama propia los virgoides azucarados por la pasión desencadenan situaciones muy bien regadas y húmedas, cargadas de doble sentido y sofocación. Esto está muy rico, mami, pero hay que comer, gritan confundidos al final de una vuelta por la pista resbalosa, desnutridos y realistas.
LIBRA: Me muero de ganas, dicen estos libertinos, que andan por ahí revolcándose y hambrientos de sensaciones. Ellos y ellas, reyes del equilibrio y del esteticismo, en la cama se convierten en destetadas cloacas que requieren limpieza inmediata, pero son de sabrosones igual que de mentirosos, así que no te coja de sorpresa luego la despedida por la retaguardia. Sacude y vamos, vaya.
ESCORPIÓN: Ven, devórame otra vez, gritan estos escarabajos en tono tan doliente que no nos queda otra cosa que complacerlos. Cuando la cuestión es carne, ellos son fanáticos carnívoros y no dejan ni el hueso en pie. Pero como yo no soy creyente de que en la cantidad está la calidad no me acaban de convencer de que son los amantes por excelencia del zodíaco. Tal vez del zócalo de algún pueblo en Michoacán...
SAGITARIO: La noche de anoche, qué noche la de anoche, siempre recuerda con desazón la gente que se ha montado a un caballo. Son divertidos y apasionados pero se convierten en pesados obsesionados una vez que tienen el pene bien ubicado. Son limpios con su personaje, pero sucios y temerarios en la camateatro. A pesar de tener un ego enorme, saben perder y perder, perder la paciencia... Son incomprendidas almas de su propia contradicción, por eso el mejor sexo siempre lo tienen con los signos matrematiquillosos.
CAPRICORNIO: Usted es la culpable, siempre acusan ellos, capricornios ofuscados e inflados con ínfulas de superpotencia muy peligrosas. Acostarse con uno es el equivalente a tenerle desprecio infinito a la vida y por lo tanto, desperdiciarla de esa manera. Además, que son unos pazguatos del carajo a la hora de embarrarse del fango que conlleva la tan de moda (bi)sexualidad.
ACUARIO: Sin razón ni justicia se prende uno de esta gente tan afiliada al universo, pero tan separada de la vida carniemocional. Lo suyo es mental y de vez en cuando se dejan coger por aquello de un desahogo temporal. Yo digo que los acuarianos son primos hermanos de los marcianos y por lo tanto se les debería deportar ahora, para aprovechar la ola antimigratoria global.
PISCIS: Abrázame fuerte, pero fuuuerte fueeerte, demandan los piscianos histéricos y no te dejan ni respirar. Pero en la cama son saltimbanquis del placer y dan y cogen como maestros de ceremonias, porque el sexo para ellos es como una religión, benditos sean. Y cuando se van es tanto el alivio, que cambiamos la cerradura y todo... pero dejan sembrada la nostalgia de saber que van a volver, y volver volver volver… a tus labios otra vez.
La astrocritiqué de TMB se sintoniza hoy con la (s)onda bolerista para introducírsexe con ganas y lenta, pero a toda (p)risa…
ARIES: Qué he sacado con quererte, ayayay. Así queda canturreando la gentuza que haya tenido amantes arianos porque son unos egoístas que ni te champollan con chantillí.... Aparentan ser fogosos, pero es de mentirita; sólo quieren saquimete gratuito noche y día y nunca contribuyen a la causa del orgadúo. Además, en realidad son unos puritanos frígidos detrás de tanta fachada empinada y fija.
TAURO: Contigo, besos salvajes. Las mamacitas tarruditas que conozco son bien cochinillas y calentonas en la cama, pero sólo cuando la luna, las estrellas, los satélites y los cometas están alineados en línea recta perfecta, apuntando pa’tú-sabe-dónde… si no la cosa es aburridísima con frasecitas como "bésame eso ahí abajo.. ay, no... así no". ¿Se lo imaginan? Fuck-by-numbers, con instrucciones detalladas.
GÉMINIS: A que no te atreves es el estribillo que dedico a los patéticos jipipapas de este signo. Hablan mucho, sugieren más, pero no hacen ná. Y con los cambios repentinos de personalidad nunca se sabe si la cosa va en serio, que de radioescuchas pasan a ripioenchuchas en un santiameno. Estás en la cama con uno y cuando llega el momento de la verdad, el plan lujuria y deseo pasa a ser un planeamiento sociopútico abstracto e intelectual que mete miedo.
CÁNCER: La engañadora, con senos de silicona y culo de goma son estos cancerianos alterados que andan por ahí, mohínes en la boca de marañón, emplumados revuelos de pestañas y ojitos soñadores. Nunca se enreden con ellos, porque lo único que quieren es poner casa, tener hijos y ser señoronas de sociedad, todo lo contrario a las cancerianas, que les ha dado por escalar montañas con botas militares, linternas, guatacas al hombro y todo.
LEO: Voy, a mojarme los labios, con agua bendita, siempre andan amenazando los jungle queens, pero de ahí no pasan. Papitómanos, empápatelo tú solito, chillan las leonas en celo. Quieren dirigir el cuadro en vivo, pero los bon-vivants se los jaman vivitos. Aunque debo confesar que los afeminados leoncitos que han pasado por mi vida tienen un yenesecuá riquísimo escondido en rincones muy oscuros y las masculinizadas bestias felinas de vez en cuando prenden garras entre esos gruesos bigotes.
VIRGO: Te adoraré, añado yo todo tacto y sigilio frente a las vírgenes, que son tremendas anal-retentives, pero a los analGésicos como yo nos viene eso de perilla... Aunque se pasan la vida recogiendo los regueros ajenos, en la cama propia los virgoides azucarados por la pasión desencadenan situaciones muy bien regadas y húmedas, cargadas de doble sentido y sofocación. Esto está muy rico, mami, pero hay que comer, gritan confundidos al final de una vuelta por la pista resbalosa, desnutridos y realistas.
LIBRA: Me muero de ganas, dicen estos libertinos, que andan por ahí revolcándose y hambrientos de sensaciones. Ellos y ellas, reyes del equilibrio y del esteticismo, en la cama se convierten en destetadas cloacas que requieren limpieza inmediata, pero son de sabrosones igual que de mentirosos, así que no te coja de sorpresa luego la despedida por la retaguardia. Sacude y vamos, vaya.
ESCORPIÓN: Ven, devórame otra vez, gritan estos escarabajos en tono tan doliente que no nos queda otra cosa que complacerlos. Cuando la cuestión es carne, ellos son fanáticos carnívoros y no dejan ni el hueso en pie. Pero como yo no soy creyente de que en la cantidad está la calidad no me acaban de convencer de que son los amantes por excelencia del zodíaco. Tal vez del zócalo de algún pueblo en Michoacán...
SAGITARIO: La noche de anoche, qué noche la de anoche, siempre recuerda con desazón la gente que se ha montado a un caballo. Son divertidos y apasionados pero se convierten en pesados obsesionados una vez que tienen el pene bien ubicado. Son limpios con su personaje, pero sucios y temerarios en la camateatro. A pesar de tener un ego enorme, saben perder y perder, perder la paciencia... Son incomprendidas almas de su propia contradicción, por eso el mejor sexo siempre lo tienen con los signos matrematiquillosos.
CAPRICORNIO: Usted es la culpable, siempre acusan ellos, capricornios ofuscados e inflados con ínfulas de superpotencia muy peligrosas. Acostarse con uno es el equivalente a tenerle desprecio infinito a la vida y por lo tanto, desperdiciarla de esa manera. Además, que son unos pazguatos del carajo a la hora de embarrarse del fango que conlleva la tan de moda (bi)sexualidad.
ACUARIO: Sin razón ni justicia se prende uno de esta gente tan afiliada al universo, pero tan separada de la vida carniemocional. Lo suyo es mental y de vez en cuando se dejan coger por aquello de un desahogo temporal. Yo digo que los acuarianos son primos hermanos de los marcianos y por lo tanto se les debería deportar ahora, para aprovechar la ola antimigratoria global.
PISCIS: Abrázame fuerte, pero fuuuerte fueeerte, demandan los piscianos histéricos y no te dejan ni respirar. Pero en la cama son saltimbanquis del placer y dan y cogen como maestros de ceremonias, porque el sexo para ellos es como una religión, benditos sean. Y cuando se van es tanto el alivio, que cambiamos la cerradura y todo... pero dejan sembrada la nostalgia de saber que van a volver, y volver volver volver… a tus labios otra vez.
martes, 21 de septiembre de 2010
La miseria de la revolución y la revolución de la miseria (UPDATE)
Y lo digo con una convicción absoluta. Y esa convicción nace de una experiencia insoslayable: Cuba no se rendirá. Cuba será un ejemplo para el mundo.-- Fidel Castro, discurso pronunciado en la clausura plenaria del Ministerio de Industrias, 1971.
Otro artículo en el NYTimes, hoy, sobre la posibilidad de aperturas en Cuba, ahora desde el enfoque del exilio.
Los expertos dicen que los cambios propuestos por los funcionarios cubanos son mucho mayores en su alcance que los anteriores. Por ejemplo, el gobierno ha dicho que por primera vez en décadas los cubanos podrán contratar trabajadores que no sean parientes. Pero en este punto, de acuerdo con los dueños de negocios y analistas, las intenciones del gobierno no parecen haber dado lugar a ninguna subida de las remesas de los familiares exiliados a la isla, montos que podrían ayudar a esos empresarios a empezar sus negocios._______________________
Interesante artículo en el NYTimes sobre la posibilidad de reprogramar la revolución cubana:
No bajo la dictadura castrista.
Invoquemos un principio inductivo que apela a la mejor explicación. Si el modelo les ha funcionado hasta ahora. ¿Por qué habría que cambiarlo?
El sistema se tambalea económicamente, dicen los expertos. Ya no pueden más. Eso lo hemos oído otras muchas veces. ¿Acaso no ha sido siempre así? Los Castro son expertos en materia de gobernar y maniobrar bajo un continuo estado de crisis económica. Lo que no sabrían hacer es cómo gobernar un estado de riqueza. Por eso es que Castro no puede vivir sin el bloqueo.
La miseria como esencia del poder revolucionario
“Funcionar”, hablando castrístamente, significa mantenerse en el poder como sea. Y mantenerse con la imagen rebelde e independiente para el mundo. Aunque parezca circular, la imagen garantiza la permanencia. Es decir, el castrismo es esencialmente una forma de narcisismo ideológico.
Desde que Castro es Castro la política central del castrismo es que Cuba sea miserablemente independiente.
Esa imagen no tiene por qué cambiar. Dicho distinto, no debe cambiar. Castro II es pragmático, quisiera ver riquezas, pero comprende muy bien que la revolución de la miseria no le es ajena. Le toca gobernar bajo esa herencia ideológica del hermano.
El artículo de Mark Lacey se pregunta si Cuba seguiría el modelo chino. Chi y no. Mientras no cambie la dirección esencial de la revolución. La China es una burocracia devenida en capitalismo de estado. Olvidemos por el momento la palabra comunismo. Lo que tenemos en Cuba es una dinastía familiar.
¿Cambios? Cosméticos. ¿Y el millón de desempleados en la calle? Cuentrapopistas de miseria. La cuenta del hermano menor es: libera un poco la economía, espera y capea el temporal. En lo que el palo va y viene pasan otros diez años. Entonces, sobre la marcha, veremos.
La miseria es la brújula. No hay peor enemigo del castrismo que la riqueza.
lunes, 20 de septiembre de 2010
¿Loco o qué?
Ernesto González
Luis el loco había vivido durante una temporada en una pajarera encaramada en un árbol, en el patio de la casa de mi hermana en Melrose Park. Mío, mi sobrino, había convencido a su madre para que lo dejara vivir allí hasta que Luis acabara de resolver su retiro por incapacidad, por locura.
No sé qué clase de locura era la de Luis, un lince para colarse sin pagar en los shows de música cubana, en las funciones del festival de cine donde se exhibían películas de la Isla y en las fiestas. Desde que llegó por el Mariel, nunca había tenido un trabajo fijo en Estados Unidos (lo cual estableció un Record Guiness), se había acostumbrado a alimentarse en casa de la gente, dormir en las salas y los garajes, y en la primavera y el verano en el árbol de casa de mi hermana.
Mío primero hizo que la madre metiera a Luis unos días en el cuarto de invitados. Él, entonces, se levantaba e iba a sentarse a la mesa a esperar que le sirvieran el desayuno, se lo comía y se iba sin decir ni gracias. Por las noches se tiraba en el jardín o se acomodaba en los escalones de la entrada de la casa a esperar a Mío, a mi hermana o a su marido para comer. Reina le aguantó dos desayunos y dos comidas, y lo botó. Mío lo trajo de vuelta y convenció a su madre para que Luis permaneciera unos días en un rincón del garaje de la casa. Ese es un cara dura, ese no está loco ni nada de eso, es un haragán y un descarado, gritaba Reina con esperanzas de tocar alguna fibra de vergüenza de Luis parado afuera. El marido de mi hermana no se metía en nada, estaba prestado en esa casa. Mío abrazó a su madre y le habló con ese tono suyo persuasivo de enamorar a las mujeres. Reina le ofreció un último chance al loco, quien no quiso o no pudo aprovecharlo. Acomodó en un rincón del garaje la colchoneta que le dio Mío, y se aprestó a dormir.
En vez de orinar antes de dirigirse hacia Melrose Park en su bicicleta, hacerlo por el camino o aguantarse hasta la mañana siguiente, al loco se le ocurrió usar las enormes botellas de St Pauli Girl, la cerveza preferida de ese marido de mi hermana pintado en la pared, para depositar su orine. Ni siquiera pensó en botar en la basura las botellas de St Pauli Girl, vaciarlas en una esquina yerma del suburbio e ir a venderlas por unos centavos en un supermercado. Las dejaba llenas de urea y se marchaba a callejear como a las diez de la mañana. Fue la última gracia permitida por Reina. Luis se había ganado más reputación de aprovechado y manipulador que de loco, pero le seguíamos diciendo así.
Un día se vistió de payaso, se montó en su bicicleta milenaria y asaltó una sucursal del Midwest Bank con una pistola de juguete. Todo le fue bien durante el asalto al banco y la captura del dinero, incluidas las monedas de diez centavos, cinco y veinticinco que también exigió a punta de pistola plástica. La fatalidad lo persiguió al poner un pie fuera de la pequeña sucursal del Midwest Bank. Asaltar un banco y enriquecerse definitivamente había sido su esperanza amasada por años en el solar de Centro Habana donde había nacido, traducida en su sueño americano al poner los pies en la Florida.
Casi cuarenta años después, realizado el sueño con vestimenta y maquillaje perfectos de payaso, la fatalidad hizo su detestable acto de presencia a través de las monedas que había exigido junto con los fajos de billetes. Luis el loco no se había percatado de las consecuencias al aplicar su filosofía de mantener un consumo bajo: la bicicleta sonaba con unas quejas que daban lástima, los pantalones, las camisas y los zapatos entregados por las iglesias se rompían de puro desgaste, y la mochila de tamaño mediano para demasiadas limosnas había empezado a rasgarse peligrosamente.
De manera que las monedas escaparon al ritmo de los saltos y chillidos de la bicicleta, por los traicioneros descosidos de la mochila, dejando una estela fácil de seguir por la policía a partir del descubrimiento hecho por el gerente en los escalones de la entrada de esa sucursal del Midwest Bank, el banco de la comunidad. Luis el loco cayó preso en media hora. Cumplió tres años y batalló duro junto con su abogado para que le pasaran un chequecito de incapacitado mental.
Al empezar mi trabajo de recepcionista, la organización griega se había zafado del edificio lleno de deudas y problemas por la crisis económica, lo había vendido a una organización sin fines de lucro. El fin no sería el lucro, no obstante, abrieron el banderín para las rentas sin verificación ni nada. Ahí apareció, acompañado de unos cuantos borrachos y malandrines, Luis el loco.
Le leí la cartilla, lo amenacé con denunciarlo si robaba o le hacía algo a uno de los viejos. La cárcel te quema o te cambia, me dijo, es demasiado, los policías plantan evidencias falsas, venden drogas, asesinan, para qué contarte. Los cuentos eran escalofriantes, ¿esperaba mi lástima, mi compasión o serían reales? Quizás mitad y mitad, con él nunca se sabe nada concreto, a no ser su lema de consumo bajo que, por cierto, siempre había aplicado a la perfección.
Luis daba la impresión de estar sosegado, agradecido de haber escapado con vida (y con honor de hombre, según él), de aquel lugar. Repetía convencido: este mundo está jodido, esto no hay quien lo arregle, la solución es bajar el consumo, los gastos.
Sí, baja el consumo sin vivir a costa de los demás, le recordé.
Luis el loco había vivido durante una temporada en una pajarera encaramada en un árbol, en el patio de la casa de mi hermana en Melrose Park. Mío, mi sobrino, había convencido a su madre para que lo dejara vivir allí hasta que Luis acabara de resolver su retiro por incapacidad, por locura.
No sé qué clase de locura era la de Luis, un lince para colarse sin pagar en los shows de música cubana, en las funciones del festival de cine donde se exhibían películas de la Isla y en las fiestas. Desde que llegó por el Mariel, nunca había tenido un trabajo fijo en Estados Unidos (lo cual estableció un Record Guiness), se había acostumbrado a alimentarse en casa de la gente, dormir en las salas y los garajes, y en la primavera y el verano en el árbol de casa de mi hermana.
Mío primero hizo que la madre metiera a Luis unos días en el cuarto de invitados. Él, entonces, se levantaba e iba a sentarse a la mesa a esperar que le sirvieran el desayuno, se lo comía y se iba sin decir ni gracias. Por las noches se tiraba en el jardín o se acomodaba en los escalones de la entrada de la casa a esperar a Mío, a mi hermana o a su marido para comer. Reina le aguantó dos desayunos y dos comidas, y lo botó. Mío lo trajo de vuelta y convenció a su madre para que Luis permaneciera unos días en un rincón del garaje de la casa. Ese es un cara dura, ese no está loco ni nada de eso, es un haragán y un descarado, gritaba Reina con esperanzas de tocar alguna fibra de vergüenza de Luis parado afuera. El marido de mi hermana no se metía en nada, estaba prestado en esa casa. Mío abrazó a su madre y le habló con ese tono suyo persuasivo de enamorar a las mujeres. Reina le ofreció un último chance al loco, quien no quiso o no pudo aprovecharlo. Acomodó en un rincón del garaje la colchoneta que le dio Mío, y se aprestó a dormir.
En vez de orinar antes de dirigirse hacia Melrose Park en su bicicleta, hacerlo por el camino o aguantarse hasta la mañana siguiente, al loco se le ocurrió usar las enormes botellas de St Pauli Girl, la cerveza preferida de ese marido de mi hermana pintado en la pared, para depositar su orine. Ni siquiera pensó en botar en la basura las botellas de St Pauli Girl, vaciarlas en una esquina yerma del suburbio e ir a venderlas por unos centavos en un supermercado. Las dejaba llenas de urea y se marchaba a callejear como a las diez de la mañana. Fue la última gracia permitida por Reina. Luis se había ganado más reputación de aprovechado y manipulador que de loco, pero le seguíamos diciendo así.
Un día se vistió de payaso, se montó en su bicicleta milenaria y asaltó una sucursal del Midwest Bank con una pistola de juguete. Todo le fue bien durante el asalto al banco y la captura del dinero, incluidas las monedas de diez centavos, cinco y veinticinco que también exigió a punta de pistola plástica. La fatalidad lo persiguió al poner un pie fuera de la pequeña sucursal del Midwest Bank. Asaltar un banco y enriquecerse definitivamente había sido su esperanza amasada por años en el solar de Centro Habana donde había nacido, traducida en su sueño americano al poner los pies en la Florida.
Casi cuarenta años después, realizado el sueño con vestimenta y maquillaje perfectos de payaso, la fatalidad hizo su detestable acto de presencia a través de las monedas que había exigido junto con los fajos de billetes. Luis el loco no se había percatado de las consecuencias al aplicar su filosofía de mantener un consumo bajo: la bicicleta sonaba con unas quejas que daban lástima, los pantalones, las camisas y los zapatos entregados por las iglesias se rompían de puro desgaste, y la mochila de tamaño mediano para demasiadas limosnas había empezado a rasgarse peligrosamente.
De manera que las monedas escaparon al ritmo de los saltos y chillidos de la bicicleta, por los traicioneros descosidos de la mochila, dejando una estela fácil de seguir por la policía a partir del descubrimiento hecho por el gerente en los escalones de la entrada de esa sucursal del Midwest Bank, el banco de la comunidad. Luis el loco cayó preso en media hora. Cumplió tres años y batalló duro junto con su abogado para que le pasaran un chequecito de incapacitado mental.
Al empezar mi trabajo de recepcionista, la organización griega se había zafado del edificio lleno de deudas y problemas por la crisis económica, lo había vendido a una organización sin fines de lucro. El fin no sería el lucro, no obstante, abrieron el banderín para las rentas sin verificación ni nada. Ahí apareció, acompañado de unos cuantos borrachos y malandrines, Luis el loco.
Le leí la cartilla, lo amenacé con denunciarlo si robaba o le hacía algo a uno de los viejos. La cárcel te quema o te cambia, me dijo, es demasiado, los policías plantan evidencias falsas, venden drogas, asesinan, para qué contarte. Los cuentos eran escalofriantes, ¿esperaba mi lástima, mi compasión o serían reales? Quizás mitad y mitad, con él nunca se sabe nada concreto, a no ser su lema de consumo bajo que, por cierto, siempre había aplicado a la perfección.
Luis daba la impresión de estar sosegado, agradecido de haber escapado con vida (y con honor de hombre, según él), de aquel lugar. Repetía convencido: este mundo está jodido, esto no hay quien lo arregle, la solución es bajar el consumo, los gastos.
Sí, baja el consumo sin vivir a costa de los demás, le recordé.
domingo, 19 de septiembre de 2010
Nos invade la cultura tuiterística
Alfredo Triff
Hoy conversaba con una amiga sobre la comparación entre los blogs y facebook. Ciertamente la época de los blogs, su grito, parece haber pasado, pero no ha terminado. Ni terminará mientras alguien sea capaz de subir algo que valga la pena. Simplemente vivimos una especie de redefinición de plataformas, de hábitos comunicativos, de fads, de estrategias publicitarias.
Por supuesto, se sabe que a la gente lo que le interesa es el contenido, y el auge de facebook le apuesta al contenido, pero no es de nadie, sino el de todos. ¿Y cuánto contenido puede haber en un universo de amigo y sus amiguitos, expresándose todos en lenguaje tuíter sobre todas las nimiedades del día?*
Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla (y miles de pulgares erectos).
Mi amiga decía que percibe un cierto agotamiento en facebook. No, le digo, sigue fuerte, pero eventualmente se agota.
Siempre se gana y se pierde. Lamentablemente se pierde en el nivel de la calidad de la comunicación. La gente quiere leer y responder tuiterísticamente. ¿Por qué? Es más fácil, más fast.
Nos está pasando lo mismo que con la comida. Y feisbuk es lo más cerca que hay de un hamburger.
Por lo pronto nosotros seguimos aquí en tumiamiblog. Capeando el temporal cultural. Incluso, para ir contracorriente, nuestros posts corren más largos. Nada de tuíter. Un blog es como un buen programa de radio. Donde puedes oír (perdonen la generalización) sin el ruído de una cara linda hablando mierda.
_________
*Ya hablamos de facebook recientemente aquí.
Hoy conversaba con una amiga sobre la comparación entre los blogs y facebook. Ciertamente la época de los blogs, su grito, parece haber pasado, pero no ha terminado. Ni terminará mientras alguien sea capaz de subir algo que valga la pena. Simplemente vivimos una especie de redefinición de plataformas, de hábitos comunicativos, de fads, de estrategias publicitarias.
Por supuesto, se sabe que a la gente lo que le interesa es el contenido, y el auge de facebook le apuesta al contenido, pero no es de nadie, sino el de todos. ¿Y cuánto contenido puede haber en un universo de amigo y sus amiguitos, expresándose todos en lenguaje tuíter sobre todas las nimiedades del día?*
Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla (y miles de pulgares erectos).
Mi amiga decía que percibe un cierto agotamiento en facebook. No, le digo, sigue fuerte, pero eventualmente se agota.
Siempre se gana y se pierde. Lamentablemente se pierde en el nivel de la calidad de la comunicación. La gente quiere leer y responder tuiterísticamente. ¿Por qué? Es más fácil, más fast.
Nos está pasando lo mismo que con la comida. Y feisbuk es lo más cerca que hay de un hamburger.
Por lo pronto nosotros seguimos aquí en tumiamiblog. Capeando el temporal cultural. Incluso, para ir contracorriente, nuestros posts corren más largos. Nada de tuíter. Un blog es como un buen programa de radio. Donde puedes oír (perdonen la generalización) sin el ruído de una cara linda hablando mierda.
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*Ya hablamos de facebook recientemente aquí.
sábado, 18 de septiembre de 2010
Dad!
Foto y texto: Ramón Williams
-Y si bien la teoría no define la práctica, la práctica, como ejecución de ideas, no se ve obligada a desentenderse todo el tiempo de la teoría, vista como reflexión en sus términos de la realidad.
-Tal vez pudiéramos añadir: -Dice el estudiante y muestra el aparato a maestro y condiscípulos. En la pantalla del aparato se desenvuelven los dos minutos anteriores de la disertación del maestro en aceleración. La reproducción se actualiza, es el instante inmediato en que todos atienden el video, absortos en la cualidad de espejo del aparato. El profesor en la pantalla toca la superficie de la pantalla y retrocede unos pasos, se detiene, le explica al estudiante que la noticia suele ocurrir con anticipación al suceso. El estudiante cierra la pantalla y observa cómo el profesor retrocede unos pasos y le explica al estudiante que la noticia suele ocurrir con anticipación al suceso.
-La noticia suele ocurrir con anticipación al suceso.
jueves, 16 de septiembre de 2010
desemBOCAduraDELdeseo
este beso bilabial que se avecina breve carnoso atento dichoso embargado de ambigüedad lateral y dislocado besa a bramidos broncos la bisutería dental blindada que impide el cruce a la babel sinuosa de la lengua badil débil que atiza la bacteria viva de bahía abierta desembocadura del deseo de este beso blanco bailable que se desliza ballesta entera ensartado por el ojal del deseo líquido perfumado encuevado en espera alejado de boca en boca disloca bruñe talla tuerce casi el torso de un labio del otro de ambos sincronizados envarados variados besos intercambiados barajados embrujados bisecados en sutil fuga al olvido
miércoles, 15 de septiembre de 2010
martes, 14 de septiembre de 2010
domingo, 12 de septiembre de 2010
sábado, 11 de septiembre de 2010
El síntoma fantasmático de Tiresias
Donde dije "digo" dije "Diego".
La gente no comprende o no puede, no le presta atención a esa dimensión (otra) de estas declaraciones que expresan el síntoma fantasmático de Tiresias,* la palabra de-entre-los-muertos diáfana; conciencia-sinciencia, parapraxis política, traición caudilla del verbo caudillista, voz/otra -ahora transparente- paradoja sorpresa de la eterna vigilia.
El viejo jotavich (de sonrisa susa/almibarada), ahora testigo en la congregación agitada y rebelde de la LEGIÓN de su razón.
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*Recordemos el viaje de Ulises al hades, donde se encuentra no sólo con Aquiles y Agamenón, sino también con Ticio, Sísifo y Tántalo, quienes ahora sufren grandes castigos. Se da cuenta el viajero de que el mundo subterráneo es un lugar de varios reinos diferenciado por grados de oscuridad (léase razón). Las almas más oscuras sufren más. Hablan más. Pero ese bajo mundo de la razón no es una sola pieza, sino un orbe ron-con- Coca-Cola, irrealidad clasificada entre las regiones inferiores y superiores. Descubre el héroe que hay mundos bajos y altos para cada castigo, las almas castigadas y relegadas a cada región en función de su naturaleza. Cuando Circe le dice a Ulises que debe viajar al inframundo, su propósito es ser testigo de “la verdad innombrable” la que se “dice en lo desdicho”, que es la profecía misma de Tiresias, el absorto ciego de Tebas. Es entre los muertos que se gana la sabiduría. Tiresias es “un alma vuelta de entre los muertos, por momentos ilusa, por momentos certera”. Es a él, de entre todos los fantasmas, a quien Perséfone le ha dado la mente más clara.
viernes, 10 de septiembre de 2010
Futuro del regreso
Ramón Williams
-Madre, te pido que al final me digas de qué sirve lo que te cuento, después te pediré que me creas.
-Por qué no habría de creerte. Recuerda que todo cuento sirve para una finalidad de la que no somos totalmente conscientes, al menos no todo el tiempo.
-Desestimada la pregunta por los bordes de mi locura, sacudido el polvo sobre las líneas de los maestros…
-Corta. El rodeo se funda en el miedo a errar, es una obstinación para el que nota a dónde vas a parar desde la tercera palabra. O, peor, temor de estar en lo cierto. De qué se trata.
-Busco entre mis amigos ese a quien conté un guión sin nombre aun, hace una semana, tal vez.
-A mi no ha sido pero igual me apunto. Suelta. Un dictador de enciclopedias reúne a las masas y les hace saber de su decisión final desde la tribuna: Las dictaduras mundiales deben cesar del todo e inmediatamente. Su tiempo y el tiempo de todos los dictadores es un tiempo acabado. Él se inmola. Y para dar fe instantánea de sus palabras oprime un botón a la derecha en el pódium, el vacío se abre bajo sus pies y las masas quedan solas, boquiabiertas en presas de una libertad súbita. Hoy leo las noticias y me tropiezo con una versión muy cerca de mi guión sin nombre. Mañana sabrán (él hará saber) que fue La Virgen de la Caridad del Cobre, Santa Patrona de la isla de Cuba, quien le reveló la visión velada durante más de 50 años...por él mismo: La Revolución se inmola, madre, como el dadaísmo.
-También yo he leído las noticias y no derivo lo mismo. Creo que el tirano quiere ser recordado como alguien que se dio cuenta dos veces, uno que derribó el mismo muro en dos direcciones y murió en paz con sus demonios, con la cabeza sobre los hombros si no con las botas puestas.
-¿?
-No, no sirve para nada lo que me cuentas y de nada vale encontrar a quién se lo has contado antes. ¿Qué quieres probar? Atraviesa lo que temes o te pierdes el corazón luminoso del imposible. Sigue la letra de la sangre y no temas, sólo reverencia los misterios de las puertas y no dejes de respirar...
-¿? -Doma tus montes, arriesga tu visión, refina las intervenciones.
-¿?
-Y que te crea tu madre.
jueves, 9 de septiembre de 2010
"El modelo cubano no funciona -ni siquiera- para nosotros"
Palabras mayores del Suso, hablando cándidamente en entrevista para The Atlantic con el periodista judío-americano Jeffrey Goldberg.
Hay que prestar atención a ciertas declaraciones recientes del
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En otra parte de la entrevista:
[...] el mensaje de Castro a Mahmoud Ahmadinejad, el Presidente de Irán, es muy concreto: En el transcurso de este primer debate, de cinco horas, Castro en repetidas ocasiones volvió a criticar al presidente iraní por su negativa de aceptar el Holocausto y explicó que el gobierno iraní serviría mejor a la causa de la paz si reconociera la historia del antisemitismo y tratara de entender por qué los israelíes temen por su existencia.
sábado, 4 de septiembre de 2010
La Última Función (¿o la penúltima?)
Jesús Rosado
Anoche la vimos. Fuimos con las expectativas en punto medio porque las opiniones cruzadas nos obligaron a podar el entusiasmo. Efectivamente, de borde a borde la razón se corta en mitades semejantes con el cuchillo crítico. Charín sorprende, plasticidad corporal aparte, con su voz y su profesionalismo dramático. Si la interiorización en ella no totaliza no es culpa sino de la mano que guía a los actores. Falta visceralidad en el desgarramiento, aunque la sensible Suárez lo bordee intuitivamente. Sin embargo, la experiencia danzaria la ayuda a lograr las dinámicas transiciones en las edades delineadas al personaje. Las tensiones corporales la precipitan de la vejez a la infancia y viceversa y se nota en la expresión rebosante de la mirada que los cambios fluyen en su interior espontáneamente. No navega con la misma suerte en todos los parlamentos que le ofrece Abilio Estévez. Tampoco ayuda la inestabilidad con que Abilio ha hilvanado unos textos que oscilan entre alguna frase memorable y los lugares comunes y las reiteraciones que proliferan como pasto. La idea de la pieza es sólida y, por tanto, merece mayor presteza y astucia en la expresión de su dramaturgia. Y, sobre todo, mayor color en el discurso para que se convierta en inflexión a través de las voces de los actores y no ocurra lo que desafortunadamente se destiñe en el trabajo actoral de Julio Rodríguez, cuya interpretación, aunque muy técnica, no llega a matizar las honduras que exigía la pluralidad de sus roles. Observando a Julio, evocaba las imaginarias probabilidades de otros talentos en la piel de lo que intentaba. Por mi mente pasaron fugazmente las imágenes de Carlos Cruz o de ese otro Rodríguez monstruoso que es José Antonio. Y cuando uno tiende a fantasear con tal suplantación, es que algo anda mal en la convicción de lo que se brinda en cada escena. Diseño, coreografía, escenografía, luces y vestuario se perciben como componentes logrados, pero en verdad la imaginación podía haber sido más audaz visualmente en una obra que supone un intenso despliegue psicológico. La selección musical también parece pedir más aventurerismo y experimento. Por todo ello es que el aplauso saluda el esfuerzo sin desbordarse, aun cuando el final –el mejor momento de la puesta- se eleve dignamente para despedirnos con una impresión agradable. No es suficiente conociéndose todas las virtudes y la inteligencia que se mueven alrededor del proyecto. Todavía La Última Función está en penúltima fase; le falta adultez para que permanezca en el catálogo contemporáneo del teatro cubano. Para llegar hasta ahí, repasemos que en pleno siglo XXI no queda otra que lanzarse a problematizar las soluciones tradicionales del lenguaje artístico. Por lo piadoso del tema y por la posibilidad de cristalizar en sofisticado sincretismo de teatro y danza, valdría la pena añadirle ese concepto extra a la propuesta.
Antonio O. Rodríguez en El Nuevo Herald
The Miami Herald's Jordan Levin column
miércoles, 1 de septiembre de 2010
Guaguancó/la historia de mi vida
Francisco Oller, El Velorio, (1897).
Los que se fueron lloran, igual que los que están. Los que se van añoran, los que se quedan, más. Canción de Carlos Varela.
Ernesto González
Del fallecimiento de mi querida negra me enteré varias semanas después de haber ocurrido. No había contestado a mis correos, pero eso pasaba incluso con ella, no era de extrañar. Nadie me avisó de su muerte, me enteré de casualidad, en una fiesta. No lo puedo creer, ¿a ninguno de ustedes le pasó por la mente la idea de llamarme?, ¿se han vuelto tan hijos de puta? Ay, Sara, por favor, tú conoces a la hermana de Rosario. De todas formas no te perdiste nada, la quemó y ya.
Estábamos en una de esas fiestas donde tratamos de conjurar el calor de la Isla mediante canciones, bailes y chismes, donde acostumbramos a contemplar y celebrar el guaguancó que baila el Prieto, marido de Fátima, que no es prieto sino moro, etiqueta cubana con sabor a hombre o mujer de carnes duras, casi desde la misma entonación de esa palabra que vacila innecesariamente entre el adjetivo y el nombre. Un moro o mora de carnes fláccidas era impensable, ni siquiera bajo las condiciones aplastantes del frío, el viento que lo multiplica y las noches de invierno que aterrizan casi detrás del mediodía. Todas contemplábamos las sacudidas y las parálisis de los hombros y de la cintura del Prieto, de reojo o con desfachatez. Fátima parecía haberse adaptado a que le vacilaran al marido en una o mil formas; vacilón que incluía a mexicanas, puertorriqueñas, ecuatorianas, colombianas y hasta a dos maricones cubanos que no se perdían una fiesta del grupo si se enteraban de la probable asistencia del Prieto.
¿Quiénes van a la fiesta?, averiguaban, ah, Fátima va, qué bueno, a mí me encanta. A mí también, she is so funny, we love her. Sí, lo sé, repetía yo mirándolos con incredulidad. Mentira, los muy caraduras iban a la fiesta por el Prieto, ni miraban y apenas hablaban con Fátima. Los saludos, el abrazo prolongado del Prieto, y su sabor, les transmitía una calidez diferente, genuina, a la cual no estaban acostumbrados, además de sentir su cuerpo moro, rocoso. Un abrazo del Prieto bien valía una fiesta. Al oír la apertura insinuante del guaguancó, las piernas y la cintura del marido de Fátima empezaban a vibrar y a dejarse llevar por los tambores, con vida propia, donde estuviera en ese instante. Sentado o de pie, hablando o escuchando, el Prieto sentía la voz y el ritmo insinuantes, sacaba su pañuelo blanco y se lo ponía en la boca, y cualquier cubana presente lo seguía hacia el centro de la sala. En esos instantes Fátima siempre echaba una mirada por los alrededores, muy calmada, como una advertencia disimulada.
El Prieto es mi marido y se va conmigo aunque me lo vacilen, y dormirá conmigo hoy, las noches de este invierno y las de la primavera, y sudará en nuestra intimidad el verano próximo y todos los demás. No me importa que se haya empatado con una mexicana y esté arrebatado con la hija que no le puedo parir, tampoco me preocupa si creen que no lo sé, o estén seguras de que lo sé y lo aguante. Y no me interesa verlo sin trabajo fijo, nunca lo ha tenido ni lo tendrá, se gana sus kilos pintando paredes o haciendo arreglitos de carpintería y plomería por su cuenta, y respondo por sus necesidades, para eso es el hombre de mi vida. A nadie le importa lo que hay entre él y yo, nos aclaraba el silencioso desafío de Fátima, evidente cuando la mexicana le exigió el reconocimiento paternal de su hija y el Departamento de Familias de Evanston, el suburbio donde viven, le pasó una comunicación al Prieto para exigirle los pagos adeudados y una mensualidad hasta la mayoría de edad de la niña. Entonces hablaría con nosotras, una a una, para describirnos cómo él le había pedido perdón de rodillas. ¿Le importaba o no a Fátima lo que pensábamos las demás?
Rosario la insultó: Cágate en la gente, no comas mierda y vive como te dé la gana, a nadie le importa un carajo lo que haces con tu dinero y con tu vida. Rosario reaccionaba con acidez ante la pose de víctima de alguna de nosotras, se ponía las chancletas, sus cutaras, como las llamaba, y dejaba de ser la negra fina de inglés exquisito que conocíamos. En esos momentos no había quien la parara. Metía miedo ese contraste de mi negra, feminista extraña porque añoraba los piropos de las calles cubanas, y que un hombre la dejara pasar delante o le abriera la puerta del carro y le tendiera la mano. En una de esas circunstancias, valía la pena contemplar su sonrisa de satisfacción. Irradiaba complacencia, felicidad.
Todas, incluidos los dos maricones cubanos del grupo, hemos soñado con un amanecer menos frío, acompañado de ese prieto marido de Fátima, que es moro, ríe tanto, nos besa y nos abraza con un saludo distinto cada vez, como diseñado especialmente para cada una de nosotras, y encima de eso baila el mejor guaguancó imaginable por debajo de cero grado Farenheith. Todas hemos fantaseado con el Prieto. Algunas demasiado, como Carlucho y Manuel: embarran de baba los hombros del Prieto en cada abrazo y los ojos se les viran y hasta se les ponen en blanco. La afectividad, la energía franca y abarcadora del Prieto es demasiada, la verdad, para comer y para llevar. Durante una de las alertas visuales de Fátima ante la rumba iniciada por su marido, pregunté por Rosario, quien acostumbraba a llegar tarde a las fiestas. Y me enteré: su hermana la había quemado y ya. ¿De qué hubiera valido discutir con los cubanos por no haberme avisado de la muerte de mi negra?
Fátima había sido operada de cáncer y estaba bajo tratamiento de quimioterapia, los demás tenemos cientos de problemas, incluidas la gordura y la depresión, aceptadas como dos reglas insobornables de esta ciudad, quizás de este país joven e incapaz de separar tiempo y ganancias por un rato, y permitir el espacio silencioso, el intervalo apartado de la vida donde único puede ocurrir la fusión real de dos cuerpos deseosos. Fisión, rectificaba mi negra, vacilón atómico añorado, ¿quién se acuerda de eso? ¿De qué valía discutir? No hay tiempo para los muertos, si apenas lo hay para los vivos. A mi amiga la habían quemado y ya. Solté el abrazo de mi marido y corrí al baño a secarme las lágrimas. De regreso, me incorporé a bailar el siguiente guaguancó con el Prieto, ese transmisor de calor y de vida, ese provocador de fantasías en todas nosotras, mariconas, maricones o no.
Sigue leyendo aquí.
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