Ernesto González
Los cocos que Blanquita —la mayor de las dos—, traía desde Santa María del Rosario, en guagua, de casa de unos guajiros que se los regalaban porque las compadecían. Pobre Beba, que colocó la foto de su hija en la sala y que, al verla un amigo mío un día que las visitábamos, no supo entender que aunque la madre hablara de «la niña» en términos tan presentes, en realidad había muerto tantos años atrás. Pobre Beba, que cambiaba la ropa de cama de «la niña» y jamás regaló sus pertenencias ni a un necesitado, porque hubiera sido profanar su recuerdo. Las tías, como se dejaban llamar cariñosamente por mí, deben estar achacosas, aunque me las imagino —sobre todo a Beba— todavía sudando al filo del mediodía junto a la tumba, y a Blanquita peleándole porque descuidaba su salud, sin recordar los cientos de libras de coco que había cargado ella, para convertir en dulce, dinero y flores para la muerta, en vez de para reparar el cuarto que se les venía encima. Ellas son así: no tienen remedio. Me detengo. La magia viva dentro de estos solares me atrae demasiado. Tengo que mirar con cuidado. Si enciendo un cigarro llamaré menos la atención. Pensarán que estoy esperando a alguien. Descubro una ventana completamente abierta sobre un espacio que los residentes de ese cuarto han ganado robándoselo a una acera que no lo necesita. Veo la cocina de luzbrillante que una mulata se empeña en mantener encendida. Está friendo unas papas que quizás, si continúa esmerándose como lo hace, no le quedarán con sabor a combustible.
Su hombre ya llegó del trabajo, se bañó y está reposando en la improvisada cama del cuarto contiguo a la cocinita. Desde aquí lo veo leyendo el periódico, que es lo único que lee siempre, con un pijama blanco confeccionado con la tela de los sacos de harina que de seguro le regaló el bodeguero, sin medias ni camisa, con sus tobillos anchos, uno encima del otro, sujetando con una mano tan grande que pudiera estrujar el mundo, el periódico doblado por la página deportiva. Al costado, en el piso, ha colocado sus botas de trabajar y sus medias sudadas dentro. Hasta aquí me llegan la reminiscencia de ese olor, y me agrada. Es el sudor del cansancio del día que deja sus huellas en las medias y en la camisa que está colgada de un clavo —junto al pantalón—, al otro costado de la cama. Ella, estoy seguro, también lo siente, lo huele cada día a esta hora, Al recibirlo con un beso, siente las huellas del cansancio que saltan de sus axilas o de su pelo sucio y enmarañado, de los pies de su hombre, cuando los desnudó con gestos desesperados porque lo vencía una oleada de agotamiento tan fuerte como una convulsión.
Me gusta el olor del pie cansado del hombre, que hace con el cuerpo y que le sobra sudor para traer algo de vuelta. Como se ha bañado, el cuerpo del hombre rechazó las huellas que él cree abandonadas hasta el día siguiente y que en realidad sobreviven por el cuarto. Ahora se levanta: el hambre le ha cedido terreno al cansancio. Camina hacia su mujer y la abraza. Ella lo mira, le sonríe y lo deja hacer. Por poco me ven. Ella recoge con la espumadera la última remesa de papas del sartén, y las coloca en el plato. Él estira una de sus manos hacia un seno que se vuelve ínfimo por el contraste; y lleva la otra al plato de papas fritas, de donde toma unas cuantas y las mastica. Le besa la nuca con los labios grasientos y ella protesta —disfruta— con un gemido. Le pide perdón volviéndola y abrazándola. Entonces, ambos se olvidan de las papas fritas, del olor a luzbrillante y del olor del cansancio que flota por el cuarto. Todo se confunde mientras él la arrastra hacia la cama y es ella quien empieza a despedir sus humores, a oler a hembra mojada, a exigir. No puedo quedarme aquí, pudieran verme.
Echo a andar, los dejo lo suficientemente desnudos como para pertenecerse mil veces uno al otro, sin importar el arroz ni los frijoles olvidados, ni las papas —frías—, ni la deshora... Continúo caminando Merced abajo, tal parece que sigo detenido, por la similitud de las escenas que veo y me maravillan. Mujeres trigueñas, mulatas y negras que cocinan para sus maridos, solazándose en las escasas horas que pueden estar con ellos antes de irse a dormir abrazados, agotados. Aunque casi no hablen y no medien—por parte de él— tantas caricias, porque no es de esos, ellas disfrutan la lejana presencia del varón que, en la puerta del solar, rodeado de amigos, le transmite cierta seguridad en la órbita de demasiadas desdichas. Si es mucho el cansancio y la digestión lenta, el sueño desplazará al amor hasta la madrugada o el amanecer.
Momentos antes de saltar de la cama, con la boca copada por el aliento pastoso, comenzarán el día con el íntimo reconocimiento que no se sacia nunca y que ella no tendrá necesidad de exigir. Las más avispadas —en cualquier caso la mayoría— cavilan también sobre la forma de renovar el placer de su hombre, aderezando el amor, sugiriendo posturas, complaciéndolo —al fin— con retener su fertilidad para siempre, y que no suceda como con el padre de sus hijos, que voló del cubil por no darse con ella el gusto que le reclamaba la amante de turno y que venció a pesar de no haberle parido nunca.
Por su lado, ellos, en el trabajo, recostados al buldózer, sentados sobre los ladrillos o las enormes tuberías de gas que van a colocar en las zanjas abiertas, repiten a sus compañeros la promesa de sus mujeres, de conseguir a golpe de soborno con el bodeguero, la cerveza fría e impostergable, la comida pobre pero sabrosa que los espera y a la que contribuyen con una jaba que devuelven llena al viandero; o comentan la necesidad que tienen de unas planchas de madera que interrumpan el paso de los ojos curiosos de los vecinos de arriba y además eliminen el peligro de caerles encima, y la pintura de color claro que han de resolver por una vía condenable, para remozar el cuarto y nacerle una sonrisa a su mujer. Y antes de comenzar a sudar de nuevo, van a vanagloriarse de cuánto la penetraron la noche última, con palabras y expresiones gastadas que apoyen exageraciones para ellos imprescindibles...
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domingo, 28 de febrero de 2010
Nuevo blog sobre Orlando Zapata Tamayo
En la noche de ayer, se incorporó a internet un sitio blogger dedicado al opositor cubano recientemente fallecido como resultado de una huelga de hambre y a la causa de la libertad de los presos políticos. En su contenido se reproducen opiniones de prestigiosas figuras públicas como Lech Walesa, Hillary Clinton, Jorge Castañeda, Iván de la Nuez, entre otros. Se accede aquí.
¿Cómo lidiar con la naturaleza?, o cada Chile tiene su Nazca
UPDATE: 700 muertos, dos millones de desplazados
(Imágenes tomadas del Huffington Post)
El terremoto de ayer de 8.8 en la escala Richter estremeció todo Chile, sus temblores secundarios se hicieron sentir en Sao Paulo, Brazil. Se reportan cerca de 500 muertos, más de un millón de desplazados. Al terremoto le siguen maremotos:
Claro que al terremoto no hay que buscarle más causas que las que tiene. La geología tiene la explicación del fenómeno. Se dice "la placa tectónica Nazca" se ajustó.
¿Y toda la destrucción? Una acumulación de energía que se produce cuando los materiales del interior de la Tierra se desplazan, en busca de equilibrio, desde situaciones inestables que son consecuencia de las actividades tectónicas que inciden en bordes de la placa.
Lección: cada Chile tiene su Nazca.
¿De qué nos sirve conocer que la placa de Nazca se encuentra en el océano Pacífico oriental en frente de Chile y el Perú? Obviamente, el datum nada tiene nada que ver con los intereses de los damnificados. "Destrucción" es una forma de describir el dolor de cientos de muertos y los cientos de miles de vidas afectadas por el terremoto.
¿Dios mío, dónde estás ahora que te necesito?
Dios teísta: Estoy aquí, pero tengo mis leyes, no hay nada que hacer.
Dios deísta: No tengo nada que ver con el asunto, ¡alégrate que sufres, que ya es algo!
Dios maniqueo: Ya me conoces: Eso te lo mandé para que sufras y seas mejor.
Dios escolástico: Si me meto en el asunto te voy a joder el libre albedrío, que es lo único que tienes que vale la pena. Hay otro camino: La Naturaleza es lo que es. Que la desgracia no venga de la mano del hombre, del libre albedrío del hombre, no le quita su dimensión de maldad, desde que produce sufrimiento. Y ese sufrimiento no se detiene ante la causasión no/humana de la naturaleza. Mal es mal, lo que cambia es la causa.
El terremoto se produce por "causas de inestabilidad," exceso de energía que posibilita presiones en ciertas capas. Nosotros también "fallamos" y creamos inestabilidades. Hablo desde la metáfora, la inestabilidad humana y la natural no se intersectan necesariamente, pero podemos compararlas desde la imaginación. Sin ánimo de armagedonizar, creo que el terremoto chileno y haitiano nos da qué pensar... hasta qué punto nuestra vida pende de las cosquillas de los mantos y los núcleos terráqueos.
Pura comida para el coco.
De paso, tumiamiblog se solidariza con la desgracia del pueblo chileno.
sábado, 27 de febrero de 2010
Estos son Los Amigos (Jazz Cuba)
Jesús Rosado
Me he topado entre las promociones a la presentación de Bobby Carcasés en Miami que alguien ha calificado al showman como el introductor del jazz en Cuba. No hay monumento más alto al disparate. Siempre he simpatizado con la excentricidad del Bobby, pero no creo que tenga edad para haberse ubicado entre los pioneros del panorama jazzístico en La Habana. Porque esa historia comenzó en los tempranos 30 con la creación de diversas bandas, pasó por los 40 con la contribución fundamental de Armando Romeu, dirigiendo la Bellamar Orchestra en las descargas del Sans Souci, hasta el principal referente de los 50, el Quinteto Instrumental de Música Moderna (conocido también por Cuban Jazz Combo), fundado por el legendario Frank Emilio (piano) y Guillermo Barreto (batería), y donde se contaban colosos como Orlando “Papito” Hernández (bajo), Tata Güines (congas) y Gustavo Tamayo (güiro). Una fórmula genial que derivaría en 1958 en un formato más amplio donde se incluiría a Orlando “Cachaito” López (bajo), Miguel O”Farrill (flauta), Jesús Pérez (tambores batá) y Elio Valdés (violín), asumiendo el nombre de Los Amigos. El fenomenal conjunto junto a la concurrencia de sucesos como el nacimiento del Cuban Jazz Band de Leonardo Timor y la apertura del Jazz Club, sede semanal de los Sunday Jam Sessions, determinaría la dinámica de las fusiones entre el espectro sonoro del jazz y la exuberancia melódica criolla durante los últimos años de república. Acontecer precursor en el panorama musical habanero que bien puede compararse a los empeños revisionistas de los recreadores abstractos en la isla que amenazaban con desarbolar la jungla de la pintura folclorista. Sólo sería la autocracia castrista la que cercenaría lo que podemos intuir como flujo natural de la cultura cubana hacia su inserción global. Bajo el pretexto de penetración y “diversionismo” ideológico toda interrelación con el mainstream fue censurada y, en la medida en que se radicalizó la stalinización, las expresiones de la estética se sometieron a las conocidas terapias sovietizantes. Sólo el exilio salvaría, a manera de rompecabezas disperso, la inevitable universalización de un acervo que siempre estuvo abierto a la hibridez con los aportes sensibles provenientes de cualquier orilla. Con la fundación de la Orquesta Cubana de Música Moderna, el oficialismo cultural intentó hacerse del control del talento jazzístico y lo indujo a la vernaculización forzosa. La gigantesca banda profesional, cuyo embrión fuera precisamente esa bohemia latin jazz de la Habana cincuentera, se convirtió en un hito indiscutible. Sin embargo, tanto potencial creativo no podía someterse al corral ideológico, y sucedió lo que se suponía sucediera, comenzó el éxodo hacia la encrucijada del genio artístico, es decir, la emancipación individual o el fracaso. Estamos hablando, justamente, de opciones que navegan a contracorriente de la mediocridad leninista en la cultura. Esa individualidad puntual sería la que marcaría la paulatina recuperación del influjo jazzístico en La Habana, aún ante el recelo vigilante de los funcionarios de plantilla. Es entonces, con el paso del tiempo, que jugaría su rol Carcasés en la iniciativa del festival Jazz Plaza. Pero, definitivamente, la mayoría de los cultores importantes partieron silenciando la espontaneidad del jam session. El video que Tumiami muestra, registra un memorable reencuentro entre aquellos adelantados que, décadas atrás, envueltos en la media luz del night club habanero deslumbrarían, incluso, hasta a los progenitores norteños del género.
viernes, 26 de febrero de 2010
Niñas que llevan mi nombre
Wendy Guerra
Yo me tenso varonil y dúctil y al disparar voy al blanco a dibujar la diana
Atrevida flor que bebe agua del altar donde sólo los santos calman su sed
Bajo el tul de novia creció el miedo que me ancla al fondo como botín de guerra
Ya fui hembra y varón en escuelas donde castigada desarmé la palabra épica
Odio los bares si fragmentan líneas del texto que destila tu mensaje
en la botella
Este secreto sostenido cultiva culpas esbozando a medias raras
versiones del pánico
Niñas que llevan mi nombre yo imito sus voces en nuestro eterno canon: Peter Pan
Yo me tenso varonil y dúctil y al disparar voy al blanco a dibujar la diana
Atrevida flor que bebe agua del altar donde sólo los santos calman su sed
Bajo el tul de novia creció el miedo que me ancla al fondo como botín de guerra
Ya fui hembra y varón en escuelas donde castigada desarmé la palabra épica
Odio los bares si fragmentan líneas del texto que destila tu mensaje
en la botella
Este secreto sostenido cultiva culpas esbozando a medias raras
versiones del pánico
Niñas que llevan mi nombre yo imito sus voces en nuestro eterno canon: Peter Pan
Las lágrimas que no lloramos
Poder de decidir sobre el otro, sobre la vida del otro, sobre las posesiones de otro, sobre los derechos de otro: esa es la enfermedad de mi gobierno. Esperar para salir del país, para decir lo que se piensa, para ganar dinero decentemente, para vivir sin miedo: esa es la enfermedad de mi pueblo.
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Claudia Cadelo, para Octavo cerco.
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Claudia Cadelo, para Octavo cerco.
jueves, 25 de febrero de 2010
No Pedestrians Need Apply
Diseño de Natasha Perdomo
Color Alternative Space (CAS) – 7520 NE 4 Ct Miami, FL 33138 – 305 905 6769
The exhibition No Pedestrians Need Apply aims to pinpoint critical issues related to the automobile in contemporary society and its dependence on oil, especially in North America. This dependency has resulted in a lifestyle of wanton oil consumption on a collision course with an ecological and social meltdown. The event features the works of artists Armando Mariño, Evelyn Valdirio, Rafael Fornés, Rafael López-Ramos, Ramón Williams, and Odalis Valdivieso. Rafael López-Ramos / artist-curator
Más información en Los lirios del jardín.
Reverdece tu mortaja
Aunque parezca el día vano heraldo
a los vivos llamando a sus ruidos,
no vuelvas la cabeza;
son tus ojos los que en el tiempo
verán por ti las plúmbeas madrugadas.
Acepta y reverdece tu mortaja
como si a un esplendor te dirigieras.
Virgilio Piñera, Exhortación, 1945
miércoles, 24 de febrero de 2010
Muela en el muelle
Omaullo Gersing
Me ha pasado por al lado como en cámara lenta. He levantado la vista con párpados pesados en busca de la estela de aromas que su cuerpo deja. Carbón, anís, marisco. Le sudan las nalgas y se vislumbra el contorno de las bragas sudadas bajo el vestido leve. Lo aspiro, el olor a costa y maderos húmedos del muelle y el de camarones hervidos que emana de ella. Aprieto entre los dientes el gollejo de limón que con la lengua he sacado del vaso repleto de lisos trocitos de hielo. Ya anticipo el sabor a nalga sudada untada de tibia manteca de cacao que se va a restregar en mi boca. Con ojos diluidos en sal y la lengua rasposa de sed se sentó en el borde de una banca, mirando al mar. Sigilosa me acerqué y me senté a su lado. Me miró de reojo y aspiré profundamente. Ella carraspeó sin mirarme.
—…psst, hueles a mujeronga —le dije aspirando el salitre. Dejé que la a se deslizara en el descenso del aire por mis senos nasales. Qué alivio.
—Y ud. tiene VOZ de tener un rabito chirriquitico —me contestó rápida sin virarse a mirarme, sacudiendo la melena. Su pelo olía a cerveza y pepinos.
—¿Rabito? —dije con risita afable—. Querrás decir criquita, tú tan nalgonaa.
Entonces la mujer se viró y me miró sin sorpresa. Echó la cabeza hacia atrás y depositó el pelo en la brisa. Múltiples pepinazos se introdujeron en mi olfato. Agarró después el vaso de hielo que yo sujetaba y chupó unos cuantos cubitos. Su aliento me alcanzó complicado, cítrico y dulzón con capas ácidas de alcaparrado…. Seguramente acababa de comer picadillo criollo.
—Entonces habría que ver eso, para asegurarme —dijo ella burlona, con la vista de nuevo en las olas—, porque se ve muy machito usted.
Me le acerqué más en la banca. Se me metían por la nariz alborotados mejunjes de cloro y chorizo, foie gras y mortadela. Esta hembra había comido rico y variado, con toda seguridad, después de haber limpiado bien la cocina y el baño.
—El género es un estorbo en la raza humana... —dije filosófica, meneando los dedos y apuntando hacia el horizonte.
—En eso estamos de acuerdo —dijo ella y tosió. Asmática, pensé, y que tenía ojos de perrita fiel, pero pestañas de gata salvaje. Buena combinación para un animal doméstico, zas, y me la imaginé en bragas limpiando todos los espejos de su casa. Para miraaarseee meejoor…
—De animal nada, monada —dijo ella, sorprendiendo el flujo de mi pensamiento.
Entonces me di cuenta que ya la tenía montada entre ceja y ceja, arañando las burbujas con que suelo envolver cada imagen mental. Rodando ya por lo superficial de mi epidermis, ella maullaba y ladraba al mismo tiempo, enredándose entre los vellos púbicos del sexo inconcluso de mi cuerpo cuajado de miedo, inerte, mordiéndolo a retazos y luego ondeándolos al aire como galardón de batalla.
—De animal nada, monada —repitió ella eufórica, tirándose al mar para enjuagar la sangre.
Me ha pasado por al lado como en cámara lenta. He levantado la vista con párpados pesados en busca de la estela de aromas que su cuerpo deja. Carbón, anís, marisco. Le sudan las nalgas y se vislumbra el contorno de las bragas sudadas bajo el vestido leve. Lo aspiro, el olor a costa y maderos húmedos del muelle y el de camarones hervidos que emana de ella. Aprieto entre los dientes el gollejo de limón que con la lengua he sacado del vaso repleto de lisos trocitos de hielo. Ya anticipo el sabor a nalga sudada untada de tibia manteca de cacao que se va a restregar en mi boca. Con ojos diluidos en sal y la lengua rasposa de sed se sentó en el borde de una banca, mirando al mar. Sigilosa me acerqué y me senté a su lado. Me miró de reojo y aspiré profundamente. Ella carraspeó sin mirarme.
—…psst, hueles a mujeronga —le dije aspirando el salitre. Dejé que la a se deslizara en el descenso del aire por mis senos nasales. Qué alivio.
—Y ud. tiene VOZ de tener un rabito chirriquitico —me contestó rápida sin virarse a mirarme, sacudiendo la melena. Su pelo olía a cerveza y pepinos.
—¿Rabito? —dije con risita afable—. Querrás decir criquita, tú tan nalgonaa.
Entonces la mujer se viró y me miró sin sorpresa. Echó la cabeza hacia atrás y depositó el pelo en la brisa. Múltiples pepinazos se introdujeron en mi olfato. Agarró después el vaso de hielo que yo sujetaba y chupó unos cuantos cubitos. Su aliento me alcanzó complicado, cítrico y dulzón con capas ácidas de alcaparrado…. Seguramente acababa de comer picadillo criollo.
—Entonces habría que ver eso, para asegurarme —dijo ella burlona, con la vista de nuevo en las olas—, porque se ve muy machito usted.
Me le acerqué más en la banca. Se me metían por la nariz alborotados mejunjes de cloro y chorizo, foie gras y mortadela. Esta hembra había comido rico y variado, con toda seguridad, después de haber limpiado bien la cocina y el baño.
—El género es un estorbo en la raza humana... —dije filosófica, meneando los dedos y apuntando hacia el horizonte.
—En eso estamos de acuerdo —dijo ella y tosió. Asmática, pensé, y que tenía ojos de perrita fiel, pero pestañas de gata salvaje. Buena combinación para un animal doméstico, zas, y me la imaginé en bragas limpiando todos los espejos de su casa. Para miraaarseee meejoor…
—De animal nada, monada —dijo ella, sorprendiendo el flujo de mi pensamiento.
Entonces me di cuenta que ya la tenía montada entre ceja y ceja, arañando las burbujas con que suelo envolver cada imagen mental. Rodando ya por lo superficial de mi epidermis, ella maullaba y ladraba al mismo tiempo, enredándose entre los vellos púbicos del sexo inconcluso de mi cuerpo cuajado de miedo, inerte, mordiéndolo a retazos y luego ondeándolos al aire como galardón de batalla.
—De animal nada, monada —repitió ella eufórica, tirándose al mar para enjuagar la sangre.
martes, 23 de febrero de 2010
Un nuevo mártir tiene Cuba: Orlando Zapata Tamayo
Tras 85 días de huelga de hambre ha muerto hoy en La Habana, el prisionero de conciencia Orlando Zapata Tamayo. Con su última acción en vida, este defensor de la libertad, quiso mostrarnos que para reconquistar el respeto a los derechos esenciales como individuo hay que estar dispuesto incluso a sacrificar la existencia. Zapata Tamayo, humilde, de raza negra, con sólo 42 años de edad, engrosa el ya extenso martirologio cubano. Nuestro sentido pésame para su anciana madre. Que descanse en paz este hombre de corazón gigante y su ejemplo sirva para sacudir nuestra dignidad.(JR)
Presentación de libro de Iván de la Nuez
Hoy se está presentando INUNDACIONES. Del Muro a Guantánamo: Invasiones artísticas en las fronteras politicas. 1989-2009, el último libro de Iván de la Nuez. El texto, publicado por Debate, dedica un capítulo por año a la relación entre arte y política en las dos últimas décadas. La presentación tiene lugar en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y estará a cargo de Bartomeu Marí. ¡Enhorabuena, Iván! Esperamos con deseos ese texto por acá.
lunes, 22 de febrero de 2010
Pello el Afrokán - Mozambique
Con Pedro Izquierdo, aka Pello el Afrokán, el aparato cultural castrista iniciaría el viaje forzoso hacia la “proletarización”de la música. La estrategia era oponer la africanidad y la tercermundización a las fusiones naturales de las sonoridades isleñas con las últimas tendencias provenientes de Estados Unidos y Europa. Bajo el pretexto de hacer frente al “sometimiento imperialista” en la esfera de la cultura y acusando de burguesa, contrarrevolucionaria y elitista a cualquier expresión artística que se acercara al flujo regular de la modernidad cosmopolita, talentos como el de Pello fueron manipulados para entronizar directrices dogmáticas. El propósito era crear una música que cautivara a los sectores históricamente marginados, a la vez que se desplazaba los géneros más sofisticados o cuya evolución iba al unísono del acontecer internacional. Hoy día, adolescentes de aquella época revalorizan los aportes meramente rítmicos de Pello, pero en esos años mucha juventud le hizo rechazo. Como detalle curioso, nótese que la precipitación de los tiempos en la música de Pello, el vértigo y el fragor temperamental de la percusión desbroza, desde ya, los senderos hacia la futura timba. (JR)
Music Hall de Cuba en Moscu
Ernesto González
Y salió de gira hacia Europa, el Music Hall de Cuba, con sus boleros sin muerte, los ritmos que se habían cocinado en la isla parrandera y uno reciente que arrebató a París. Y siguió el delirio cubano por acampado en un pueblo junto a una unidad militar del Pacto de Varsovia, y los bailarines de la compañía habían corrompido a los reclutas en los bosques cercanos, donde había habido mucha locura; y llegaron a Moscú a trepidar los oídos y las mentes de esa aldea gigantesca, estos cubanos vienen de Francia, con modelos, rumberas y un baile de tambores que se llama Mozambique, y las entradas se revendían al doble en los alrededores del Palacio de los Deportes, y los moscovitas y los estudiantes cubanos las compraban.
Rafa y Matías asistieron al espectáculo. Y era que Sonia Calero baila una rumba, y Elena Burque y José Antonio Méndez descargan sus bolerones; y Celeste Mendoza baja del escenario con ese aire suyo de Reina del Guaguancó y le besa la calva a un viejo de la primera fila, quien brinca y abandona indignado el teatro; y hay mucha risa, calor y baile. Y el cierre del espectáculo estremece al Palacio de los Deportes de Moscú. Camaradas, recibamos con un aplauso el gran cierre de esta noche cubana inolvidable: Pello El Afrokán y su ritmo Mozambique, que es esto que llega y pierdo la calma, que toda mi sangre grita, ¡eh, Mozambique!, ¡que toda mi sangre grita, eh, Mozambique! Y Matías mueve su corpulencia uraloaltaica detrás de ti, Rafa, a tu derecha, a tu izquierda, y toda mi sangre grita, eh, ¡Mozambique!, ¡y toda mi sangre grita: eh, Mozambique! Bullicioso pretexto para pegarse a tus nalgas, a tu costado, para rozarte un codo. Y del teatro se desplazaron al hotel donde se hospedaban los artistas. Y Pello, el Afrocán, parado en el medio del vestíbulo: ¡A relajarse, que paga Pello! Y en el restaurante, Rafa y Matías (continuo anacronismo uraloaltaico en ese aquelarre de cubanos), bebieron vino, cerveza, champagne y se emborracharon como había querido Pello.
Y a la tarde siguiente, Elena y José Antonio cumplieron su promesa de visitar los albergues, y en uno de los salones de estudio se formó la descarga. Duele, mucho, duele sentirse tan solo, saber que llegó el in de todos tus besos, que es por mi culpa que estoy, hoy padeciendo mi suerte, duele, mucho ser como soy. Y el gigante uraloaltaico estuvo al lado tuyo oyendo esos boleros eternos, disfrutándolos sin entenderlos; y un bailarín del Music Hall te miró, Rafa, y tú le sostuviste la mirada, un corrientazo cubano, y Matías los descubrió, te empujó delante de la gente y se perdió. Y tú continuabas jalado como había querido Pello, y no parabas de hablar con tu compatriota, bailarín del Music Hall, que te había dado el corrientazo.Cerca de las tres de la madrugada, el trovador de la universidad, borracho, pide cantar Cuba qué linda es Cuba, quien la defiende la quiere más... Y en ese instante, al bardo le viene una arqueada y casi le vomita encima a Elena Burque; y puso en el suelo la guitarra que abrazaba, y fue corriendo al cagadero colectivo y a su cuarto. El gordo Godofredo lo sigue, el trovador está acostado en su litera, roncando como un bendito, vestido y calzado; y el gordo le abre la portañuela, se sienta en el piso y le da un concierto a la picha muerta de alcohol y se la estira, y así estaba al entrar dos estudiantes cubanos, enviciado, rojo, sudoroso, con cara de éxito por habérsela puesto salaza a su compañero trovador.
Matías se había ido de vacaciones a Hungría sin despedirse de ti, no se habían visto desde el empujón en el albergue durante la descarga de Elena Burque, duele sentirse tan solo, saber que llegó el fin de todos tus besos (no se volverían a ver jamás); y el ambiente en los dormitorios y las aulas donde hay cubanos se había tornado opresivo. El gordo Godofredo había estado preso en la embajada cubana en Moscú y había sido devuelto a Cuba, acusado de inmoralidad por su trabajosa mamada de borrachera. Y se anunció un próximo apocalipsis de asambleas catárticas y consiguientes mea culpas, y los becados especulaban acerca de quiénes serían expulsados, susurrando nombres y apellidos en los pasillos, en el comedor y en los baños...
Qué despertar horrible, Rafa, impensable ni siquiera para un cubano enamorado de un húngaro. Una linterna te alumbra el rostro sorprendido, dos desconocidos se identifican como funcionarios de la embajada cubana que vienen a buscarte, no preguntes nada, te lo explicaremos, tienes que acompañarnos. Te digo que no preguntes. Despiertas al checo halándole un pie y le aseguras no saber qué sucede y le pides que se lo informe al jefe del colectivo. Y te llevan del brazo a la residencia del embajador cubano (donde vivió Beria, el tenebroso jefe de la KGB); y en la oficina te esperaba Quintero, el responsable de los becados cubanos en la Unión Soviética. Godofredo te había acusado de maricón: Yo no soy el único homosexual en este colectivo, si me botan a mí tendrán que botar a unos cuantos tapiñados. Y estabas tan deprimido por la ausencia de tu húngaro y su partida sin adiós, y te hostigaron con tantos gritos y amenazas, que acabaste de asumir lo que nadie hubiera podido probar y parecía imposible entre un uraloaltaico y un caribeño, sí, sí, déme acá, firmo ese papel y mándenme para Cuba, para el infierno, para dondequiera, y ahora déjenme dormir unas horas. Por favor, déjenme dormir unas horas, no soporto esto, por favor se los pido.
domingo, 21 de febrero de 2010
Don Eustaquio V
Para don Eustaquio V..., viejo vecino de Villaclara, el matrimonio era un tormento. Su mujer lo martirizaba de día y de noche, siempre le hacía la contra y dicen los vecinos que nunca le dio la razón, en una tan sólo, de las múltiples discusiones que a diario sostenían. Ella lo tenía amenazado con quitarse la vida por la menor contrariedad. Cosía sentada en el brocal de un pozo, situado en el patio de la casa y cuya profundidad era diez metros, pero al decir de su marido, eran muchos más. Cuando esta escena tenía lugar, el silencio de don Eustaquio era imponente. Ponía su cabeza entre las manos y pensaba: "Dios de las profundidades, sálvame con un mareíto vano, un mareíto nada más, que bien poco es lo que te pido." Como el Dios era el de las alturas y no el de las produndidades, no oía su ruego, y doña Petra, que así se llamaba la temeraria esposa, abandonaba el peligro para increpar a don Eustquio, que, con tanta indiferencia, la veía entreterse a los bordes del abismo. Y así vivió algunos años aquel matrimonio. Ella cada vez más majadera y él cada vez más resignado.
Pero un día le trajeron la noticia unos vecinos que la corriente del Bélico había arrastrado a doña Petra y que era necesario recoger su cadáver. Prestóse a la búsqueda don Eustaquio, y acompañado de sus amigos se dirigió a las márgenes del río, aún agitado por la fuerte corriente producida por abundantes lluvias que descargaron en sus cabezadas. Como vieran los acompañantes de don Eustaquio que éste nadaba río arriba le manifestaron que el cadáver debía encontrarse río abajo, siguiendo el curso natural, a lo que él contestó: "Voy bien, la encontraré sin duda alguna, pensad que mi mujer iba siempre contra la corriente."
Antonio Berenguer
_______
Tomado de Cuentos cubanos de humor, editado por Samuel Feijó, (Editorial Letras Cubanas, 1979).
sábado, 20 de febrero de 2010
suele cautivar los ánimos de tal manera que el pueblo incauto gradúa de inicuas a cuantas ideas se la opongan
Alfredo Triff
la superstición se opone a toda reforma
otro resultado no menos funesto: los juiciosos se apresuran tanto en demostrar que no lo son, que a veces dejan de serlo
el número de los necios es infinito y aún por mayor desgracia estos necios son los primeros en erigirse por jueces
tienen los fieles todos los medios para evitar la superstición, y si caen en ella es por la miseria humana, que siempre encuentra halago en los vicios
si la superstición se presentase como tal, no sería temible, mas presentándose como la pura y sublime religión, suele cautivar los ánimos de tal manera, que el pueblo incauto gradúa de inicuas a cuantas ideas se la opongan
llega la masa a corromperse en términos tales que apenas se encuentra quien quiera emprender su cura
he aquí otro estrago de la superstición: Hácense sospechosas todas las ceremonias y en vez de ser unos medios sensibles para inspirar ideas sublimes que rectifiquen la moral del pueblo, quedan reducidas a unos objetos de escarnio y desprecio.
sólo sirven de signos de su hipocresía cuando tienen el descaro de lamentar los males que ellos mismos han producido
sufre la sociedad y triunfan los perversos de toda clase como efecto necesario de un orden de cosas tan contrario y vicioso
injusta y degradante opresión, que sin más apoyo que la fuerza, nunca logra ser obedecida por los corazones, aunque consigue dirigir a su arbitrio unos actos puramente externos
la superstición es una suave enfermedad que llega a ser amada por el mismo paciente
la superstición se opone a toda reforma
otro resultado no menos funesto: los juiciosos se apresuran tanto en demostrar que no lo son, que a veces dejan de serlo
el número de los necios es infinito y aún por mayor desgracia estos necios son los primeros en erigirse por jueces
tienen los fieles todos los medios para evitar la superstición, y si caen en ella es por la miseria humana, que siempre encuentra halago en los vicios
si la superstición se presentase como tal, no sería temible, mas presentándose como la pura y sublime religión, suele cautivar los ánimos de tal manera, que el pueblo incauto gradúa de inicuas a cuantas ideas se la opongan
llega la masa a corromperse en términos tales que apenas se encuentra quien quiera emprender su cura
he aquí otro estrago de la superstición: Hácense sospechosas todas las ceremonias y en vez de ser unos medios sensibles para inspirar ideas sublimes que rectifiquen la moral del pueblo, quedan reducidas a unos objetos de escarnio y desprecio.
sólo sirven de signos de su hipocresía cuando tienen el descaro de lamentar los males que ellos mismos han producido
sufre la sociedad y triunfan los perversos de toda clase como efecto necesario de un orden de cosas tan contrario y vicioso
injusta y degradante opresión, que sin más apoyo que la fuerza, nunca logra ser obedecida por los corazones, aunque consigue dirigir a su arbitrio unos actos puramente externos
HORROR A LA SUPERSTICIÓN, NO ME OLVIDES.
_______
Todas las citas arriba son tomadas de la 1ª carta del tomo Superstición, Cartas a Elpidio, sobre la impiedad, la superstición y el fanatismo en sus relaciones con la sociedad, de Félix Varela (Editorial de la Universidad de La Habana, 1945). ¿Quién es Elpidio? Una especie de Lucilio vareliano. En la primera carta a Elpidio, Varela define y condena lo que él llama la superstición: vicisitud, especie de mal sustancial que opera como "suave enfermedad", al tomar el lugar de la verdad. Varela es fundacionalista: Hay una sola verdad (ahora como verdad política que lleva a la "felicidad de nuestra familia"). ¿Como se corrompe la verdad? La superstición engaña haciéndose pasar por su opuesto. En la primera carta Varela parece estar comentando el problema de la superstición dentro de la religión, pero desde el principio el análisis revela aristas sorprendentemente políticas. En efecto, ya en la segunda carta Varela se quita la careta religiosa. Se trata de una manera de engañar que tiene raíces más profundas, tanto religiosas como políticas. Titulada Como se usa la política de la superstición, esta segunda carta es abiertamente política: "Fórmase pues un ídolo del poder, que como falsa deidad no recibe sino falsos honores y el que lo ejerce es primer miserable a quien cautiva". Prosigue Varela: "Los tiranos elogian y entronizan la superstición para destruir "la opinión que anima la sociedad" y "la religión que rectifica la conciencia". No en balde Cartas fue terminantemente prohibida por el gobierno colonial español. De ahí que fueran publicadas en el periódico El Habanero en Filadelfia y después en New York, entre 1824 y 1826. Recuérdese que el Varela de Cartas es un exiliado en Estados Unidos, donde reside desde 1823. Continuará...
viernes, 19 de febrero de 2010
Para que tú al volver no encuentres nada extraño
Wendy Guerra
Ilustración: René Magritte
Estoy en el lugar del crimen
No muevo pieza ni limpio sábanas rojas
Ahoga el desorden y silencia el descuido
Ruinas de incienso y muertos maquillados nos custodian
Sombrillas blancas y peces dorados me resguardan
Nada dicta frivolidad a la escriba
Insisto en la memoria del testigo
Nadie ocupa el lugar desde tu fuga
Inmóvil para ti reconstruyendo el hecho
Imitándome en tu retrato yo resisto
Tragando plomo y secando lágrimas
Azorada y breve escribo en las cenizas
Estoy en el lugar del crimen.
Ilustración: René Magritte
Estoy en el lugar del crimen
No muevo pieza ni limpio sábanas rojas
Ahoga el desorden y silencia el descuido
Ruinas de incienso y muertos maquillados nos custodian
Sombrillas blancas y peces dorados me resguardan
Nada dicta frivolidad a la escriba
Insisto en la memoria del testigo
Nadie ocupa el lugar desde tu fuga
Inmóvil para ti reconstruyendo el hecho
Imitándome en tu retrato yo resisto
Tragando plomo y secando lágrimas
Azorada y breve escribo en las cenizas
Estoy en el lugar del crimen.
jueves, 18 de febrero de 2010
Caos e indolencia
De la Nuez baja con serie de posts. Algo delanuezístico se avecina, ya señalado en Los Lirios del Jardín.
Avatares y des(avatares) de Avatar
Jesús Rosado
La furia taquillera de Avatar ha comenzado a ceder paso en las últimas dos semanas, aunque el efecto avatárico se sigue extendiendo hasta las más insólitas plazas del ejercicio crítico. Por ejemplo, ya comenzaron a publicarse, en secciones o publicaciones especializadas, los primeros ensayos sobre las secuelas psicológicas del filme. Se le ha llegado a atribuir una sutil inducción al suicidio provocado por su autenticidad en la recreación de realidades idílicas, cualidad que pudiera precipitar a los jóvenes románticos a un abismo de frustraciones en el mundo caótico de hoy día. Otros teóricos, por el contrario, aluden positivamente a la obra de Cameron por la capacidad de estimular la introspección desintoxicante a escala individual y colectiva y citan con vehemencia los modelos constructivos que refleja el filme. Y hay hasta quienes le confieren al largometraje la condición de material didáctico para ilustrar de manera atractiva los contenidos de la psicología evolucionista. Lo cierto es que la película ha desencadenado el debate en las más disímiles ramas de las ciencias humanísticas, una polémica que recorre en curvas cruciales desde la etología hasta los postulados creacionistas. Especulaciones, disertaciones, expectativas, desencantos, asombros, escepticismo, idolatría…de todo lo imaginable que se puede esperar en reacción humana se ha originado a partir de una producción audiovisual concebida mediante una tecnología sin precedentes. Un suceso escénico que ha hecho levitar al espectador. Sin embargo, no le faltan detractores que la tildan de anémica intelectualmente y de adolecer de la más frívola insustancialidad. No son pocos los que atacan frontalmente las adjetivaciones gloriosas con que la defienden sus fanáticos. Y es de entre esa disidencia que tomo la posición de cierto crítico reconocido ante la cual me quiero detener porque sus criterios merecen tenerse en cuenta, no tanto por su saña antiavatárica, sino por los argumentos que enarbola al proclamarse como un preservacionista de la pureza séptimo arte. Me estoy refiriendo al español Javier Ocaña, quien desde las páginas de El País ha ido más allá de acusar al filme de anorexia literaria para catalogarlo como un acto de “involución artística”, en el que el despliegue de los avances agrede sin misericordia la bohemia originaria en torno a la gran pantalla. No sé si pecará de exceso. O de precipitación. O del espanto que padecen los fundamentalistas de la maravilla clásica cuando la novedad industrial se intercala en la gestión estética. Y he aquí, que sin pretender parcializarme con bando alguno, invito a reflexionar sobre algunas interrogantes. Con la irrupción de Avatar, pregunto, ¿perderá el cine el encanto de la bidimensionalidad que es la que marca en este medio las distancias formales entre realidad y hecho artístico? ¿No será que estamos asistiendo al nacimiento de una variante del cine, valedera como aporte, capaz de no disolver la esencia de la creación tradicional cinematográfica aún revolucionando su modo de percibirla? O ¿es que acaso debemos declarar caducos los soportes convencionales de un recurso de expresión artística que nos cautivó incluso con su magia bicolor y la ausencia de sonido? Menudo dilema... De un lado, la espectacularidad absorbente, desconcertante, deslumbrante, un prodigio de recreación inconcebible pero casi táctil gracias a la inventiva y al adelanto de la computación. De la otra orilla, desde donde zarpara hace unas semanas la aventura ingeniera de última hora, todavía se disfruta la poética de la cinergia plana funcionando como espejo de emociones. Con su seducción cóncava y su misterio neblinoso, involucrándonos desde la mediatez. Ventana hacia las historias narradas con la imagen. La eterna hospedera de Citizen Kane e Hiroshima Mon Amour.
miércoles, 17 de febrero de 2010
purgatorio en la ocho
(a acha)
om ulloa
Ilustración: La commedia illumina Firenze, Domenico di Michelino
la brisa cargada de vapor me roza y miro de reojo el cementerio mientras la cola de carros esperando parqueo frente al Versalles aumenta con el timbrar del mediodía. llego a la esquina y decido doblar en U. y volver, volver, volver… a tus brazos otra vez. nunca recuerdo el nombre del cementerio amplio que se abre y cierra denso de tumbas, cada día más poblado, en medio de la ciudad-estado, casi enfrente del café de los opacos espejos translúcidos, propicios para el espionaje y los susurros de las reflexiones a gritos, carnada del eco hueco de un abismo perpetuo. las nubes regordetas amenazan lluvia otra vez y me detengo justo a la entrada del complejo de tumbas.
he hecho esto tantas veces, mora. venirte a visitar sin nunca llegar a la piedra que te pesa, que te marca para que no te olviden. nunca entro porque entonces sería verdad que estás muerta. mientras no lo vea no hay que creerlo, es la verdad del momento. ésta entonces será como las otras tantas visitas a Key Biscayne de lejos, esperando verte por la ventana; a la playa de cerca, esperando verla en el balcón; a Coconut Grove detrás de los muros, esperando no verla jamás; a Palm Beach sabiéndola on the other side of the tracks, todas tirando guijarros al hoyo de la memoria que nunca es colectiva pero siempre selectiva… piiiiiiii… el claxon del carro que quiere entrar y obstruyo me salpica con la voz de Álvarez Guedes cuando me pasa por al lado… a ti te encanta(ba) eso de los chistes, mora, por eso presta atención y oye bien el cuento que va rebotando del carro-latón del viejito cuando pase por tu aposento… será fino, será grosero y terminará con “comemierda” o “carajo” y ya, ríete a boca abierta y generosa que los dientes nunca se pierden y menos en tu bocalocaquelotrotafrota…
pasa el tráfico por la calle ocho embalado en la urgencia de evitar éste, el verdadero alto de todos. subo la ventanilla, cierro los ojos y, con la cabeza hacia atrás, emancipo el volumen de la música… “Perfidia”, deshilvanada en cuerdas por el Kronos Quartet rebota de las bocinas y se estremecen los vidrios. alabao, mora, tremenda y magnífica la sonocacofonía de este cuarteto que odiarías, tú que eres ya espiral de humo y cenizas repudiándome esta música “extraña” como antes Tom Waits y Jacques Brel en vez de Lissette y las Rocíos. y me río, sabes, porque te veo de nuevo entre las hileras de tumbas que desde el interior del carro vislumbro. llevas el pelo suelto a la gitana cubana y aquel vestido en dos piezas con los irresistibles tacones rojos. bailas sobre los mármoles con la soltura con que empieza a caer la lluvia del mediodía. sí, sé que también me reprocharías que no te traiga flores, aunque se me ocurrió cada vez, te lo juro. pero hacerlo lo confirmaría, el rumor, y no. no yaces porque cuando aprieta la lluvia, los trabajadores dejan caer las palas y buscan refugio en los camiones. las tumbas se quedan solas, pero tú sigues ahí, cimbreando el regalo de tu carne, mojada, ahora ya una deslumbrante mora desnuda bajo el aguacero en el cementerio de la calle ocho, enfrente del Versalles, tu cadavivre imperando entre el aroma de café, la peste de las flores mustias, el fango de los charcos de la lluvia ilusa que salpica los vidrios y en tu piel, más lumínica que antes, despidiendo los reproches en un canto agudo, punzante.
subo más la música, al máximo, hasta que los violines, los violoncelos y las cuerdas resbalan y se salen de la pista, asfixiándome con el rugir sonoro, opacándote, sacudiéndome como siempre que me quedo congelada en este portón, en esta valla del purgatorio de la calle ocho, una vez más sin el valor de entrar y dejar atrás tanta divina comedia.
om ulloa
Ilustración: La commedia illumina Firenze, Domenico di Michelino
la brisa cargada de vapor me roza y miro de reojo el cementerio mientras la cola de carros esperando parqueo frente al Versalles aumenta con el timbrar del mediodía. llego a la esquina y decido doblar en U. y volver, volver, volver… a tus brazos otra vez. nunca recuerdo el nombre del cementerio amplio que se abre y cierra denso de tumbas, cada día más poblado, en medio de la ciudad-estado, casi enfrente del café de los opacos espejos translúcidos, propicios para el espionaje y los susurros de las reflexiones a gritos, carnada del eco hueco de un abismo perpetuo. las nubes regordetas amenazan lluvia otra vez y me detengo justo a la entrada del complejo de tumbas.
he hecho esto tantas veces, mora. venirte a visitar sin nunca llegar a la piedra que te pesa, que te marca para que no te olviden. nunca entro porque entonces sería verdad que estás muerta. mientras no lo vea no hay que creerlo, es la verdad del momento. ésta entonces será como las otras tantas visitas a Key Biscayne de lejos, esperando verte por la ventana; a la playa de cerca, esperando verla en el balcón; a Coconut Grove detrás de los muros, esperando no verla jamás; a Palm Beach sabiéndola on the other side of the tracks, todas tirando guijarros al hoyo de la memoria que nunca es colectiva pero siempre selectiva… piiiiiiii… el claxon del carro que quiere entrar y obstruyo me salpica con la voz de Álvarez Guedes cuando me pasa por al lado… a ti te encanta(ba) eso de los chistes, mora, por eso presta atención y oye bien el cuento que va rebotando del carro-latón del viejito cuando pase por tu aposento… será fino, será grosero y terminará con “comemierda” o “carajo” y ya, ríete a boca abierta y generosa que los dientes nunca se pierden y menos en tu bocalocaquelotrotafrota…
pasa el tráfico por la calle ocho embalado en la urgencia de evitar éste, el verdadero alto de todos. subo la ventanilla, cierro los ojos y, con la cabeza hacia atrás, emancipo el volumen de la música… “Perfidia”, deshilvanada en cuerdas por el Kronos Quartet rebota de las bocinas y se estremecen los vidrios. alabao, mora, tremenda y magnífica la sonocacofonía de este cuarteto que odiarías, tú que eres ya espiral de humo y cenizas repudiándome esta música “extraña” como antes Tom Waits y Jacques Brel en vez de Lissette y las Rocíos. y me río, sabes, porque te veo de nuevo entre las hileras de tumbas que desde el interior del carro vislumbro. llevas el pelo suelto a la gitana cubana y aquel vestido en dos piezas con los irresistibles tacones rojos. bailas sobre los mármoles con la soltura con que empieza a caer la lluvia del mediodía. sí, sé que también me reprocharías que no te traiga flores, aunque se me ocurrió cada vez, te lo juro. pero hacerlo lo confirmaría, el rumor, y no. no yaces porque cuando aprieta la lluvia, los trabajadores dejan caer las palas y buscan refugio en los camiones. las tumbas se quedan solas, pero tú sigues ahí, cimbreando el regalo de tu carne, mojada, ahora ya una deslumbrante mora desnuda bajo el aguacero en el cementerio de la calle ocho, enfrente del Versalles, tu cadavivre imperando entre el aroma de café, la peste de las flores mustias, el fango de los charcos de la lluvia ilusa que salpica los vidrios y en tu piel, más lumínica que antes, despidiendo los reproches en un canto agudo, punzante.
subo más la música, al máximo, hasta que los violines, los violoncelos y las cuerdas resbalan y se salen de la pista, asfixiándome con el rugir sonoro, opacándote, sacudiéndome como siempre que me quedo congelada en este portón, en esta valla del purgatorio de la calle ocho, una vez más sin el valor de entrar y dejar atrás tanta divina comedia.
martes, 16 de febrero de 2010
El hombre que se atrevió a ser libre
Iván de la Nuez
Marcel Duchamp gobernó su obra y el recorrido de la misma. Una travesía que se convierte en una espiral entre el arte, el ajedrez y la libertad, con su sabiduría para salir y entrar, diseñar los contornos, renunciar a tiempo. Con la estrategia de utilizar las obras como una geografía o una cabaña de verano. Un país que se visita y al que se regresa, según el caso, a través de una obra definitivamente inacabada. ¿Fue un artista moderno o es el primer representante de lo que hoy conocemos por postmodernidad?
Duchamp es un islote al margen de esa querella. Porque fue un vanguardista más que un modernista, algo más fácil de entender para la crítica de tradición europea que para la norteamericana. Casi podría decirse, con Octavio Paz, que el arte del siglo XX bascula entre la pluralidad de obras de Picasso y la escasez de piezas de Duchamp. Entre el exceso del español y la austeridad del francés.
Hay otros…
Para Duchamp era tan importante su idea del arte como la dedicación a su oficio de flaneur. La creación de El gran vidrio como jugar al billar con Juan Gris. Inventar el ready made o tomarse en serio la idea de convertirse en un humorista famoso. Cultivar la amistad con Picabia y ser expulsado de su apartamento por una bacanal que duró dos días y “enfureció a los vecinos”. “Encantado de ser paria”, transitó por París, Nueva York o Buenos Aires. Ciudades que fueron, sobre todo, lugares de deslizamiento. Como lo fueron sus obras (El gran vidrio, Desnudo descendiendo una escalera, Fuente). Como lo fue el ajedrez: opciones infinitas en un ámbito acotado…
Así son las definiciones de un Duchamp que denomina su etapa de aprendizaje como “clases de natación”. El que no pretendía pintar el juego de ajedrez, sino a los jugadores pensando el ajedrez. Su obra supone una crítica al concepto mismo de obra. Es un artista que critica el propio criterio de artista. (Con la mínima demagogia, no sobra decirlo). Y, claro, ahí están los ready made, que suponen, para Octavio Paz, “un dardo contra lo que llamamos valioso”, “un puntapié contra la obra sentada sobre su pedestal de adjetivos”. Este hombre mostró algo en el firmamento del arte moderno, pero en cuanto ese algo se hizo tangible, prefirió esfumarse…
Tuvo el don de entender las palabras, y por eso supo que los medios eran eso –medios- y nada más. Fotografía, cine, diseño, humor gráfico, arte conceptual, performance… Cualquier cosa que hiciera un lugar a la poesía. Fue un –definámoslo así- desmantelador. Y fue asimismo –otra vez Paz- “uno de los pocos hombres que se atrevió a ser libre”. Ahí está la cifra de su obra: por encima de todas las artes, Marcel Duchamp practicó el arte de la libertad.
__________
Versión de un artículo aparecido en Lateral, 1999. Adaptado a Tumiami Size.
Marcel Duchamp gobernó su obra y el recorrido de la misma. Una travesía que se convierte en una espiral entre el arte, el ajedrez y la libertad, con su sabiduría para salir y entrar, diseñar los contornos, renunciar a tiempo. Con la estrategia de utilizar las obras como una geografía o una cabaña de verano. Un país que se visita y al que se regresa, según el caso, a través de una obra definitivamente inacabada. ¿Fue un artista moderno o es el primer representante de lo que hoy conocemos por postmodernidad?
Duchamp es un islote al margen de esa querella. Porque fue un vanguardista más que un modernista, algo más fácil de entender para la crítica de tradición europea que para la norteamericana. Casi podría decirse, con Octavio Paz, que el arte del siglo XX bascula entre la pluralidad de obras de Picasso y la escasez de piezas de Duchamp. Entre el exceso del español y la austeridad del francés.
Hay otros…
Para Duchamp era tan importante su idea del arte como la dedicación a su oficio de flaneur. La creación de El gran vidrio como jugar al billar con Juan Gris. Inventar el ready made o tomarse en serio la idea de convertirse en un humorista famoso. Cultivar la amistad con Picabia y ser expulsado de su apartamento por una bacanal que duró dos días y “enfureció a los vecinos”. “Encantado de ser paria”, transitó por París, Nueva York o Buenos Aires. Ciudades que fueron, sobre todo, lugares de deslizamiento. Como lo fueron sus obras (El gran vidrio, Desnudo descendiendo una escalera, Fuente). Como lo fue el ajedrez: opciones infinitas en un ámbito acotado…
Así son las definiciones de un Duchamp que denomina su etapa de aprendizaje como “clases de natación”. El que no pretendía pintar el juego de ajedrez, sino a los jugadores pensando el ajedrez. Su obra supone una crítica al concepto mismo de obra. Es un artista que critica el propio criterio de artista. (Con la mínima demagogia, no sobra decirlo). Y, claro, ahí están los ready made, que suponen, para Octavio Paz, “un dardo contra lo que llamamos valioso”, “un puntapié contra la obra sentada sobre su pedestal de adjetivos”. Este hombre mostró algo en el firmamento del arte moderno, pero en cuanto ese algo se hizo tangible, prefirió esfumarse…
Tuvo el don de entender las palabras, y por eso supo que los medios eran eso –medios- y nada más. Fotografía, cine, diseño, humor gráfico, arte conceptual, performance… Cualquier cosa que hiciera un lugar a la poesía. Fue un –definámoslo así- desmantelador. Y fue asimismo –otra vez Paz- “uno de los pocos hombres que se atrevió a ser libre”. Ahí está la cifra de su obra: por encima de todas las artes, Marcel Duchamp practicó el arte de la libertad.
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Versión de un artículo aparecido en Lateral, 1999. Adaptado a Tumiami Size.
lunes, 15 de febrero de 2010
Ay, Muerte
Iba yo por un camino,
cuando con la Muerte di.
-Amigo- gritó la Muerte-,
pero no le respondí,
pero no le respondí;
miré no más a la Muerte,
pero no le respondí.
Llevaba yo un lirio blanco,
cuando con la Muerte di.
Me pidió el lirio la Muerte,
pero no le respondí,
miré no más a la Muerte,
pero no le respondí.
Ay, Muerte,
si otra vez volviera a verte,
iba a platicar contigo
como un amigo:
mi lirio, sobre tu pecho,
como un amigo;
mi beso, sobre tu mano,
como un amigo;
yo, detenido y sonriente,
como un amigo.
______
Nicolás Guillén
Giuseppe Sammartino: Il Cristo Velato
domingo, 14 de febrero de 2010
sábado, 13 de febrero de 2010
viernes, 12 de febrero de 2010
Precious: Preciosamente negra y viciosamente blanca
Amílcar Barca
Son las 6:29am. He tenido un mal sueño que ocurría en Nueva York. He ido a la pantalla de la computadora y antes de teclear he revisitado varias veces la gestualidad de la adolescente afroamericana Precious (Gabourey Sidibe). He acudido a la redondez apelotada de su rostro y he encontrado la quietud humillante de su historia. Me fijé en el pelo recortado de su flequillo con brillantina. Recordé aquellos manotazos merecidos que puede dar a un compañero por reírse de un profesor del cual cree estar enamorada. Vi sus ojos y observé el resentimiento hacia una madre Mary (Mo' nique) que abusa de ella porque, en su delirio, piensa que es su rival amorosa. Clarice Precious va a dar a luz a su segundo hijo: sólo tiene 16 años, y su concubino se llama “papá”. La expulsan del high school por iletrada y acude a una escuela alternativa que la acoge y le sirve de cojín de sus desgracias. Pare en una clínica. La asistente social Ms. Weiss (Mariah Carey) convoca a ella y a la madre para “reunir otra vez a la familia” y allí empieza dentro del film otra minipelicula de una sola escena que ratificará, al final, la magnífica brillantez de las tres actrices.
¿Por qué es viciosamente blanca? En diversas entrevistas, y después de ganar varios premios en Sundance, Cannes y el festival de San Sebastián, el director y también productor de Monster's Ball, Lee Daniels, declara a los medios “...esta película la he hecho para mi gente, nunca pensé que pudiera tener tanto éxito fuera”. Este advebio “fuera” se refiere –o al menos lo interpreto yo- a los blancos y estos quedarían supuestamente “exentos de juicio y crítica”. Bien, lo que le pasa a esta joven, no es por supuesto porque es negra sino por su entorno disfuncional ...pero nadie me va a negar que estas malditas generalizaciones se van a hacer por doquier en cualquier tertulia o chisme entre otras comunidades. Sin descartar la crueldad bien conocida y un buen guión adaptado -aunque sazonada por los contrapuntos de ensoñación y “milagros”, como en Slumdog cada vez que la protagonista vive una situación de desasosiego o violencia- la película cae en un punto de círculo cerrado donde no hay salida. Una visión exageradamente tremendista sin negar la veracidad que cuenta la escritora Sapphire en su novela del mismo nombre, cuando trabajaba como profesora de alfabetización en el Bronx.
Para los amantes de la Gran Manzana no se pierdan la ambientación del barrio impenetrable de Harlem en los 80, el envejecimiento deliberado de la Mariah Carey, y el monólogo de justificación de los hechos en un primer plano interpretado por Mo' nique. Al llegar a casa me tomé un copita de cognac francés Raynal R.V.S.O.P. Si bien pensé que no había para tanto, durante la noche vinieron los fantasmas de la culpa pero también de la fascinación por la historia. En mi opinión final diré que no tiene la clase del primer Spike Lee (Do The Right Thing) a la hora de tratar con originalidad y profundidad los temas específicos de su gente, pero tengo que aceptar que todo y los pequeños detalles esta película. You must see it!
Son las 6:29am. He tenido un mal sueño que ocurría en Nueva York. He ido a la pantalla de la computadora y antes de teclear he revisitado varias veces la gestualidad de la adolescente afroamericana Precious (Gabourey Sidibe). He acudido a la redondez apelotada de su rostro y he encontrado la quietud humillante de su historia. Me fijé en el pelo recortado de su flequillo con brillantina. Recordé aquellos manotazos merecidos que puede dar a un compañero por reírse de un profesor del cual cree estar enamorada. Vi sus ojos y observé el resentimiento hacia una madre Mary (Mo' nique) que abusa de ella porque, en su delirio, piensa que es su rival amorosa. Clarice Precious va a dar a luz a su segundo hijo: sólo tiene 16 años, y su concubino se llama “papá”. La expulsan del high school por iletrada y acude a una escuela alternativa que la acoge y le sirve de cojín de sus desgracias. Pare en una clínica. La asistente social Ms. Weiss (Mariah Carey) convoca a ella y a la madre para “reunir otra vez a la familia” y allí empieza dentro del film otra minipelicula de una sola escena que ratificará, al final, la magnífica brillantez de las tres actrices.
¿Por qué es viciosamente blanca? En diversas entrevistas, y después de ganar varios premios en Sundance, Cannes y el festival de San Sebastián, el director y también productor de Monster's Ball, Lee Daniels, declara a los medios “...esta película la he hecho para mi gente, nunca pensé que pudiera tener tanto éxito fuera”. Este advebio “fuera” se refiere –o al menos lo interpreto yo- a los blancos y estos quedarían supuestamente “exentos de juicio y crítica”. Bien, lo que le pasa a esta joven, no es por supuesto porque es negra sino por su entorno disfuncional ...pero nadie me va a negar que estas malditas generalizaciones se van a hacer por doquier en cualquier tertulia o chisme entre otras comunidades. Sin descartar la crueldad bien conocida y un buen guión adaptado -aunque sazonada por los contrapuntos de ensoñación y “milagros”, como en Slumdog cada vez que la protagonista vive una situación de desasosiego o violencia- la película cae en un punto de círculo cerrado donde no hay salida. Una visión exageradamente tremendista sin negar la veracidad que cuenta la escritora Sapphire en su novela del mismo nombre, cuando trabajaba como profesora de alfabetización en el Bronx.
Para los amantes de la Gran Manzana no se pierdan la ambientación del barrio impenetrable de Harlem en los 80, el envejecimiento deliberado de la Mariah Carey, y el monólogo de justificación de los hechos en un primer plano interpretado por Mo' nique. Al llegar a casa me tomé un copita de cognac francés Raynal R.V.S.O.P. Si bien pensé que no había para tanto, durante la noche vinieron los fantasmas de la culpa pero también de la fascinación por la historia. En mi opinión final diré que no tiene la clase del primer Spike Lee (Do The Right Thing) a la hora de tratar con originalidad y profundidad los temas específicos de su gente, pero tengo que aceptar que todo y los pequeños detalles esta película. You must see it!
jueves, 11 de febrero de 2010
Mi lugar es el sinlugar, mi señal es la sinseñal
Rosie Inguanzo
Entre los hallazgos en Washington DC está Rumi (جلال الدين محمد رومي Yalal ad-Din Muhammad Rumí, 1207-73), el poeta místico del Islam. Me lo presentó A. en el museo que más me ha gustado de esta ciudad, el Freer Gallery of Art, del Smithsonian. El edificio –o la casa impecablemente, blancamente, exquisitamente neoclásica- es para morirse, y cobija una colección, o varias, que el industrialista y mecenas Charles Lang Freer trajo de sus viajes: empezando por los simbolistas norteamericanos (allí joyas de James Whistler), pasando por una impresionante galería de arte asiático, del lejano oriente, hasta llegar al sótano donde yacen enmarcados textos persas antiguos, manuscritos budistas, cientos de objetos, miniaturas, dibujos hindúes e islámicos, un jarrón del siglo VII -pieza única en EE.UU., donde desde la pictografía islámica que cubre toda su superficie de plata, brota una virgen con el niño, morenitos, sincretizados. En estos tiempos turbios para el mundo árabe, conviene recordar -antes de caer en generalizaciones bochornosas que puedan herir la sensibilidad de un solo árabe que no participa de la barbarie- conviene recordar que fueron los cristianos en su momento quienes mataron, desterraron, despojaron sin piedad a los árabes -y a cualquiera que se rebelara contra el dogma o profesara otro credo. Conviene meditar sobre la historia circular de estas religiones enfrentadas, su poder sangriento, la torpeza teológica de ambas partes, y sobre el peligro de tomar al pie de la letra los textos “sagrados”. Por sólo airear vastas ironías, el apóstol Pablo, o Saulo de Tarso fue asesino de cristianos: mató a Esteban a pedradas, por cristiano. Y es que a veces pierdo las ganas de admirar un templo cualquiera (y adoro templos, cementerios, bibliotecas -comparten la misma atmósfera, el mismo silencio), revuelto el estómago con tanta sangre en nombre de Dios -o Cristo o Alá. En estos tiempos turbios para el Islam, debido a que los extremistas islámicos tienen por moda forrarse en dinamita y estallarse contra la cristiandad y el pensamiento occidental, reconforta reposar estos versos del poeta sufí (rama del Islam):
Entre los hallazgos en Washington DC está Rumi (جلال الدين محمد رومي Yalal ad-Din Muhammad Rumí, 1207-73), el poeta místico del Islam. Me lo presentó A. en el museo que más me ha gustado de esta ciudad, el Freer Gallery of Art, del Smithsonian. El edificio –o la casa impecablemente, blancamente, exquisitamente neoclásica- es para morirse, y cobija una colección, o varias, que el industrialista y mecenas Charles Lang Freer trajo de sus viajes: empezando por los simbolistas norteamericanos (allí joyas de James Whistler), pasando por una impresionante galería de arte asiático, del lejano oriente, hasta llegar al sótano donde yacen enmarcados textos persas antiguos, manuscritos budistas, cientos de objetos, miniaturas, dibujos hindúes e islámicos, un jarrón del siglo VII -pieza única en EE.UU., donde desde la pictografía islámica que cubre toda su superficie de plata, brota una virgen con el niño, morenitos, sincretizados. En estos tiempos turbios para el mundo árabe, conviene recordar -antes de caer en generalizaciones bochornosas que puedan herir la sensibilidad de un solo árabe que no participa de la barbarie- conviene recordar que fueron los cristianos en su momento quienes mataron, desterraron, despojaron sin piedad a los árabes -y a cualquiera que se rebelara contra el dogma o profesara otro credo. Conviene meditar sobre la historia circular de estas religiones enfrentadas, su poder sangriento, la torpeza teológica de ambas partes, y sobre el peligro de tomar al pie de la letra los textos “sagrados”. Por sólo airear vastas ironías, el apóstol Pablo, o Saulo de Tarso fue asesino de cristianos: mató a Esteban a pedradas, por cristiano. Y es que a veces pierdo las ganas de admirar un templo cualquiera (y adoro templos, cementerios, bibliotecas -comparten la misma atmósfera, el mismo silencio), revuelto el estómago con tanta sangre en nombre de Dios -o Cristo o Alá. En estos tiempos turbios para el Islam, debido a que los extremistas islámicos tienen por moda forrarse en dinamita y estallarse contra la cristiandad y el pensamiento occidental, reconforta reposar estos versos del poeta sufí (rama del Islam):
¿Qué puedo hacer, oh musulmanes? pues no me reconozco a mí mismo.
No soy cristiano, ni judío, ni mago, ni musulmán.
No soy del Este, ni del Oeste, ni de la tierra, ni del mar.
No soy de la mina de la Naturaleza, ni de los cielos giratorios.
No soy de la tierra, ni del agua, ni del aire, ni del fuego.
No soy del empíreo, ni del polvo, ni de la existencia, ni de la entidad.
No soy de India, ni de China, ni de Grecia.
No soy del reino de Irak, ni de Jerusalén.
No soy de este mundo, ni del próximo, ni del Paraíso, ni del Infierno.
No soy de Adán, ni de Eva, ni del Edén, ni de Rizwán.
Mi lugar es el sinlugar, mi señal es la sinseñal.
No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.
Estoy embriagado con la copa del Amor, los dos mundos han desaparecido de mi vida;
no tengo otra cosa que hacer más que el jolgorio y la jarana. [… ]
...o este consejo culinario que compartí (la traducción es mía) con los alumnos (entre ellos una palestina preciosa):
Comiendo poesía
Mis poemas se parecen al pan de Egipto -una noche
te hartas y no puedes comerlo más.
So trágalos ahora, mientras están aún frescos,
antes que el polvo del mundo se pose sobre ellos.
Donde pertenece un poema es aquí, en el calor del pecho;
afuera en el mundo se muere de frío.
Tú has visto al pez -ponlo en tierra firme,
batallaría por unos minutos, hasta quedarse quieto.
Incluso si te comes mis poemas cuando todavía están frescos,
aún tienes que sacar afuera muchas imágenes tuyas.
De hecho, amigo mío, lo que estás comiendo es tu propia imaginación.
No son éstos un puñado de viejos proverbios.
miércoles, 10 de febrero de 2010
En Contemporary Artdimension Gallery
Zayra Mo y Gretty Camaraza: Twisted Love
Curado por Eduard Reboll
2527 NW 2nd Ave
Fecha: 11 de febrero, 2010
Hora: 8:00 a 10:00 pm
Al duro y sin guante
¿Por qué China va alante? Comercia al duro y sin guante.
Robert L. Borosage lo expresa en su blog en Huffington Post: China mantiene su moneda artificialmente baja y pegada al dólar, su política industrial apunta a "industrias pilares", utilizando una amplia gama de subsidios y medidas proteccionistas con vista a la captura de los mercados mundiales, ejerce un complicado laberinto de barreras aranceles comerciales que le permite una presión sistemática sobre cualquier multinacional extranjeras que quiera invertir para la exportación en China; usa tecnología pirateada, le apuesta al espionaje, y emplea un sistema de ahorro forzoso para fomentar inversiones.
Así, quién no.
Robert L. Borosage lo expresa en su blog en Huffington Post: China mantiene su moneda artificialmente baja y pegada al dólar, su política industrial apunta a "industrias pilares", utilizando una amplia gama de subsidios y medidas proteccionistas con vista a la captura de los mercados mundiales, ejerce un complicado laberinto de barreras aranceles comerciales que le permite una presión sistemática sobre cualquier multinacional extranjeras que quiera invertir para la exportación en China; usa tecnología pirateada, le apuesta al espionaje, y emplea un sistema de ahorro forzoso para fomentar inversiones.
Así, quién no.
M*a*r*i*q*u*i*t*a
Ernesto González
Rafa, el más viejo de nosotros tres, con qué entusiasmo te fuiste a estudiar física nuclear en la Universidad Lomono-sov de Moscú, vas a ser el pionero de esa especialidad en Cuba y América Latina, vas a ser un gran investigador, vas a escribir un libro sobre la energética nuclear cubana, distinta a cualquier energética del mundo, y vas a crear un áto-mo latinoamericano, distinto a cualquier átomo del universo. Rafa, has sido seleccionado entre los mejores expedien-tes de bachillerato del país, das un paso trascendental que te conducirá a ser un honorable ciudadano y un gran cien-tífico servidor de tu patria. Te embarcas para Europa, atraviesas el Escrecho de Gibraltar y las arenas de España, y las costas de Marruecos y Argelia; y vas a enamorarte de los delfines que te han ido acompañando en la travesía a ambos costados del barco; y te cuidas de los maricones tapados; y conoces a Luis (¡un mulato que estaba!) y a Caridad, quienes a la semana de embarcados no aguantaron y una madrugada abandonan sus respectivos camarotes para encaramarse en uno de los botes salvavidas de la cubierta, y se olvidan de que estaban en un buque en alta mar y, dámela pipo, dámela mima, dámela pipo, dámela mima, dámela dale. Y unos se despiertan y se asoman por el puente de mando, y por babor y por estribor, dámela pipo, dámela mima; y en la oscuridad, dámela pipo, dámela mima; y opacando el ruido de las olas y de la hélice, dámela pipo, dámela mima, ¡¡pipo!!,¡¡mima!!, ¡¡ay pipo, ay pipo!! ¡¡Dáme-la mima!! Y un estudiante de Geología trae una guitarra y canta en babor y en estribor esos boleros sin muerte de José Antonio Méndez; y un gordo que también va a estudiar Geología no se le despega y tú, Rafa, piensas que le an-da detrás. Nevaba en Odesa cuando el buque Grusia atracó en uno de los muelles del puerto. Odesa Mama, madre de los delincuentes de esa región del Mar Negro, recibió a los cubanos con el robo del neceser de una estudiante y con los abrigos de los años cuarenta que unos tenderos llevaron al buque para vender a cuenta de un adelanto del crédito de trescientos rublos que le otorgaban a los becados…
Rafa lo conoció en el baño colectivo, bañándose. La cabeza del húngaro choca con la ducha y se agacha para que el agua le corra completamente desde los pelos hasta el calcañal. Ojos grandes, de gitano curioso, una nariz de porrón y una bocaza y un cuerpo de negro estibador de los muelles; y una mirada que se hermosea de verde, azul y castaño, y no sabremos nunca de cuántos destellos adicionales, y que encandiló a mi amigo Rafa. Polacos, checos, búlgaros, macedonios, rusos, se restregaban sus espaldas y bromeaban con esa manera eslava de empujarse, jugar de manos y reírse de un gesto insignificante de fastidio del amigo; y Rafa mira de soslayo las soberbias extremidades de Matías, va de los muslos al pecho, del pecho a los pies, pies de campesino húngaro, venoso, de dedos gruesos y tobillos muy anchos y pantorrillas ligeramente vellosas, único sitio del cuerpo de Matías donde habían nacido esos hilitos dorados que te encantaba morder y arrancar, Rafa, y caíste muerto por la belleza bucólica, fabuladora y danubiana del ura-loaltaico que se bañaba a tu lado; y enjabonándote piensas en esos legados que cada raza deposita en sus varones, pa-ra maldición del homosexual; y mi amigo siente un toquecito de jabón en el brazo: Matías le pedía que le enjabonara la espalda.
Incrédulo, Rafa agarra el jabón y estrega el lomo ancho del húngaro, que se ha inclinado para facilitar la empresa; y estrega y estrega sin descanso, como si hubiera viajado a Europa a especializarse en estregones y no a es-tudiar física nuclear; y con la esponja estrega más, en forma de círculo sobre los homóplatos, a lo largo de la colum-na, siguiendo la dirección de las vértebras (qué maravilla de torso, me quedo corto con lo que les cuento, se los juro; eres insoportablemente, Rafa); hasta que un gesto suave de Matías y una sonrisa de sus labios coloradotes, detienen al tenaz estregador. Terminan el baño y principian la amistad. Se comunican en inglés, y el húngaro viene a visitar a Rafa al cuarto que comparte con un checo dormilón, también seleccionado para estudiar física; y una noche helada, luego de beber mucho vodka, el checo empezó a roncar, y a Rafa y a Matías les da por jugar de mano, y de repente quedan boca a boca, cara a cara, respirándose, oliéndose, y se besan y se aprietan y retozan; y hay un siguiente retozo en el baño, cuya puerta aseguran por dentro, y Matías se sienta en la taza por indicación de Rafa (córrete para la punta, ve, le habrás dicho en un español inteligible para el húngaro); y de espaldas, Rafa, te le sientas encima y la desapareces y te mueves con ese telurismo sincrónico que saca fuego, locura y savia, y no se cayeron de la taza porque los brazos de Matías se aguantaban de la pared; y ambos jadean y sudan y eyaculan al unísono, sin aviso ni anticipa-ción, y el húngaro recuesta su cabeza en tu nuca, Rafa, descansa unos minutos y se levanta desconcertado por lo in-tenso que lo has hecho disfrutar. Y se queda a dormir en el albergue de Rafa, encima de Rafa, debajo de Rafa, sin entender cómo cabían en una cama individual de becado -le colgaban los pies de la cama, como a ti te gusta, Emili-to. Y al checo, tu compañero de cuarto, le parecía normal que si estaban conversando y riendo hasta tarde, el hún-garo durmiera allí, puesto que cerraban las puertas de entrada del edificio a las diez de la noche y había frío y era in-sufrible cruzar los patios congelados; o simplemente porque deseaban amanecer juntos y tocarse de madrugada, y acariciarse en silencio cuando las luces y las frases se hubieran apagado.
Y tú, Rafa, palpabas sus largos brazos y sus músculos de nadador y futbolista, y él hundía sus manazas en tu pelo negro; y los dos se miraban sin verse, y espera-ban a ver quién se dormía primero, quién dejaba de revisar su propia forma en la de su compañero, quién acababa de aburrirse viéndose como en un espejo, sin verse, y hermoseados por la asunción de estar amando sus respectivas identidades, su propio sexo en el del otro, sus mismas zonas erógenas y sus mismas zonas tiernas y los mismos mús-culos, los tuyos, atemperados, pues nunca fuiste futbolista ni menos nadador, Rafa; y sus mismas ideas sobre un centenar de cuestiones, si bien eso hubiera parecido imposible entre un uraloaltaico y un cubano.
Rafa, el más viejo de nosotros tres, con qué entusiasmo te fuiste a estudiar física nuclear en la Universidad Lomono-sov de Moscú, vas a ser el pionero de esa especialidad en Cuba y América Latina, vas a ser un gran investigador, vas a escribir un libro sobre la energética nuclear cubana, distinta a cualquier energética del mundo, y vas a crear un áto-mo latinoamericano, distinto a cualquier átomo del universo. Rafa, has sido seleccionado entre los mejores expedien-tes de bachillerato del país, das un paso trascendental que te conducirá a ser un honorable ciudadano y un gran cien-tífico servidor de tu patria. Te embarcas para Europa, atraviesas el Escrecho de Gibraltar y las arenas de España, y las costas de Marruecos y Argelia; y vas a enamorarte de los delfines que te han ido acompañando en la travesía a ambos costados del barco; y te cuidas de los maricones tapados; y conoces a Luis (¡un mulato que estaba!) y a Caridad, quienes a la semana de embarcados no aguantaron y una madrugada abandonan sus respectivos camarotes para encaramarse en uno de los botes salvavidas de la cubierta, y se olvidan de que estaban en un buque en alta mar y, dámela pipo, dámela mima, dámela pipo, dámela mima, dámela dale. Y unos se despiertan y se asoman por el puente de mando, y por babor y por estribor, dámela pipo, dámela mima; y en la oscuridad, dámela pipo, dámela mima; y opacando el ruido de las olas y de la hélice, dámela pipo, dámela mima, ¡¡pipo!!,¡¡mima!!, ¡¡ay pipo, ay pipo!! ¡¡Dáme-la mima!! Y un estudiante de Geología trae una guitarra y canta en babor y en estribor esos boleros sin muerte de José Antonio Méndez; y un gordo que también va a estudiar Geología no se le despega y tú, Rafa, piensas que le an-da detrás. Nevaba en Odesa cuando el buque Grusia atracó en uno de los muelles del puerto. Odesa Mama, madre de los delincuentes de esa región del Mar Negro, recibió a los cubanos con el robo del neceser de una estudiante y con los abrigos de los años cuarenta que unos tenderos llevaron al buque para vender a cuenta de un adelanto del crédito de trescientos rublos que le otorgaban a los becados…
Rafa lo conoció en el baño colectivo, bañándose. La cabeza del húngaro choca con la ducha y se agacha para que el agua le corra completamente desde los pelos hasta el calcañal. Ojos grandes, de gitano curioso, una nariz de porrón y una bocaza y un cuerpo de negro estibador de los muelles; y una mirada que se hermosea de verde, azul y castaño, y no sabremos nunca de cuántos destellos adicionales, y que encandiló a mi amigo Rafa. Polacos, checos, búlgaros, macedonios, rusos, se restregaban sus espaldas y bromeaban con esa manera eslava de empujarse, jugar de manos y reírse de un gesto insignificante de fastidio del amigo; y Rafa mira de soslayo las soberbias extremidades de Matías, va de los muslos al pecho, del pecho a los pies, pies de campesino húngaro, venoso, de dedos gruesos y tobillos muy anchos y pantorrillas ligeramente vellosas, único sitio del cuerpo de Matías donde habían nacido esos hilitos dorados que te encantaba morder y arrancar, Rafa, y caíste muerto por la belleza bucólica, fabuladora y danubiana del ura-loaltaico que se bañaba a tu lado; y enjabonándote piensas en esos legados que cada raza deposita en sus varones, pa-ra maldición del homosexual; y mi amigo siente un toquecito de jabón en el brazo: Matías le pedía que le enjabonara la espalda.
Incrédulo, Rafa agarra el jabón y estrega el lomo ancho del húngaro, que se ha inclinado para facilitar la empresa; y estrega y estrega sin descanso, como si hubiera viajado a Europa a especializarse en estregones y no a es-tudiar física nuclear; y con la esponja estrega más, en forma de círculo sobre los homóplatos, a lo largo de la colum-na, siguiendo la dirección de las vértebras (qué maravilla de torso, me quedo corto con lo que les cuento, se los juro; eres insoportablemente, Rafa); hasta que un gesto suave de Matías y una sonrisa de sus labios coloradotes, detienen al tenaz estregador. Terminan el baño y principian la amistad. Se comunican en inglés, y el húngaro viene a visitar a Rafa al cuarto que comparte con un checo dormilón, también seleccionado para estudiar física; y una noche helada, luego de beber mucho vodka, el checo empezó a roncar, y a Rafa y a Matías les da por jugar de mano, y de repente quedan boca a boca, cara a cara, respirándose, oliéndose, y se besan y se aprietan y retozan; y hay un siguiente retozo en el baño, cuya puerta aseguran por dentro, y Matías se sienta en la taza por indicación de Rafa (córrete para la punta, ve, le habrás dicho en un español inteligible para el húngaro); y de espaldas, Rafa, te le sientas encima y la desapareces y te mueves con ese telurismo sincrónico que saca fuego, locura y savia, y no se cayeron de la taza porque los brazos de Matías se aguantaban de la pared; y ambos jadean y sudan y eyaculan al unísono, sin aviso ni anticipa-ción, y el húngaro recuesta su cabeza en tu nuca, Rafa, descansa unos minutos y se levanta desconcertado por lo in-tenso que lo has hecho disfrutar. Y se queda a dormir en el albergue de Rafa, encima de Rafa, debajo de Rafa, sin entender cómo cabían en una cama individual de becado -le colgaban los pies de la cama, como a ti te gusta, Emili-to. Y al checo, tu compañero de cuarto, le parecía normal que si estaban conversando y riendo hasta tarde, el hún-garo durmiera allí, puesto que cerraban las puertas de entrada del edificio a las diez de la noche y había frío y era in-sufrible cruzar los patios congelados; o simplemente porque deseaban amanecer juntos y tocarse de madrugada, y acariciarse en silencio cuando las luces y las frases se hubieran apagado.
Y tú, Rafa, palpabas sus largos brazos y sus músculos de nadador y futbolista, y él hundía sus manazas en tu pelo negro; y los dos se miraban sin verse, y espera-ban a ver quién se dormía primero, quién dejaba de revisar su propia forma en la de su compañero, quién acababa de aburrirse viéndose como en un espejo, sin verse, y hermoseados por la asunción de estar amando sus respectivas identidades, su propio sexo en el del otro, sus mismas zonas erógenas y sus mismas zonas tiernas y los mismos mús-culos, los tuyos, atemperados, pues nunca fuiste futbolista ni menos nadador, Rafa; y sus mismas ideas sobre un centenar de cuestiones, si bien eso hubiera parecido imposible entre un uraloaltaico y un cubano.
martes, 9 de febrero de 2010
ironías generacionales
om ulloa
detesto el futbol americano. lo considero salvaje y poco atractivo. nada que ver con el ballet del balompié o soccer, para mi gusto. sin embargo, después de cada festín del llamado “superbowl”, me deleito viendo los “spots” o anuncios publicitarios. siempre he apreciado el esfuerzo capitalista de meternos productos por los ojos y los oídos, si se logra con creatividad, humor e ingenio. soy de la gente que, en los festivales de cine, prefiere ver compilaciones de anuncios, cortometrajes y documentales.
entre los anuncios de anoche destacaron unos cuantos por su diferente grado de comicidad y creatividad, lo del american style drinking party y demás a un lado. pero éste me jodió el sueño:
la cara del dictador supremo tropical abrió el baúl de los recuerdos de “nuestra” casi arcaica generación —temeraria, protestona, sexualizada, drogada, irreverente, rockera, idealista— a la generación de la tecnoGente, quienes para subsistir en el “nuevo y globalizado” mundo deben andar enchufados a algo, sea internet, ondas de sonido satelitales, dientes o avatares azules, o a ese nuevo juguete que el anuncio promocionaba, el flo-tv.
primero, me sorprendió que en el rápido abanicar de imágenes no apareciera el Che, pero sí el derivado FC en su caracterización sesentera de “intelectual con boina y gafas”, acolchonado entre la diva MMonroe y el divo JFK. tremendo trío en un pastel sin mucho merengue, pensé. y claro, aparte de la lógica cronológica del anuncio, la iconografía que usaron era propiamente de ASUntos yankis, y ya se sabe… el benevolente argentasma es un simplón ícono universal de las buenas intenciones, muerto al tiempo ideal para imperar en el reino de las camisetas y los afiches, mientras que aquél que puso en irresponsable jaque nuclear al imperio y a “su propio pueblo”, fue, es y será el bravucón por excelencia, nunca muerto a tiempo, desafortunadamente. y en eso de la bravuconería el imperio no se queda atrás… por eso, a primera plana con la idealizada jeta joven del hoy viejo y detestable tirano. así de democráticos somos de este lado, que hasta en los anuncios publicitarios ensalzamos “al enemigo”, porque al césar lo que es del césar y al bolsillo todo lo que sea ganancia, que para eso “se trabaja muy duro en este país”, oración en la que creo, by the way.
sin embargo, lo que más me dejó rumiando y me provocó el desvelo, entre ronquidos de rabia, fue la ironía (¿ignorancia o indiferencia por parte de los creadores del “spot”?), de utilizar a FC —aquél que otrora se autodeclarara “revolucionario” y hoy es comprobado troglodita cavernícola que se empeña en alejar a su tribu de la “contaminación” que producen la nuevas tecnologías, como la del anuncio, dejando a su pueblo colgado del limbo de una época que ya no existe— como ícono partícipe de la evolución de una generación, cuyos verdaderos líderes nos han guiado a un mundo verdaderamente revolucionario, in more ways than one.
detesto el futbol americano. lo considero salvaje y poco atractivo. nada que ver con el ballet del balompié o soccer, para mi gusto. sin embargo, después de cada festín del llamado “superbowl”, me deleito viendo los “spots” o anuncios publicitarios. siempre he apreciado el esfuerzo capitalista de meternos productos por los ojos y los oídos, si se logra con creatividad, humor e ingenio. soy de la gente que, en los festivales de cine, prefiere ver compilaciones de anuncios, cortometrajes y documentales.
entre los anuncios de anoche destacaron unos cuantos por su diferente grado de comicidad y creatividad, lo del american style drinking party y demás a un lado. pero éste me jodió el sueño:
la cara del dictador supremo tropical abrió el baúl de los recuerdos de “nuestra” casi arcaica generación —temeraria, protestona, sexualizada, drogada, irreverente, rockera, idealista— a la generación de la tecnoGente, quienes para subsistir en el “nuevo y globalizado” mundo deben andar enchufados a algo, sea internet, ondas de sonido satelitales, dientes o avatares azules, o a ese nuevo juguete que el anuncio promocionaba, el flo-tv.
primero, me sorprendió que en el rápido abanicar de imágenes no apareciera el Che, pero sí el derivado FC en su caracterización sesentera de “intelectual con boina y gafas”, acolchonado entre la diva MMonroe y el divo JFK. tremendo trío en un pastel sin mucho merengue, pensé. y claro, aparte de la lógica cronológica del anuncio, la iconografía que usaron era propiamente de ASUntos yankis, y ya se sabe… el benevolente argentasma es un simplón ícono universal de las buenas intenciones, muerto al tiempo ideal para imperar en el reino de las camisetas y los afiches, mientras que aquél que puso en irresponsable jaque nuclear al imperio y a “su propio pueblo”, fue, es y será el bravucón por excelencia, nunca muerto a tiempo, desafortunadamente. y en eso de la bravuconería el imperio no se queda atrás… por eso, a primera plana con la idealizada jeta joven del hoy viejo y detestable tirano. así de democráticos somos de este lado, que hasta en los anuncios publicitarios ensalzamos “al enemigo”, porque al césar lo que es del césar y al bolsillo todo lo que sea ganancia, que para eso “se trabaja muy duro en este país”, oración en la que creo, by the way.
sin embargo, lo que más me dejó rumiando y me provocó el desvelo, entre ronquidos de rabia, fue la ironía (¿ignorancia o indiferencia por parte de los creadores del “spot”?), de utilizar a FC —aquél que otrora se autodeclarara “revolucionario” y hoy es comprobado troglodita cavernícola que se empeña en alejar a su tribu de la “contaminación” que producen la nuevas tecnologías, como la del anuncio, dejando a su pueblo colgado del limbo de una época que ya no existe— como ícono partícipe de la evolución de una generación, cuyos verdaderos líderes nos han guiado a un mundo verdaderamente revolucionario, in more ways than one.
lunes, 8 de febrero de 2010
Hans Richter - Inflation - 1927
El arte es actualidad. El arte es premonición. Ochenta años antes de que la vida loca de Wall Street desencadenara la recesión más brutal después de la del 29, Richter, el genial pintor y cineasta alemán había concebido este cortometraje experimental que no es más que una tirada de cartas a la historia contemporánea. (JR)