lunes, 31 de mayo de 2010
"la repetición es la muerte" (o la guerra de los blogs)
De Diario de Cuba:
"Cuando empezaron a surgir los blogs, lo dije, pero inútilmente —yo creo que ahora es que empiezan comprender lentamente—, 'si surgen cuatro blogs contra nosotros, vamos a hacer 40 a favor (…) Vamos a llenar el ciberespacio de ideas, pero que no sean las mismas: la repetición es la muerte".-- Alfredo Guevara, 5 de mayo, Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana.Guevara no se percata que no pueden haber 40 blogs a favor por cada cuatro blogs en contra. Es decir, no se puede "llenar el ciberespacio de ideas", ya que el contenido de esas ideas apunta -irremediablemente- a "la repetición" = la muerte.
domingo, 30 de mayo de 2010
El "nuevo fallo" de BP: naturaleza vs. Naturaleza
Directo del NYTimes sobre el fracaso de contención de la ruptura en Deepwater Horizon ayer:
En el año 2005 el entonces vicepresidente de BP David Eyton expresaba su optimismo de que la experiencia de BP en cuestión de riesgos de exploración, así como las nuevas tecnologías, permitirían a la empresa triunfar sobre los enormes obstáculos de la naturaleza.
Ahora que se sabe que el procedimiento de cementar la tubería ha fallado, las palabras de optimistas de Eyton quedan como estamento vacío al apuro por explorar y obtner ganancias sin políticas paralelas de riesgo y seguridad que la compañía debía haber implementado (aún queda preguntar si BP realmente utilizó todos los mecanismos de seguridad disponibles).
Los estadounidenses, que siempre hemos tenido una fe inquebrantable en la tecnología, ahora nos estamos impotentes, es como si estuviéramos a punto de perder la batalla.¿Qué demuestra el nuevo fracaso de contener la salida de petro de BP en el golfo? Que la instrumentalización de la naturaleza conlleva riesgos, y que dichos riesgos deben ser "adoptados" como condición necesaria a la explotación de la Naturaleza. Aprendemos que la ganancia capitalista puede llevarnos a la pesadilla ecológica. Aprendemos que en tal estado de desfase entre capital y protección ecosistémica, la Naturaleza nos termina pasando la cuenta. Entonces realizamos el valor "real" de la ganancia del capital, cuando éste se emplaza frente a la suma total del balance vacío e inclasificable de la Naturaleza.*
__________
*Creo que la idea misma de "balance ecológico" es informulable en términos económicos tradicionales generacionales (términos de la formulación macro-económica capitalista). Tendríamos que formularnos una economía zen para comprenderlo. Por otra parte, más allá de capitalismos y otros "ismos", hay que reconocer que el "síntoma Frankenstein" no es accidental. Se trata de una posible estructura que se inserta en el proceso de desarrollo cultural entre homo sapiens y la naturaleza como tal. La ciencia es un "medio" del ser humano para su desarrollo cultural a expensas de su desarrollo evolutivo. Ese desfase sobrepasa el límite de nuestro antiguo concepto de Naturaleza. A partir de la bomba de hidrógeno, debemos hablar de naturaleza y Naturaleza. La instrumentalización de la Naturaleza por la naturaleza. Es por eso que la idea de sospecha heideggeriana del artículo del NY Times confunde peras con manzanas. Nohay tal inocencia. Pero eso es otro tema y hoy es domingo.
sábado, 29 de mayo de 2010
"Eso es culpa de la prensa que no lo publica"
Diario de Cuba saca la entrevista de Juan Manuel Cao a Silvio Rodríguez en Puerto Rico. Cao provee dos cartas con dos preguntas. Una de la madre de Zapata.
Cao: "¿Sería Usted capaz de hacer dentro de Cuba las mismas declaraciones que hace afuera? ¿Por qué esa doble moral?"
Silvio (calmadamente): "Me gustaría que esa señora me dijera cuáles son las declaraciones que hago fuera y que no hago dentro".
Cao: "Por ejemplo, el debate con Alberto Montaner que no se publica dentro de Cuba..."
Silvio: "Eso no el culpa mía. Eso es culpa de la prensa que no lo publica. Yo hago el debate... cuando hago el debate estoy en La Habana, no estoy aquí. Yo digo las cosas. Todo lo que digo lo digo desde Cuba. Y las críticas que hago de Cuba las hago desde Cuba. Aquí no le voy a hacer una crítica a la Revolución. Las críticas que tengo a la Revolución las hago desde Cuba que es donde me corresponde hacerlo" [...]
Cao (esta vez con una carta de Fariñas): "¿Usted cree que una persona que está en una huelga de hambre hay algún dinero que lo pueda comprar?"
Silvio: "Yo creo que el que esté dispuesto a dar su vida por la causa que sea, sea por la anexión de Cuba a los EE.UU. o sea por la liberación de Cuba no hay dinero que lo pueda comprar".
Lo importante del intercambio es lo que señalo en rojo. Ojo: Silvio mismo sugiere que no publicar un debate como ese es culpa de la prensa cubana. ¿Culpable el Granma? De censurar una discusión de la que él es parte dentro de Cuba.* No olvidemos que el Granma es, a priori, axiomático e infalible. Invocando la culpa, Silvio se distancia del discurso de la prensa susodicha. Puede haber más de un sólo discurso. No reconocerlo es un problema (culpa) de la prensa que lo censura. Dicho sea de paso, que Silvio diga eso en Puerto Rico es ya crítica "desde fuera" de Cuba. Le sigue la disjunción (o "A" o "B") propuesta por el propio Silvio entre "anexión" y "liberación" de Cuba, (desliz freudiano con sabor decimonónico eso de dar la vida por sólo dos razones), que no deja muy bien parado al discurso silvístico susodicho.
Comprendo lo difícil de coincidir con alguien tan gris como el compositor de "Unicornio azul", pero al César lo que es de César. Como dice Silvio, esgrimir la crítica a la Revolución desde allá es al menos más valeroso -no más consecuente, la crítica notiene grografía y se hace desde donde tenga que hacerse. Por supuesto, la "crítica" de Silvio es casi inexistente al lado de los reclamos políticos de la nueva generación de blogueras como Yoani o Claudia, o raperos como Los Aldeanos, o negros en huelga de hambre como Fariñas. Con el intercambio con Montaner, Silvio quiso defender a su manera a la Revolución** y se pensaba que en Cuba existe ese espacio para la polémica y se llevó un raspe. Aquí va mi punto: Lo dicho en la esfera pública se convierte en cifra, marca performativa más allá de quién lo dice. Lo dicho dicho está, incluso, aunque se desdiga luego.
Admitir "la liberación de Cuba", como la antípoda a la anexión, pone en boca de Silvio un hecho que el Suso (para quien Revolución = Libertad) jamás se hubiera permitido pre-pronunciar. La declaración silvística-freudiana, quasi-accidental, abre la posibilidad de otros ECOS de razones por-venir entre las dos orillas que va teniendo lugar desde dentro hacia afuera y viceversa.
_________
*Silvio podría pensar para sus adentros "¿No defendí acaso a la Revolución? Por qué entonces no publican mi respuesta?" **Siguiendo la directiva susodicha a los intelectuales, ahora desde el punto de vista topopolítico, "´Dentro` de la Revolución, todo, `fuera´ de la Revolución, nada".
jueves, 27 de mayo de 2010
Manuela y el padre Sergio
Ernesto González
Mi primera salida con Manuela fue sorprendente y muy alocada. Manuela no puede oler varones, y si son militares o choferes, peor, porque se desespera, habla altísimo gesticulando, se suena el elástico del calzoncillo bajo las nalgas como si fuera un blúmer, me ahogo, qué calor. Abordamos el ómnibus en medio del tumulto de viajeros. Enseguida, una súbita metamorfosis transforma el modo de hablar de Manuela que ha olido varones.
Uuy, qué de andrógenos en esta Ruta 2, qué maravilla. Ahora Manuela habla una jerga, mezcla del español más castizo, mexicano y uruguacho. Manuela no se decide por una nacionalidad, o ignora su modo peculiar de expresión. Pero eso no es obstáculo para que pegue su maletín de médico a cuanta portañuela se le cruza en el pasillo de la guagua, hasta hallar una que responda a su estímulo manual.
En ella Manuela se detiene hablando frenéticamente conmigo, saltando de un tema al otro: las compras que va a realizar a la mañana siguiente, el viaje de regreso a su país de origen —tierra de lengua exótica, en definitiva, geográficamente ilocalizable—, que muy a pesar suyo debe emprender en los próximos días, lo mucho que le gusta la cerveza cubana... Entabla diálogo con un joven que le queda delante, mientras pega el maletín a la portañuela del que tiene al costado y uno le vacía su aliento en la nuca contestándole preguntas. Manuela hace una veintena de preguntas a ese que está detrás, estoy húmeda, Enos, bajeado por el aliento del andrógeno todo el viaje, me ha arrebatado, mira cómo estoy de húmeda. Y se suena el calzoncillo debajo de la nalga. Nunca fue Manuela menos mexicana que loca excepto en una guagua llena de La Habana, a cualquier hora del día o de la noche.
Varias veces estuve a punto de bajarme de aquella Ruta 2 previendo un escándalo, pero nada ocurrió. Al contrario, Manuela cae bien. Es ocurrente, conversador, ríe a menudo. Y eso es típico del cubano que cae bien. Llegamos a Párraga, mi antiguo reparto. Entramos a la iglesia llena, además de católicos, de los santeros que celebraban la fiesta de Ochún. Enseguida, en una veloz transición, Manuela cumple con el ritual dejándose llevar por la atmósfera de la misa como a pocos creyentes he visto hacer; y menos, en aquel ambiente caluroso, de gentes inquietas. Al final, Manuela fue santo por santo, cripta por cripta, a manosear las imágenes de rostro beatífico y a rezarles mirándoles los pies. Intercambia saludos con algunos santeros, soberbios hijos de Ochún que se apretujan en los pasillos. Termina el recorrido y se me acerca: Ven, me dice, voy a presentarte al Padre Sergio. Ya antes me había hablado del cura: Me encanta, Enos, cómo me gusta el Padre Sergio, vas a conocerlo, es un cuarentón muy androgénico.
¿Tú sabes qué me hizo el mes pasado? Le llevé un ramo de rosas al Santísimo y fui y se las puse. ¿Tú sabes qué hizo? Fue y arrancó una y me la dio. Tiene cada cosas conmigo que me hacen un resorte tremendo. Me pone mal, muy mal. Otro día, hizo esperar a una de esas beatas que van a verlo, para seguir atendiéndome a mí. Venga mañana, le dijo a la vieja, que ahora estoy con el doctor, venga mañana sin falta... Así le dijo, Enos... Y para que tú veas, me lleva tenso en el confesionario, pero tenso, tenso. Eso me hace más resorte todavía. Pero cuando hablamos y yo le contesto, él se me acerca y me bajea bajito echándome el aliento arriba y me dice: Doctor, ya le dije lo que en mi opinión usted debe hacer. Vaya y hágalo de una vez. Eso es lo que espero de usted... Me presenta al Padre Sergio, que resulta ser en efecto un hombre muy atractivo. Estaba muy ocupado atendiendo a sus fieles. Manuela no parece darse cuenta.
En cuanto se va alguno de los interlocutores del cura, Manuela retoma la conversación. La interrumpe alguien que llega a saludar, y ella, inconmovible a un costado suyo, espera a que el feligrés se vaya para volver a dirigirse al sacerdote justo en la frase que se le había quedado colgada. —Manuela —le susurro—. ¿No crees que debías venir a verlo otro día? Hoy hay mucha gente que quiere saludarlo. —Sí —me contesta desalentado y se despide dándole un pellizco al abdomen sacerdotal en las cercanías de su ombligo—. Bueno, Padre Sergio, me retiro, vengo el domingo, cuídate, Padre, ¿conseguiste el Alusil?, ¿sí?, ¿mandaste a buscarlo donde te dije? Menos mal. No lo dejes de tomar como te lo indiqué, una hora antes del desayuno, almuerzo y comida. No lo vayas a dejar de tomar... Manuela vuelve a pellizcarlo por encima de la sotana. Le soba los hombros, la espalda y repite que se va, pero en realidad sigue manoseando al cura. Un grupo se ha formado esperando el cierre de la despedida de Manuela. El padre se da vuelta y se dirige a sus feligreses en tanto Manuela se le grita que no se olvide de tome el alusil.
Mi primera salida con Manuela fue sorprendente y muy alocada. Manuela no puede oler varones, y si son militares o choferes, peor, porque se desespera, habla altísimo gesticulando, se suena el elástico del calzoncillo bajo las nalgas como si fuera un blúmer, me ahogo, qué calor. Abordamos el ómnibus en medio del tumulto de viajeros. Enseguida, una súbita metamorfosis transforma el modo de hablar de Manuela que ha olido varones.
Uuy, qué de andrógenos en esta Ruta 2, qué maravilla. Ahora Manuela habla una jerga, mezcla del español más castizo, mexicano y uruguacho. Manuela no se decide por una nacionalidad, o ignora su modo peculiar de expresión. Pero eso no es obstáculo para que pegue su maletín de médico a cuanta portañuela se le cruza en el pasillo de la guagua, hasta hallar una que responda a su estímulo manual.
En ella Manuela se detiene hablando frenéticamente conmigo, saltando de un tema al otro: las compras que va a realizar a la mañana siguiente, el viaje de regreso a su país de origen —tierra de lengua exótica, en definitiva, geográficamente ilocalizable—, que muy a pesar suyo debe emprender en los próximos días, lo mucho que le gusta la cerveza cubana... Entabla diálogo con un joven que le queda delante, mientras pega el maletín a la portañuela del que tiene al costado y uno le vacía su aliento en la nuca contestándole preguntas. Manuela hace una veintena de preguntas a ese que está detrás, estoy húmeda, Enos, bajeado por el aliento del andrógeno todo el viaje, me ha arrebatado, mira cómo estoy de húmeda. Y se suena el calzoncillo debajo de la nalga. Nunca fue Manuela menos mexicana que loca excepto en una guagua llena de La Habana, a cualquier hora del día o de la noche.
Varias veces estuve a punto de bajarme de aquella Ruta 2 previendo un escándalo, pero nada ocurrió. Al contrario, Manuela cae bien. Es ocurrente, conversador, ríe a menudo. Y eso es típico del cubano que cae bien. Llegamos a Párraga, mi antiguo reparto. Entramos a la iglesia llena, además de católicos, de los santeros que celebraban la fiesta de Ochún. Enseguida, en una veloz transición, Manuela cumple con el ritual dejándose llevar por la atmósfera de la misa como a pocos creyentes he visto hacer; y menos, en aquel ambiente caluroso, de gentes inquietas. Al final, Manuela fue santo por santo, cripta por cripta, a manosear las imágenes de rostro beatífico y a rezarles mirándoles los pies. Intercambia saludos con algunos santeros, soberbios hijos de Ochún que se apretujan en los pasillos. Termina el recorrido y se me acerca: Ven, me dice, voy a presentarte al Padre Sergio. Ya antes me había hablado del cura: Me encanta, Enos, cómo me gusta el Padre Sergio, vas a conocerlo, es un cuarentón muy androgénico.
¿Tú sabes qué me hizo el mes pasado? Le llevé un ramo de rosas al Santísimo y fui y se las puse. ¿Tú sabes qué hizo? Fue y arrancó una y me la dio. Tiene cada cosas conmigo que me hacen un resorte tremendo. Me pone mal, muy mal. Otro día, hizo esperar a una de esas beatas que van a verlo, para seguir atendiéndome a mí. Venga mañana, le dijo a la vieja, que ahora estoy con el doctor, venga mañana sin falta... Así le dijo, Enos... Y para que tú veas, me lleva tenso en el confesionario, pero tenso, tenso. Eso me hace más resorte todavía. Pero cuando hablamos y yo le contesto, él se me acerca y me bajea bajito echándome el aliento arriba y me dice: Doctor, ya le dije lo que en mi opinión usted debe hacer. Vaya y hágalo de una vez. Eso es lo que espero de usted... Me presenta al Padre Sergio, que resulta ser en efecto un hombre muy atractivo. Estaba muy ocupado atendiendo a sus fieles. Manuela no parece darse cuenta.
En cuanto se va alguno de los interlocutores del cura, Manuela retoma la conversación. La interrumpe alguien que llega a saludar, y ella, inconmovible a un costado suyo, espera a que el feligrés se vaya para volver a dirigirse al sacerdote justo en la frase que se le había quedado colgada. —Manuela —le susurro—. ¿No crees que debías venir a verlo otro día? Hoy hay mucha gente que quiere saludarlo. —Sí —me contesta desalentado y se despide dándole un pellizco al abdomen sacerdotal en las cercanías de su ombligo—. Bueno, Padre Sergio, me retiro, vengo el domingo, cuídate, Padre, ¿conseguiste el Alusil?, ¿sí?, ¿mandaste a buscarlo donde te dije? Menos mal. No lo dejes de tomar como te lo indiqué, una hora antes del desayuno, almuerzo y comida. No lo vayas a dejar de tomar... Manuela vuelve a pellizcarlo por encima de la sotana. Le soba los hombros, la espalda y repite que se va, pero en realidad sigue manoseando al cura. Un grupo se ha formado esperando el cierre de la despedida de Manuela. El padre se da vuelta y se dirige a sus feligreses en tanto Manuela se le grita que no se olvide de tome el alusil.
miércoles, 26 de mayo de 2010
Pueblo de menores de edad
Claudia Cadelo en Octavo Cerco:
Miro con aversión -para qué negarlo- la cara de Ramiro Valdés en el televisor. Esta vez les toca el sermón a los trabajadores del sector de la construcción. Ya casi ni me tomo el trabajo de escucharlo, cada vez que habla es para regañarnos –él y Machado Ventura se han transformado, por decirlo de alguna manera, en las niñeras del ciudadano cubano: amonestaciones, castigos y amenazas. La misma cantaleta de siempre: trabajar más, pedir menos, no quejarse tanto, ser combativos, cumplir con las tareas de la Revolución, no desviar recursos, no esperar estímulos, confiar en los líderes del proceso, serle fiel al Partido…es la monserga del padre autoritario a sus hijos eternamente menores de edad.
¿No se pregunta Ramiro qué comerían los constructores si no “desviaran” algunos ladrillos para comerciarlos en el mercado negro? Los jefes sindicales, según parece, se hacen los de la vista gorda ¿Será que ellos también necesitan un salario para sobrevivir? ¿Por qué no se llena de valor y pasa la batuta a los “incumplidores” para que cuenten su versión del paraíso de los obreros? En vez de estar amenazando con quitar estímulos y prebendas –que sólo hacen florecer el oportunismo y la doble moral- debería preguntarse por qué el salario no es razón suficiente para trabajar bien, para obtener mejores resultados, para aumentar la producción. Claro, eso lo haría si de verdad le importara, y si –además- no confundiera el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción con un círculo infantil.
Miro con aversión -para qué negarlo- la cara de Ramiro Valdés en el televisor. Esta vez les toca el sermón a los trabajadores del sector de la construcción. Ya casi ni me tomo el trabajo de escucharlo, cada vez que habla es para regañarnos –él y Machado Ventura se han transformado, por decirlo de alguna manera, en las niñeras del ciudadano cubano: amonestaciones, castigos y amenazas. La misma cantaleta de siempre: trabajar más, pedir menos, no quejarse tanto, ser combativos, cumplir con las tareas de la Revolución, no desviar recursos, no esperar estímulos, confiar en los líderes del proceso, serle fiel al Partido…es la monserga del padre autoritario a sus hijos eternamente menores de edad.
¿No se pregunta Ramiro qué comerían los constructores si no “desviaran” algunos ladrillos para comerciarlos en el mercado negro? Los jefes sindicales, según parece, se hacen los de la vista gorda ¿Será que ellos también necesitan un salario para sobrevivir? ¿Por qué no se llena de valor y pasa la batuta a los “incumplidores” para que cuenten su versión del paraíso de los obreros? En vez de estar amenazando con quitar estímulos y prebendas –que sólo hacen florecer el oportunismo y la doble moral- debería preguntarse por qué el salario no es razón suficiente para trabajar bien, para obtener mejores resultados, para aumentar la producción. Claro, eso lo haría si de verdad le importara, y si –además- no confundiera el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Construcción con un círculo infantil.
martes, 25 de mayo de 2010
about some useless information
om ulloa
bajo la foto borrosa compuesta de cuadritos de otras en blanco y negro vi el titular resaltado del enlace. “Out of Exile”. me llamó la atención y pinché la entrada a la revista digital. “aut of exail…”, dije en voz alta y seguí leyendo, enganchada por el peso de la palabreja: “For six months in 1971, the Rolling Stones hunkered down in the basement of Villa Nellcôte, a seaside mansion in the South of France, and recorded Exile on Main Street, arguably one of the greatest albums in rock ’n’ roll history…”.
ah, ese exilio, me dije y pinché el botón rojo para salirme de la página. ya cantando “…kant guetno satisfucktion…” a viva voz, fui y busqué el disco entre los míos, pero no lo encontré. y con razón, nunca fue de mis favoritos. entonces apreté el botón del reproductor y Brownie McGhee me lo dijo sin falla con su voz azulada de tanta negritud... “…seem like ol´bad luck and trouble got me going from door to door…”.
oye, oye, eso suena más a exilio que lo otro, grité a L mientras pasaba el dedo sobre el estante “empercudido”, no estas artimañas de anglos huyuyos de impuestos que ahora van y lo celebran a treinta años ha… el portazo de L fue rotundo, silenciador. las máscaras africanas temblaron y reconocí que me sentía sucia. dejé correr el agua caliente. después, in the aftermath of the splash, mientras me enjabonaba los dedos de los pies entre las pompas del cálido baño de tina, lo abstracto de ese “fuera de exilio” me seguía dando vueltas en la circulación sanguínea. qué maravilla, me dije, voluntariamente ausentarse unos meses a un “exilio” creativo, hunkered down, al(o-e)jado en una ¡mansión! lejos de la calle principal, con la opción del regreso abierto. eso, no optar por dejar la vía de múltiples vías cerradas y huir al campo, al mar, al bosque de los “exilios” breves y rayar cintas interminables de caracteres gráficos sobre las superficies blandas que se presten al juego. al juego de las palabras, siempre malinterpretadas.
claro, y nunca autorizar al vocablo a experimentar fuera de su contexto natural a hacerse la exquisita ni la perpetua, y mucho menos la chantajista ni la derrotista. niñaaa, si sigues hablando sola se lo voy a decir a tu madre, me amenazó L desde su escondite. atrévete, le contesté asustada por tamaña amenaza. que mi madre está convencida que todos los venidos a menos de su estirpe andaluza terminaremos susurrando jerigonzas en mazmorras frías y húmedas. muy uluárabe el presagio. cuando ya me secaba la última gota del sobaco izquierdo en silencio absoluto, decidí ir a verificar el origen de la palabrucha que tanto me arañaba la lengua.
aunque ya lo sabía, pero… sin falta, el DRAE me lo vociferó, tan educado nuestro biblibraco: (Del lat. exilĭum). y ya, vete. pues mira, académico, que no me basta. “…kant guetno satisfucktion… abaut sam yusles informeichon”, canté bajito y fui a que me lo tradujeran: … Latin exul meant “banished person.” This was formed from the prefix ex- / “out” and a prehistoric Indo-European base *ul- / “go” (represented also in Latin ambulāre / “walk,” source of English amble and ambulance). From it was created the noun exilium / “banishment,” which in Old French became essil. This was subsequently remodelled to exil, on the basis of its Latin source, and passed on to English.
vaya, de una formación a otra representación a nueva creación, camino a una transformación y a una remodelación, un ebellecimiento total de pasado a presente de un exul-tado y ambulatorio exil-aliado. una cadenita tremenda, sin regreso. un verdadero “exilĭum tre-menso”, me dije ya encaramadita en mi camus camillus camus, cuidándome mucho de que L no me viera moviendo los labios, delirante y temblorosa.
domingo, 23 de mayo de 2010
Zizek y la maoización de la filosofía
Llega a las manos de este aficionado a la lectura el libro de Slavoj Zizek titulado Primero como tragedia luego como farsa.* (Verso, 2009). Libro divertido y colorido, también fallido. Casi al final del texto en su capítulo titulado "La hipótesis del comunismo", Zizek axiomatiza:
Quisiera proponer dos axiomas: 1- El fallo de partido comunista es primeramente un fallo de la política anti-estatal, es decir, romper la coerción del estado y reemplazarlo con formas de no-representativas de organización directa ("concilios"). 2- Si no tienes una idea clara de con qué quieres reemplazar el estado, no tienes derecho a substraer o salirte del arreglo estatal. En lugar de distanciarte del estado, lo que hay que hacer es tratar de que el estado trabaje en una forma no estatal.¡Qué tizaaa! Me refiero al axioma 1º, (o el fallo de Mao), ¡error infalible! El axioma 2º, o el Forro, ilustra lo que podíamos llamar "el estado del estado susodicho". Aquí la retórica zizekiana converge con el lenguaje intelectual del Suso. En traducción del eslovenio al habanero: "acere, no joda, no me haga revolución dentro de la revolución". (Slavoj, sin embargo, no le da crédito al Suso).**
Aquí viene otro axioma:
Tenemos que repetir sin vergüenza lo dicho por Lenin en "Estado y la revolución": La meta de la revolución es la violencia no para tomar el poder del estado, sino transformarlo radicalmente cambiando su función, su relación con la base, etc.¡Qué conclusión tan leninista! ¡No me defiendas Zizek!, diría la izquierda. Entre la derecha y la zizekierda, me quedo en Galiano entre Reina y Salud. De zarismo a comunismo, el fanatismo. De tópico en tópico, Zizek, el entrópico.
Propongo leer a Slavoj como una pastilla de menta. Por lo menos, Zizek se tira a la filozokear a calzón quitao. No disfrutar la antifilosofía antiexplicativa, antiargumentativa de Zizek sería tratar su tema favorito como un trauma que duele, que repele. ¡Todo lo contrario!, lejos de dramatizar el zizekismo procerístico, debiéramos tratar los axiomas zizekianos como signos posible de la historia, es decir, como historia-de-la-escoria-del- mosquito-del-signo, lo post-maligno.
¿Recuerdan Algo para recordar?
________
*De cierta manera el título del libro es una coña, algo que aprecio y vacilo en el siempre performativo Zizek. ** Slavoj ni menciona al susodicho por su nombre en todo el libro. ¿Y esa falta de respeto?
viernes, 21 de mayo de 2010
Breve catálogo de fobias cubanas
Jesús Rosado
He aquí que les propongo una enumeración algo molesta para cierta tarea introspectiva de naturaleza sociológica. No les voy a negar el tono subjetivo de la muy elemental compilación, sobre todo en lo que concierne a sutilezas irónicas o alegóricas, pero de seguro compartirán la certeza en la mayor parte de los pánicos. Leerlas, investigarlas e interiorizarlas o no, es cuando menos un pasatiempo casi turístico. Mientras que asumirlas en su hondura como un saldo histórico, sí pudiera provocar alguna que otra sofocación angustiosa. Cójanlo suave los criollitos que a la larga siempre hemos resultado ser risueños terapeutas de nuestros propios sinsabores. Aquí les van las cuarenta razones del desasosiego:
Alodoxafobia: Miedo a emitir opiniones
Algofobia, agliofobia: Miedo a experimentar dolor.
Antropofobia: Miedo a las personas; a los humanos.
Anuptafobia: Temor o angustia de permanecer solo.
Apeirofobia: Miedo al infinito.
Ataxofobia: Miedo del desorden.
Aurofobia: Miedo a las auroras.
Autofobia: Miedo a la soledad.
Cenofobia: Miedo a los grandes espacios, al vacío.
Claustrofobia; Miedo al encierro.
Cronofobia: Miedo a la duración, al tiempo.
Demonofobia: Miedo a los demonios
Dikefobia: Miedo a la justicia.
Eisoptrofobia: Miedo a los espejos.
Eleuterofobia: Miedo a la libertad.
Eosofobia : Miedo al amanecer; a la salida del sol.
Epistemofobia: Miedo al conocimiento.
Ermitofobia: Miedo a estar solo.
Escopofobia, Escoptofobia: Miedo a ser visto o ser mirado fijamente.
Escriptofobia: Miedo de escribir en público.
Eufobia: Miedo a las buenas noticias.
Fobofobia: Miedo a temer.
Frenofobia, fronemofobia : Miedo a pensar.
Grafofobia: Miedo, angustia de escribir.
Herisofobia: Miedo a desafíos contra la doctrina oficial o a la desviación radical.
Hipegiafobia, hipengiofobia: Miedo a la responsabilidad.
Ideofobia: Miedo a las ideas o a la razón.
Kainofobia: Miedo a cualquier cosa nueva.
Lalofobia: Miedo de hablar, especialmente en público.
Megalofobia: Miedo a cosas grandes.
Metatesiofobia: Miedo a los cambios.
Neofobia: Miedo a la novedad, a las cosas nuevas, a nuevas experiencias.
Onomatofobia: Miedo de un nombre o de una palabra en particular.
Poinefobia: Miedo al castigo.
Pogonofobia: Miedo a las barbas.
Tanatofobia: Miedo a la muerte.
Tiranofobia: Miedo a los tiranos.
Tropofobia: Miedo a moverse o a hacer cambios.
Verbofobia: Miedo a las palabras.
Zeusofobia: Miedo a Dios o a los dioses.
________
* Como se puede apreciar, la lista responde a un orden alfabético. Cualquier proximidad de significaciones en la secuencia consecutiva es pura coincidencia o malabarismo metafísico.
** No creo haber expuesto la relación absoluta. Siéntanse libre los blogueros de completarla con todas aquellas que encuentren en los anales médicos y sean aplicables a la condición siquiátrica del pueblo cubano.
*** Si alguna otra etnia continental se siente aludida, ruego que me excusen. Tuve el cuidado de incluir, en el título del post, el gentilicio de rigor, aunque ello no garantiza que se pueda desvincular de los efectos del totalitarismo en la psiquis social del hemisferio.
jueves, 20 de mayo de 2010
¿Quién le teme a la loca de carroza cubana?
Ileana Fuentes
Nadie pero que nadie, que la loca de carroza no sólo no asusta, sino que es una fantasía hetero-erótica de mucho macho bisexual que aspira a bollo y pinga simultáneos con un buen par de tetas sili-cónicas (silly-conic, ja ja, como en los años 50) además. No, a la loca de carroza no le teme nadie, ha sido el recurso milenario para reducir la vulnerabilidad del sujeto homo y no peligrar ante la plebe más de lo necesario. La presencia inofensiva maxima: el disfraz y la mascara.
A quien le teme en realidad el patriarcado homofóbico es al hombre homosexual que no se manifiesta diferente al mero convencional, y por tanto reta el orden establecido, desafía la concordancia entre lo privado y lo público que pretende el Gran Hermano. Ese es el tipo que la sociedad convencional sí considera peligroso: el que de la puerta para afuera pasa como un heterocualquiera, pero que de la puerta para adentro deja y se deja penetrar hasta el máximo grito sin el más mínimo plan de procrear (en la cultura política homofóbica/misógina no importan los sentimientos, se miden las relaciones de pareja por el quién raja y quién se deja rajar, y por el estado infranquable o franqueado del esfíncter masculino; eso de amar a otro ser humano no cuenta para nada).
Ese homosexual masculino que da la talla de hombre a pesar de la insistencia fundamentalista de que “un maricón no es hombre”, ése es el que amenaza con poner de cabeza todos los valores tradicionales que se escudan en uniformes, galones, botas, arsenales, tabacazos, piñaceras y una amante en cada esquina. Ellos –los de voz grave y gestos toscos- son más desafiantes que una legion de feministas. Pero ¿la loca de carroza? No, mi gente, qué va! La loca de carroza ha sido el refugio seguro de mucho infeliz homosexual aterrorizado ante la posibilidad muy probable de ser ultimado a palos por la ganguita del barrio, o parametrado por la presidenta del comité de defensa de la cuadra, que para el caso es la misma cosa: ostracismo, vejación y cementerio.
Rechazado por el padre que exige un hijo macho, y por la familia defensora de honra y nombre (Honra + nOMBRE = HOMBRE), el homosexual afeminado (ajá, ahí está el secreto de la inofensividad: ¡el simulacro de feminización!) se hace totalmente aceptable –risible, ridículo, imitación de la otredad, espectáculo, pero aceptable- ante una cultura social que prefiere definiciones claras, no ambivalencias genitales. Entonces, ¿de qué hacen alarde en La Habana en el día en contra de la homofobia con despliegue de travestis, para hacerle creer al mundo que se acabó la persecución de pargos, pájaros, pajarracos, invertidos, entendidos, cuberos, urracas, sarasas, cacorros, cundangos, maricas, mariquitas, tragasables, truchas –argot vigente en cualquier calle de Cuba- y que cualquier hijo de su mamá –para escapar de la nomenclatura y de la Nomenklatura- puede cambiar de sexo -¿es/capar?- y hacerse llamar "Elia" o "Manuelita" aunque sus cromosomas sigan siendo Manolos y Elios, y que en Cuba gay quiere decir vacilón, jodedera, aceptación y dignidad, y que allí no ha pasado nada y está todo el mundo liberado, y la U.M.A.P. es un invento de la mafia miamera?
Se cambia el sexo –genitalia mutilada-, se esconde quirúrgicamente al homo para darle paso –y pasarela- a la impostura sexual. ¿Significa esto el fin de la homofobia, o el closet homofóbico irreversible?
Nadie pero que nadie, que la loca de carroza no sólo no asusta, sino que es una fantasía hetero-erótica de mucho macho bisexual que aspira a bollo y pinga simultáneos con un buen par de tetas sili-cónicas (silly-conic, ja ja, como en los años 50) además. No, a la loca de carroza no le teme nadie, ha sido el recurso milenario para reducir la vulnerabilidad del sujeto homo y no peligrar ante la plebe más de lo necesario. La presencia inofensiva maxima: el disfraz y la mascara.
A quien le teme en realidad el patriarcado homofóbico es al hombre homosexual que no se manifiesta diferente al mero convencional, y por tanto reta el orden establecido, desafía la concordancia entre lo privado y lo público que pretende el Gran Hermano. Ese es el tipo que la sociedad convencional sí considera peligroso: el que de la puerta para afuera pasa como un heterocualquiera, pero que de la puerta para adentro deja y se deja penetrar hasta el máximo grito sin el más mínimo plan de procrear (en la cultura política homofóbica/misógina no importan los sentimientos, se miden las relaciones de pareja por el quién raja y quién se deja rajar, y por el estado infranquable o franqueado del esfíncter masculino; eso de amar a otro ser humano no cuenta para nada).
Ese homosexual masculino que da la talla de hombre a pesar de la insistencia fundamentalista de que “un maricón no es hombre”, ése es el que amenaza con poner de cabeza todos los valores tradicionales que se escudan en uniformes, galones, botas, arsenales, tabacazos, piñaceras y una amante en cada esquina. Ellos –los de voz grave y gestos toscos- son más desafiantes que una legion de feministas. Pero ¿la loca de carroza? No, mi gente, qué va! La loca de carroza ha sido el refugio seguro de mucho infeliz homosexual aterrorizado ante la posibilidad muy probable de ser ultimado a palos por la ganguita del barrio, o parametrado por la presidenta del comité de defensa de la cuadra, que para el caso es la misma cosa: ostracismo, vejación y cementerio.
Rechazado por el padre que exige un hijo macho, y por la familia defensora de honra y nombre (Honra + nOMBRE = HOMBRE), el homosexual afeminado (ajá, ahí está el secreto de la inofensividad: ¡el simulacro de feminización!) se hace totalmente aceptable –risible, ridículo, imitación de la otredad, espectáculo, pero aceptable- ante una cultura social que prefiere definiciones claras, no ambivalencias genitales. Entonces, ¿de qué hacen alarde en La Habana en el día en contra de la homofobia con despliegue de travestis, para hacerle creer al mundo que se acabó la persecución de pargos, pájaros, pajarracos, invertidos, entendidos, cuberos, urracas, sarasas, cacorros, cundangos, maricas, mariquitas, tragasables, truchas –argot vigente en cualquier calle de Cuba- y que cualquier hijo de su mamá –para escapar de la nomenclatura y de la Nomenklatura- puede cambiar de sexo -¿es/capar?- y hacerse llamar "Elia" o "Manuelita" aunque sus cromosomas sigan siendo Manolos y Elios, y que en Cuba gay quiere decir vacilón, jodedera, aceptación y dignidad, y que allí no ha pasado nada y está todo el mundo liberado, y la U.M.A.P. es un invento de la mafia miamera?
Se cambia el sexo –genitalia mutilada-, se esconde quirúrgicamente al homo para darle paso –y pasarela- a la impostura sexual. ¿Significa esto el fin de la homofobia, o el closet homofóbico irreversible?
miércoles, 19 de mayo de 2010
El enterrador
Ernesto González
...Era distinto, demostraba tener buen corazón, y sin embargo, comió de pronto del sacramento del búfalo y se nos hizo extraño. Heinrich BöllPor el sótano, en una camilla que chirriaba vejeces, dos hombres llevaban el cadáver, tapado con un pliego de papel cartucho a un insignificante cuarto de la morgue. No sobresalían los cabellos ni los dedos de ningún pie, de la abundancia de papel que lo cubría. El forense lo destapó y secó y vendó sus heridas; llenó el formulario, ya se sabían que eran tiros de paredón y escribió lo que escribía siempre. Los dos hombres se encargaron de vestir el cuerpo, y sus rostros hueros, reflejaban la peor humillación de los muertos. ¿No le han traído ropa interior?, preguntó uno. Para lo que le va a servir, respondió el otro. Entre ambos lo vistieron de oscuro.
Ningún pariente que lo hiciera, ni siquiera esos que pagan por no hacerlo: saco oscuro y camisa grisácea bajo la oscuridad y pantalón y medias negras. Ninguna medalla para aquel difunto que había prendido tantas en otros tantos pechos oscuros, que a su vez, las habían puesto en aquel pecho helado. Sólo rostros hueros, ni una lágrima que lo acompañara hasta el perdido rectángulo de tierra que acechaba sus carnes y sus huesos en esa casa de los muertos sin estela de vida. Allí fuiste llevado poderoso corcel sobre los hombres, pobre liador de conciencias que decías comer del sacramento del cordero.
Los enterradores lo acomodaron en una caja y atravesaron con ella al hombro, la casa de los muertos sin estela de vida; y llegaron al rectángulo cavado que aguardaba reseco de calor. Ninguna apología. Ni una diatriba esperaba a quien había repetido tantas; sólo la huera mirada que se ve en estos entierros, la peor humillación de los muertos. Bajaron a la fosa el cuerpo sacramentado de falso cordero que nunca apacentó: tocó fondo la caja y el golpe sonó como a festín para la tierra. Los enterradores descorrieron las sogas y las tiraron deseosos de terminar aquello. Echaron la primera pala de tierra sobre la tapa que aísla la carne y los huesos de su último fin, y al enterrador que había preguntado, quizás sin saberlo, algo de pena le nació por aquel muerto.
Continuaron los palazos de tierra resecada por el sol. Cubierto todo el féretro, emparejaron la superficie de esa casa, en lo más apartado, de los muertos sin estela de vida; como si no quisieran señales de que allí descansaba el que decía comer del sacramento del cordero. Eras uno más, murmuró el enterrador apenado; qué mal te hizo que nunca lo supieras. Y un rebote de fulguración y estuosidad afianzó la nobleza del sol, que sabe ser ocaso y desaparecer unos segundos después.
En los entierros de tercera no se canta.
martes, 18 de mayo de 2010
Hoy lunes, 19 de Junio del 1967, ¡qué calor caballero!
Adalberto Delgado
El calor es insoportable. Hoy lunes, 19 de Junio del 1967, tiene que ser el día más caluroso de todos los veranos que he experimentado. Y la peste a sudor se riega por todas partes. En la guagua, en el aula del colegio, en la cafetería, con los socios. Vaya, en toda La Pequeña Habana. Bueno, la peste del Palomar era de esperarse. La mierda de Pepito, el hijo de Concha, olía más fuerte, y el enjambre de moscas detrás de sus nalgas como si fuera en una película surrealista de Buñuel. Pero bueno, dejemos la peste y pasemos al tema del día.
Cunde el calor y Esther anda casi encuera (se le ha roto el AC de la pared y está con todas las ventanas abiertas en el primer piso, quejándose de Aaron, el judio "slum lord" de La Paloma, de que "no le venía a arreglar el F**** aire acondicionado). Oscar Ascarreta no se ha levantado con ánimo de tocar las pailas al ritmo de la orquesta Riverside por culpa del calor. El negro Renecito y un servidor, nos vamos al Coladito (8 e/ 18 y 19 Avenida, al lado del Quick Check Supermarket) a tomar un guarapo bien frío para refrescarnos un poco, cuando nos enteramos que esa noche, el equipo de softball de La Paloma participará en el campeonato nacional de ese deporte, alrededor de las 7pm en el diamante del parque Shenandoah. No podemos creerlo: ¡Nuestro equipo en las nacionales! Ya ganamos en las regionales (a los Boricuas de Wynwood y a los Dominicanos de Allapatah). Caballero, la cosa va a estar dura, vamos a jugar contra los campeones regionales, los irlandeses de Key Biscayne, con el estrella Larry O'Malley y el bateador estelar de Miami High, Robert Flint.
Ambos son conocidos por el odio que nos tienen a los cubanitos o spiks como nos llaman. Soy amante a la paz y del amor, y confieso que me atrae mucho el juego (no tanto el deporte en sí). Pero estoy esperando la chorizera que se va a armar. De vuelta en El Palomar, el negro y yo muertos de la risa de pensar en el elenco de cheerleaders de La Paloma: Concha la gorda, capitana, con una sayita corta enseñando las masas; Ahimara, Amayra, Martica, mi Xena y la propia Esther, en minis, para darle celos a las americanas y cráneo a los yumas, como decía ella. La cosa no podía ser mejor.
Se levanta el negro y me pide que recoja al "Bolo" en su casa y que fuéramos a la azotea, a juntarnos con el Yoyi, para practicar nuestras canciones. Figuraremos como la banda municipal Palomera. Me parece fantástica idea. Así que nos juntamos todos y el "Bolo" saca un mambito que dice: "Somo la paloma, pa' lante y pa' lante y al que no le guste que tome pulgante," copiando la consigna comunista, adaptada en son de rumba carnavalesca gusana.
Ya estamos en el juego... empatados a cero. De momento ponchan a Sahara, y claro, la gorda Concha no esta de acuerdo y sale a discutir con el ampalla. Concha suele comenzar sus discuciones con mucho respeto y recato: ¡SO HIJO E PUTAAA! (se refiere al referí). Comienza a sudar y aquellos brazos gordos (del tamaño de mi pierna derecha) gesticulando en al aire... y suda más, se le paran los pelos de punta. La novia de Frankenstein con pelo negro y 200 libras más. ¡SINGAOOOO, MAARICÓN! El ampalla le dice: ¡Sit down, you FAT CUBAN PIG! Y ahí mismo se forma la recholata.
Aquello terminó como la fiesta del Guatao, los bates volaban, la gritería y la gorda agarrada del cuello del ampalla, ya el tipo se estaba poniendo morao. En eso llega la policía (no antes que Sahara, el buga, le pegara un batazo en la nuca al gigante de Key Biscayne) y todos salen corriendo buscando refugio, excepto por nosotros, que seguimos cantando nuestro mambito agitador.
Llega la fiana y mandan a evacuar las zona. Nosotros muertos de la risa de lo que habíamos precenciado en el parque y camina que te camina hacia la Paloma, llenos de orgullo y felicidad, aunque como como equipo, había que decirle adiós al campeonato. Ya entrada la noche, nos consolamos con el strip tease de Esther (en la ducha) por la ventana, castigándonos, como siempre al compás de la rumba. Yo encendido termino en brazos de mi gordita que me espera con ansias. La tocadera, el besuqueo, el saliveo, mientras escuchamos la canción "Set me free" del grupo Vanilla Fudge, que casi es un himno palomense durante estos calentosos tiempos de enamoramientos.
Al pasar por frente a su casa, la veía, escoba en mano, haciendo el papel de que cantaba para una audiencia sofisticada, sus masitas se le salían por debajo la camisetica y las nalguitas les saltaban en sus apretados chorsitos... ¡qué e imagen angelical! Dos fines de semanas más tarde, Vanilla Fudge se presenta en el Miami Jai-Alai, ¡para el deleite de todos nosotros!
¡Qué Miami tan rico el de aquella época!
El calor es insoportable. Hoy lunes, 19 de Junio del 1967, tiene que ser el día más caluroso de todos los veranos que he experimentado. Y la peste a sudor se riega por todas partes. En la guagua, en el aula del colegio, en la cafetería, con los socios. Vaya, en toda La Pequeña Habana. Bueno, la peste del Palomar era de esperarse. La mierda de Pepito, el hijo de Concha, olía más fuerte, y el enjambre de moscas detrás de sus nalgas como si fuera en una película surrealista de Buñuel. Pero bueno, dejemos la peste y pasemos al tema del día.
Cunde el calor y Esther anda casi encuera (se le ha roto el AC de la pared y está con todas las ventanas abiertas en el primer piso, quejándose de Aaron, el judio "slum lord" de La Paloma, de que "no le venía a arreglar el F**** aire acondicionado). Oscar Ascarreta no se ha levantado con ánimo de tocar las pailas al ritmo de la orquesta Riverside por culpa del calor. El negro Renecito y un servidor, nos vamos al Coladito (8 e/ 18 y 19 Avenida, al lado del Quick Check Supermarket) a tomar un guarapo bien frío para refrescarnos un poco, cuando nos enteramos que esa noche, el equipo de softball de La Paloma participará en el campeonato nacional de ese deporte, alrededor de las 7pm en el diamante del parque Shenandoah. No podemos creerlo: ¡Nuestro equipo en las nacionales! Ya ganamos en las regionales (a los Boricuas de Wynwood y a los Dominicanos de Allapatah). Caballero, la cosa va a estar dura, vamos a jugar contra los campeones regionales, los irlandeses de Key Biscayne, con el estrella Larry O'Malley y el bateador estelar de Miami High, Robert Flint.
Ambos son conocidos por el odio que nos tienen a los cubanitos o spiks como nos llaman. Soy amante a la paz y del amor, y confieso que me atrae mucho el juego (no tanto el deporte en sí). Pero estoy esperando la chorizera que se va a armar. De vuelta en El Palomar, el negro y yo muertos de la risa de pensar en el elenco de cheerleaders de La Paloma: Concha la gorda, capitana, con una sayita corta enseñando las masas; Ahimara, Amayra, Martica, mi Xena y la propia Esther, en minis, para darle celos a las americanas y cráneo a los yumas, como decía ella. La cosa no podía ser mejor.
Se levanta el negro y me pide que recoja al "Bolo" en su casa y que fuéramos a la azotea, a juntarnos con el Yoyi, para practicar nuestras canciones. Figuraremos como la banda municipal Palomera. Me parece fantástica idea. Así que nos juntamos todos y el "Bolo" saca un mambito que dice: "Somo la paloma, pa' lante y pa' lante y al que no le guste que tome pulgante," copiando la consigna comunista, adaptada en son de rumba carnavalesca gusana.
Ya estamos en el juego... empatados a cero. De momento ponchan a Sahara, y claro, la gorda Concha no esta de acuerdo y sale a discutir con el ampalla. Concha suele comenzar sus discuciones con mucho respeto y recato: ¡SO HIJO E PUTAAA! (se refiere al referí). Comienza a sudar y aquellos brazos gordos (del tamaño de mi pierna derecha) gesticulando en al aire... y suda más, se le paran los pelos de punta. La novia de Frankenstein con pelo negro y 200 libras más. ¡SINGAOOOO, MAARICÓN! El ampalla le dice: ¡Sit down, you FAT CUBAN PIG! Y ahí mismo se forma la recholata.
Aquello terminó como la fiesta del Guatao, los bates volaban, la gritería y la gorda agarrada del cuello del ampalla, ya el tipo se estaba poniendo morao. En eso llega la policía (no antes que Sahara, el buga, le pegara un batazo en la nuca al gigante de Key Biscayne) y todos salen corriendo buscando refugio, excepto por nosotros, que seguimos cantando nuestro mambito agitador.
Llega la fiana y mandan a evacuar las zona. Nosotros muertos de la risa de lo que habíamos precenciado en el parque y camina que te camina hacia la Paloma, llenos de orgullo y felicidad, aunque como como equipo, había que decirle adiós al campeonato. Ya entrada la noche, nos consolamos con el strip tease de Esther (en la ducha) por la ventana, castigándonos, como siempre al compás de la rumba. Yo encendido termino en brazos de mi gordita que me espera con ansias. La tocadera, el besuqueo, el saliveo, mientras escuchamos la canción "Set me free" del grupo Vanilla Fudge, que casi es un himno palomense durante estos calentosos tiempos de enamoramientos.
Al pasar por frente a su casa, la veía, escoba en mano, haciendo el papel de que cantaba para una audiencia sofisticada, sus masitas se le salían por debajo la camisetica y las nalguitas les saltaban en sus apretados chorsitos... ¡qué e imagen angelical! Dos fines de semanas más tarde, Vanilla Fudge se presenta en el Miami Jai-Alai, ¡para el deleite de todos nosotros!
¡Qué Miami tan rico el de aquella época!
lunes, 17 de mayo de 2010
domingo, 16 de mayo de 2010
El deseo se muerde la cola
Entró. Se detuvo unos instantes en el lado izquierdo del zaguán. Examinó los ojos. Lentamente, ceremoniosamente, como si ejecutara un ritual, se quitó la gorra de lana negra dejando libre el cabello. Ojos curiosos aproximándose. Ojos ebrios, azules. Ojos oscuros, largas pestañas largas, instigadores, ojos intencionados. Siluetas sin ojos bailando en lo oscuro. Tocándose. Perfiles a contra luz. Ojos de gente que parece haber tomado veneno. Cruzó la pared de ruido.
Ofrecimientos, aromas, oleadas y viento de mar que entraba. ¡Si entrara el mar y nos tragara a todos, si nos descansara del mundo! Ojos enmarañados en preguntas. Como lentes de cámara retratándola.
La mujer buscándose en los ojos, como en una plaza de noctámbulos, como en un rodeo de aturdidos ojos. Ojos de mujer que se busca, que se urge. Pidió un ron con hielo parada contra un neón de Budweiser. Se sintió el roce de las figuras rojo-escarlata. Se sintió elocuente.
Trató de escribir algo en la servilleta azul; algo sobre el mar, las lejanías, algo sobre los dibujos en papel de celofán, sobre las acuarelas de Jorge Bustamante, la del balcón, sobre su día ahogado en la feria. Hubiera deseado escribir sobre la figura de Torrens: el desnudo sin rostro, el cuello venoso y pálido volteado hacia atrás. Seguía buscando el rostro, el de ella. ¿Pero adónde? ¿Adónde van las expresiones antiguas, el gesto propio? ¿Hacia qué escondite se escurre el ser?
La trampa de una mirada, de un deseo circular de difícil realización, inacabado: un deseo de. Los ojos son una trampa por donde los espejos nos ridiculizan, nos atacan. Otro ron y le bajaba un hilo de sudor, de desespero.
Sacó unas hojitas blancas del bolso, y bajo la linterna del bartender: Trazo en el aire extrañezas con el dedo, donde nos parecemos mutuamente, aquella y yo. Espío algo que me fue dejado y que no puedo tocar. Palpo la tregua de los días invisibles de la otra. Tengo para esta mujer una delicada consideración. Le amé como un hombre y como mujer, la amé en la diferencia, al otro lado del odio. Le teñí una vida paralela llena de paisajes y vientos que le sacudieran, le batieran el pelo y el desquicio. Llegaban los inviernos y me asomaba a este amor con su rostro y su voz. Tuve que perdonarla, tuve que buscar en las multitudes mi falta de deseo por ella. Este amor es el reverso de una carencia, de algo que no viví. Su nombre cae de las alturas y resplandece por un segundo. Entonces, desnuda, esta mujer deja verse dentro del relámpago de la voz que la evoca, y desconcierta más aun esa demoledora felicidad de su pecho oblicuo y silencioso que momentáneamente pasa por la luz.
Hubiera deseado escribir sobre la acuarela, la del balcón cerrado. Escribir contra las macetas olvidadas, las florecitas silvestres que crecían desoladas, al descuido. El balcón de madera pudriéndose. La acuarela muda rezaba: "¡Ay Mercedes!"
Escribió: Detrás de las acuarelas no hay nada. El dibujo es una evocación del vacío, una ausencia. -“A double, please”.
¿Cómo se describe la nada? ¡Ah ese monumental invento de las palabras como coberturas! La estremeció la ausencia, la falta de Mercedes, y anotó: La silueta suave de una mujer contra las gasas de mi vestido, contra mis ligeras líneas embestida, con una inconsistencia. La nada sólo necesita de sí misma.
El deseo ese animal, esa hambre. El que tiene hambre se ofrece, le da lo mismo comer que ser comido. Vamos hacia los baños. Soberbia mujer de volumen semejante a ritmo de olas. ¡Ay Mercedes! Ese deseo de nosotras. Aterciopelada Mercedes, puta Mercedes. Mamaba de sus senos de luz. Sus senos de madre imperecedera.
La música ruidosa de este lugar está hambrienta, como una ofrenda: Ay, Mercedes, mujer de mí entre mis brazos. Busco su mirada en baño a media luz; pero mis ojos son una pedrada contra los espejos.
_______
En mi libro Deseo de donde se era (2001).
"Cuando lleguen propuestas convincentes"
Esta noticia en Diario de Cuba no puede ser más empalagosa. Los homosexuales pidiendo de favor a la hija de papá y mamá que el gobierno les permita reunirse. Un homosexual de nombre Félix Pérez es citado: "Los homosexuales también somos hijos de la Revolución".
¿Qué pasa caballero? Nosotros, anélidos setentosos, la pura escoria del Mariel, lo peor, jamás hubiéramos dicho algo tan... tan anti-cheo. Y que sea dicho por un cacho de macho se comprende. A un ejemplar de macho cubano se le aflojan las rodillas como condición posible de su especie, ¡pero a un buen chacho'e maricón, con años de persecución y umapización encima, ¿hijo de la Revolución!?
¡Coño que madre más sadista!
¿Sabrá Félix que la primera ofensa que le salió de los labios al SUSO, por teléfono, con la máquina que le corrieron los muchachos del Vacilón de la mañana de Miami fue "Ma-ri-con-són"?
Comprendo la estrategia de "hacerte el hijo de..." para que te dejen reunirte. Pero Felixito, ese derecho no se da como quien da un permiso de matrimonio. Nadie puede dártelo porque es tuyo. Dicho culológicamente, "te cabe" TODO el DERECHO porque tienes culo, no porque te lo otorgue la mamá Revolución.
Lo peor es que Mariela Castro, hija de papá y mamá, directora del CENESEX, les comunica a las muchachitas que la creación de organizaciones de gays y lesbianas tendrá lugar... "cuando lleguen propuestas convincentes."
¿Y desde cuándo la linda hija de papá y mamá -sobrina del susodicho- determina qué y quién merece ser "convincente"?
¿Qué pasa caballero? Nosotros, anélidos setentosos, la pura escoria del Mariel, lo peor, jamás hubiéramos dicho algo tan... tan anti-cheo. Y que sea dicho por un cacho de macho se comprende. A un ejemplar de macho cubano se le aflojan las rodillas como condición posible de su especie, ¡pero a un buen chacho'e maricón, con años de persecución y umapización encima, ¿hijo de la Revolución!?
¡Coño que madre más sadista!
¿Sabrá Félix que la primera ofensa que le salió de los labios al SUSO, por teléfono, con la máquina que le corrieron los muchachos del Vacilón de la mañana de Miami fue "Ma-ri-con-són"?
Comprendo la estrategia de "hacerte el hijo de..." para que te dejen reunirte. Pero Felixito, ese derecho no se da como quien da un permiso de matrimonio. Nadie puede dártelo porque es tuyo. Dicho culológicamente, "te cabe" TODO el DERECHO porque tienes culo, no porque te lo otorgue la mamá Revolución.
Lo peor es que Mariela Castro, hija de papá y mamá, directora del CENESEX, les comunica a las muchachitas que la creación de organizaciones de gays y lesbianas tendrá lugar... "cuando lleguen propuestas convincentes."
¿Y desde cuándo la linda hija de papá y mamá -sobrina del susodicho- determina qué y quién merece ser "convincente"?
sábado, 15 de mayo de 2010
viernes, 14 de mayo de 2010
Manuela la mexicana
Ernesto González
Cuando conocí a Enos, me dijo que todos los gays del grupo tenían nombres de guerra. Yo, a partir de entonces, sería Manuela la mexicana, como la protagonista de la novela que me contó. El rollo de mi naturalización azteca empezó años atrás, cuando noté que los pepillos me confundían con un mexicano —soy muy trigueño, aunque alto— y no me costó nada seguirles la corriente. Siempre lo hacía al ir de vacaciones al interior del país, pero como la cosa me gustó comencé a correr esas máquinas también aquí en La Habana: en una guagua o en Coppelia. Me vi en apuro muchas veces, y moría de miedo al salir a la calle, pensando en el escándalo que me podrían dar o en una posible golpiza.
—Te estás buscando una puñalada, Manuela —me advertía mi amigo Dueñas, Gloria para sus íntimos. —Te la estás jugando como de que dos y dos son cuatro. Lo sabía, pero no me importaba. Es que me sentía tan bien cortejada por esos machangos bien andrógenos, olorosos a hormonas viriles, inconfundibles al olfato gay. Te hablan echándote el aliento encima —ay, ese aliento—, y ese calor de hombre que les sale por dondequiera y me sofoca. Soy muy puta, lo he sido siempre desde que nací, toda mi vida. Ahí está mi piel lampiña y tersa; y a pesar de mis añitos, suave. Ellos mismos no se cansan de repetirme que puedo competir en suavidad con cualquier pepilla, que no le hacen ni la cuarta parte de las barbaridades que les hago yo. Me lo repiten, mientras yo me les meneo encima: Puta, puta, tú lo que eres es una puta, me dicen. ¡Y eso me pone! Aunque, sin hipocresías, puedo decir que disfruto más de la conversación y de la compañía de un hombre, que de su sexo.
Dicen que una característica sobresaliente de Cáncer es su romanticismo. En mí, al menos, su predicción se cumple absolutamente. Enos no es así, es práctico. Va al directo. Capricornio al fin. Eso es perder el tiempo, Manuela, me dice, no tengo paciencia para sentarme a escuchar los problemas que tienen los hombres con las mujeres, sus líos en el trabajo o con los hijos. Si van a templar, que lo hagan y ya. Enos es muy práctico. Yo no, yo necesito primero oler al hombre, saber que me está atendiendo, necesito acariciarle los pies, peinarlo, perfumarlo —nunca ando sin colonia en mi maletín—, necesito saber que lo estoy atendiendo, y que él se deja atender por mí. ¡Irremediable canceriana que soy! Vicky y yo salíamos desde mi época de estudiante de medicina, era mi imprescindible parapeto de hombría en la Universidad.
Desde el principio, Vicky se mostró muy maleable conmigo. Me permitía peinarla a mi antojo, le compraba —carísimo— el perfume que hubiera querido usar yo, escogía las telas y le diseñaba los vestidos de noche. Le combinaba la ropa y los zapatos. Íbamos a un restaurante o a un cabaret, y no había ni una sola mirada masculina que pasara indiferente junto a nosotros. El caminar de Vicky, su estilo, su elegancia, obligaban a todos, hombres, mujeres y niños, a virarse y contemplarla hasta que su cinturita y su fondillón desaparecían por una esquina. Yo sabía que los hombres se viraban cuando pasábamos, que se detenían en medio de la acera. O si iban acompañados, sabía que un gesto de disimulo ofrecería la oportunidad de repetir la ojeada sobre las piernas, el pelo —el pelado que le había hecho— y las nalgas de Vicky. Sin embargo, no era a la mujer que yo llevaba de mi brazo a quienes los transeúntes se comían con la vista, sino a mí. Yo suplantaba la personalidad, el cuerpo de mi mujer, deseado por la marea callejera de hombres.
Yo era Vicky cuando nos acostábamos. Yo era quien tenía adentro la de aquel rubio de ojos verdes, muy velludo, muy alto, que me deslumbró en la esquina de L y 19. Y también la del jabao deportista que habíamos visto en la ruta 22, y la del quinceañero al lado del cual nos sentamos en el cine La Rampa, que me estuvo dando la noche completa, sin descanso, provocándome decenas de orgasmos. Orgasmos que en nuestra habitación yo provocaba en Vicky, siendo ella, y que ella gozaba siendo yo. Así Vicky se fue enloqueciendo conmigo. Todos mis compañeros de carrera se habían casado y criaban a sus hijos. Yo quería tener esa vivencia. Decidí que fuera con Vicky. Una vez casado me otorgarían un buen apartamento en calidad de inquilino eterno que no paga alquiler. Ni mis hijos ni yo seríamos propietarios nunca, pero era suficiente para nuestro bienestar. Aberraciones socialistas, como todo el mundo sabe.
En aquellos años —sin hipocresías—, más que el reemplazo de la personalidad de Vicky, disfruté del nacimiento y desarrollo de mis hijos. Mis principales motivaciones eran su crianza y mi carrera de cirujano. La de Vicky parecía continuar siendo la satisfacción de su libido a cuya intensidad, inconscientemente, yo había estado contribuyendo. Entre el salón de operaciones, las tensiones del hospital y la preocupación por conseguir ropas y alimentos para mi prole, la noche me cogía destruido, muerta. Sin hipocresías. Pero Vicky no me dejaba dormir, requiriendo mis favores sexuales a cualquier hora de la madrugada.
Ya yo no estaba para aquel ajetreo nocturno, y ella —me di cuenta después—, despertaba al niño golpeándole la cuna para que yo saltara de la cama y corriera a ver qué le pasaba. No podía volverme a dormir hasta estar convencido de que se encontraba bien, hasta que lo veía adormecerse acunado por mí. Al regresar a la cama, Vicky se me echaba arriba como una fiera, me calentaba tanto que, al rato, la reemplazaba con mi mente: un mulato poderoso, paciente mío, a quien había operado en la mañana, me poseía entonces con una vehemencia que despertaba al niño de verdad. Y yo estaba encarnado en el cuerpo de Vicky.
Cuando conocí a Enos, me dijo que todos los gays del grupo tenían nombres de guerra. Yo, a partir de entonces, sería Manuela la mexicana, como la protagonista de la novela que me contó. El rollo de mi naturalización azteca empezó años atrás, cuando noté que los pepillos me confundían con un mexicano —soy muy trigueño, aunque alto— y no me costó nada seguirles la corriente. Siempre lo hacía al ir de vacaciones al interior del país, pero como la cosa me gustó comencé a correr esas máquinas también aquí en La Habana: en una guagua o en Coppelia. Me vi en apuro muchas veces, y moría de miedo al salir a la calle, pensando en el escándalo que me podrían dar o en una posible golpiza.
—Te estás buscando una puñalada, Manuela —me advertía mi amigo Dueñas, Gloria para sus íntimos. —Te la estás jugando como de que dos y dos son cuatro. Lo sabía, pero no me importaba. Es que me sentía tan bien cortejada por esos machangos bien andrógenos, olorosos a hormonas viriles, inconfundibles al olfato gay. Te hablan echándote el aliento encima —ay, ese aliento—, y ese calor de hombre que les sale por dondequiera y me sofoca. Soy muy puta, lo he sido siempre desde que nací, toda mi vida. Ahí está mi piel lampiña y tersa; y a pesar de mis añitos, suave. Ellos mismos no se cansan de repetirme que puedo competir en suavidad con cualquier pepilla, que no le hacen ni la cuarta parte de las barbaridades que les hago yo. Me lo repiten, mientras yo me les meneo encima: Puta, puta, tú lo que eres es una puta, me dicen. ¡Y eso me pone! Aunque, sin hipocresías, puedo decir que disfruto más de la conversación y de la compañía de un hombre, que de su sexo.
Dicen que una característica sobresaliente de Cáncer es su romanticismo. En mí, al menos, su predicción se cumple absolutamente. Enos no es así, es práctico. Va al directo. Capricornio al fin. Eso es perder el tiempo, Manuela, me dice, no tengo paciencia para sentarme a escuchar los problemas que tienen los hombres con las mujeres, sus líos en el trabajo o con los hijos. Si van a templar, que lo hagan y ya. Enos es muy práctico. Yo no, yo necesito primero oler al hombre, saber que me está atendiendo, necesito acariciarle los pies, peinarlo, perfumarlo —nunca ando sin colonia en mi maletín—, necesito saber que lo estoy atendiendo, y que él se deja atender por mí. ¡Irremediable canceriana que soy! Vicky y yo salíamos desde mi época de estudiante de medicina, era mi imprescindible parapeto de hombría en la Universidad.
Desde el principio, Vicky se mostró muy maleable conmigo. Me permitía peinarla a mi antojo, le compraba —carísimo— el perfume que hubiera querido usar yo, escogía las telas y le diseñaba los vestidos de noche. Le combinaba la ropa y los zapatos. Íbamos a un restaurante o a un cabaret, y no había ni una sola mirada masculina que pasara indiferente junto a nosotros. El caminar de Vicky, su estilo, su elegancia, obligaban a todos, hombres, mujeres y niños, a virarse y contemplarla hasta que su cinturita y su fondillón desaparecían por una esquina. Yo sabía que los hombres se viraban cuando pasábamos, que se detenían en medio de la acera. O si iban acompañados, sabía que un gesto de disimulo ofrecería la oportunidad de repetir la ojeada sobre las piernas, el pelo —el pelado que le había hecho— y las nalgas de Vicky. Sin embargo, no era a la mujer que yo llevaba de mi brazo a quienes los transeúntes se comían con la vista, sino a mí. Yo suplantaba la personalidad, el cuerpo de mi mujer, deseado por la marea callejera de hombres.
Yo era Vicky cuando nos acostábamos. Yo era quien tenía adentro la de aquel rubio de ojos verdes, muy velludo, muy alto, que me deslumbró en la esquina de L y 19. Y también la del jabao deportista que habíamos visto en la ruta 22, y la del quinceañero al lado del cual nos sentamos en el cine La Rampa, que me estuvo dando la noche completa, sin descanso, provocándome decenas de orgasmos. Orgasmos que en nuestra habitación yo provocaba en Vicky, siendo ella, y que ella gozaba siendo yo. Así Vicky se fue enloqueciendo conmigo. Todos mis compañeros de carrera se habían casado y criaban a sus hijos. Yo quería tener esa vivencia. Decidí que fuera con Vicky. Una vez casado me otorgarían un buen apartamento en calidad de inquilino eterno que no paga alquiler. Ni mis hijos ni yo seríamos propietarios nunca, pero era suficiente para nuestro bienestar. Aberraciones socialistas, como todo el mundo sabe.
En aquellos años —sin hipocresías—, más que el reemplazo de la personalidad de Vicky, disfruté del nacimiento y desarrollo de mis hijos. Mis principales motivaciones eran su crianza y mi carrera de cirujano. La de Vicky parecía continuar siendo la satisfacción de su libido a cuya intensidad, inconscientemente, yo había estado contribuyendo. Entre el salón de operaciones, las tensiones del hospital y la preocupación por conseguir ropas y alimentos para mi prole, la noche me cogía destruido, muerta. Sin hipocresías. Pero Vicky no me dejaba dormir, requiriendo mis favores sexuales a cualquier hora de la madrugada.
Ya yo no estaba para aquel ajetreo nocturno, y ella —me di cuenta después—, despertaba al niño golpeándole la cuna para que yo saltara de la cama y corriera a ver qué le pasaba. No podía volverme a dormir hasta estar convencido de que se encontraba bien, hasta que lo veía adormecerse acunado por mí. Al regresar a la cama, Vicky se me echaba arriba como una fiera, me calentaba tanto que, al rato, la reemplazaba con mi mente: un mulato poderoso, paciente mío, a quien había operado en la mañana, me poseía entonces con una vehemencia que despertaba al niño de verdad. Y yo estaba encarnado en el cuerpo de Vicky.
jueves, 13 de mayo de 2010
ahí estaba tu cara
Foto, texto: León Ichaso
no pasó nada, pero ahí estaba tu cara, en mi camisa.
¿afuera? vientos de 70mph. el zumbido de tu fantasma.
La burka y el culo
Hablemos del asunto procerista de la burka de la turka, ahora que el parlamento francés votó unánimamente para prohibirla. ¡Qué república tan cuadrada! Y qué decir del racista Le Pen quien dijo que "les Français doivent exiger de ne plus être pris pour des imbéciles".* Todo por un pedazo de tela en la cara. ¡Qué tara del estado! Y es que no se comprende bien el alcance de la medida. Si se trata de una licencia de conducir, o un pasaporte, o cualquier documento legal con alcance identificatorio, bien, entendu, pero para eso no hay que prohibir la burka, bastaría con no extender la licencia de conducir a esa que no esté dispuesta a mostrar la cara o no conferir ciudadanía a esa que no está dispuesta a mostrar la geta.
Es decir, tienes derecho a tener tu burka,** en tanto que esa libertad no infrinja una regla particular.
Creo que no hay nada más persuasivo, en cuanto a actividad cívica se trate, que llevarle la contraria al estado arbitrario, patriarcado autoritario. Y el argumento que le he oído a algunos parlamentarios franceses es maniqueo en su apogeo: uno dijo que no mostrar la cara "era una señal de incapacidad civil", como si mostrar el culo no fuera una señal civil (lo es, en mi lista culológica), sólo que no aceptada por la sociedad contemporánea. O las tetas, nalgas menos molletas.
Los franceses [blancos] no saben cómo lidiar con sus negros franceses. Lo que hace falta en Francia es un diálogo civil nacional. Entonces la burka será, como en todas las modas y los modos... otra historia perentoria, nimia.
____
*Que no los cojan de pendejos... **Bastante calor, ya de por sí, debe ser ponerse tal vestimenta, para encima molestar a la pobre mujer que decide hacerlo.
miércoles, 12 de mayo de 2010
El artesano con su alcancía está haciendo muy buen trabajo con esa materia maleable y temporal llamada film.
A propósito, su película Neuralgia con mucho talento miamense, tiene su preview este jueves a las 7:30pm en el Gusman del downtown. No se la pierdan.
Confesiones sobre un viaje utópico
Claudia Cadelo en Octavo Cerco:
Una militar muy joven, con cadena, aretes y anillo de oro, y unas uñas postizas de metro y medio me atendió y me preguntó muchas veces lo mismo sobre mis estudios, finalmente escribió en mi expediente: “reSibió clases para dar clases”. Después se obsesionó con aquello de “Amistad por Internet”: - Tengo muchos amigos por Internet. - ¿Cómo te conectas a Internet? - Mayormente en los hoteles. - ¿Qué hoteles? - Sobre todo el Cohíba y el Parque Central. - Esa información será verificada, si estás ocultando algo se te negará el permiso de salida.¡Qué país tan bizarro!
martes, 11 de mayo de 2010
Ellos lo comenzaron todo
Ramón Williams
En la página veintiocho del L.T. de L.L, se levantaba la ciudad de los rascacielos. Cúpulas de cristal, máquinas voladoras a ras del suelo; millares de seres felices saludaban desde calles deslizantes. Laboratorios espaciales, fábricas y escuelas desbordaban jóvenes sonrientes de diáfanos ademanes y trajes relucientes como envolturas de chocolate del Parque Lenin. Nilo adivinaba en las dentaduras de aquellos jóvenes el mismo júbilo de los hombres de la página dieciocho en el texto de Historia de Cuba. Pero los de la dieciocho tenían una sonrisa mayor, más alegre.
“Ellos lo comenzaron todo”. Explicaba la maestra. El agua les daba por el pecho y sostenían en alto, sobre las cabezas, fusiles y enormes cajas de balas... Nilo aprendía palabras nuevas: lúmpers, apátridas, escoria; lo que se dice lacra era la gente aquella, capaz de matar por abandonar la tierra que los parió. Insólito, lo cierto es que cientos de miles de individuos se sumaron a los primeros en unos pocos días.
¿Mitin? Esa viene de una palabra yanqui para decir reunión. ¡Aprende, que los guías no somos eternos!” Y aprende Nilo: “Mitin de repudio”, sí, pero por qué usar el idioma del enemigo si teníamos palabras propias. Esto sólo podía explicarse si el enemigo ya venía en las palabras con que llegábamos al mundo; todavía anterior a la revolución, a los yanquis y a las palabras: En la lengua, el cuerpo, la mente propia enemiga de la mente. Reunión, no era tan fácil palabra. Unos colores que pasan distraen a Nilo de su cadena. Los retazos de tela en la caja sirven para fabricar un muñecón del tío Sam, que es el tío de los yanquis. Quemarán muñecos por la noche en el parque del barrio y así el fuego se verá desde lejos. Seguro que a los yanquis les dará rabia porque ellos son los culpables de este lío de la escoria y de todos los líos de la revolución.
lunes, 10 de mayo de 2010
Here's Lena
...The message of this song's not subtle
No discussion, no rebuttal
We want more than just a promise
Say goodbye to Uncle Thomas
Call me naïve
Still I believe
We're created free and equal,
Now
Now
Now, now, now, now
Everyone should love his brother
People all should love each other
Since they say we all got rhythm
Come on, let's share our rhythm with 'em
Now is the time
Now is the time
The time is NOOWWWWWWWW
El cercano este
Otro post macerante de Iván de la Nuez:
Ahora bien, lo que convierte al Eastern en un género verdaderamente universal no es tan solo, ni fundamentalmente, la invasión hacia el Oeste de los escritores, artistas y deportistas del “más allá”, sino la pasión por el este de los creadores occidentales. Precursores tan notables como el periodista John Reed, el dibujante John Steinberg o el novelista George Orwell dieron cuenta de ese mundo bajo el bolchevismo y el estalinismo. Graham Greene, John Le Carré o Frederick Forsyth se ocuparon de desentrañarlo durante la Guerra Fría.
Todos ellos con una mezcla de fascinación y temor; exotismo y ansiedad por descubrir –fantasías a un lado- lo que se escondía, verdaderamente, detrás del Telón de Acero. Ese misterio ha desatado todo tipo de recuperaciones en la actualidad. Desde el aclamado redescubrimiento de Vida y destino, la novela de Vasili Grossman, hasta el revival pop, relatado hace unos días por Kiko Amat, de la cantautora checa Marta Kubisova, musa de la Primavera de Praga y de la resistencia a la invasión soviética del 68. Desde el rescate de los textos de Alexandra Kollontai hasta la saga ucraniana tejida por Jonathan Safran Foer, en su novela Todo está iluminado.
Por su parte, los fotógrafos Dani & Geo Fuchs han dado cuenta de la represión alemana en la serie Stasi Secret Room, mientras que los cuadros e instalaciones de Mona Vatamanu y Florin Tudor intentan que no olvidemos la sombra siniestra de Nicolai Ceaucescu. En el blog Muñequitos rusos (munequitosrusos.blogspot.com) se informa y discute acerca de los dibujos animados de la era comunista, con una precisión asombrosa de los detalles técnicos. “Muñequitos rusos” era la manera de nombrar estos animados en Cuba, un país con un Estado comunista en el corazón de Occidente, cuyo aporte al Eastern ha tenido su importancia.
Y no me refiero a los paladines tropicales del realismo socialista –hoy convertidos algunos al idealismo capitalista con la misma pasión y dogmatismo-, sino a obras más complejas en las que se aborda a esa isla del Caribe como parte del Imperio Soviético. Es el caso sobresaliente de José Manuel Prieto –Nunca antes habías visto el rojo, Enciclopedia de una vida en Rusia, Livadia…- o de la revista Criterio, en la que el traductor y crítico Desiderio Navarro ha construido un completísimo catálogo de pensadores y teóricos del antiguo Bloque Comunista. Desde el Cono Sur, Fogwill fue un precursor que imaginó, antes del derribo del Muro, una Argentina soviética en Un guión para Artkino.
Cosas de la policía
Claudia Cadelo en Octavio Cerco:
Existen pequeños espacios para la catarsis ciudadana en mi ciudad, son instantes que disfruto a plenitud aunque no sean numerosos. Puede ser una parada de guagua, una cola interminable para algún trámite burocrático y absurdo, o simplemente, un taxi de diez pesos. La ruta Habana Vieja-Vedado-Playa es famosa por las dificultades y las demoras de las guaguas -claro, nunca tan impresionante como la del Vedado-Nuevo Vedado donde coger “algo” es agónico- es por eso que la presencia de los boteros alivia con creces la ineficiencia del transporte público. Con la llegada brutal del verano hace unos días, los que tratamos de movernos nos irritamos bajo el sol y la espera se vuelve insoportable. Cuando ya no das más sacas la mano y optas por la vía privada, siempre más eficiente.
El otro día yo estaba a pleno sol en 23 y me decidí por un almendrón. Dentro estaba repleto y las gotas de sudor nos corrían a todos por la cara, sin embargo sentí la bocanada de libertad desde que entré, la conversación era muy animada y el tema: los abusos policiales. El chofer narraba las peripecias sufridas por su esposa durante doce horas en los calabozos de Zapata y C, había sido “capturada” por dos uniformados mientras se dirigía a su casa con dos litros de yogurt, confiscados –para colmo- como “mercancía de mercado negro” durante su detención. Una señora en el asiento de atrás detallaba las condiciones inhumanas de su estancia en la estación de Zanja, llegó hasta allí por tenencia ilegal de cuatro pomos de cloro y dos de salfumán. Otro señor a mi lado se lamentaba, le habían incautado en el Casco Histórico su cuota de pasta de dientes y cigarros, que infructuosamente trataba de vender.
Yo, por mi parte, les conté cómo una vez, mientras disfrutaba con algunos amigos del mar en Guanabo, nos robaron todas nuestras pertenencias y nos dejaron sólo las trusas que llevábamos puestas. Fuimos a hacer la denuncia a la estación de la PNR y, como no teníamos carnets de identidad, nos quedamos detenidos hasta cerca de las diez de la noche. Llegué a mi destino ligera, el calor ya no me molestaba tanto y me deleité, al menos durante unos minutos, con la inefable satisfacción que se siente cuando uno dice bien alto lo que piensa.
Existen pequeños espacios para la catarsis ciudadana en mi ciudad, son instantes que disfruto a plenitud aunque no sean numerosos. Puede ser una parada de guagua, una cola interminable para algún trámite burocrático y absurdo, o simplemente, un taxi de diez pesos. La ruta Habana Vieja-Vedado-Playa es famosa por las dificultades y las demoras de las guaguas -claro, nunca tan impresionante como la del Vedado-Nuevo Vedado donde coger “algo” es agónico- es por eso que la presencia de los boteros alivia con creces la ineficiencia del transporte público. Con la llegada brutal del verano hace unos días, los que tratamos de movernos nos irritamos bajo el sol y la espera se vuelve insoportable. Cuando ya no das más sacas la mano y optas por la vía privada, siempre más eficiente.
El otro día yo estaba a pleno sol en 23 y me decidí por un almendrón. Dentro estaba repleto y las gotas de sudor nos corrían a todos por la cara, sin embargo sentí la bocanada de libertad desde que entré, la conversación era muy animada y el tema: los abusos policiales. El chofer narraba las peripecias sufridas por su esposa durante doce horas en los calabozos de Zapata y C, había sido “capturada” por dos uniformados mientras se dirigía a su casa con dos litros de yogurt, confiscados –para colmo- como “mercancía de mercado negro” durante su detención. Una señora en el asiento de atrás detallaba las condiciones inhumanas de su estancia en la estación de Zanja, llegó hasta allí por tenencia ilegal de cuatro pomos de cloro y dos de salfumán. Otro señor a mi lado se lamentaba, le habían incautado en el Casco Histórico su cuota de pasta de dientes y cigarros, que infructuosamente trataba de vender.
Yo, por mi parte, les conté cómo una vez, mientras disfrutaba con algunos amigos del mar en Guanabo, nos robaron todas nuestras pertenencias y nos dejaron sólo las trusas que llevábamos puestas. Fuimos a hacer la denuncia a la estación de la PNR y, como no teníamos carnets de identidad, nos quedamos detenidos hasta cerca de las diez de la noche. Llegué a mi destino ligera, el calor ya no me molestaba tanto y me deleité, al menos durante unos minutos, con la inefable satisfacción que se siente cuando uno dice bien alto lo que piensa.
domingo, 9 de mayo de 2010
Matria
-Mamá, yo quiero ser de plata.
-Hijo, tendrás mucho frío.
-Mamá, yo quiero ser de agua.
-Hijo, tendrás mucho frío.
-Mamá, bórdame en tu almohada.
- ¡Eso sí!
- ¡Ahora mismo!
(Canción Tonta, Federico García Lorca)
¿Qué diΞes Haza?
Nada más apropiado para tumiamiblog que una columna sobre Miami, que hoy aparece en el Nuevo Herald, del destacado periodista dominicano/miamense Oscar Haza, titulada En defensa de Miami.
¿Por qué amo a Miami?
Es una pregunta válida, pero en el caso de Haza el asunto se torna ontológicamente complejo. Hurga el moderador de A mano limpia en fuentes estructuralistas foráneas: “... la respuesta que acude a mi mente de forma espontánea es: porque me ayuda a vivir. La idea no es mía: se la tomé prestada a Tzvetan Todorov”.
Haza no está interesado en el formalismo de Propp, Bhaktin o Jackobson (para lo que Todorov, imagino, sería más apropiado), o la teoría de lo fantástico, no, se trata de extraer una simplicidad mayor en cuatro palabras. ¿Y qué tiene que ver la teoría literaria de Todorov en todo esto se preguntará algún curioso lector? Es de suponer que casi nada. Es como citar a Derrida -de paso- para concluir algo tan trivial como: “amo a París”.
Volvamos a la ayuda de Haza. Lo ayuda a vivir, porque vive bien, gracias a su exitoso programa televisivo. Es decir, el éxito mediático de Miami es bueno para Haza. Ahora oprime el {rewind} del master control: salto atrás, al árbol de la ciencia finisecular del siglo XIX, la generación del 98. Y comienzan a desfilar un carnaval de personajes: Pío Baroja, Hemingway, Felipe III (el irenicista), Luis XV, el Quijote, Moliere y Dickens… ¡qué corro de famosos!
No hay tregua clasista. Ahora el periodista vuelve a la carga con la regla de oro de las clases de campañas, a la manera de la Enciclopedia China de Borges, citada por Foucault (: “las campañas de descrédito”, “de desprestigio”, “reclutas del ejército que siempre pierde”, “quienes pergueñan el más cursi folletín”, “quienes vierten sus aplastantes frustraciones a través de cualquier medio”, “los que nunca han sentido amor en su corazón”, los “lamentables botafumeiros de la noche”, los “eternos náufragos que jamás encontrarán el vellocino de oro, ni a la mujer ideal, ni mucho menos la felicidad que da una familia functional”.
Desde los ecos de la caverna platónica cunde la pregunta: ¿Qué diΞes Haza?
El párrafo se deshace de la campaña al humo del cigarillo... de la circunstancia. Más bien el silencio de la misma: “…de silencio orteguiano y nos invada la natural melancolía tan cervantina como dolorosa”. ¿A qué viene ese silencio Haza? –preguntaría, mejor dicho, pensaría un eremita.
Haza responde con la oz celtíbera: “… no implica que nos sintamos heridos por el cielo, como diría Mieses Burgos, ni mucho menos que asumamos un silencio conformista con las ráfagas de odio que de manera sistemática se vierten contra nuestro querido Miami”.
Ahora irrumpe lo haziano apofántico, un tutti necesario, cabeza de Apollo: “Esta es sencillamente la urbe que triunfó, la capital de Latinoamérica, la casa de los ganadores”.
Los perdedores que no hayan triunfado, que levanten la mano. Muy a propos, Haza no termina sin mención del ilustre (casi)aristócrata Ortega y Gasset. Prepárense, que ahora hace su aparición el hálito de Bergson:
“… por qué debemos … defender este elan vital nuestro. (Miami deviene en soplo de vida). En las Meditaciones del Quijote el filósofo español nos revela que lo que existe es el “aquí y el ahora”.
¿Y…? Haza tiene una capacidad particular y nada desestimable, (cual avezado ebanista de marcos para cuadros), de adornar maravillosamente lo más obvio. Aquí viene una oración decimonónica de embullo, orteguiana/haziana:
¿Por qué amo a Miami?
Es una pregunta válida, pero en el caso de Haza el asunto se torna ontológicamente complejo. Hurga el moderador de A mano limpia en fuentes estructuralistas foráneas: “... la respuesta que acude a mi mente de forma espontánea es: porque me ayuda a vivir. La idea no es mía: se la tomé prestada a Tzvetan Todorov”.
Haza no está interesado en el formalismo de Propp, Bhaktin o Jackobson (para lo que Todorov, imagino, sería más apropiado), o la teoría de lo fantástico, no, se trata de extraer una simplicidad mayor en cuatro palabras. ¿Y qué tiene que ver la teoría literaria de Todorov en todo esto se preguntará algún curioso lector? Es de suponer que casi nada. Es como citar a Derrida -de paso- para concluir algo tan trivial como: “amo a París”.
Volvamos a la ayuda de Haza. Lo ayuda a vivir, porque vive bien, gracias a su exitoso programa televisivo. Es decir, el éxito mediático de Miami es bueno para Haza. Ahora oprime el {rewind} del master control: salto atrás, al árbol de la ciencia finisecular del siglo XIX, la generación del 98. Y comienzan a desfilar un carnaval de personajes: Pío Baroja, Hemingway, Felipe III (el irenicista), Luis XV, el Quijote, Moliere y Dickens… ¡qué corro de famosos!
“Pío Baroja, a quien Ernest Hemingway visitó en su lecho de muerte, afirmaba que la historia tenía menos realidad que la misma novela, y agregaba que ninguna obra histórica explicaba el estado social de la España de Felipe III como el Quijote, ni del ambiente de la corte francesa y de la sociedad de Luis XV como las comedias de Moliere, ni qué decir de la Inglaterra victoriana de Dickens. Ese rol exclusivo en ese entonces ejercido por la literatura corresponde hoy en gran medida al periodismo serio”.¿Y qué tiene todo eso que ver con Miami? Paciencia. Desde su atalaya en la torre mediática, Haza vislumbra las causas de la campaña contra Miami. Obsérvese cómo desfilan, cada clase contribuye a una comprensión más profunda del asunto que se trata:
“Están las (campañas o causas) ideológicas, las sicológicas practicadas por hombres innecesarios, están las culturales, explicadas a través de las inadaptaciones a un sistema que da las oportunidades y las recompensas en función de la competitividad y la eficiencia.”Haza es etiologista. Viene la última clase: “Y por último las causas más vociferantes, las exclamaciones del bochinche sin lógica aparente, como las llamaba Francisco de Miranda”. Paciencia con la lucha de clases. Termine de leer el último párrafo el lector y aún pregúntese: ¿qué diΞe Haza?
No hay tregua clasista. Ahora el periodista vuelve a la carga con la regla de oro de las clases de campañas, a la manera de la Enciclopedia China de Borges, citada por Foucault (: “las campañas de descrédito”, “de desprestigio”, “reclutas del ejército que siempre pierde”, “quienes pergueñan el más cursi folletín”, “quienes vierten sus aplastantes frustraciones a través de cualquier medio”, “los que nunca han sentido amor en su corazón”, los “lamentables botafumeiros de la noche”, los “eternos náufragos que jamás encontrarán el vellocino de oro, ni a la mujer ideal, ni mucho menos la felicidad que da una familia functional”.
Desde los ecos de la caverna platónica cunde la pregunta: ¿Qué diΞes Haza?
El párrafo se deshace de la campaña al humo del cigarillo... de la circunstancia. Más bien el silencio de la misma: “…de silencio orteguiano y nos invada la natural melancolía tan cervantina como dolorosa”. ¿A qué viene ese silencio Haza? –preguntaría, mejor dicho, pensaría un eremita.
Haza responde con la oz celtíbera: “… no implica que nos sintamos heridos por el cielo, como diría Mieses Burgos, ni mucho menos que asumamos un silencio conformista con las ráfagas de odio que de manera sistemática se vierten contra nuestro querido Miami”.
Ahora irrumpe lo haziano apofántico, un tutti necesario, cabeza de Apollo: “Esta es sencillamente la urbe que triunfó, la capital de Latinoamérica, la casa de los ganadores”.
Los perdedores que no hayan triunfado, que levanten la mano. Muy a propos, Haza no termina sin mención del ilustre (casi)aristócrata Ortega y Gasset. Prepárense, que ahora hace su aparición el hálito de Bergson:
“… por qué debemos … defender este elan vital nuestro. (Miami deviene en soplo de vida). En las Meditaciones del Quijote el filósofo español nos revela que lo que existe es el “aquí y el ahora”.
¿Y…? Haza tiene una capacidad particular y nada desestimable, (cual avezado ebanista de marcos para cuadros), de adornar maravillosamente lo más obvio. Aquí viene una oración decimonónica de embullo, orteguiana/haziana:
“Todo es circunstancial y el hecho radical es la vida, lo demás es el sueño y la vigilia de una circunstancia. Por todo esto debemos vivir y defender nuestro entorno y nuestra realidad. Allá los vulgares, la canalla, allá los enemigos de Miami”.Después de cientos de palabras, y un corro de personajes que jamás visitaron Miami, (centro vitalista de la disputa), la respuesta más efectiva de Haza (a la que nos sumamos todos) sigue siendo: Amo a Miami porque me ayuda vivir. ¡Enhorabuena y felicidades!
sábado, 8 de mayo de 2010
TALCO que pela: Miseria humana en las calle de mi Habana*
Rosie Inguanzo
Hoy es la última función de Talco en Teatro Abanico. El título alude la cocaína que se trafica en el cine El Mégano, y sin agregar mucho a lo que ya se ha dicho sobre la puesta, recomiendo que vaya dispuesto a digerir material duro, detritus humano, cielo desfondado. Este talco pela. Duele constatar que La Habana profunda sea hoy una urdimbre social sumergida en el deterioro y la carroña, donde los "gusanos rojos" devoran nostalgia por la era soviet. El escenario en tres planos precedido por un lumínico del cine, y de fondo los sucios orinales de un baño de hombres, componen una escenografía y montaje mínimos, supeditados al libreto de Abel González Melo y al montaje de Alberto Sarraín sin que les sobre nada, como dos líneas de coca cortadas por la precisión de un bisturí quirúrgico infectado.
Juan David Ferrer lleva el peso de esta historia reptando con desparpajo entre la maldad y el desencanto. Ferrer, Ariel Texidó, Norberto Correa y Oneysis Valido completan la documentación del desastre totalitario que pretendió crear un “hombre nuevo” y devino cáncer social, exhibiendo sus estereotipos: el travestí celestinesco, el traficante de drogas que lo mismo funge de chulo que de puto, la jinetera universitaria (trágica paradoja en la Cuba actual), los tres en función de un cliente intercambiable, encarnando la desesperación tácita de los estrangulados por un descalabro social que no da tregua. Ahórrese leer metáforas. Aquí nadie quiere salvarse, porque sobrevivir no los salvará de nada; son arquetipos condenados a la revulsiva ratonera.
Contrario a otras opiniones, me resulta acertadísima la transpolarización temporal, donde el brevísimo segundo acto surte el efecto de un epílogo en dos escenas (sodomía y desangramiento gráficos incluidos), que en realidad serían el prólogo de lo que había empezado a media res. Es un ardid más literario que teatral, más fílmico -quizás por ello particularmente interesante de llevar a escena. La documentación realista no pretende alterar las imágenes terribles que produce la trama social. Me ha gustado mucho este Sarraín minímo, sin ambages, distanciado del reverie errático del polvo blanco que esnifan los degenerados de mi generación.
__________
*Canción de El aldeano, y parte de la banda sonora de TALCO. Mención a Teatro Abanico de Lili Rentería.
Josefina la viajera, hoy cierra en TEMS
Rosie Inguanzo
Foto: Pedro Portal
El maquillaje evoca a una muerta, una dama fantasma venida a menos por el siglo que carga en su andar. O tal vez encarna la República, esa otra gentil truncada en el año 1959. Josefina la viajera va desmenuzando ese viaje de alto riesgo, azar borrascoso que es la vida. Gretel Trujillo entonces se encorva dentro del exquisito traje de encajes (y una imagina a Rolando Moreno –director, escenógrafo y vestuarista de la obra- midiendo el largo de la manga acampanada, bordando una perla, abrochando una joya). Josefina –Gretel- urge una disputa entre dos lecturas de su historia (especie de diatriba con el espejo). Para suerte de todos, gana el idealismo dramático de la actriz viajera, la que se sabe un mundo, la que entona conmovida “ausencia quiere decir olvido...”, deleita y gratifica. Descalza, Gretel calza la voz de sus cantos y sandungas (que Lázaro Horta ha enlazado; hasta oímos su voz para sorpresa de todos, incluyendo la actriz que escucha a otro fantasma). Abilio Estévez ha homenajeado ese viaje nada ordinario que iniciamos algunas sobre un escenario, audaz, descarnadamente. Rolando lo ha dibujado en sepia y enmarcado como cuadro antiguo y surrealista, disecado en la memoria, rosa de los vientos, dándole alas a la actriz para un vuelo singular contra la muerte, libertad ganada por el espíritu del arte. No te la pierdas en la sede de TEMS.
________________
Josefina: Gretel Trujillo
Dirección, adaptación, vestuario y escenografía: Rolando Moreno
Autor: Abilio Estévez
Ultima función hoy sábado - 8.30 pm TEATRO EN MIAMI STUDIO
2500 SW 8 ST, Miami Fl 33135
305.551.7473
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