viernes, 30 de julio de 2010

Understanding Teatro Buendía

El regreso de la vieja dama

Mayra Marrero 

El pasado viernes, pese a la amenazante Tormenta tropical Bonnie, el Teatro Manuel Artime llenó sus butacas con un público curioso por reencontrarse con un grupo de teatro de referencia obligada en el espacio teatral cubano de la isla, Teatro Buendía. Para los que ya lo conocíamos desde aquellos mágicos años ochenta, era curiosidad salpicada de nostalgia por una época de renovación, experimentación y búsqueda dentro del ambiente creativo. Flora Lauten, con un grupo de egresados del Instituto Superior de Arte, fundó Teatro Buendía en 1985 y comenzó a sembrar la semilla de su Teatro-Laboratorio, donde no es sólo un grupo de actores, músicos e investigadores que participan, sino es un grupo que colaboradora entre sí e intercambia posiciones dentro del proceso creativo. Lauten ha enriquecido su trabajo y a lo largo de los años se le identifica por su poética teatral, fundamentada en las escuelas de Grotowski y Eugenio Barba, las cuales tienen en común el cuerpo del actor como centro de la representación. Sin embargo, Barba, en su conocida Antropología Teatral, estudia el comportamiento del hombre a nivel biológico y sociocultural cuando éste se encuentra en una situación de “representación”. Agréguesele además que Flora Lauten enfrenta su proyecto, creando su propia alquimia teatral a partir del estudio de las tradiciones cubanas, la gestualidad y ritualidad que nos caracteriza: música, danza, palabra, gesto, jerga. Entrena al actor a partir de la búsqueda de su identidad, para deconstruirla en la representación. Con la creación de su grupo/taller no crea individualidades, sino que fomenta actores-músicos que colaboran e intercambian posiciones dentro del proceso de análisis e investigación de un texto o de una futura puesta en escena. “El regreso de la vieja dama” de Friedrich Dürrenmatt, con versión de Raquel Carrió fue la obra escogida por Teatro Buendía para su debut en el sur de la Florida. En la obra de Dürrenmatt, Clara regresa a “Güllen o al Pueblo donde se cultiva”; en la versión de Carrió, Clarita regresa a Gula (aludiendo uno de los pecados capitales descritos por Santo Tomás), al pueblo donde hay un placer desmedido por comer y beber. Clarita regresa para ayudar y cumplir un sueño de venganza. No ha podido olvidar, y ha perdido la capacidad de perdona. A partir de ahí la referencia a las tradiciones y contexto socio-cultural, los hábitos individuales de percepción del público variado, permiten la descodificación del texto dramático y de imagen, para adentrarse en la representación como un espectador activo, capaz de teorizar y desentrañar el tejido de conexiones y asociaciones que propone la puesta. Esta tragicomedia en la tradición del cabaret, nos trae una suerte de” Moulin Rouge” –tropical -recurso escénico disociativo y referencial- a los isleños que nos tomamos con desenfado la vida y hasta la muerte. La ubicación de este cabaret - trágico en un ambiente pretensioso de plumas, sombreros, pieles y capas, música pasional y estremecedora, lo emparienta a la cultura del sufrir riendo, al arte sentimental o al más genuino Kitsch. La artesanía teatral de Flora Lauten y su Teatro Buendía nos regaló una puesta en escena que evidencia la madurez del grupo: la preparación actoral indiscutible, la unidad en las actuaciones, lo certero en sus movimientos escénicos, el uso de los recursos escénicos con precisión, la voz de Ivanesa Cabrera e Indira Valdés en sus dos personajes, la capacidad corporal e interpretativa de Sandor Menéndez, y la correcta proyección de Alejandro Alonso. Dania Aguerreberrez se mostró tranquila, segura y sin alardes. De Leandro Sen destaca su corporalidad. De Carlos Cruz, su histrionismo. Todos ellos son los portadores del resultado de años de investigación teatral y búsqueda de un lenguaje propio al entorno geográfico en que se desenvuelven. La música es parte fundamental de esta dramaturgia y mérito de Jomary Hechavarría y Vidal Ricardo Labarca. Este teatro–cabaret-cámara se hubiera beneficiado de un espacio escénico más pequeño e íntimo; pero eso no fue impedimento para la calurosa recepción y la participación del público durante la obra; los aplausos lo atestiguaron. El entretejido artesanal e intelectual que urde hilo a hilo Flora Lauten, con su capacidad de aglutinar y crear, se evidencia no sólo en sus puestas en escena, sino también en cada uno de sus “hijos” que ya no están con el grupo, pero que recrean la poética lauteana y la vitalizan en sus proyectos. Eso sólo se logra con el peculiar don de su magisterio. 
.........................
El grupo de visita en Chicago, de Sonora Matancera, en tumiamiblog
Otra en elNuevo, de Antonio O. Rodriguez

16 comentarios:

Anónimo dijo...

En el Herald acabaron con Buendia. Yo que la vi la pase bien, pero no me impresiono. Digo, me impresiono que en Cuba tuvieran tantos trapos y tanto dinero para montar todo eso. Porque en Cuba yo veia teatro con velas porque se iba la luz. Pero por que trajeron lo mas malo a Miami, o es que ya estan decayendose. M. Betancourt

Anónimo dijo...

LA CRITICA DEL NUEVO HERAL ME PARECIO SESGADA, PREFIERO LA DE MAYRA. PERO POR ENCIMA DE NUESTRA APRECIACION SOBRE EL HECHO ARTISTICO (DONDE EL ELEMENTO SUBJETIVO ES TAN IMPORTANTE, PUES DE LO CONTRARIO SE TRATARIA DE CIENCIA, NO DE ARTE), AMBAS MUESTRAS DEL QUEHACER DE BUENDIA ME PARECEN MUY IMPORTANTES EN EL PANORAMA TEATRAL CUBANO.
SALUDONES A TODOS
ERNESTO

Anónimo dijo...

Oigan, la discusion sigue caliente en el post anterior.

JR dijo...

Me gusta tu texto, Mayrita. Muy completo y elegante. A mí me pareció una buena puesta en escena. Pulcra, profesional, poderosa en plasticidad. Las seis secciones del escenario meticulosamente compensadas. Entradas, salidas y puntos focales que respetaban con rigor la lógica visual del espectador. Las actuaciones bien elaboradas y la sintonía colectiva mostraron la exhaustividad del trabajo de mesa y la disciplina del ensayo. Y junto al procesamiento dramatúrgico se percibe una gran dosis de reflexion antropológica, en tanto se deslizan diversos tributos simultáneos: lo vernáculo, el musical, Anckermann, la Isla de las Cotorras, Blanca Becerra, los Pous, Candita, un aire evocador de las tablas cubanas de los ochenta, el vaudeville y algunas onzas de Broadway. Carrió en su adaptación del texto de Dürrenmat (conocido en Cuba por su novela La Promesa, un policíaco publicado en Colección Dragón), cristaliza en Gula una audaz metáfora de la contemporaneidad insular. Desde la asociación homofónica al nombre del país, se establece ese juego caliente de símiles e ironías, que por momentos fluye cáustico y mordaz, y en otros toca al romanticismo criollo con el ánimo de conmover. Quizás, en este último aspecto, cierto exceso tiende al almibaramiento. No dejo de reconocer que el melodrama, junto al humor, es la médula de lo alhambresco en nuestro temperamento teatral, pero ya a estas alturas para el inevitable extrañamiento contenido en la "identidad" exílica se corre el riesgo del empalago. Quitándole ese desborde edulcorado, el esfuerzo de estos teatristas representa, sin lugar a dudas, un logro en dramaturgia y osadía.

Unknown dijo...

El hecho de haber podido disfrutar de una obra del Buendía en Miami me resulta todo un regalo. Por eso agradezco la crítica de Mayra, llena de sentido, inteligencia, profundidad y sensibilidad. No puedo decir lo mismo de la que fue publicada ayer en el Nuevo Herald, porque si como viene a decir el crítico, es malo que a los actores se les vean las costuras en el escenario, aún lo es peor que se le vean al que realiza la crítica sobre su trabajo. Detrás de las costuras de un actor lo más que se puede encontrar es técnica, pero detrás de las de un crítico, lo que se puede observar son intereses, malas ideas, frustraciones y rencores. Y eso es lo que yo vi ayer entre las líneas de la reseña del Herald. Una lástima que esa sea la voz artística del principal periódico en español que tiene la ciudad.


Felicito a Flora y a todo su grupo por el trabajo que trajeron a Miami y que hizo suspirar, reír y llorar a un teatro repleto de personas sensibles al buen hecho teatral y artístico. Porque, incluso los trapos, como dice alguien por ahí arriba, hay que saber usarlos para que parezcan grandes vestidos y las personas superfluas se pregunten de dónde han podido salir en el desierto del que provienen.


¡Gracias, Buendía!
JLA

Alfredo Triff dijo...

Para los que ya lo conocíamos desde aquellos mágicos años ochenta, era curiosidad salpicada de nostalgia por una época de renovación, experimentación y búsqueda dentro del ambiente creativo.

Como siempre, buena reseña. Mayra combina lo sicológico de acá y los matices de allá. Mi impresión profana es que aunque leve en su contenido (varieté vaudeville) fue una presentación cuidada. Por problematizar, aunque sin quitar mérito alguno, el elemento nostalgia agranda las cosas. En mi caso, por eso casi no oigo a Beatles (y otras torticas de Morón).

Anónimo dijo...

Gracias por opinar.
MMarrero

Anónimo dijo...

"Los espíritus mediocres condenan generalmente todo aquello que no está a su alcance" (François de la Rochefoucauld)

RI dijo...

Querida Mayrita, concuerdo con JR, tu escrito es muy esclarecedor en cuanto al trabajo del grupo, y elegante. Te comenté a la salida que agradecí lo impecable de la dirección de actores, el manejo de la música, y los cambios de escenas y cuadros (todo lo que eché de menos en Las amargas lágrimas). También, la riqueza de asociaciones culturales nuestras que anotas, y que denotan un trabajo serio.
Sin embargo, Tony en el Herald trae un par puntos válidos como el enunciado de los actores –no en todos los casos- externo hasta el cansancio, monocorde y engolado –a propósito, he de suponer. En la tradición del género, y con énfasis en lo formal por parte de la directora, aún prefiero el teatro que me haga vibrar y no el que me distancia del actor (posibilidad que Tony contempla en su crítica cuando menciona el efecto de “extrañamiento” –elemento brechtiano- como intencionalidad).

Resultó para mí un entretenimiento bonito, bordado, y distante.

Pasó algo más para mi propia sorpresa, cuando en el saludo muchos subieron al escenario y cantaron al unísono "Mi cocodrilo verde", tremendamente conmovidos. No vertí ni una gota de empatía.

sonora y matancera dijo...

uff, mayambaneros, uds. no fallan en el tiro a la diana cubana...

en lo que escribí en PD http://www.penultimosdias.com/2010/07/16/un-buendia-la-visita-de-una-vieja-dama%E2%80%A6/

sobre la presentación en Chgo, y en mi mensaje a RI cuando le mandé el texto sobre la despedida del grupo, (más crónica que reseña...) http://www.tumiamiblog.com/2010/07/mayambaneros-acudan-ver-al-teatro.html

dije que la obra me parecía adecuada para el público de Miami... por el doble sentido del contenido de la adaptación y cómo AQUÍ se podría interpretar... sabiendo que lo haría tal y como lo han hecho, a dos extremos, como siempre, evitando flotar en el medio...

sí, es predecible, almibarada tal vez en ocasiones, cargada de kitsch pero bien hecha. eso no se puede negar, que la labor del elenco fue profesional, entretenida y precisa,y yo, que no soy teatrera, no me quejo.

por eso me sorprende que si el menjunje cabaretero (nosotros, tan puristas!!) que si exageraron la dicción, la pantomima... pues estaban haciendo teatro épico al estilo alemán, carajo.

y otra, esta obra debutó en Ecuador y en Chicago fue un gran éxito de crítica. alabada, por sus dotes teatrales y no tanto por el mensaje Gula-Cuba, por la prensa local en inglés, quienes captaron el contenido en traducción proyectada encima del escenario.

el reseñador del Herald da al césar lo que..., me imagino pues aplaude otras obras del grupo vistas por él, y declara su disgusto o desacuerdo sobre ésta en detalles, muy personales, entiendo. y me parece bien que lo haga... pero el análisis de M. Marrero me parece más completo e imparcial.

y no conozco a ninguno de los dos.

Anónimo dijo...

Gracias Mayra.

Anónimo dijo...

Sono agregué el link a tu crónica que completa la cobertura de Mayra. Y sí, épico dialéctico y todo, me molestó lo monocorde del enunciado, quasi-maña que noto en el cine, el teatro, y algunos actores formados en la isla. Algo así como actuar a actuar. Como derivativos de aquella inolvidable Raquel Revuelta en Lucía. RI

Anónimo dijo...

¿Te parece Sonora que los miameros somos tan predecibles? Lo cierto es que ha sido muy gratificante haber asistido a las puestas de grupos de la isla como El Público y Buendía: muy buena onda, profesionalismo, entrega, y un tipo de intercambio que marca pauta, como bien apunto Mayrita anteriormente.

No obstante, no hemos de suspender el pensamiento crítico, por muy entusiasmados que estemos. Creo que Miami, con todo lo que se le critica, siempre recibe y acoge, a teatro lleno y con ovación incluida, demostrando flexibilidad y propiciando encuentros.

Contrario a lo que se dice/cree, en Miami sí hay mucha cultura –a muchos niveles, con el matiz del crossover y el multiculturalismo, no se da abasto. RI

sonora dijo...

RI, tú y M. Marrero y A.O. Rodríguez saben más de teatro, y sobre todo de teatro cubano, que yo. Yo sólo asistí a las presentaciones del BD por curiosidad y sí, porque soy cubana. Mis escritos reflejan esa perspectiva.

Yo me refería a que en Miami todo lo que tenga que ver con Cuba excita y revienta, inevitablemente, más que en cualquier otro lugar, y los restos de la explosión siempre terminan en dos orillas. Muy poco flota en el medio.

yo, personalmente, nunca he vivido en Miami, y en realidad conozco muy pocos mayambaneros, así que no podría calificar de "predecibles" a la todos, pero sí a un grupito.

Saludos.

omu

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con Sonora por aquello de que en Miami todo se divide en dos orillas y, lamentablemente, todo lo que pudiera quedar flotando entre una y otra, acabamos hundiéndolo para que no haya medias tintas. Lo que me preocupa es que cada hecho cultural es tratado con un apasionamiento tan duro que acaba siendo destruido en su esencia más pura; por eso no entiendo aquellos que van al teatro o a ver cualquier manifestación artística con una idea preconcebida y unos prejuicios inamovibles; pues al final, siempre acabarán molestos. Y digo yo ¿por qué no relajarse ante el hecho artístico y tratar de quedarse con lo mejor? Es lamentable que aún haya personas que se esfuercen por rebuscar en cualquier lugar el más mínimo destello relacionado con "esa isla", como si nunca hubiésemos pertenecido a ella.

Anónimo dijo...

Pero por que una critica se ve como algo negativo?

Sera porque en la isla no nos ejercitamos en la critica?

Llenaron el teatro, pero al critico del Nuevo Herald no le gusto. Mas nada.
A que si vuelven lo vuelven a llenar.