Texto e ilustración: Ramòn Williams
-Ya se lo expliqué, señora.
-¿Me lo dices otra vez, mijito?
-Con gusto, señora. Mire…
-Llevo muchos años en este país, fui maestra y nunca escuché algo así.
-Pues yo he nacido aquí y puedo decirle, señora, que los tiempos cambian. Mire, aquellos relojes de péndulo y madera real tenían reales ventajas sobre los plásticos digitales que usted ve hoy por todas partes. Sin embargo, a los antiguos había que servirlos todo el tiempo y su precisión era dubitativa, imagine usted con embargo. Por tal razón nos mudamos a un mundo de ceros y unos donde la exactitud es sólo el comienzo y las baterías enduran más de un invierno. La cara baja de los nuevos viene a ser, además de la ausencia de barnices, casi puntuales pajaritos y verdes pálidos en los bronces, el deterioro de los circuitos al mínimo contacto con la humedad. Por otra parte, cómo esconderle a usted, señora, la situación con esta gota de agua que no cesa de filtrarse en cataratas por el eje del mal geopardizando a su paso todo el montaje…
-¿Pardo todo el planeta?
-Efecto dominus bobiscum-sálvese-quien-sepa le llamamos los especialistas, también conocido por los ejecutores del orden central como R.I.B.A o Rebote de la interface Bélica Autosolventada. La materia de facto es que ahora su casa no vale nada. Más bien, usted nos debe dos veces la mitad del costo de la tasación originaria por concepto de ciudad en obliteración educacional, sin contar sus pensiones y pro-pensiones gastadas en alucinantes ilegales, las filiaciones tripartitas con extranjeros del patio y los taxes el día su penúltimo cumpleaños en las playas del Este…
-No he cogido taxis en mi cumpleaños…
-Pero la han cogido los años y eso es un problema que encaramos o encaramamos con la juventud y el asunto de las clonaciones de cuentas dentro de nuestro engranaje corporativo. En fin, en el departamento de cuentos pudiéramos refinar su impropiedad, si usted se halla en condiciones de probar al departamento de estadísticas que usted no morirá en los próximos cuarenta años, dejándonos el peso de todas sus deudas, dudas e intereses tóxicos acumulados en una caja de zapatos en Hialeah.
-¿Y qué debo hacer, corazón?
-Nada, simplemente pase su tarjeta dévita por la ranura, acerque su ojo a la lucecita junto a la mesa y firme dentro de este círculo para que la atiendan en el círculo próximo. Allí le asignarán un número de grial socio-cultural que le garantiza su derecho a latencia y los bonos de inquilina para un solar efficiency en cual podrá reposar los huesos en las tardes como usted merece.
-Muy amable, mijo. ¿Estarás aquí mañana para traerte los otros papeles?
-Hasta el sol poniente, señora, no más.
6 comentarios:
Jajaja!
Ramon, este trabajador social es un extraterrestre.
Me he reido mucho leyendolo, porque ella parece aceptar todo lo que el le dice. Y asi se siente uno cuando le explican cosas tan complicadas como los beneficios que cubre el seguro medico.
Jajaja!
Anamaria
Nada, simplemente pase su tarjeta dévita por la ranura, acerque su ojo a la lucecita junto a la mesa y firme dentro de este círculo para que la atiendan en el círculo próximo. Allí le asignarán un número de grial socio-cultural que le garantiza su derecho a latencia y los bonos de inquilina para un solar efficiency en cual podrá reposar los huesos en las tardes como usted merece.
Burocracia post-kafkiana.
chiripitiflaútico, jeje
Absurdo-ficción. Y pensar que se asemeja tanto a la realidad que hemos construido...
no dejen de leer este interesantisimo blog:
http://sombradelcubano.blogspot.com/
Ana María, retórica-poética de Admón.
A.T, totalmente...ahora que lo dices.
Sonora, no había escuchado el término pero casi seguro coincido.
J.R, que han construido, dirás. Uno apenas es ladrillo, testigo que ladra para despertar a los vecinos.
Anonymous, tremenda peste en, alrededor, debajo, encima, al centro, de tu blog interesantísimo.
Chanchullo, herida sobre herida...
Gracias.
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