Instrumentos de tortura, en MDC

Amílcar Barca 

Utilizar el dolor como fuente para averiguar “la verdad” o como principio de venganza y muerte, ha sido una constante a lo largo de la historia de los pueblos o más específicamente de sus gobernantes; lo que ha variado, en sí, han sido sus instrumentos. Patrocinada por la Academia Mexicana de Derechos Humanos y auspiciada por Amnistía Internacional y la ONU el día dos de abril se inaugura en el Freedom Tower : Instruments of Torture through the Ages. Desde sillas de interrogatorio de estructura metálica para hacer descansar al inquirido sobre metal ardiendo. Jaulas colgantes donde se encerraban a los condenados hasta que la podredumbre de la carne sirviese de alimentos de las aves. La flacidez y rotura fibrilar de los músculos que produce sentirse atrapado en una rueda giratoria. Una pirámide, llamada “La cuna de Judas”, cuyo vértice mayor se ve obligado a descansar hasta el desgarro el ano o la vagina de la víctima. La dislocación de los hombros que produce el péndulo o garrucha al colgarse el sujeto desde el aire. Las manillas o tobilleras que tantas veces hemos visto en las series del Conde de Montecristo junto a la paja en el suelo. La espada, la soga, el hacha, la guillotina o el garrote vil del verdugo. El látigo de cuerdas o pinchos hasta hoy usado, no sólo como instrumento de coacción, sino de propio placer autopunitivo para ciertos mártires islámicos, penitentes católicos o simples amantes del sadomasoquismo. Las garras de gato metálicas para raspar la piel del prisionero en forma de tirabuzones… Sin embargo la belleza convulsa del objeto nos podría distraer la atención principal y es que la tortura no es un hecho histórico o pasado. Está hoy en día con nuevas formas y no necesariamente con púas en la piel. La vimos hace poco aplicar en forma psicológica o física en la guerra de Irak o en el tratamiento deshumano en las cárceles de Cuba y otras latitudes en latinoamérica, en las mafias del narcotráfico y prostitución de los países del Este, o en las lapidaciones públicas en diferentes naciones de tradición musulmana como Nigeria, Sudan o Yemen. Desafortunadamente los derechos humanos han sido maltratados desde que existimos como especie, pero también reivindicados por ciertos ciudadanos desde que tenemos uso de razón. Asistir a esta exposición implica, sin discusión alguna, formar parte de este último grupo. 
En La Torre de la Libertad desde el 2 de abril al 29 de agosto. Boletos en general $15, con descuentos a estudiantes y personas mayores.