Frederic Miahle, El zapateado, (1847).
Armando Rodríguez
La procedencia canaria del punto y el zapateo es una creencia arraigada en el pueblo cubano. Esto parece lógico a simple vista, debido al significativo asentamiento de inmigrantes canarios en los campos de Cuba, donde se desarrollaron precisamente ambos géneros autóctonos de canto y danza. Pero a pesar de la aparente certeza de esa hipótesis,n análisis más riguroso del asunto pone en evidencia ciertos detalles que parecen desmentirla.
El argumento más sólido en su contra lo constituye el hecho de que en la historia de las Islas Canarias no existen referencias a ningún género basado en la improvisación poéticomusical que pudiera haber servido como punto de partida para el desarrollo posterior del punto cubano. Entre los siglos XVI al XVII se menciona la aparición en las Islas de ciertas canciones como las “endechas canarias”, de aparente origen hebreo, y de otras relacionadas con danzas típicas o con diversas faenas, como los cantos de arrieros y los de recolección. Lo cierto es que la interpretación de ninguno de esos cantos incluía la improvisación basada en un metro poético predeterminado o en una tonada específica, tal como aparece en el punto cubano.
Tampoco encontramos el elemento improvisatorio en los géneros musicales tradicionales de Canarias que se concretan definitivamente durante el siglo XVIII, antes de la aparición del punto cubano. Entre los principales podemos mencionar a la Isa, un género derivado de la Jota peninsular, la Folía, canción lenta y expresiva de aparente origen portugués, y su variante más popular y moderna, la Malagueña.1 En cuanto al origen y el desarrollo del punto cubano, la conocida musicóloga María Teresa Linares se adhiere a la opinión de Argeliers León, al cual cita en su obra La Música entre Cuba y España. Ella nos dice que “Argeliers León se refiere al asentamiento «a lo largo de los siglos XVI, XVII, XVIII /…/ de grandes y pequeños propietarios /…/ en los cuales se operó un proceso de ruralización de unos elementos culturales hispánicos que primero habían tenido su asiento en medios urbanos elementales» (en aquellos núcleos urbanos se habían hecho décimas y se había bailado el zapateo).”2
También el musicólogo cubano Rolando Antonio Pérez reafirma esta teoría cuando expresa que “…durante los siglos XVI, XVII y XVIII se manifestó en Cuba una tendencia hacia el poblamiento de las zonas interiores y hacia la ruralización de rasgos hispánicos que antes tuvieron por sede las ciudades…”. Esto quiere decir que el proceso de evolución del punto y el zapateo comienza en los medios urbanos para después expandirse hacia las zonas rurales, siguiendo el proceso natural de poblamiento de la Isla. Esos medios urbanos a los que se refieren Argeliers León y Rolando Pérez deben haber sido La Habana y Santiago de Cuba, en los cuales se concentró principalmente la actividad comercial y social de la Isla desde el siglo XVI, y que estaban estrechamente ligados a la ruta preestablecida que seguían los navíos españoles, desde el siglo XVI al XVIII, en su trasiego comercial con Las Américas.3
Con el propósito de protegerse contra posibles ataques de piratas y corsarios, la corona española estableció un sistema de navegación para los barcos que transportaban mercancías entre España y América. Estos viajaban en dos flotas que partían de Sevilla en febrero de cada año, y después de una breve estadía en las Islas Canarias, continuaban su viaje hacia el continente americano, separándose al pasar por la isla Dominica. La flota de Nueva España hacía escala en el puerto de Santiago de Cuba antes de dirigirse a su destino final, el puerto de San Juan de Ulúa en Veracruz, México.4
La otra flota, llamada de los galeones, navegaba hasta Cartagena de Indias en la actual Colombia, donde desembarcaba parte de su carga. Después se dirigía hacia Portobelo en Panamá, y una vez recibidos los bienes que serían transportados de regreso, las dos flotas se reunían en La Habana, donde permanecían de dos a tres meses antes de partir hacia España.5 Aunque ninguno de los musicólogos citados anteriormente identifica una región específica en España como posible lugar de procedencia de algún género antecesor del punto cubano, la destacada actividad mercantil entre Sevilla y los puertos del Nuevo Mundo, señalan hacia una probable influencia andaluza.
Precisamente, encontramos en Andalucía una zona donde se practicó y se practican todavía ciertas formas de improvisación poético-musical. Esta comprende una amplia extensión de terreno que abarca la comarca de La Alpujarra (Granada y Almería), así como otras zonas del sureste español, tales como la provincia de Murcia, el norte de las provincias de Granada y Almería y el sur de la provincia de Albacete. Ese estilo de repentismo poético-musical, llamado “trovo alpujarreño”, sí parece cumplir con los requisitos necesarios como para ser considerado un posible modelo original del punto, ya que está basado en el intercambio dialogado de improvisaciones sobre patrones melódicos tradicionales y un metro poético prefijado, de manera muy similar a como se presenta en el punto cubano.6
Trovadores en Huarea (Albuñol), (1949).
Aparentemente, éste es un género musical que proviene de las tradiciones arábigas en la Península Ibérica. Según una referencia consultada “…en el mundo árabe, la improvisación es un arte arraigado desde el siglo VIII. La costumbre de improvisar con un pie forzado aparece en multitud de textos musulmanes, incluyendo Las mil y una noches, generándose incluso todo un sistema de juegos poéticos basados en la repentización. El arte de la poesía improvisada, en forma de duelos entre dos poetas, está suficientemente acreditado en Al-Ándalus.” 7 El trovo puede ser “cantao” o “hablao”. En el estilo de trovo “cantao” “…la música marca los versos y el número de sílabas que ha de decir el trovaor... El cante suele hacerse rajao, casi a gritos, hasta el punto de que, en ocasiones, resulta dificultoso entender lo que dice el trovador. Con frecuencia, se inicia la primera sílaba de la quintilla con un quejido (un Ay!), que no vuelve a hacerse cuando se repite el verso.”8
Es evidente en la cita anterior la extrema similitud con el estilo del punto cubano, donde la voz del intérprete es forzada a veces en los tonos agudos al punto de parecer un quejido o lamento estridente. Esta mención concuerda perfectamente con una referencia de María Teresa Linares, donde nos dice que “… ya en esos años [del siglo XIX] Pichardo consideraba el llanto o el ay-el-ay como nombres antiguos del punto”. Y más adelante dice, citando a Salas Quiroga también en el siglo XIX, que el punto era “…un continuado monótono grito, empezaba con impetuosidad y concluía con una cadencia que imitaba bien la languidez y la molicie…”9
El trovaor alpujarreño improvisa sus versos en quintillas. La quintilla es “una estrofa de la métrica castellana que consiste en cinco versos de ocho sílabas (octosílabos) o menos.” Esta “fue utilizada frecuentemente en el teatro clásico del Siglo de Oro, en partes narrativas o líricas, o asociadas a estrofas de menos versos durante el siglo XV en la lírica cancioneril, así como en grupos de dos si formaban parte de estrofas mayores como la décima o la espinela.”10 Como podemos apreciar en la cita anterior, la quintilla puede también convertirse en décima, que es la estrofa característica del punto cubano.
Quizás el más sólido argumento en contra de la hipótesis del origen canario del punto sea precisamente que en las Islas Canarias se le llama a este género “punto cubano”, en evidente reconocimiento de su procedencia indiana. En cuanto al posible origen canario del zapateo, nos encontramos con una situación muy parecida a la del punto. La única referencia al zapateado en una danza de posible origen canario es muy controversial y se relaciona con una pieza musical bailable llamada “Canario” o “Canarios”. Surgida en el siglo XVI, “Canarios” era una danza vigorosa que es mencionada por primera vez en un manual italiano de 1581. Posteriormente, Thoinot Arbeau la vuelve a mencionar en su tratado sobre la danza llamado “Orchesographie”.
En realidad no está plenamente demostrado el origen canario de la pieza. El mismo Arbeau la descibe como un “ballet que consiste en una mascarada donde los bailarines están disfrazados como el rey y la reina de Mauritania, o como salvajes con plumas pintadas de variados colores”.11 Canarios posee “un ritmo puntillado donde se combina el saltillo, el pateo y la alternancia del taco y la suela.”, y era descrito ya en el siglo XVIII como un “tañido músico de quatro compases que se danza haciendo el son con los pies con violentos y cortos movimientos.”12
Como podemos apreciar, esa descripción difiere mucho de la del zapateo criollo. El baile de Canarios ha sido comparado al Malambo argentino,13 una danza muy enérgica y vigorosa. Sin embargo, en Andalucía sí encontramos diversos géneros de danza que incluyen el zapateado. Uno de estos es el “Fandango”, que en una de sus variantes, es casualmente el estilo de baile que acompaña al trovo alpujarreño.14
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1 Lothar Siemens Hernández. La música en canarias. 2ª Ed. Museo Canario 1977. http://www.gobiernodecanarias.org/educacion/culturacanaria/musica/musica.htm. 2 María Teresa Linares y Faustino Núñez. La música entre Cuba y España. Fundación Autor 1998. Pag. 54. 3 Rolando A. Pérez Fernández. La binarización de los ritmos ternarios africanos en América Latina. Ediciones Casa de Las Américas 1986. Pag. 68. 4 Comité internacional de itinerarios culturales. Ficha de identificación de un itinerario cultural. http://www.icomos-ciic.org/ciic/pamplona/tamarablanes_ficha.doc. 5 Manuel Lucena Salmoral. Organización y defensa de la Carrera de Indias. Edición original: 2003. Edición en la biblioteca virtual: Noviembre, 2005. http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/lucena/orgca/indice.htm. 6 http://es.wikipedia.org/wiki/Trovo 7 http://es.wikipedia.org/wiki/Trovo8 http://es.wikipedia.org/wiki/Trovo 9 María Teresa Linares y Faustino Núñez. La música entre Cuba y España. Fundación Autor 1998. Pag. 57. 10 http://es.wikipedia.org/wiki/Trovo 11 Marina Keet. Dances of the Canary Islands. Part II. http://www.spanishdancesociety.org/main/articles.asp?number=7. 12 Juan Luis de la Montaña Conchina. Folías, zarabandas, gallardas y canarios. Apuntes sobre la danza y el baile en la España del Siglo de Oro. http://www.filomusica.com/filo5/cdm.html. 13 Marina Keet. Dances of the Canary Islands. Part II. 14 http://es.wikipedia.org/wiki/Trovo
"M", not "N" on Miahle.
ResponderEliminarMata Burro
Gracias, quien tú sabes.
ResponderEliminarMuy interesante. Tanto en Cuba como en Puerto Rico existen géneros típicos de trova improvisada que son muy parecidos; no sé en Rep. Dominicana. Imagino que las raíces de origen deben ser las mismas. El le-lo-lai del jíbaro (guajiro) boricua puediese ser una corrupción del ay-el-ay.
ResponderEliminarGracias y saludos.
MI
Rico pero muy largo, maniana lo leo :-))
ResponderEliminarQuiero agradecer a Armando, compositor y amante de la etnología musical, por este articulo. Además de ser tremendo gaitero avant-garde.
ResponderEliminarque ponte los tacones y taconea...
ResponderEliminarinteresante tacataca
Un gaitero experimental fuera de serie, agrego yo Triff.
ResponderEliminarBienvenido Armando! RI