El día a día en Cuba desde Octavo Cerco:
Hay veces que eso que llaman en mi país “fatalidad geográfica” no nos toca por sólo unos metros, es mi caso: vivo en El Vedado, en una zona donde tengo agua todos los días. A pesar de la sentencia filosófica “el hombre piensa como vive”, trato de salirme de mi húmedo entorno para constatar que a mi alrededor, otros aprenden a vivir sin agua.
Tengo una amiga que renunció hace tiempo a tener un inodoro blanco, el agua le entra cada dos días y el tanque no le alcanza para darse el lujo de descargarlo cada vez que lo usa: unas asquerosas marcas amarillas le recuerdan, cada cuarenta y ocho horas, que blanquear la loza puede convertirse en un lujo. Sin embargo no se queja, hay otros –y ella lo sabe– que están peor: A Leo le llega la pipa, allá en Centro Habana, una vez a la semana. Como tiene la casa declarada “inhabitable”, no puede poner su tanque en la azotea pues corre el riesgo de ver un día el techo caer sobre su cabeza.