Aunque parezca el día vano heraldo
a los vivos llamando a sus ruidos,
no vuelvas la cabeza;
son tus ojos los que en el tiempo
verán por ti las plúmbeas madrugadas.
Acepta y reverdece tu mortaja
como si a un esplendor te dirigieras.
Virgilio Piñera, Exhortación, 1945