Amílcar Barca
Son las 6:29am. He tenido un mal sueño que ocurría en Nueva York. He ido a la pantalla de la computadora y antes de teclear he revisitado varias veces la gestualidad de la adolescente afroamericana Precious (Gabourey Sidibe). He acudido a la redondez apelotada de su rostro y he encontrado la quietud humillante de su historia. Me fijé en el pelo recortado de su flequillo con brillantina. Recordé aquellos manotazos merecidos que puede dar a un compañero por reírse de un profesor del cual cree estar enamorada. Vi sus ojos y observé el resentimiento hacia una madre Mary (Mo' nique) que abusa de ella porque, en su delirio, piensa que es su rival amorosa. Clarice Precious va a dar a luz a su segundo hijo: sólo tiene 16 años, y su concubino se llama “papá”. La expulsan del high school por iletrada y acude a una escuela alternativa que la acoge y le sirve de cojín de sus desgracias. Pare en una clínica. La asistente social Ms. Weiss (Mariah Carey) convoca a ella y a la madre para “reunir otra vez a la familia” y allí empieza dentro del film otra minipelicula de una sola escena que ratificará, al final, la magnífica brillantez de las tres actrices.
¿Por qué es viciosamente blanca? En diversas entrevistas, y después de ganar varios premios en Sundance, Cannes y el festival de San Sebastián, el director y también productor de Monster's Ball, Lee Daniels, declara a los medios “...esta película la he hecho para mi gente, nunca pensé que pudiera tener tanto éxito fuera”. Este advebio “fuera” se refiere –o al menos lo interpreto yo- a los blancos y estos quedarían supuestamente “exentos de juicio y crítica”. Bien, lo que le pasa a esta joven, no es por supuesto porque es negra sino por su entorno disfuncional ...pero nadie me va a negar que estas malditas generalizaciones se van a hacer por doquier en cualquier tertulia o chisme entre otras comunidades. Sin descartar la crueldad bien conocida y un buen guión adaptado -aunque sazonada por los contrapuntos de ensoñación y “milagros”, como en Slumdog cada vez que la protagonista vive una situación de desasosiego o violencia- la película cae en un punto de círculo cerrado donde no hay salida. Una visión exageradamente tremendista sin negar la veracidad que cuenta la escritora Sapphire en su novela del mismo nombre, cuando trabajaba como profesora de alfabetización en el Bronx.
Para los amantes de la Gran Manzana no se pierdan la ambientación del barrio impenetrable de Harlem en los 80, el envejecimiento deliberado de la Mariah Carey, y el monólogo de justificación de los hechos en un primer plano interpretado por Mo' nique. Al llegar a casa me tomé un copita de cognac francés Raynal R.V.S.O.P. Si bien pensé que no había para tanto, durante la noche vinieron los fantasmas de la culpa pero también de la fascinación por la historia. En mi opinión final diré que no tiene la clase del primer Spike Lee (Do The Right Thing) a la hora de tratar con originalidad y profundidad los temas específicos de su gente, pero tengo que aceptar que todo y los pequeños detalles esta película. You must see it!
Esta película es una deuda todavía, al igual que Crazy Heart y Up. Parece que esta es un poco la tónica este año, Amilcar. The Blind Side, con Sandra Bullock, también asume el tema negro desde una visión totalmente blanca, aristocrática y edulcorada. En el caso de Up in the Air, la problemática de la crisis económica se reduce a puro atrezzo para ceder al tratamiento patronal del asunto. Invictus, el filme sobre Mandela protagonizado brillantemente por Freeman, se coloca en la cuerda floja y camina sobre ella con zapatillas acolchadas. Los argumentos alarmantes como The Road, aunque sean de una calidad abrumadora, han quedado fuera de competencia. Creo que Hollywood ha optado por hacerle guiñitos complacientes al presidente de raza negra, intelectual y tecnócrata. Por eso, me quedo con la herética Inglorious Basterds, donde el austriaco Christoph Waltz me recordó que en el cine aún se puede actuar con maestría con un performance que rinde tributo a dos iconos: Lawrence Olivier y Peter O'Toole. Le añado la post-apocalíptica The Road, actuada estupendamente por Vigo Mortensen y el niño revelación Kodi Smit-McPhee. Y remato con The Hangover, una comedia delirante que vino desde abajo para colarse entre premios y nominaciones y que en su locura arremete contra algunas manchas de la conducta humana y, en sentido más amplio, con ciertos lastres del american way of life.
ResponderEliminarGracias por la reseña Amílcar; no la he visto pero la tengo en agenda.
ResponderEliminarEfectivamente, Lee Daniels ha expresado claramente su sorpresa por la acogida del filme entre el público "blanco". ¿No será que el tema puede ser extrapolado a un "trailer park" sureño o a un suburbio "blue collar" (y "white" también) acorde a las particularidades de cada ambiente?
Saludos,
MI
JR me gusta la reflexion que has hecho y nunca mejor dicho que el tema de la integración y los problemas raciales está inherente en los films de los óscars este año. Me queda por ver Invictus y Blind Side. No había asociado el tema Obama en este asunto.
ResponderEliminarUn abrazo
Amílcar
Hay que ver la peli cacho de catalán. Mucho más después de este review tuyo. Gracias.
ResponderEliminarQuerido AB, iremos a verla este fin de semana largo. Parece un mal suen~o necesario. RI
ResponderEliminarqueridito triff, gracias por tu apoyo, te quiero bro.
ResponderEliminarVoy a verla.HLM
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