lunes, 10 de mayo de 2010

El cercano este


Otro post macerante de Iván de la Nuez:
Ahora bien, lo que convierte al Eastern en un género verdaderamente universal no es tan solo, ni fundamentalmente, la invasión hacia el Oeste de los escritores, artistas y deportistas del “más allá”, sino la pasión por el este de los creadores occidentales. Precursores tan notables como el periodista John Reed, el dibujante John Steinberg o el novelista George Orwell dieron cuenta de ese mundo bajo el bolchevismo y el estalinismo. Graham Greene, John Le Carré o Frederick Forsyth se ocuparon de desentrañarlo durante la Guerra Fría.
Todos ellos con una mezcla de fascinación y temor; exotismo y ansiedad por descubrir –fantasías a un lado- lo que se escondía, verdaderamente, detrás del Telón de Acero. Ese misterio ha desatado todo tipo de recuperaciones en la actualidad. Desde el aclamado redescubrimiento de Vida y destino, la novela de Vasili Grossman, hasta el revival pop, relatado hace unos días por Kiko Amat, de la cantautora checa Marta Kubisova, musa de la Primavera de Praga y de la resistencia a la invasión soviética del 68. Desde el rescate de los textos de Alexandra Kollontai hasta la saga ucraniana tejida por Jonathan Safran Foer, en su novela Todo está iluminado.
Por su parte, los fotógrafos Dani & Geo Fuchs han dado cuenta de la represión alemana en la serie Stasi Secret Room, mientras que los cuadros e instalaciones de Mona Vatamanu y Florin Tudor intentan que no olvidemos la sombra siniestra de Nicolai Ceaucescu. En el blog Muñequitos rusos (munequitosrusos.blogspot.com) se informa y discute acerca de los dibujos animados de la era comunista, con una precisión asombrosa de los detalles técnicos. “Muñequitos rusos” era la manera de nombrar estos animados en Cuba, un país con un Estado comunista en el corazón de Occidente, cuyo aporte al Eastern ha tenido su importancia.
Y no me refiero a los paladines tropicales del realismo socialista –hoy convertidos algunos al idealismo capitalista con la misma pasión y dogmatismo-, sino a obras más complejas en las que se aborda a esa isla del Caribe como parte del Imperio Soviético. Es el caso sobresaliente de José Manuel Prieto –Nunca antes habías visto el rojo, Enciclopedia de una vida en Rusia, Livadia…- o de la revista Criterio, en la que el traductor y crítico Desiderio Navarro ha construido un completísimo catálogo de pensadores y teóricos del antiguo Bloque Comunista. Desde el Cono Sur, Fogwill fue un precursor que imaginó, antes del derribo del Muro, una Argentina soviética en Un guión para Artkino.