Entró. Se detuvo unos instantes en el lado izquierdo del zaguán. Examinó los ojos. Lentamente, ceremoniosamente, como si ejecutara un ritual, se quitó la gorra de lana negra dejando libre el cabello. Ojos curiosos aproximándose. Ojos ebrios, azules. Ojos oscuros, largas pestañas largas, instigadores, ojos intencionados. Siluetas sin ojos bailando en lo oscuro. Tocándose. Perfiles a contra luz. Ojos de gente que parece haber tomado veneno. Cruzó la pared de ruido.
Ofrecimientos, aromas, oleadas y viento de mar que entraba. ¡Si entrara el mar y nos tragara a todos, si nos descansara del mundo! Ojos enmarañados en preguntas. Como lentes de cámara retratándola.
La mujer buscándose en los ojos, como en una plaza de noctámbulos, como en un rodeo de aturdidos ojos. Ojos de mujer que se busca, que se urge. Pidió un ron con hielo parada contra un neón de Budweiser. Se sintió el roce de las figuras rojo-escarlata. Se sintió elocuente.
Trató de escribir algo en la servilleta azul; algo sobre el mar, las lejanías, algo sobre los dibujos en papel de celofán, sobre las acuarelas de Jorge Bustamante, la del balcón, sobre su día ahogado en la feria. Hubiera deseado escribir sobre la figura de Torrens: el desnudo sin rostro, el cuello venoso y pálido volteado hacia atrás. Seguía buscando el rostro, el de ella. ¿Pero adónde? ¿Adónde van las expresiones antiguas, el gesto propio? ¿Hacia qué escondite se escurre el ser?
La trampa de una mirada, de un deseo circular de difícil realización, inacabado: un deseo de. Los ojos son una trampa por donde los espejos nos ridiculizan, nos atacan. Otro ron y le bajaba un hilo de sudor, de desespero.
Sacó unas hojitas blancas del bolso, y bajo la linterna del bartender: Trazo en el aire extrañezas con el dedo, donde nos parecemos mutuamente, aquella y yo. Espío algo que me fue dejado y que no puedo tocar. Palpo la tregua de los días invisibles de la otra. Tengo para esta mujer una delicada consideración. Le amé como un hombre y como mujer, la amé en la diferencia, al otro lado del odio. Le teñí una vida paralela llena de paisajes y vientos que le sacudieran, le batieran el pelo y el desquicio. Llegaban los inviernos y me asomaba a este amor con su rostro y su voz. Tuve que perdonarla, tuve que buscar en las multitudes mi falta de deseo por ella. Este amor es el reverso de una carencia, de algo que no viví. Su nombre cae de las alturas y resplandece por un segundo. Entonces, desnuda, esta mujer deja verse dentro del relámpago de la voz que la evoca, y desconcierta más aun esa demoledora felicidad de su pecho oblicuo y silencioso que momentáneamente pasa por la luz.
Hubiera deseado escribir sobre la acuarela, la del balcón cerrado. Escribir contra las macetas olvidadas, las florecitas silvestres que crecían desoladas, al descuido. El balcón de madera pudriéndose. La acuarela muda rezaba: "¡Ay Mercedes!"
Escribió: Detrás de las acuarelas no hay nada. El dibujo es una evocación del vacío, una ausencia. -“A double, please”.
¿Cómo se describe la nada? ¡Ah ese monumental invento de las palabras como coberturas! La estremeció la ausencia, la falta de Mercedes, y anotó: La silueta suave de una mujer contra las gasas de mi vestido, contra mis ligeras líneas embestida, con una inconsistencia. La nada sólo necesita de sí misma.
El deseo ese animal, esa hambre. El que tiene hambre se ofrece, le da lo mismo comer que ser comido. Vamos hacia los baños. Soberbia mujer de volumen semejante a ritmo de olas. ¡Ay Mercedes! Ese deseo de nosotras. Aterciopelada Mercedes, puta Mercedes. Mamaba de sus senos de luz. Sus senos de madre imperecedera.
La música ruidosa de este lugar está hambrienta, como una ofrenda: Ay, Mercedes, mujer de mí entre mis brazos. Busco su mirada en baño a media luz; pero mis ojos son una pedrada contra los espejos.
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En mi libro Deseo de donde se era (2001).
8 comentarios:
excelente selección musical para respaldar tan deseable texto. saludos. omu
Desplazamiento de sí consumado. Sin coartadas. E impecablemente deliberado. Texto de colección, Eslinda, que me reembolsó bocanadas de mar, balcones al oeste, roces casi no y registros olvidados.
Rosie eso llega al alma.
"...Mi deseo, naufrago extravío /
Tu deseo, conejo crispado."
Track 13, DadaSon
misterio y hallazgo ... creo que se, gracias a la linterna del mismo bartender, lo que decían tus extraños trazos. ¡Salud, poeta! T.
Buena literatura con buen fondo.
Un beso
Amilcar
Tu entendiste algo???!!!
Rico, de verdad. Bueno que te recuerden cómo pueden verse ellas entre ellas. Los otros, si no se distraen simplemente, aprenden.
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